jueves, 4 de octubre de 2018

El planeta enano Duende (2015 TG387) y la búsqueda del Planeta 9
por Daniel Marín



Mientras el común de los mortales seguimos pensando en las afueras del sistema solar como una vasta pero anodina región repleta de bolas de nieve sucias, los astrónomos no paran de descubrir objetos de gran tamaño situados en extrañas órbitas. El último descubrimiento por parte de un grupo de investigadores liderado por Chad Trujillo y Scott Sheppard es el objeto transneptuniano 2015 TG387, apodado como «planeta enano Duende» (Goblin). Antes de entrar en el asunto, conviene aclarar un par de puntos. Primero, el nombre de Duende es un simple apodo interno del equipo de descubridores y no es, ni será, el nombre oficial. Esta es una práctica muy común entre los astrónomos que buscan nuevos objetos en el sistema solar exterior (por ejemplo, recordemos como el equipo de Mike Brown bautizó originalmente a Eris con el sobrenombre de Xena). Es la Unión Astronómica Internacional (UAI) la que se encarga de bautizar oficialmente a los objetos transneptunianos siguiendo unas pautas relativamente rígidas. El equipo descubridor tiene prioridad a la hora de proponer un nombre oficial, pero siempre y cuando sea «adecuado» para la UAI.


Recreación con muchas licencias de Duende (Roberto Molar Candanosa y Scott Sheppard, Carnegie Institution for Science).

Segundo, aunque Duende ha sido clasificado como planeta enano, lo cierto es que nadie sabe si lo es o no. La categoría de «planeta enano» es un cajón de sastre introducido por la UAI en 2006 para designar objetos que no son planetas propiamente dichos, pero tienen una forma esferoidal. No existe un límite en el grado de desviación de la forma esférica para que un planeta enano deje de ser considerado como tal y pase a ser un simple cuerpo menor, pero por el momento la UAI solo reconoce cinco planetas enanos: Ceres, Plutón, Eris, Haumea y Makemake. Según las estimaciones de sus descubridores, Duende podría tener unos 300 kilómetros de diámetro, muy lejos de los 950 kilómetros de Ceres, el planeta enano oficial más pequeño, y por debajo de otros candidatos a planeta enano como Orcus, Sedna o Quaoar (todos con un diámetro de unos mil kilómetros).


Órbita de 2015 TG387 (Carnegie Institution for Science).

En realidad, determinar el tamaño de los objetos transneptunianos es una tarea extremadamente compleja con un elevadísimo grado de incertidumbre. Huelga decir que la cifra de 300 kilómetros presenta un error considerable. Esto es así porque las estimaciones del tamaño dependen del brillo (albedo) del objeto, pero precisamente los objetos transneptunianos presentan una dramática variedad de albedos.

Aclarados estos puntos, ¿qué tiene entonces de especial 2015 TG387? Pues su órbita, que es brutalmente excéntrica. 2015 TG387 se acerca el Sol hasta «solo» 98.000 millones de kilómetros (65 UA), pero se aleja hasta unos sorprendente 345.000 millones de kilómetros (2.300 UA), con un periodo 40.000 años. Está tan lejos que nuestros telescopios solo pueden verlo durante el 1% de su periodo orbital. Eso significa que Duende no es un simple objeto transneptuniano (TNO); ni siquiera es un simple objeto transneptuniano extremo (ETNO), sino que se trata de un miembro de la nube de Oort interior (IOC). El tercero, para más señas, después de Sedna y 2012 VP113. Si me permiten la sopa de letras, es preciso aclarar que los IOC son un subgrupo de ETNO que no tienen ningún tipo de interacción gravitatoria con los planetas gigantes. En 2014, a raíz del descubrimiento de 2012 VP113, Chad Trujillo y Scott Sheppard se dieron cuenta de que este objeto y Sedna tenían su punto más cercano al Sol muy cerca en el espacio (el término técnico es «argumento del perihelio»). Ambos astrónomos propusieron que esta agrupación espacial no era casualidad, sino el resultado de la influencia gravitatoria de un noveno planeta aún no descubierto, apodado Planeta X o Planeta 9.

En 2016 Mike Brown y Konstantin Batygin publicaron un modelo teórico basado en las órbitas de Sedna, 2012 VP113 y otros cuatro objetos transneptunianos en el que la hipótesis del noveno planeta salía reforzada. Los dos investigadores pronto ampliaron el modelo para dar cabida a una segunda población de objetos (entre ellos 2013 FT28 Y 2015 KG163) con un argumento de perihelio opuesto a los ya conocidos y que, en principio, parecían contradecir la hipótesis del noveno planeta. Desde un principio se criticó la propuesta de Brown y Trujillo como poco significativa desde el punto de vista estadístico al estar basada en una muestra muy pequeña de objetos, pero desde su publicación se han descubierto más TNOs y la órbita de la mayoría de ellos concuerda con la presencia de un planeta en el exterior del sistema solar (la palabra clave aquí es «mayoría»). Brown y muchos otros astrónomos llevan meses intentando hallar el esquivo planeta desde varios observatorios, pero hasta la fecha la búsqueda ha sido infructuosa. El área de observación es demasiado grande debido a que el modelo tiene demasiados parámetros libres a la hora de precisar la órbita del noveno planeta.


Órbita de Duende y otros objetos transneptunianos (Sheppard et al.).

Órbitas de los distintos objetos transneptunianos descubiertos (Sheppard et al.).

¿Y cómo encaja 2015 TG387 en el modelo del noveno planeta? Pues las buenas noticias son que Duende coincide exquisitamente con el modelo (su argumento de perihelio, 59º, es casi idéntico al de 2012 VP113). Si un objeto tan grande como Duende no hubiese tenido una órbita adecuada, la hipótesis del noveno planeta habría recibido un golpe considerable. De hecho, la órbita de Duende es más estable con un Planeta 9 como el predicho por Brown y Batygin que sin él. Ahora bien, si usamos una muestra con los objetos IOC y ETNO conocidos, la significancia estadística del agrupamiento del perihelio de estos cuerpos sigue sin ser muy alta (4σ como máximo). También es cierto que esta desconfianza sobre la hipótesis de Brown y Batygin podría interpretarse como un dardo envenenado de Sheppard y Trujillo, los rivales de Brown y Batygin en su búsqueda por el Planeta 9. No en vano, si se descubre el planeta 9 con una órbita parecida a la predicha por Brown y Batygin, ambos serán recordados como los primeros que propusieron su existencia, mientras que si existe un Planeta 9 del tamaño de una supertierra, pero en otra órbita distinta, serían Trujillo y Sheppard los que pasarían a la historia (llama la atención que la nota de prensa hable de «Planeta X» en vez de «Planeta 9», esta última la denominación favorita de Brown y Batygin). Sea como sea, la existencia de un Planeta 9 —o Planeta X— es hoy más probable que ayer.

Por otro lado, la presencia de Duende sugiere que la masa conjunta de los objetos en esta zona del sistema solar es comparable a la del cinturón de Kuiper. Es decir, tenemos ante nosotros una enorme y nueva región del sistema solar por explorar.



Fuente:  danielmarin.naukas.com

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