ELF (ExoLife Finder): un telescopio para ver la superficie de planetas extrasolares
Cuando hablamos de los de exoplanetas potencialmente habitables descubiertos alrededor de otras estrellas, lo cierto es que sabemos muy poco sobre ellos. Apenas su periodo orbital, la distancia a la estrella y, dependiendo del método empleado en su detección, la masa mínima o el tamaño (a veces ambos), pero poco más. Y sin embargo lo que a todos nos gustaría es poder ver la superficie de estos mundos directamente. ¿Poseen atmósfera? ¿U océanos quizás? ¿Tienen casquetes polares? ¿Existe algún tipo de vegetación cubriendo la superficie? ¿Hay oxígeno u otro gas biomarcador en la atmósfera? Suena a ciencia ficción, ¿verdad? Pero lo que es realmente ciencia ficción es el hecho de que dispongamos de la tecnología para ver estos otros mundos y sin embargo no la pongamos en práctica.
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Proyecto de telescopio ELF (PLANETS Foundation).
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Óptica de ELF (PLANETS Foundation).
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Arquitecturas de ELF para proteger los espejos del viento y las inclemencias (PLANETS Foundation).
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Así sería capaz de ver ELF la superficie de la Tierra (sin nubes) desde Alfa Centauri (PLANETS Foundation). |
Ahora bien, por espectacular que sea, estas prestaciones no son suficientes para poder ver la superficie de un exoplaneta. Para conseguir este fin ELF debe incorporar un avanzado sistema de óptica activa con elementos electrónicos fabricados mediante impresión 3D integrados en los espejos secundarios —uno por cada primario— capaz de crear una imagen limitada por difracción (o sea, como si estuviera en el espacio). El campo de visión sería pequeño, así que este requisito no es tan complicado de satisfacer como en los telescopios «generalistas», aunque sí que es necesario que en todo momento haya una estrella relativamente brillante en el campo para las tareas de óptica activa. El telescopio también trabajaría en el infrarrojo cercano para aumentar el contraste (en esta región del espectro la diferencia de brillo entre el planeta y la estrella es menor), lo que requiere situarlo en un lugar lo más elevado posible (el vapor de agua de la troposfera es el principal obstáculo que impide a los telescopios ver en infrarrojo), como por ejemplo Atacama o Hawái. Por supuesto, también habría que proteger el telescopio y sus múltiples espejos del viento y otras inclemencias.
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ELF sería capaz de obtener espectros rudimentarios de la superficie del planeta, lo que le permitiría detectar biomarcadores y la presencia de vegetación (PLANETS Foundation).
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Todos los exoplanetas con geometría favorable que se hallen a menos de 25 años luz de la Tierra podrán ser estudiados en detalle por ELF en busca de biomarcadores, aunque solamente sería posible distinguir características más pequeñas que un continente en aquellos exoplanetas de tamaño terrestre que estén situados alrededor de enanas rojas, como Proxima b. Según Kuhn, ELF podría ser construido en unos siete años por un coste del orden de cien millones de dólares. En realidad, creo que sería más realista hablar de mil millones. Y es que el problema de ELF es que se basa en el empleo de nuevas tecnologías no demostradas. Si dichas tecnologías resultan ser fácilmente escalables, ELF podría ser una realidad por relativamente poco dinero, pero de no ser así su coste se dispararía. Otro problema es que, por ahora, conocemos pocos mundos potencialmente habitables que puedan ser objetivo de estudio por ELF y, por tanto, resulta complicado justificar el retorno científico de un telescopio tan específico, sobre todo cuando los telescopios gigantes de nueva generación entren en servicio. La Fundación PLANET llegó a realizar una campaña de crowdfunding el año pasado para recabar 35000 dólares con el objetivo de desarrollar algunas de las tecnologías necesarias para el proyecto. Esperemos que tengan suerte, porque, ¿a quién no le gustaría ver la superficie de Proxima b?
Fuente: danielmarin.naukas.com
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