Bolsonaro no pudo echar a su ministro de Salud por el veto militar
Permanece al frente de Salud el médico retirado del Ejército que defiende la cuarentena. Lo respaldaron los generales instalados en puestos clave. Uno de los grandes ganadores es el vicepresidente, Hamilton Mourao.
Por Dario Pignotti
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Walter Souza Braga Netto al frente de la Casa Civil.
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Desde Brasilia
"Por ahora sigo siendo ministro" declaró el titular de Salud Luiz Henrique Mandetta advertido de que su jefe, el presidente Jair Bolsonaro no lo quiere en el cargo. A media tarde de este lunes los portales de los medios de más audiencia daban como segura su salida y asesores del ministro "comenzaron a vaciar los cajones de mi escritorio y se llevaron los papeles" porque la suerte parecía echada. La certeza del fin de Mandetta afectó a la Bolsa de Valores de San Pablo, obligándola a detener sus operaciones. Pero al final no fue destituido y el mercado cerró el día en alza.
La continuidad en el gabinete de este médico retirado del Ejército y diputado por el conservador partido Demócratas (Dem) representó una derrota para el capitán-presidente frente a los cada vez más poderosos generales instalados en los puestos clave de la máquina estatal.
Uno de los victoriosos de la batalla, que no de la guerra que desangra al gobierno, es el vicepresidente Hamilton Mourao. "Mandetta sigue en combate, él se queda" declaró el general retirado Mourao, cuyo nombre suena como potencial jefe del Planalto si el mandatario no llega al final de la gestión, en diciembre de 2022. Otro ganador fue el general Walter Souza Braga Netto, flamante jefe de la Casa Civil, alguien que responde menos a las órdenes de Bolsonaro que a las emanadas de la comandancia del Ejército, .
Por las oficinas de ministros, legisladores y jueces circulan bocetos sobre un eventual gobierno post-Bolsonaro. El primero que se conoció fue una "carta de renuncia" de la que dio cuenta el diario Valor Económico. También se habla de un impeachment, pero se lo considera poco probable como vía para revocar el mandato. En todo caso se trata de hipótesis.
Desgastado políticamente y ajeno a la realidad acuciante de la pandemia el líder neofascista aún mantiene margen de maniobra y una encuesta de este domingo indica que solo tres de cada diez brasileños comparten su política ante el virus, pero seis de cada diez no quiere que renuncie.
Exagera quien lo vea como un expresidente en funciones.
Lo que está en juego con la continuidad del ministro Mandetta es, en primer lugar, la política del gobierno frente al coronavirus que entre el domingo y el lunes mató a 67 brasileños, el número más alto desde que la llegada de la pandemia hace poco más de un mes. La cifra total de pacientes fallecidos es 553 y el de infectados subió a 12.053.
Mandetta al igual que la mayoría de los gobernadores defiende la cuarentena denostada por Bolsonaro, abocado a incitar a la población a deambular por las ciudades hasta convertirlas en bombas de tiempo sanitarias con millones de infectados. Demencial.
A tal grado de negación llegaron el gobernante y la secta de evangélicos que lo secundan que el domingo se juntaron a orar contra "satanás" encarnado en los opositores defensores del confinamiento.
Con esta forma de actuar y un sectarismo acendrado Bolsonaro logró perder el apoyo de los "superministros" Sergio Moro, de Justicia, y Paulo Guedes, titular de Economía, ambos a favor de la cuarentena.
Hasta hace dos semanas el ocupante del Planalto se jactaba de integrar el "dream team" de la ultraderecha global junto a Donald Trump y el ahora hospitalizado premier Boris Johnson. Pero eso es pasado porque tanto el gobernante norteamericano como el político británico se apartaron de este Pinochet tropical.
A las presiones de los generales para que Bolsonaro deje en su cargo a Mandetta se unieron las de jueces del Supremo Tribunal Federal y los titulares del Senado y Diputados, Davi Alcolumbre y Rodrigo Maia, ambos del Dem.
Magistrados y parlamentarios le hicieron saber que se despedía al ministro y firmaba un decreto prohibiendo el aislamiento esto podría abrir paso a una denuncia judicial.
Mientras se realizaban las conversaciones en la casa de gobierno el juez Roberto Barroso, miembro del Supremo, declaró que no tolerará un "genocidio".
Diputados de la Comisión de Derechos Humanos informaron casi a la misma hora que enviaron cartas a la Organización Mundial de la Salud y el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en la que acusaron al gobernante de "genocidio".
Los militares llegaron de la mano de Bolsonaro
Por Emir Sader
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El presidente Bolsonaro junto al vice Mourao. Imagen: EFE
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No hay vacío en la política. Siempre que hay un vacío, hay instituciones que tratan de llenarlo. Las FF.AA. brasileñas lo hicieron en 1964 y se proponen hacerlo de nuevo.
En 1964 los militares forjaron el vacío para intervenir, actuando fuertemente para erosionar al ya débil gobierno de João Goulart. Apoyados en la Doctrina de Seguridad Nacional, erosionaron la legitimidad del gobierno y dieron el golpe, en sustitución de los ineptos políticos tradicionales y sus partidos.
Ahora, de nuevo, los partidos tradicionales han entrado en crisis, derrotados sistemáticamente por el PT. Bolsonaro se aprovechó de la nueva crisis de los partidos tradicionales para proponerse como alternativa. Fue un buen candidato para la derecha: el único que tenia un caudal de preferencias en las encuestas, gracias al apoyo de las bases tradicionales del PSDB, que se habían radicalizado hacia posiciones de extrema derecha. Con eso, Bolsonaro era la única apuesta posible de la derecha para establecer una maniobra monstruosa, que terminó llevándolo a ganar las elecciones, aunque de forma fraudulenta.
Su estilo salvaje y agresivo, grosero, proyectó una imagen de líder popular. El nombró a un ultraneoliberal en Economía, para garantizar el apoyo de los grandes empresarios. Se presentó como la única posibilidad de evitar que PT volviera al gobierno. Articuló manipulaciones gigantescas, con la complicidad del Poder Judicial y los medios, para llegar al gobierno.
Fue un buen candidato de la derecha, pero no es buen presidente. No agrega, al contrario, aparece como un factor de desorden del gobierno.
Él ya se había acercado al Ejército para contar con el apoyo de la institución y personal que ocupe puestos estatales. Y también para contar con una institución comprometida con la represión y la defensa del orden. Conforme Bolsonaro fue perdiendo apoyo, incluso de los suyos, el gobierno fue llenándose cada vez más de militares, en actividad y de la reserva. Hoy componen el gobierno, mientras que Bolsonaro se vacía, pierde apoyo y pierde capacidad de acción, situación aún más grave por la pandemia que se extiende por todo el país. El vacío de la capacidad de gobernar de Bolsonaro ya está llenado por los militares, cada vez más comprometidos, incluso como institución, con este gobierno.
Para evitar la delicada operación de sustitución de Bolsonaro por su vice, Mourao, se va militarizando cada vez más al gobierno. Los militares ejercen su poder de veto de acciones gubernamentales y se vuelven el único núcleo capaz de dar un cierto grado de acción a un gobierno perdido por la actitud desintegradora de Bolsonaro.
No es la mejor alternativa para la FF.AA., pero fue la que les tocó y no dejan de aprovecharla, teniendo como objetivo mantener al gobierno, modificado o no, y la construcción de una institucionalidad que trata de prevenir el regreso de PT al gobierno. Con el colapso de la gestión de Bolsonaro, que pierde no sólo apoyo popular, sino también de los medios y de grandes sectores de la clase media, los militares se vuelven estratégicos y tienden a ser la columna vertebral del gobierno.
Un proceso que se choca de frente con la restauración de la democracia. La militarización del gobierno es el principal obstáculo para el regreso de la democracia en Brasil. Un gobierno sin legitimidad, sin capacidad de gobernar, que se desintegra cuando debería comandar al país durante una grave crisis como esta, abre el camino para el establecimiento del poder militar dentro del Estado.
Si hay ya un comando establecido para sustituir en la práctica a Bolsonaro existe en el terreno de las especulaciones. Como se dice en italiano: Si non è vero, è ben trovatto.
Fuente: pagina12.com.ar y pagina12.com.ar




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