La guerra de los cohetes estadounidenses: Falcon 9 contra OmegA, New Glenn y Vulcan
Por Daniel Marín
En los próximos años el panorama de lanzadores estadounidense va a sufrir una revolución con la introducción de tres nuevos lanzadores pesados: el Vulcan de ULA (United Launch Alliance), el New Glenn de Blue Origin y el OmegA de Northrop Grumman (además del SLS de la NASA, claro) . Estos tres se suman a los ya conocidos Falcon 9 y Falcon Heavy de SpaceX, por lo que la pregunta obvia es: ¿existe una demanda que permita la existencia de todos al mismo tiempo? El Falcon 9 ha logrado hacerse en tiempo récord con la mayor parte del mercado de satélites comerciales, hasta hace poco en manos de otras empresas de fuera de EE UU. Pero existe otro mercado todavía más jugoso: los contratos gubernamentales de las distintas agencias federales de Estados Unidos. Y, dentro de esta categoría, los lanzamientos del Pentágono destacan por su generosidad. Precisamente, los militares estadounidenses tenían pendiente repartir 653 millones de dólares en contratos de lanzamiento entre las cuatro empresas arriba mencionadas. El pasado 7 de agosto el Pentágono comunicó que los ganadores son ULA y SpaceX. En concreto, entre 2022 y 2027 ULA recibirá 337 millones de dólares y SpaceX 316 millones. Eso sí, SpaceX se ha hecho con el 40 % de las misiones aproximadamente, mientras que ULA con el 60 % restante. La decisión era esperada, por un lado, porque el Falcon 9 es por ahora el único de los cuatro lanzadores con experiencia de vuelo y, segundo, porque ULA ha sido hasta la fecha el principal proveedor de servicios de lanzamiento del Pentágono, a pesar de que en esta ocasión el cohete ofertado era el Vulcan, que todavía no ha volado.
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Los cuatro lanzadores de EEUU para la próxima década (USAF). |
Los contratos forman parte de la Fase 2 del NSSL (National Security Space Launch Phase 2) y suponen malas noticias para el New Glenn de Blue Origin, pero, especialmente, para el OmegA de Northrop Grumman, que se queda sin el principal cliente para sacar adelante el proyecto. Recordemos que hace dos años el Pentágono repartió dos mil millones de dólares entre Blue Origin, ULA y Northrop Grumman para ayudarles a desarrollar sus respectivos lanzadores. En aquella ocasión fue SpaceX la que se quedó fuera del reparto de la Fase 1 de los contratos NSSL en medio de una gran polémica. Según los contratos de la primera fase, entre 2018 y 2024 Blue Origin debía recibir 500 millones de dólares y Northrop Grumman 792 millones, además de otros 967 millones para ULA. Pero el Pentágono dejó claro entonces que aquellas empresas que no superasen la segunda fase no recibirían más dinero, por lo que ahora los militares deben aclarar cómo van a terminar estos contratos con las empresas Blue Origin y Northrop Grumman.
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El cohete OmegA de Northrop Grumman es el principal perjudicado (Northrop Grumman). |
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OmegA, diseñado originalmente por Orbital ATK antes de que esta empresa fuera absorbida por Northrop Grumman, presenta un diseño con unas primeras etapas de combustible sólido basado en el Ares I del programa Constelación de la pasada década. OmegA debe ser lanzado desde la rampa 39B del Centro Espacial Kennedy, la misma que usará el cohete SLS de la NASA. Sin estos contratos militares, el OmegA lo tiene muy complicado para salir adelante. Por su parte, ULA mantiene a su cliente principal, el Pentágono, pese a que, por ley, no podía seguir ofertando el Atlas V para lanzamientos militares más allá de 2022. La razón es, obviamente, que el Atlas V usa el motor RD-180 ruso de kerolox fabricado por la empresa NPO Energomash. Tras las sanciones impuestas por EE UU a Rusia a raíz del conflicto en Ucrania, la eliminación de esta dependencia ha sido una prioridad para el Pentágono. Aunque Rusia hizo en un principio un amago de usar esta posición de monopolio a su favor, lo cierto es que la desaparición del Atlas V supone un fuerte varapalo para NPO Energomash, pues este lanzador era el único que usaba el RD-180. Solo el futuro lanzador pesado Yenisey tiene previsto usar este motor, si es que alguna vez llega a ver la luz.
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Cohete Vulcan Centaur (ULA). |
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Motor BE-4 de methalox de Blue Origin (ULA). |
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Características de los nuevos lanzadores. |
Por otro lado, el nuevo Vulcan Centaur de ULA usará en su primera etapa el motor de metano y oxígeno líquido BE-4 de Blue Origin, que también se empleará en el New Glenn, así que no todo son malas noticias para la empresa de Jeff Bezos. En cualquier caso, Bezos tiene el capital suficiente para sacar adelante el New Glenn con o sin ayuda del Pentágono, a diferencia de Northrop Grumman. El New Glenn, que posee una primera etapa reutilizable, despegará desde la rampa SLC-36 de Cabo Cañaveral, mientras que el Vulcan Centaur lo hará desde la rampa SLC-41, actualmente usada por el Atlas V. Bezos espera usar el New Glenn para lanzar la megaconstelación de satélites Kuiper de Amazon y hacerse con un pedazo del pastel de lanzamientos comerciales mundiales (el que le deje SpaceX). Los tres nuevos lanzadores esperan debutar en 2021, aunque probablemente no todos lo conseguirán.
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El New Glenn de Blue Origin (Blue Origin). |
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Partes del New Glenn (Blue Origin). |
SpaceX deberá construir ahora una torre de servicio móvil en la rampa 39A para permitir la integración vertical de cargas, además de introducir una nueva cofia de mayor tamaño, dos requisitos necesarios para acceder a estos contratos y que habían sido uno de los motivos por los que la empresa de Elon Musk se quedó fuera de la primera fase de los contratos NSSL. De paso, estos elementos permitirán que SpaceX tenga acceso a nuevos contratos comerciales y gubernamentales. Después de esta segunda fase de contratos militares podemos decir que SpaceX está un paso más cerca de ser parte del selecto club de las empresas gigantes del sector aeroespacial de EE UU.
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La torre de servicio móvil de la rampa 39A para integración de cargas verticales (SpaceX). |
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