Editorial
Un plan estratégico para el mosto
El sector del mosto se encuentra trabajando actualmente en la conformación de un plan estratégico, similar al que se concretó con el resto de la actividad vitivinícola. Una iniciativa interesante y que abre también posibilidades en un futuro trabajo con Brasil.
lunes, 27 de julio de 2009
Durante años, las crisis de la vitivinicultura fueron cíclicas y, en todos los casos, estuvieron relacionadas con el sobre-stock de vinos, que obligaba a los gobiernos a utilizar a la ex bodega estatal Giol para equilibrar los precios o a adoptar medidas regulatorias como los bloqueos, los prorrateos o las cupificaciones.
En los hechos, si bien el objetivo era el de favorecer a los productores, la realidad marcaba que la industria permanecía en una meseta, sin objetivos concretos, en razón de que era el Estado el que fijaba las políticas.
El gran cambio se produjo cuando se dejaron de lado las regulaciones y fue el propio sector el que fijó sus políticas para el crecimiento. Hubo una mejora sustancial en la calidad de los caldos, como consecuencia de la incorporación de tecnología en bodegas y la reconversión e implantación de viñedos con variedades nobles, mientras paralelamente los empresarios salieron a ganar mercados internacionales.
Esa mejora en la calidad jugó también a favor del consumidor argentino y las cifras indican que es permanente el crecimiento en el consumo de vinos finos, en las diferentes franjas de precios.
Poco a poco la industria fue alcanzando el equilibrio para evitar aquellos sobre-stocks y en ese aspecto también tuvo relevancia la diversificación que se alcanzó, en menor medida con las pasas y la uva en fresco, pero fundamentalmente con la incorporación del mercado del mosto.
Precisamente, la variedad que se destina al jugo de uva era la que en su momento generaba la superproducción, con lo que se generó un doble beneficio: bajó la cantidad de uva destinada a vinos, con lo que pudieron sostenerse los precios y, por el otro lado, se abrió un nuevo mercado para la vitivinicultura argentina.
El mosto es utilizado, especialmente en Estados Unidos, para la edulcoración de las bebidas gaseosas -evitando así la utilización de ciclamato- por lo que el país del norte se convirtió en el principal importador del jugo de uva argentino. Sudáfrica, Japón, Canadá y Rusia, son otros países importadores.
Sin embargo, en los últimos años apareció un fuerte competidor al mosto, como es el jugo de peras y manzanas, especialmente procedente de la China, que se convierten en altamente competitivos como consecuencia de las ventajas que les aportan sus menores costos, aun a pesar de no contar con la misma calidad del jugo de uva argentino. En ese marco, mientras la tonelada de mosto se cotiza a 1.300 dólares a nivel internacional, el jugo de manzana llega a 800 dólares.
Frente a ese panorama, resulta interesante la iniciativa de conformar un plan estratégico para el mosto, anunciado hace unos meses durante el desayuno vendimial que organiza la Coviar y con el primer paso dado recientemente, con un mini foro del que participó la cámara del sector, empresarios, autoridades de la Universidad Maza y la Coviar.
En esa reunión, al INTA se le encargó la misión de efectuar un diagnóstico base para la estrategia, con el objetivo de establecer que el mosto tenga un valor en sí mismo y no ser considerado un sub producto del vino.
El plan para el mosto será similar al que se ejecutó en el resto de la actividad vitivinícola con el PEVI que partió de establecer dónde se encontraba la vitivinicultura argentina, dónde quería llegar y cuál era el camino para alcanzar ese objetivo, estableciendo paralelamente las fortalezas y las debilidades del sector.
En el caso del mosto, los dirigentes señalaron que trabajarán también sobre dos ejes esenciales: cómo corregir las fluctuaciones comerciales y que el mosto no sea la variable de ajuste de los stocks vínicos, como ha venido sucediendo en los últimos 15 años.
El sector del mosto ha ganado entonces un espacio e intenta fortalecerlo, aspecto al que debe sumarse las conversaciones que están manteniendo los sectores vitivinícolas de la Argentina y de Brasil, con el objetivo de trabajar en conjunto a los efectos de derivar a jugo gran parte o el total de las uvas de nulo tenor enológico que tienen en ese país y que actualmente son destinadas a un vino de muy baja calidad.
De esa manera, el mosto conjunto podría agregar color, lo que amplía las posibilidades en el ámbito internacional, a la vez que se abrirían las posibilidades del vino argentino de menor precio en el mercado brasileño.
Fuente: Los Andes Online


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