lunes, 31 de agosto de 2009

Editorial

Los 70 años de la Universidad Nacional de Cuyo

La celebración de los 70 años de la Universidad Nacional de Cuyo es motivo de orgullo y satisfacción para los mendocinos, habiéndose constituido la misma en el relativamente breve lapso de su existencia en una de las más respetadas instituciones cuyanas.

lunes, 31 de agosto de 2009

En sus 70 años de existencia, la Universidad Nacional de Cuyo ha dado muestras más que acabadas de excelencia y calidad educativa. Es uno de los centros de estudios e investigaciones más importantes del país.

Su autonomía académica, que le permite mantener distancia de los poderes políticos y económicos debe continuar siendo una bandera irrenunciable, pero ella no debe contradecirse, sino más bien complementarse con una imperiosa integración al resto de la sociedad, como tan fértilmente se viene demostrando en los acercamientos producidos en los últimos tiempos.

Nuestra universidad se destaca por el nivel alcanzado por los profesionales que surgieron de sus aulas, por la proyección social de tan eminente institución y porque en ella se siguen educando los dirigentes que tendrán a su cargo la construcción del futuro de nuestra comunidad.

En esas siete décadas de actividad, la UNCuyo se transformó en una de las instituciones más respetadas de la cultura mendocina. Es joven aún si la comparamos con la Universidad de Córdoba, fundada en 1613 por la congregación Compañía de Jesús; la de Buenos Aires, que nació en 1821; la de La Plata, en 1895; la de Tucumán, en 1905 y la del Litoral, en 1919, pero se convirtió rápidamente en una de las más prestigiosas del país.

Resultó indudable que, para alcanzar esa valoración, mucho influyó la calidad de los profesores que pasaron por sus aulas. Aquellos primeros planteles de docentes -en la antigua casa que se ubicaba en Rivadavia y 9 de Julio- estaban compuestos por prestigiosos especialistas que llegaron a Mendoza desde otros países y también desde Buenos Aires, mientras muchos mendocinos tuvieron la posibilidad de contar -entre otros- con figuras de la talla de Julio Cortázar entre sus profesores.

No quedan dudas de que los hombres que aprovecharon la visita del presidente Roberto Ortiz a Mendoza para pedirle la creación de una casa de altos estudios en la provincia fueron verdaderos visionarios. Pensaron una universidad para cubrir las necesidades de Mendoza, San Juan y San Luis, pero con una calidad educativa de excelencia.

Y de aquellas facultades de Filosofía y Letras, la de Ciencias y la Academia de Bellas Artes, se llega a una actualidad con 12 unidades académicas con asiento en Mendoza y la delegación San Rafael, además del Instituto Balseiro, que funciona en Bariloche, pero que tiene dependencia de Mendoza, mientras cuenta con el Instituto Tecnológico Universitario, que ofrece educación técnica en cuatro ciudades de la provincia. Paralelamente, presta servicios educativos del nivel polimodal a través de cinco colegios y un departamento de enseñanza de niveles primario y pre-primario.

Frente a su papel tan relevante en la educación pública, surge la necesidad de que la casa de altos estudios cuente con los recursos económicos suficientes -que surgen del presupuesto nacional- para que pueda desarrollar su tarea con la eficiencia y la calidad que exige ese nivel de educación. Es sabido que muchas veces la carencia de recursos financieros y los problemas económicos suelen influir sobre el nivel educativo.

Su tarea de extensión es cada día más significativa para nuestra provincia. Los esfuerzos de sus profesionales para integrarse con los niveles educativos pre-universitarios es muy valioso para evitar las deserciones producidas por la falta de conocimientos para acceder a niveles superiores.

Del mismo modo, muchos planes estratégicos provinciales han salido de las grandes ideas producidas en el seno de la universidad, siendo la recientemente aprobada Ley del Uso del Suelo y ordenamiento territorial de la provincia, uno de los ejemplos más valiosos y paradigmáticos en ese sentido.

En síntesis, la Universidad Nacional de Cuyo, a lo largo de sus 70 años de existencia, ha ido convirtiéndose en uno de los centros de estudios e investigación más importantes en el país. Es, a la par, una de las instituciones más respetadas de la cultura mendocina. Todo ello se logró merced al ponderable esfuerzo y a la mentalidad visionaria de sus fundadores y quienes los continuaron, sembradores de una impronta que hay que seguir cultivando.

Fuente: Los Andes Online

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