Los algarrobos en riesgo
Los ejemplares nativos están en peligro, tal como publicó un relevamiento de UNO. Hay un plan para protegerlos.
17 de agosto de 2009
Además de la vid, Mendoza se caracteriza por una serie de bosques nativos de algarrobos emplazados en el sector oriental de la provincia.
Son cerca de 1.0000.000 ha, de las cuales persisten en relativamente buen estado de conservación 290.000. Esto porque sólo en Alvear en los últimos años se perdieron 700.000 ha producto de los incendios forestales. En La Paz, que sumaría varios miles de hectáreas de superficie al total, los estudios no son avanzados, si bien los científicos estiman que la zona boscosa debería ser protegida.
La especie Prosopis flexuosa (tal como es el nombre científico del algarrobo de Mendoza) es la protagonista de los manchones boscosos. Encarna la postal más representativa de la aridez típicamente cuyana, pero desde hace 150 años, con la expansión vitivinícola, es víctima del descuido y la falta de un plan de manejo sustentable a nivel provincial.
Desde la Reserva Telteca y sus alrededores en Lavalle; el delta del río Tunuyán en La Paz; pasando por la Reserva de Ñacuñán en Santa Rosa; para terminar en Alvear, el camino de los algarrobos subsiste pese a la falta de agua, en un lugar donde las lluvias no superan los 350 mm anuales y la sobreexplotación que de ellos se hace.
La Dirección de Recursos Naturales elabora desde hace un año un plan de manejo territorial para conservar ejemplares que hoy carecen de protección.
"Los mendocinos manifiestan un desconocimiento con respecto a la existencia de los algarrobos y eso podría perjudicar a los ejemplares nativos", opinó el doctor en biología del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (Ianigla) del Cricyt, Juan Agustín Álvarez.
Lo que queda de los algarrobos
"Hay un retroceso en la superficie boscosa en relación a hace 450 años, pero hemos avanzado en el estado de conservación si nos comparamos con lo que pasó a principios del siglo XX. En la actualidad hay zonas donde hubo algarrobales que hoy ya no cuentan con ningún ejemplar", comentó el doctor en biología especializado en ecología de zonas áridas del Ianigla, Pablo Villagra.
Ejemplo de ello es San Rafael o grandes extensiones de Alvear, donde los algarrobos fueron perdiendo espacio. En el último caso, según los consultados, se debe a los constantes incendios de pasturas que limitaron una extensión de 800.000 ha a 100.000 ha.
El problema de los bosques tiene varios matices. Un documento elaborado por Villagra y Álvarez establece que no se ajustó la velocidad de utilización a la velocidad de renovación de los recursos extraídos de los árboles. Esto, además de la escasa capacidad de recuperación natural que tienen dadas las características ambientales extremas que soportan y el inicio de procesos de desertificación que llevaron a la degradación de los ambientes. "La zona de secano de Lavalle está siendo usada para ganadería. Si bien el árbol no es dañado por la cabra el funcionamiento del ecosistema puede verse afectado por el sobrepastoreo y la posterior degradación de los suelos", manifestó Álvarez. También el avance de la frontera agropecuaria fomentada por planes de diferimientos impositivos significó el reemplazo de cientos de hectáreas de bosques por cultivos (olivo, vid). "Se necesita una planificación inteligente para satisfacer las necesidades de los pobladores, sin disminuir la disponibilidad de recursos para las generaciones futuras", concluyó Pablo Villagra.
El plan para salvarlos
En el mundo actualmente existen alrededor de 4.000 millones de hectáreas de bosques. Se pierden alrededor de 7 millones por año, lo que da una cifra de 13,3 hectáreas por minuto.
En Argentina, después de que un alud arrasara parte de Tartagal, lo que muchos atribuyeron a los efectos de los masivos desmontes en esa zona, se sancionó la Ley 226.331.
La Ley de Bosques establece que las provincias deberán delimitar las áreas forestales bajo protección dentro de sus territorios y tendrán funciones para controlar que se cumpla con la norma de conservación.
“En Mendoza se trabaja haciendo tareas de campo para determinar qué tipos de especies hay, tanto vegetales como animales. A partir de allí se realiza una categorización de las zonas según el peligro”, explicó Mariano Bourguet, jefe del Departamento de Flora de la Secretaría de Ambiente local.
Los niveles establecidos son: rojo (sectores de muy alto valor de conservación que no deben transformarse), amarillo (mediano valor de conservación) y verde ( sectores de bajo valor de conservación que pueden transformarse parcialmente).
“Hay zonas como la Reserva Telteca y Ñacuñán donde los algarrobos están protegidos. En el sur no hay ninguna reserva y serían los primeros en considerarse zona roja, como también el delta del río Tunuyán, en La Paz, que debería contar con algún tipo de protección”, expresó el funcionario.
Fuente: diariouno.com.ar
Son cerca de 1.0000.000 ha, de las cuales persisten en relativamente buen estado de conservación 290.000. Esto porque sólo en Alvear en los últimos años se perdieron 700.000 ha producto de los incendios forestales. En La Paz, que sumaría varios miles de hectáreas de superficie al total, los estudios no son avanzados, si bien los científicos estiman que la zona boscosa debería ser protegida.
La especie Prosopis flexuosa (tal como es el nombre científico del algarrobo de Mendoza) es la protagonista de los manchones boscosos. Encarna la postal más representativa de la aridez típicamente cuyana, pero desde hace 150 años, con la expansión vitivinícola, es víctima del descuido y la falta de un plan de manejo sustentable a nivel provincial.
Desde la Reserva Telteca y sus alrededores en Lavalle; el delta del río Tunuyán en La Paz; pasando por la Reserva de Ñacuñán en Santa Rosa; para terminar en Alvear, el camino de los algarrobos subsiste pese a la falta de agua, en un lugar donde las lluvias no superan los 350 mm anuales y la sobreexplotación que de ellos se hace.
La Dirección de Recursos Naturales elabora desde hace un año un plan de manejo territorial para conservar ejemplares que hoy carecen de protección.
"Los mendocinos manifiestan un desconocimiento con respecto a la existencia de los algarrobos y eso podría perjudicar a los ejemplares nativos", opinó el doctor en biología del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (Ianigla) del Cricyt, Juan Agustín Álvarez.
Lo que queda de los algarrobos
"Hay un retroceso en la superficie boscosa en relación a hace 450 años, pero hemos avanzado en el estado de conservación si nos comparamos con lo que pasó a principios del siglo XX. En la actualidad hay zonas donde hubo algarrobales que hoy ya no cuentan con ningún ejemplar", comentó el doctor en biología especializado en ecología de zonas áridas del Ianigla, Pablo Villagra.
Ejemplo de ello es San Rafael o grandes extensiones de Alvear, donde los algarrobos fueron perdiendo espacio. En el último caso, según los consultados, se debe a los constantes incendios de pasturas que limitaron una extensión de 800.000 ha a 100.000 ha.
El problema de los bosques tiene varios matices. Un documento elaborado por Villagra y Álvarez establece que no se ajustó la velocidad de utilización a la velocidad de renovación de los recursos extraídos de los árboles. Esto, además de la escasa capacidad de recuperación natural que tienen dadas las características ambientales extremas que soportan y el inicio de procesos de desertificación que llevaron a la degradación de los ambientes. "La zona de secano de Lavalle está siendo usada para ganadería. Si bien el árbol no es dañado por la cabra el funcionamiento del ecosistema puede verse afectado por el sobrepastoreo y la posterior degradación de los suelos", manifestó Álvarez. También el avance de la frontera agropecuaria fomentada por planes de diferimientos impositivos significó el reemplazo de cientos de hectáreas de bosques por cultivos (olivo, vid). "Se necesita una planificación inteligente para satisfacer las necesidades de los pobladores, sin disminuir la disponibilidad de recursos para las generaciones futuras", concluyó Pablo Villagra.
El plan para salvarlos
En el mundo actualmente existen alrededor de 4.000 millones de hectáreas de bosques. Se pierden alrededor de 7 millones por año, lo que da una cifra de 13,3 hectáreas por minuto.
En Argentina, después de que un alud arrasara parte de Tartagal, lo que muchos atribuyeron a los efectos de los masivos desmontes en esa zona, se sancionó la Ley 226.331.
La Ley de Bosques establece que las provincias deberán delimitar las áreas forestales bajo protección dentro de sus territorios y tendrán funciones para controlar que se cumpla con la norma de conservación.
“En Mendoza se trabaja haciendo tareas de campo para determinar qué tipos de especies hay, tanto vegetales como animales. A partir de allí se realiza una categorización de las zonas según el peligro”, explicó Mariano Bourguet, jefe del Departamento de Flora de la Secretaría de Ambiente local.
Los niveles establecidos son: rojo (sectores de muy alto valor de conservación que no deben transformarse), amarillo (mediano valor de conservación) y verde ( sectores de bajo valor de conservación que pueden transformarse parcialmente).
“Hay zonas como la Reserva Telteca y Ñacuñán donde los algarrobos están protegidos. En el sur no hay ninguna reserva y serían los primeros en considerarse zona roja, como también el delta del río Tunuyán, en La Paz, que debería contar con algún tipo de protección”, expresó el funcionario.
Fuente: diariouno.com.ar


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