San Rafael
Cooperativa Docente, el barrio que se construyó por ayuda mutua
Ubicado al sur de la ciudad unas 50 familias con el aporte de cuotas y sin préstamos crediticios, lograron levantar sus casas. Un ejemplo de solidaridad.
lunes, 03 de agosto de 2009
Cada barrio tiene su historia particular donde siempre hay esfuerzo, tenacidad, a veces pujas de años para conseguir el financiamiento o la construcción. El barrio Cooperativa Docente, ubicado en la zona sur de la ciudad de San Rafael, también posee un pasado especial que habla de la unión de un grupo de trabajadores para lograr entre todos construir cada casa.
Se trata de 43 viviendas de techos de tejas francesas y exteriores de ladrillo visto que le dan una pintoresca imagen a este grupo de casas, que conforman un espacio que se destaca por la limpieza. Cuando se empezó a construir casi no estaba habitado en los alrededores.
Lentamente fue marcando el desarrollo hacia ese lado de la ciudad. Actualmente lo rodean varios barrios que se originaron luego pero que incluso se entregaron antes que éste, como el de Luz y Fuerza y el de Empleados de Comercio.
Estas viviendas fueron construidas con un sistema muy particular, ya que sus propietarios integraban una cooperativa a la que aportaban cuotas mensuales. De ese modo, por ayuda mutua, se edificaban dos casas cada tres o cuatro meses y se iban entregando a medida que estaban listas.
Este sistema de ayuda mutua le dio un valor agregado al barrio, como es el que su gente se eligió como vecino, que cada casa se vivió como un logro alcanzado y se compartió la alegría entre todos. Diez años después de la entrega de la última tanda de casas, ese espíritu continúa intacto.
"Las casas se entregaron entre 1992 y 1999, en menos tiempo del que imaginábamos en un principio ya que lo habíamos proyectado a 11 años", contó Gustavo Guerrero, vecino del barrio y actual presidente de la Cooperativa Docente. La sede de la entidad es parte del barrio y funciona en un edificio ubicado en la esquina de 3 de Febrero y Cayetano Silva.
"Muchos de los vecinos seguimos siendo socios, aportando nuestra cuota mensual a pesar de que las casas ya las pagamos", agregó Guerrero, Es que la idea de ayudar a otros a lograr tener la casa propia o un lote para construirla es parte del origen de la cooperativa.
Las casas se entregaron con una cocina comedor, lavandería y un dormitorio, además del plano aprobado y listo para ampliarla con dos dormitorios más. Así, de a poco, cada uno fue modificándolas. Junto con las casas se proyectó la plaza, la sede de la cooperativa y un salón de usos múltiples donde se realizan diferentes actividades como clases de yoga, de gimnasia entre otras cosas, al que pueden acceder los socios y los vecinos para reuniones y cumpleaños.
"Siempre ha sido un clima muy de amigos y en el barrio sigue la misma gente del principio, excepto un par de casas que, por distintas causas, debieron venderlas", relató Elsa Casatti, quien además es tesorera de la cooperativa.
Para los vecinos el hecho de construir por ayuda mutua fue fundamental para la convivencia posterior. "Es un barrio que no es conflictivo, tranquilo, y que tiene el compromiso de su gente, como cuando pagábamos las cuotas sabíamos que si no se cumplía no se podía construir.
Ahora está constante eso de aportar con lo suyo cada uno, ya sea en la limpieza de calles y veredas, o comprar lámparas para las luminarias", ejemplificó Juan Carlos Sambataro, otro vecino que recibió su casa en noviembre de 1995.
La alegría de ver cómo iban entregándose las casas es un factor común en los relatos de los vecinos. "Éramos 50 socios así que nos conocíamos entre todos y sabíamos a quién le tocaba ese mes", contaron los integrantes de la cooperativa. "Hasta podíamos elegir a quién queríamos de vecino. Se daba que había amigos o uno tenía afinidad con alguien y teníamos esa opción de elegir a quién iba a ser nuestro vecino de toda la vida", afirmó Sambataro.
Entre los recuerdos de los inicios está la imagen de Emilio Tapia, motor de la cooperativa y que supo sembrar el verdadero sentido del cooperativismo. También muchos tienen muy vívida la imagen del arquitecto Bitar, vecino del barrio y el profesional que guiaba la construcción, "con una chupalla, mojando las columnas o acudiendo a responder las dudas de los vecinos en cualquier momento."
La comisión entonces estaba integrada por muchas mujeres de quienes todos rememoran su orden, dedicación y abnegación, además de la honestidad, que "hacía que uno se sintiera seguro de aportar a esa causa", señalaron.
Contentos con su barrio del que destacan la tranquilidad y el respeto entre vecinos, estos aseguran que en estos momentos les preocupa especialmente la velocidad con la que pasan los autos por la calle principal del barrio, la 3 de Febrero.
"Es un paso directo al otro barrio y es un peligro porque acá hay muchos niños", aseguran, al tiempo que reclaman reductores de velocidad, ya sean pianitos vibradores o badenes. Recuerdan un grave accidente que ocurrió hace unos años en esa arteria y la intersección con Los Sauces, donde perdieron la vida varias personas.
Peso por peso
Sin préstamos, sólo ahorro de peso sobre peso. Los tiempos cambian y ahora -aseguran desde la Cooperativa Docente- no pueden seguir implementando el sistema con el que se construyó el primer barrio, que es un ejemplo de cooperativismo.
"Cuando empezamos a construir fue la época del 1 a 1 (un peso equivalía a un dólar). Entonces podíamos ahorrar, hacer completas un par de casas y empezar con otras dos", relataron Gustavo Guerrero y Elsa Casatti. Esa situación económica permitió a la cooperativa poder ir concretando el barrio sin acudir a préstamos bancarios ni a otro sistema de capitalización.
"Eso sí: era un esfuerzo ahorrar peso sobre peso, pero lo hacíamos porque entendíamos que no se trataba del beneficio de uno que era el que iba a recibir la casa antes, sino de todo el grupo", relataron. Daniela Larregle - dlarregle@losandes.com.ar - Fotos: Roberto Salvadores
Una clara muestra de cooperativismo vecinal
A don Emilio Tapia todos lo recuerdan como profesor y director, ahora jubilado hace cinco años pero además fue uno de los pilares de la cooperativa que consiguió construir el barrio.
Hace unos 25 años cuando de la Dirección General de Escuelas le solicitaron a Tapia -entonces director de escuela Enet "Ejército de los Andes", de San Rafael- dar unos cursos de
cooperativismo a docentes de toda la provincia, él no se imaginaba que tendría como resultado la formación de una cooperativa.
Por su entrega, su predisposición y por su manera de transmitir los valores del cooperativismo, todos recuerdan a Tapia como el germen de la entidad que les permitió acceder a lo que les parecía inalcanzable: su propio hogar.
"La DGE dispuso dar los cursos y el banco Acción, que es el actual Credicoop, tomó la iniciativa. Junto a Juan Carlos Giuciano, que era el vicedirector de la escuela y la señora de Llorente, empezamos a capacitar a los docentes en el tema. Los cursos se dieron en la cooperativa Río Diamante y así nació la idea, entre los docentes, de armar una cooperativa", relata Tapia.
En un principio estuvo destinada al consumo y tuvo una proveeduría, hasta que surgió la idea de un ahorro previo para construir viviendas. "Así, con el aporte de cada socio, compramos el terreno. Hicimos las 49 casas y la sede a puro ahorro, sin un peso de interés", recuerda.
La construcción se hizo "a puro pulmón, con total compromiso de cada uno de los socios", expresa Tapia. Agrega: "Cuando se entregaron las últimas casas, se hizo un balance y se devolvió a cada socio parte del dinero porque había sobrado". Según señalan, desde la cooperativa cada casa tuvo un costo de 23.000 pesos y los socios habían aportado 25.000, así que la diferencia la recibieron en mano al concluir la construcción de la última vivienda.
"Éste es un muy lindo ejemplo que demuestra que el cooperativismo es bueno, que bien manejado es lo ideal", apunta Tapia. Docentes de distintos niveles formaron parte del primer barrio, pero actualmente no es requisito excluyente y está abierta la cooperativa a quien quiera hacerse socio.
Durante años la cooperativa tuvo arriba de 400 socios pero los barrios siguientes y los loteos ya no se hicieron por el sistema de ayuda mutua, sino que se trabajó con el Instituto Provincial de la Vivienda.
A pesar de los años y los cambios de comisiones al frente de la cooperativa todos recuerdan a Emilio Tapia como el impulsor de la idea. Su desinterés personal lo marcan sus propios vecinos quienes señalan que fue el último en recibir su casa del barrio y que no tuvo privilegios al momento de elegir lotes o entregas a pesar de ser el presidente de la entidad.
Fuente: Los Andes Online


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