jueves, 25 de febrero de 2010

Además de la voluntad política a favor de la unificación, hay una fuerte causa económica que ya no puede ser ignorada
La unidad de Irlanda es inevitable

The Guardian / Innisfree 1916

Introducción y traducción para Innisfree 1916 por Chesús Yuste


El diario británico progresista The Guardian ha informado acerca de la Conferencia sobre la Unidad irlandesa organizada el pasado sábado día 20 por el Sinn Féin en Londres, donde los republicanos congregaron a más de 500 personas para intentar conseguir complicidades en favor de la causa irlandesa. El conocido periodista británico Seumas Milne ha publicado el siguiente artículo en el que comenta las conclusiones más relevantes de la Conferencia, citando a los principales oradores que intervinieron. La unidad de Irlanda es inevitable.

No es difícil ver por qué el Sinn Féin quiere subir el volumen en la unidad de Irlanda, o por qué el partido se inclinó por una conferencia en Londres el fin de semana destinada a impulsar el tema en la agenda política.

El acuerdo de devolución de la policía y la justicia este mes puso el sello a un proceso de 15 años que ha llevado al liderazgo republicano al corazón de la estructura de poder en Irlanda del Norte. Ya se han producido reformas de gran alcance de esa estructura, la retirada de las tropas y avances impensables en derechos civiles e igualdad.

Pero para muchos de los partidarios naturales del Sinn Féin, el objetivo central del republicanismo irlandés -el final de la dominación británica en el norte y la reunificación de Irlanda- se ve tan lejos como siempre. Lo que alimenta la campaña armada de republicanos disidentes que, aunque políticamente marginales, parece que se mantiene.

Y como el líder del Sinn Féin, Pat Doherty, expuso en la conferencia de Londres (Gerry Adams se ausentó por motivos familiares y Martin McGuinness se quedó en tierra por problemas de Aer Lingus), el Acuerdo del Viernes Santo era un “arreglo, no una solución” y “la causa subyacente del conflicto persiste”.

Mientras tanto, el colapso de la una vez elogiada economía del Tigre Celta del sur y los salvajes recortes impuestos por el gobierno de Dublín han sido aprovechadas por los unionistas y otros para burlarse de la posibilidad de cualquier movimiento hacia la unidad irlandesa.

¿Por qué, preguntan, querrían ahora los del norte conectarse con el caso perdido en el sur, o el sur asumiría la responsabilidad de las subvenciones de los contribuyentes del Reino Unido al norte desindustrializado? La idea es una tontería, dijo Andy Pollak, director del Centro de Estudios Transfronterizos, en el acto patrocinado por el Sinn Féin el sábado.

Pero como el ex economista de la City Michael Burke argumentó, la justificación económica para la reunificación y la independencia es, de hecho, más fuerte que nunca. La dependencia y el control por parte de Gran Bretaña han sido desastrosas para la economía de Irlanda del Norte, donde los niveles de vida en tiempos de la partición eran comparables a Gran Bretaña y mucho mayores que en el sur. Ahora están muy por debajo de la media británica y son mucho menores que en el sur, donde la independencia ha permitido la diversificación del comercio y un desarrollo económico imposible bajo el dominio británico. Incluso después de la implosión del boom especulativo, la mediana de los ingresos semanales era todavía de 532 libras esterlinas en el sur a finales del año pasado, en comparación con las 357 libras en el norte y las 397 en Gran Bretaña.

Irlanda tiene dinero más que suficiente para financiar un servicio nacional de salud, señaló Burke, sólo con que los políticos se convenzan de hacer pagar impuestos a sus amigos. Y cualquier proceso que conduzca a la unidad requeriría claramente una profunda reforma social y económica a ambos lados de la frontera.

La disfuncionalidad de la partición impuesta desde el exterior para una economía moderna, y la tendencia demográfica hacia una mayoría nacionalista en el norte han sido, por supuesto, temas recurrentes en la reunión de Londres, junto con la histórica causa democrática y nacional por la independencia y la autodeterminación.

Pero también lo es la insistencia del Sinn Féin en la necesidad de “reconciliación entre el naranja y el verde” y la necesidad de persuadir a los unionistas de que la unidad de Irlanda es en su propio interés económico y social. Incluso después de más de una década del proceso de paz, fue sorprendente escuchar Doherty insistir en que la Orden de Orange, azote sectario de los católicos y nacionalistas del norte durante décadas, “es parte de lo que somos como pueblo” (¿lo que significa que nos equivocamos al oponernos al veto unionista en el pasado?, quería saber un veterano republicano).

La unidad de Irlanda, sin duda, tiene un significado diferente en una economía global del siglo XXI, especuló Ken Livingstone [histórico alcalde de Londres], que cuando él por primera vez defendió el diálogo con los republicanos en la cima del conflicto armado hace una generación; por no hablar del contexto de una posible ruptura del resto del Reino Unido, como sugerían otros desde el público.

Pero la convicción expresada por los líderes del Sinn Féin y por el parlamentario del SDLP en la Asamblea norirlandesa Conall McDevitt en la conferencia de Londres de que la reunificación de Irlanda es inevitable, es sin duda correcta. La cuestión crucial en este lado del Mar de Irlanda es si Gran Bretaña ayudará a ese proceso o lo entorpecerá.

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