Crisis financiera mundial
Inquietud en el mundo por la crisis española
El derrumbe de 5,94% es la mayor baja desde que estalló la crisis. El director del FMI, Strauss Khan, dijo que "la situación inmobiliaria no es diferente a lo que pasó en EEUU" y que los españoles deben "hacer un esfuerzo considerable" porque los problemas son graves.
viernes, 05 de febrero de 2010
Se trata de una pérdida que no se registraba desde noviembre de 2004, en uno de los peores momentos de la crisis que está devastando a la economía española. También se produjo una caída en la diferencia entre la rentabilidad del bono español y el alemán cercana a los cien puntos básicos.
El desbarajuste llegó después de una serie de datos muy negativos del Fondo Monetario Internacional hace unos días con muy malos presagios sobre la desocupación, que duplica el promedio europeo, y la evidencia de que España será, entre las grandes economías, la última en salir de la recesión. Los datos oficiales sobre desempleo, más de 4.300.000 personas, cayeron muy mal en los mercados.
Este clima propició que la bolsa española retrocediera 2,27% el miércoles, más del doble que los principales mercados europeos. El gobierno había anunciado, además, que preveía una deuda publica equivalente al 74,3% del PBI, el nivel más alto en la historia española y que duplica el de 2007.
En la catarata de noticias nefastas también llegó puntualmente la pesada factura política que está pagando el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero. Una encuesta del CIS, la más prestigiosa, reveló que el Partido Popular se pone en ventaja sobre los socialistas por 3,8% puntos (40% a 36,2%) y que una cifra récord de españoles, el 72%, opina que la coyuntura económica es mala.
Quizás lo que más influyó en el clima negativo contra España fueron las declaraciones del comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, el socialista español Joaquín Almunia, equiparando las economías de España, Portugal y Grecia como la de países en que "observamos una pérdida constante de competitividad desde su incorporación a la zona del euro".
Con este panorama bastante desolador, después de Dubai y sobre todo de Grecia, España se convirtió en el mal ejemplo que los inversores se apresuraron a castigar, mientras se repetían las predicciones de mal agüero, incluso del director del Fondo Monetario, Dominique Strauss Kahn, y del Banco Central Europeo, clamando contra los desequilibrios fiscal, los déficits que crecen como una temible burbuja y el endeudamiento imparable.
Por eso nadie pareció sorprenderse cuando se abrió la rueda y comenzó un derrumbe que pronto arrastró a los más valiosos papeles del selectivo Ibex 35. Como ya parece inevitable, la construcción encabezó el pelotón del desplome con Ferrovial en caída libre de -11,34%, OHL- 9,46% y en el sector financiero el Banco de Santander presentó excelentes resultados pero se precipitó en una caída de -9,40.
La estrella de las finanzas españolas Emilio Botín salió a echarle un cable al gobierno socialista, apoyando como muy adecuadas las medidas sobre pensiones y el plan de austeridad para ahorrar 50.000 millones de euros en cuatro años para intentar reducir el déficit fiscal al 3% que exige la Unión Europea y nadie cumple, España la primera. Pero nada sirvió para contener la retracción.
Los especialistas estuvieron de acuerdo en que los inversores evitarán apostar por las empresas españolas: temen muy seriamente que la crisis, que se anuncia con certeza en Grecia y Portugal arrastre sin remedio a los españoles. Los déficits y la deuda pública son tan elevados en Grecia que la Comisión Europea decidió colocar al país bajo tutela para que cumpla con un duro plan de recorte presupuestario. CC
La fábula de los 4 chanchitos
Este jueves negro, que no sólo afectó a España, es más que un remezón de la crisis económica global. Confirma el dato obvio pero infinitamente negado de que la debacle no ha terminado.
En setiembre pasado cuando se cumplió el primer aniversario de la quiebra de Lehman Brothers, el 15 de ese mes de 2008 que disparó esta pesadilla, se amontonaron los discursos optimistas en el norte mundial.
Luego de una masiva inyección de dinero fiscal, cuyo impacto inflacionario aún no fue convenientemente evaluado pero que salvó la estructura bancaria, se anticipó un giro positivo que calmaría los efectos secundarios de la quiebra global. Era cierto.
El mercado financiero había sobrevivido, incluso recuperando velocidad de acumulación. Pero los daños en la economía real fueron más profundos de lo que se reconocía.
Portugal junto con Irlanda, Grecia y España -los PIGS (chanchos) según sus siglas en inglés y según una antipática creación de los mercados- son las únicas naciones de Europa que sufrieron una baja del rating de calificación desde el inicio de la crisis.
En sencillo, significa que enfrentan un gran déficit público y pérdida de competitividad. Es injusto comparar esos cuatro países; España es una potencia al lado de Grecia. Pero si algo en común tienen es una masa tremenda de desocupados, es decir, consumidores que no consumen, o contribuyentes que no generan impuestos. Cuando se sugiere que esas naciones tienen que disciplinar sus cuentas fiscales, de lo que se habla es de un ajuste que reduzca el gasto público.
En Grecia ya hubo revueltas por los despidos. El problema es que esa presión encoge la economía o la concentra y multiplica los problemas sociales.
La solución real sería una reactivación por medio de la intervención estatal. Una inyección colosal que esta vez no se ocupara sólo de los bancos. Pero eso no figura en la brújula que apunta a que el costo de la crisis se pague de abajo hacia arriba. Como siempre. Marcelo Cantelmi (CC)


No hay comentarios:
Publicar un comentario