miércoles, 2 de marzo de 2011

Mendoza: 450 años y mucha historia para contar

La ciudad de Mendoza fue fundada en el “valle de Guentata provincias de Quyo” hace 450 años. El acta fundacional declaraba que el objetivo era “poblar y reducir al servicio de Dios nuestro Señor y de su majestad … el rey de Castilla don Felipe…”.

miércoles, 02 de marzo de 2011


Mendoza: 450 años y mucha historia para contar
Un dibujo que recrea la Mendoza del 1600.

Por Dr. Horacio Chiavazza (Dir. Área Fundacional)

Viniendo desde Santiago de Chile y luego de atravesar la cordillera, el capitán Pedro del Castillo procedió a registrar la fundación por medio de un acta datada el 2 de marzo de 1561.

Allí se aclaraba venir a “poblar y reducir al servicio de Dios nuestro Señor y de su majestad … el rey de Castilla don Felipe…”.

Desde Santiago, “don García Hurtado de Mendoça, Gobernador general y capitán de las provincias de Chile” había dado la orden luego de una década de intentos. Ese año había llegado el momento, las informaciones sobre el potencial humano y riquezas minerales hacían atractivo y necesario el avance (desde el sur de Chile la resistencia mapuche generaba problemas a la Capitanía).

La ciudad se estableció sobre el territorio ocupado por la etnia Huarpe. Esta sufrió el choque cultural a partir de su incorporación al régimen de trabajo establecido con la “encomienda” y desnaturalizado hacia el servicio personal.

Justamente uno de los pasajes más trágicos de nuestra historia lo constituye el sometimiento que recayó sobre los huarpes: “…hay un abuso en este reino: que los indios de la provincia de Cuyo, que por otro nombre se llaman Huarpes, y es su tierra de la otra parte de la cordillera nevada , es costumbre traerlos a esta ciudad de Santiago por fuerza para el servicio personal … y los desnaturalizan de sus tierras … y cuando yo pasé la cordillera vi con mis propios ojos mucho indios helados …” (Carta de Fray Juan Pérez de Espinosa a Felipe II el 20de marzo de 1602).

La ciudad de Mendoza fue refundada en 1562 por el General Juan Jufré, y durante las primeras décadas subsistió bajo condiciones muy duras, por lo que fue abandonada por muchos pobladores: “…algunos se van de esta ciudad ... a otras partes remotas” (Actas Capitulares de Mendoza, siglo XVI).

Sin embargo, ese poblado localizado en los confines del imperio colonial español, hacia el siglo XVIII estaba consolidado en torno a una economía crecientemente agropecuaria que le permitió proyectarse como uno de los focos más dinámicos de la economía del interior del Virreinato del Río de la Plata a inicios del siglo XIX. “…La población de Mendoza consta de tres o cuatro mil familias en la actualidad, por la mayor parte hacendados y toda gente acomodada sin excepción, pues el país ofrece de suyo con la mayor abundancia cuanto se necesita para la vida, y los pocos efectos europeos que vienen de Buenos Aires se adquieren en cambio de muchos frutos de Mendoza…” (Haenke 1794).

Fortalecida económicamente y con una identidad muy clara, Mendoza fue seleccionada como núcleo desde el cual se gestaría uno de los procesos libertarios más significativos de la historia. Desde esta provincia y merced al tesón de sus habitantes se gestó la empresa libertadora que como primer paso tuvo nada más y nada menos que avanzar hacia Chile cruzando la cordillera de Los Andes bajo el mando del General José de San Martín.

Alcanzada la independencia, las primeras décadas de la vida republicana no fueron fáciles, pero la ciudad se desarrolló al tenor del esfuerzo y convicción de sus habitantes.

Esto la posicionaba al decir de Domingo F. Sarmiento como un equivalente a la europea Barcelona hacia mediados del siglo XIX, idea que explicita el empuje cultural y económico que representaba esa ciudad de los confines del “desierto” (en el que Julio A. Roca perpetraría otra de las páginas más negras de nuestra historia con su “Campaña del Desierto”).

A trescientos años y 18 días de fundada, la ciudad de crecimiento ininterrumpido encontró un punto de quiebre: el 20 de marzo de 1861 la destrucción fue total. Un devastador terremoto de 7,2° de magnitud y 9º de intensidad, daba fin a una etapa.

Casi como un dictado de la naturaleza sobre la historia, en los momentos que la Nación se sacudía en batallas civiles, nuestra ciudad fue abatida: “ …Súbitamente, a las 8:36 hs se hizo sentir un estruendo sordo, como el producido por muchos carros que ruedan juntos y sobre un terreno abovedado … luego… el silencio del desierto reemplazó al fragor del cataclismo; diez minutos más tarde … un grito tétrico, desgarrador , se elevó instantáneamente y universalmente en toda la Ciudad…” (Wenceslao Díaz 1861).

Una vuelta de página de la historia, un recomenzar… quedaba todo por delante para los 2.600 sobrevivientes de aquellos 8.700 que habitaban la ciudad, incluso la posibilidad de una reinvención ciudadana, ocupando nuevos espacios, dejando en el olvido los antiguos.

Hacia 1863 la ciudad estaba reinstalada y comenzando con firmeza su avance hacia una modernidad que parecía imposible de detener, el terremoto había obligado a seguir un solo camino: avanzar.

Gentileza Municipalidad de la Ciudad de Mendoza
 
Fuente: Los Andes Online

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