Tientan a Gucci a invertir en un Clos italiano en Mendoza
Es un megaproyecto de 250 hectáreas en Vista Flores. Su referente es Gelasio Gaetani, un conde vinculado al mundo del vino y la moda, y a la familia fundadora de la casa Cinzano.
domingo, 06 de marzo de 2011
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| Gelasio Gaetani, responsable de desarrollar el proyecto, rodeado por Eduardo Píccolo y Leonardo Bravín, los mendocinos que lo idearon. |
Miguel Ángel Flores - mflores@losandes.com.ar
Hablar de Gucci, Bulgari o Armani es emplear sinónimos de moda internacional. Pero pocos saben que algunos de ellos hace tiempo apostaron a la vitivinicultura con su propio emprendimiento.
Entre quienes conocen de sus decisiones de inversión está Gelasio Gaetani D’Aragona, un conde italiano también vinculado al mundo del vino y el cine que, atraído a un proyecto ideado por mendocinos, pasó por Mendoza y se fue con una obsesión: emular al Clos de los 7 francés desarrollado en Valle de Uco, con un modelo “a la italiana”, al cual quiere sumar a algunos de sus amigos referentes de la alta costura europea.
Más allá de un título nobiliario arraigado en la Italia medieval del siglo XV, a Gaetani se lo define como un relacionista internacional. Sus contactos y conocimiento que acumula acerca de la industria vitivinícola del mundo y de Argentina (su ex esposa, Noemia Cinzano, pertenece a la familia que le dio nombre al famoso aperitivo y abrió una bodega con su nombre en Río Negro a mediados de los ‘90), lo llevaron a asesorar a Gucci y a los tres hermanos Bulgari, “unos apasionados por el vino”, según él, en su emprendimiento de la Toscana y sus cavas particulares, comparables a los de cualquier establecimiento local de mediano porte. Ambos apellidos suenan fuerte para invertir en 250 hectáreas de Vista Flores.
En el origen de la idea aparecen Leonardo Bravín y Eduardo Píccolo, dos empresarios mendocinos que conocen el negocio local e interesaron en un proyecto que empezó a delinearse en 2008 a Gaetani, un bon vivant a quien se decidieron a buscar tras conocerlo en programas televisivos de estilos como Travel & Living. Luego de los primeros encuentros, el “Conde del Vino” (como se lo conoce) llegó a Mendoza por primera vez e inmediatamente se entusiasmó con el entorno del Valle de Uco.
Así, recorrió hasta la semana pasada bodegas para empaparse de formas de trabajo y tipo de productos, para finalmente firmar una opción de compra con el propósito de regresar a principios de abril.
Para entonces, según afirma, tendrá definidos los inversores del “Clos de los 4” que tiene en mente desarrollar en el lugar, para lo cual busca un equilibrio particular: que dos de los socios sean los “grandes” modistos (“algo importante a la hora de pensar en acciones de marketing”, confiesa), y los restantes, referentes de bodegas italianas, entre los cuales tampoco él se excluye.
Al frente de su bodega en Montalcino y estudioso de la vitivinicultura estadounidense entre otras, cuenta qué lo motivó del contexto vitivinícola argentino: “Me interesé en la visión del vino que aportan los críticos internacionales. Pero sobre todo en Valle de Uco, una región con una concentración de bodegas interesante que en diez años, no lo dudo, tendrá su propio DOC. Me fascinó el concepto que implica el hecho de que un grupo de productores y bodegueros convivan en una misma zona compartida como lo hacen los franceses, y me pregunté ¿por qué no hacer lo mismo con italianos?”.
Un Clos “al modo nostro”
Está claro que la experiencia encarada por Catherine Pere Vergé y sus socios galos lo sedujo. Pero dentro del modelo adaptado de Clos que concibe el “Conde del Vino”, cada socio tendrá una superficie de 45 hectáreas y en las 20 restantes se construirá una bodega en común.
Incluso el proyecto prevé el crecimiento en una fracción vecina a la propiedad de unas 70 hectáreas, donde se desarrollará un proyecto de campo de golf entre otras dependencias.
Durante su estadía, el asesor e inversionista también se reunió con Michel Rolland, a la postre uno de los socios del Clos de los 7, para interiorizarse de su experiencia en la mega-vecindad que en diciembre sumó a Diamandes, su cuarto eslabón, a partir de una inversión de u$s 15 millones.
Entre quienes conocen de sus decisiones de inversión está Gelasio Gaetani D’Aragona, un conde italiano también vinculado al mundo del vino y el cine que, atraído a un proyecto ideado por mendocinos, pasó por Mendoza y se fue con una obsesión: emular al Clos de los 7 francés desarrollado en Valle de Uco, con un modelo “a la italiana”, al cual quiere sumar a algunos de sus amigos referentes de la alta costura europea.
Más allá de un título nobiliario arraigado en la Italia medieval del siglo XV, a Gaetani se lo define como un relacionista internacional. Sus contactos y conocimiento que acumula acerca de la industria vitivinícola del mundo y de Argentina (su ex esposa, Noemia Cinzano, pertenece a la familia que le dio nombre al famoso aperitivo y abrió una bodega con su nombre en Río Negro a mediados de los ‘90), lo llevaron a asesorar a Gucci y a los tres hermanos Bulgari, “unos apasionados por el vino”, según él, en su emprendimiento de la Toscana y sus cavas particulares, comparables a los de cualquier establecimiento local de mediano porte. Ambos apellidos suenan fuerte para invertir en 250 hectáreas de Vista Flores.
En el origen de la idea aparecen Leonardo Bravín y Eduardo Píccolo, dos empresarios mendocinos que conocen el negocio local e interesaron en un proyecto que empezó a delinearse en 2008 a Gaetani, un bon vivant a quien se decidieron a buscar tras conocerlo en programas televisivos de estilos como Travel & Living. Luego de los primeros encuentros, el “Conde del Vino” (como se lo conoce) llegó a Mendoza por primera vez e inmediatamente se entusiasmó con el entorno del Valle de Uco.
Así, recorrió hasta la semana pasada bodegas para empaparse de formas de trabajo y tipo de productos, para finalmente firmar una opción de compra con el propósito de regresar a principios de abril.
Para entonces, según afirma, tendrá definidos los inversores del “Clos de los 4” que tiene en mente desarrollar en el lugar, para lo cual busca un equilibrio particular: que dos de los socios sean los “grandes” modistos (“algo importante a la hora de pensar en acciones de marketing”, confiesa), y los restantes, referentes de bodegas italianas, entre los cuales tampoco él se excluye.
Al frente de su bodega en Montalcino y estudioso de la vitivinicultura estadounidense entre otras, cuenta qué lo motivó del contexto vitivinícola argentino: “Me interesé en la visión del vino que aportan los críticos internacionales. Pero sobre todo en Valle de Uco, una región con una concentración de bodegas interesante que en diez años, no lo dudo, tendrá su propio DOC. Me fascinó el concepto que implica el hecho de que un grupo de productores y bodegueros convivan en una misma zona compartida como lo hacen los franceses, y me pregunté ¿por qué no hacer lo mismo con italianos?”.
Un Clos “al modo nostro”
Está claro que la experiencia encarada por Catherine Pere Vergé y sus socios galos lo sedujo. Pero dentro del modelo adaptado de Clos que concibe el “Conde del Vino”, cada socio tendrá una superficie de 45 hectáreas y en las 20 restantes se construirá una bodega en común.
Incluso el proyecto prevé el crecimiento en una fracción vecina a la propiedad de unas 70 hectáreas, donde se desarrollará un proyecto de campo de golf entre otras dependencias.
Durante su estadía, el asesor e inversionista también se reunió con Michel Rolland, a la postre uno de los socios del Clos de los 7, para interiorizarse de su experiencia en la mega-vecindad que en diciembre sumó a Diamandes, su cuarto eslabón, a partir de una inversión de u$s 15 millones.
En su próximo viaje, y más allá de avanzar con la implantación de viñedos, Gaetani tiene previsto abocarse a la elección del futuro responsable enológico, para lo que suenan algunos de sus compatriotas que llevan años en Mendoza.
Su experiencia lo hace comparar el oasis con el Napa Valley californiano, donde trabajó 2 años, aunque le asigna “más potencial que Sudáfrica”. Y al pensar en los futuros vinos, no duda: estarán dotados de una impronta itálica. “Malbec tiene que ver con Toscana, así como barbera, sangiovese y barbera con el Véneto”, adelanta.
Su experiencia lo hace comparar el oasis con el Napa Valley californiano, donde trabajó 2 años, aunque le asigna “más potencial que Sudáfrica”. Y al pensar en los futuros vinos, no duda: estarán dotados de una impronta itálica. “Malbec tiene que ver con Toscana, así como barbera, sangiovese y barbera con el Véneto”, adelanta.
Fuente: Los Andes Online



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