viernes, 29 de julio de 2011

Muerte y contradicción
El caso de los científicos nucleares de Irán

Information Clearing House

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Muerte
 
El 23 de julio de 2011 se anunció que Dariush Rezai-Nejad fue asesinado a tiros en Teherán por dos hombres en motocicletas. Los asesinos persiguieron a su mujer y también le dispararon. Según Al Jazeera, Rezai-Nejad trabajaba como investigador en el campo de la electrónica y tenía conexiones con el programa nuclear de Irán. No es el primer ataque semejante. En noviembre de 2010 hubo ataques con bombas contra los coches de otros dos científicos iraníes que tenían claros vínculos con el programa nuclear del país. Uno de ellos, Majid Shahriari, murió en el acto y el otro, Fereydoun Abbasi, resultó herido junto a su esposa.

Hay mucha especulación sobre quién fue el responsable de estos ataques. Una teoría favorita en Occidente es que el gobierno iraní está matando a sus propios científicos porque amenazan con desertar. El único científico iraní públicamente identificado que puede o no haber desertado es Shahram Amiri. Afirma que fue secuestrado por agentes saudíes mientras estaba en peregrinación a La Meca en junio de 2009 y luego llevado por la fuerza a EE.UU. Después volvió a Irán. La noción de que el gobierno iraní esté ahora asesinando a algunos de sus propios científicos para asegurar la lealtad de los otros parece descabellada. Hay maneras mucho menos drásticas de lograr ese objetivo. Casi toda fuente independiente de análisis sobre este tema está de acuerdo en que los verdaderos perpetradores de estos asesinatos en serie e intentos de homicidio son EE.UU. e Israel, tal vez con ayuda del Reino Unido. Estas fuentes incluyen al propio corresponsal militar sénior de Israel, Yossi Melman, quien dijo al periódico británico The Independent que existen “interminables esfuerzos del establishment de la inteligencia israelí junto con sus homólogos occidentales, el MI6 británico y la CIA, de sabotear, retrasar y si es posible impedir que Irán llegue a tener… su primera bomba nuclear”. Este esfuerzo incluye el asesinato de científicos iraníes. Los mismos informes han provenido de Le Figaro francés, de la agencia noticiosa Xinhua de China y del Jerusalem Post.

A la mayoría de los estadounidenses les podrá sonar imposible que Washington, que se les describe desde la cuna hasta la muerte como el don de Dios para el buen gobierno, pueda estar involucrado en asesinatos “oficiales”. Sin embargo, una breve mirada a la historia reciente sugiere que tal práctica es en realidad la norma. Por ejemplo, durante la Guerra de Vietnam la CIA realizó el Programa Phoenix que logró asesinar 23.369 presuntos miembros del Vietcong. El Programa duró desde 1962 hasta 1972 cuando fue cerrado debido a la publicidad negativa. Fue reemplazado casi de inmediato por otra operación secreta, pero similar, con el nombre de código “F-6”. Durante los años cincuenta, sesenta y setenta la CIA realizó, o ayudó a realizar, asesinatos de miles de personas en América Central y del Sur. Según las informaciones, la Agencia trató de asesinar a Fidel Castro cientos de veces. Bajo el gobierno de Bush Jr., los secuestros, torturas y asesinatos fueron procedimientos operativos normales. Y, finalmente, parece que una forma chapucera de asesinato sigue siendo la actual táctica preferida en la continua “guerra contra el terror”. EE.UU. utiliza ahora drones que no solo “eliminan” al objetivo sino también a cualquier otra persona que por casualidad se encuentre en la cercanía en el momento del ataque. Esta breve historia debería dejar claro que los repetidos informes sobre participación de EE.UU. en los ataques contra científicos iraníes son bastante coherentes con la práctica del pasado. Hablando más en general, no se encontrará ningún “escrúpulo moral” cuando se trata de que Washington utilice asesinatos como elemento de política exterior.

Contradicción

Ahora llegamos a la parte realmente sorprendente de la historia. Lectores de este blog recordarán mi análisis, colgado el 10 de junio de 2011, titulado “Irán y el tema de las armas nucleares”. Presentaba evidencia sólida de que el programa nuclear de Irán no apunta al desarrollo de armas nucleares. Se recordará que fue y todavía es la conclusión de no menos de 16 agencias de inteligencia de EE.UU. (incluida la CIA), como se señaló en dos Estudios Nacionales de Inteligencia. En otras palabras, una parte del gobierno de EE.UU. parece involucrada en un esfuerzo por asesinar a científicos iraníes por su supuesto trabajo en un programa que otra parte del gobierno de EE.UU. ha confirmado que no existe. Podemos reducir esto aún más. Parece que una parte de la CIA está involucrada en los ataques contra estos científicos por la investigación de armas nucleares que otra parte de la CIA nos dice que no tiene lugar. ¿De qué especie de juego esquizofrénico se trata?

1. La complicidad en el programa de asesinatos forma parte de una política que parte de una cierta visión del mundo. Esa visión del mundo es anti-iraní (tiene su origen en la revolución iraní de 1978-1979 y la captura de los rehenes estadounidenses), antimusulmana (suponiendo un “choque de civilizaciones”) y pro Israel (fraguada por el poder del lobby sionista). La decisión de continuar este modo de obrar es política, tomada por hombres y mujeres en posiciones clave de política exterior dentro del Congreso y en la rama ejecutiva del gobierno que comparte o por lo menos aprueba esta visión del mundo. Además, todos estos personajes apoyan o aprueban suposiciones sobre Irán que son compatibles con esa visión del mundo. Por lo tanto, se supone que el Irán actual es agresivo, ambicioso e instintivamente hostil a los intereses estadounidenses e israelíes. Por lo tanto, no importa cuán benigna sea en realidad la búsqueda de energía nuclear por parte de Irán, es transformada en algo maligno por las exigencias de la visión del mundo prevaleciente y sus permanentes presunciones. Esto, por su parte, justifica los ataques contra los que están involucrados en la investigación de energía nuclear de Irán.

2. Mientras tanto, los que realizan los análisis profesionales de inteligencia, como los realizados por los Estudios Nacionales de Inteligencia, no están motivados por esta visión del mundo y no se basan en presunciones. La capacidad de considerar los datos de inteligencia con amplitud de ideas forma parte de lo que convierte a esta gente en profesionales. Por lo tanto consideran la inteligencia de manera inteligente, determinan lo que significa de manera objetiva, e informan en consecuencia. Obviamente, este tipo de procedimiento producirá una evaluación más honesta y exacta que la que está predeterminada en gran parte por una miríada de suposiciones.

Conclusión

Por desgracia, la honradez y la exactitud no son las prioridades de responsables políticos atrapados por visiones del mundo motivadas ideológicamente y las suposiciones resultantes. Sea la Guerra Fría o la Guerra contra el Terror, la realidad es definida por la ideología. Los estudios de inteligencia que presentan un cuadro diferente casi siempre se consideran políticamente inaceptables. Por ello, dejar clara la contradicción entre una política impulsada por suposiciones tendenciosas y las que se basan en una investigación objetiva es como señalar todo lo que es erróneo en la política exterior estadounidense. Sin embargo es un mensaje que nuestros responsables políticos no pueden escuchar. Esa visión del mundo también bloquea sus oídos.

Lawrence Davidson es profesor de historia en la Universidad West Chester en West Chester PA. ldavidson@wcupa.edu www.tothepointanalyses.com
Fuente: Rebelion.org

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