Tras su discurso en la ONU, la pregunta es por qué los líderes estadounidenses continúan complaciendo a una potencia extranjera
Obama, ¿el primer presidente judío de Estados Unidos?
Al-Jazeera
Traducido para Rebelión por Olimpia Grajales |
Obama es el “primer presidente judío”. Este es el título del artículo principal de la revista New York, escrito por John Heilemann, quien cita a un importante recaudador de fondos de Obama.
Muchos
de los que escucharan a Obama hablar en las Naciones Unidas el
miércoles asentirían con la cabeza, no tanto en Palestina y el mundo
árabe.
El presidente estadounidense ha adoptado la posición
israelí de rechazo total a la cuestión de reconocimiento internacional
de un Estado palestino independiente.
Pero esto no es una postura
judía; es una radical postura sionista. Muchos judíos, incluidos
estadounidenses e israelíes, no adoptan estas perspectivas extremistas.
Pero
el hecho es que Obama, que ha superado a su predecesor George W Bush,
el partidario más radical de Israel de entre todos los presidentes
estadounidenses, ha dejado a todo el mundo en Israel anonadado. El
último presidente sionista de Estados Unidos sonaba como los propios
padres fundadores de Israel.
Nunca habían escuchado a un presidente norteamericano leer tan categóricamente los papeles del gobierno israelí.
La propaganda que pasa a la Historia
Podríamos
pensar que, después de seis décadas de despojo, cuatro de ocupación y
dos de procesos de paz, el presidente Obama reconocería una discrepancia
política y moral que necesita una solución.
Que quería subrayar,
que no socavar, sus propias palabras pronunciadas en El Cairo hace un
año y medio sobre la necesidad de Israel de frenar sus asentamientos
ilegales en Palestina.
Que quería subrayar, no socavar, su propia
proyección -léase promesa- en la misma tarima el pasado septiembre de un
Estado palestino en un año, es decir, esta semana.
Que quería subrayar, que no socavar, su propia retórica sobre la libertad en la región árabe.
O
lo que quería subrayar, que no socavar, es su énfasis aperturista sobre
la paz basado en una retirada, no mucho más diferente que la de una
guerra.
Lamentablemente, el presidente Obama socavó por completo su eslogan “podemos creer en el cambio”.
Su
relato se inspira en la propaganda oficial más rancia de Israel. Es
más, mucho de su discurso es un corta y pega del cuaderno de jugadas
israelí.
Habló de “hechos” históricos que fueron repudiados por
historiadores israelíes y de verdades que no son más que
interpretaciones unilaterales de una situación política.
Obama
alegó que los árabes emprendían guerras contra Israel. Pero el hecho es
que Israel es el agresor, emprendiendo o instigando las guerras en 1956,
1967, 1982, 2006 y 2008. Solo la guerra de 1973 fue emprendida por los
árabes, pero para recuperar los territorios ocupados después de que
Estados Unidos e Israel rechazaran las tentativas de paz de Anwar Sadaf.
Destacó
el trabajo de los israelíes en la creación de un Estado en su “tierra
histórica”. Pero para la mayoría del mundo, sobre todo el árabe, la
creación de Israel se vio como un proyecto colonial bajo pretextos
teológicos.
Serbia también piensa que Kosovo es la cuna de su
nación; ¿Se les permitiría crear un Estado propio, un Estado
exclusivamente serbio en ese territorio?
¿Deberían, todas y cada
una de las personas que viven en territorios ocupados, buscar un
alojamiento para con sus ocupantes sin interferencia de la comunidad
internacional? ¿Es así cómo las naciones de África y de Oriente Medio
consiguieron su independencia de los poderes coloniales europeos?
¿Debería toda la gente vivir bajo ocupación hasta que su ocupante estuviera satisfecho con las condiciones de entrega?
Es política, estúpido
A
los comentaristas les gustaría recordar que no se puede esperar mucha
acción de un presidente estadounidense respecto a Israel durante un año
electoral.
Como ilustra Heilemann en su artículo, la carrera de
Obama se basó en las relaciones que tenía con generosos contribuyentes
judíos de Chicago.
Es más, el tipo que recaudó casi todo el dinero
para el Partido Demócrata durante las últimas décadas, Rahm Emmanuel,
se convirtió en el jefe de gabinete de Obama. Hoy es el alcalde de
Chicago.
Pero no se trata solo de dinero sino también de un apoyo
crucial en el Congreso sobre asuntos internos urgentes que podrían
asentar o dejar fuera de la presidencia a Obama. Y el lobby israelí,
AIPAC, puede hacerle la vida imposible al presidente durante el próximo
año.
Ahora entiendo todo. Pero lo que no entiendo es por qué se acepta como un hecho consumado. ¡Así son los políticos! ¡O lo tomas o lo dejas!
Si
es este el caso, al menos llamemos a cada cosa por su nombre; y en
cuanto a la administración estadounidense, digamos lo que muchos parecen
decir: no es judía ni sionista, sino hipócrita.
Se habla de
justicia pero continúan las políticas injustas; se habla de represión
pero promueve sus propio interés a toda costa. Predica la libertad pero
apoya la ocupación; habla de derechos humanos pero insiste en confiar en
el lobo y solamente el lobo que vigila el gallinero.
El chiste está por todo
¿Por
qué tienen que aguantar los palestinos ser víctimas de las políticas
estadounidenses mientras continúan siendo los rehenes de las políticas
israelíes durante los últimos sesenta años? ¿Por qué la mayoría de los
israelíes tiene que continuar viviendo en un estado de sitio incapaz de
normalizar las relaciones con sus vecinos?
¿Por qué los
estadounidenses tienen que ver a sus políticos como rehenes de las
políticas de una potencia extranjera y de sus partidarios influyentes?
El
lobby judío pro-israelí, J Street comentó sobre la alarmante
complacencia a Israel, no solo entre los Demócratas sino también entre
los Republicanos que “actualmente, parece que no se sabe hasta qué
punto están dispuestos a llegar los políticos estadounidenses
complaciendo la victoria política de Israel.”
Si bien en el
pasado hubo una lógica estratégica en el apoyo estadounidense a Israel,
hoy el consentimiento de Washington no tiene mucho sentido.
Washington
ha utilizado durante mucho tiempo su influencia con Israel como palanca
para reinar sobre los líderes árabes. Solo Washington puede contener a
Israel en materia de guerra y obtener concesiones diplomáticas
viéndoselas con los líderes árabes.
Pero los dictadores, fueran
quienes fueran los que explotaran a Palestina bien para granjearse un
apoyo popular en casa o bien para canjearlo en favores occidentales,
pertenecen al pasado.
Hoy los árabes ven con malestar y rabia la
complicidad entre Estados Unidos e Israel en Palestina y no estarán tan
fácilmente limitados ni se dejarán sobornar como sus dictadores caídos.
Marwan
Bishara es analista político de Al Jazeera. Anteriormente fue profesor
de la Relaciones Internacionales de la Universidad Americana de París.
Es un autor que escribe extensamente sobre política global y es
ampliamente considerado como una autoridad líder en Oriente Medio y en
asuntos internacionales.
Fuente: Rebelion.org
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