Desacuerdo británico por Europa
La decisión de David Cameron de vetar la revisión de los acuerdos de la Unión Europea divide a la coalición gobernante. Su segundo opina que la medida aislará aún más a Gran Bretaña.
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El primer ministro Cameron,
detrás su segundo, Nick Clegg. (AP) |
Agencia AFP
La oposición del primer ministro británico
David Cameron a una revisión de los tratados de la Unión Europea (UE)
cuenta con un amplio apoyo en el Reino Unido, pero divide a su gobierno,
ya que su aliado Nick Clegg teme que su país quede "aislado" dentro de
la UE.
Tras afirmar en un primer momento que la coalición gubernamental estaba "unida" en torno a la posición defendida por el primer ministro conservador, el vice primer ministro liberal-demócrata estimó ayer que Gran Bretaña corre el riesgo de quedar "aislada y marginada".
"Estoy amargamente decepcionado con el fin de la cumbre de la semana pasada (...) Ahora existe un riesgo real de que, con el paso del tiempo, Gran Bretaña quede aislada y marginada dentro de la Unión Europea", dijo Clegg a la BBC. "Yo no creo que esto sea bueno para los puestos de trabajo en la City (el conglomerado financiero de Londres) o en cualquier otro lugar; no creo que sea bueno para el crecimiento, y no creo que sea bueno para las familias en todo el país", añadió.
Hasta ahora, Clegg se había limitado a "lamentar" que Gran Bretaña hubiera terminado la reunión fuera de un pacto que aglomeró a los otros 26 miembros de la UE para fortalecer la disciplina fiscal, con el fin de salvar al euro.
Ayer, Clegg formuló una alerta contra elementos contrarios a la Unión Europea en el Partido Conservador, que desean que Gran Bretaña abandone definitivamente el bloque, y afirmó que esto dejaría al país en la estatura de un "pigmeo" a nivel mundial.
No obstante, Clegg se pronunció por permanecer en el gobierno de coalición. "Sería aún más perjudicial para nuestro país que se viniera abajo el gobierno de coalición, lo cual constituiría un desastre económico para el país, en una época de gran incertidumbre", estimó.
El ministro de Relaciones Exteriores británico, William Hague, quien negó que el Reino Unido pudiera quedar aislado en la UE, concordó en cambio con Clegg, al afirmar ser partidario de mantener la actual coalición gubernamental.
"La coalición tiene que perdurar, se trata de un interés vital para el país", declaró a Sky News.
Los dirigentes europeos alcanzaron el viernes, sin el apoyo de Gran Bretaña, un acuerdo para reforzar la disciplina fiscal en la Eurozona, celebrado por los mercados y calificado de "progreso razonable" por Estados Unidos.
Presionado por el ala más euroescéptica de su partido, Cameron rechazó cambiar los tratados e impuso a cambio varias condiciones para proteger la City financiera de Londres, aduciendo que "es mejor quedarse fuera" si su país no "puede obtener salvaguardas".
Según un sondeo publicado el domingo por el Mail on Sunday, 62% de los británicos consideran que Cameron hizo bien en oponerse a cambiar los tratados y sólo 19% piensan que fue un error.
Tras afirmar en un primer momento que la coalición gubernamental estaba "unida" en torno a la posición defendida por el primer ministro conservador, el vice primer ministro liberal-demócrata estimó ayer que Gran Bretaña corre el riesgo de quedar "aislada y marginada".
"Estoy amargamente decepcionado con el fin de la cumbre de la semana pasada (...) Ahora existe un riesgo real de que, con el paso del tiempo, Gran Bretaña quede aislada y marginada dentro de la Unión Europea", dijo Clegg a la BBC. "Yo no creo que esto sea bueno para los puestos de trabajo en la City (el conglomerado financiero de Londres) o en cualquier otro lugar; no creo que sea bueno para el crecimiento, y no creo que sea bueno para las familias en todo el país", añadió.
Hasta ahora, Clegg se había limitado a "lamentar" que Gran Bretaña hubiera terminado la reunión fuera de un pacto que aglomeró a los otros 26 miembros de la UE para fortalecer la disciplina fiscal, con el fin de salvar al euro.
Ayer, Clegg formuló una alerta contra elementos contrarios a la Unión Europea en el Partido Conservador, que desean que Gran Bretaña abandone definitivamente el bloque, y afirmó que esto dejaría al país en la estatura de un "pigmeo" a nivel mundial.
No obstante, Clegg se pronunció por permanecer en el gobierno de coalición. "Sería aún más perjudicial para nuestro país que se viniera abajo el gobierno de coalición, lo cual constituiría un desastre económico para el país, en una época de gran incertidumbre", estimó.
El ministro de Relaciones Exteriores británico, William Hague, quien negó que el Reino Unido pudiera quedar aislado en la UE, concordó en cambio con Clegg, al afirmar ser partidario de mantener la actual coalición gubernamental.
"La coalición tiene que perdurar, se trata de un interés vital para el país", declaró a Sky News.
Los dirigentes europeos alcanzaron el viernes, sin el apoyo de Gran Bretaña, un acuerdo para reforzar la disciplina fiscal en la Eurozona, celebrado por los mercados y calificado de "progreso razonable" por Estados Unidos.
Presionado por el ala más euroescéptica de su partido, Cameron rechazó cambiar los tratados e impuso a cambio varias condiciones para proteger la City financiera de Londres, aduciendo que "es mejor quedarse fuera" si su país no "puede obtener salvaguardas".
Según un sondeo publicado el domingo por el Mail on Sunday, 62% de los británicos consideran que Cameron hizo bien en oponerse a cambiar los tratados y sólo 19% piensan que fue un error.
Socialistas franceses rechazan el acuerdo por injusto
ElPais.com y AFP
Nicolas Sarkozy y Europa tendrán que esperar.
Los socialistas franceses no votarán la regla de oro del déficit
acordada por los líderes de la Unión Europea, salvo el Reino Unido, en
Bruselas.
El Partido Socialista (PS) rechaza además de forma global el acuerdo impulsado por Angela Merkel y Nicolas Sarkozy. Según afirma Manuel Valls, portavoz del candidato socialista y gran favorito a las elecciones presidenciales de mayo, François Hollande, "el nuevo tratado no se sabe bien lo que es, y aporta solamente medidas presupuestarias más duras y más austeridad".
"Aparte de que un tratado a 26 no existe", añade el dirigente del PS, "Europa se olvida del crecimiento y no habla del papel del Banco Central Europeo. Nosotros creemos que hace falta otra política"
La tesis del partido, explica, es que los franceses "no necesitan ahora otra regla de oro, sino un nuevo discurso y una nueva vía económica y política, más equitativa, más eficaz y más justa". "Ya tenemos una regla en la Constitución, que es la de Maastricht", explica Valls, que piensa que si hoy se votara el acuerdo de Bruselas en referéndum, "los pueblos europeos probablemente lo rechazarían".
Los griegos al oro
Alimentándose de los apuros económicos, el aumento de la cotización y una publicidad omnipresente, el negocio de la compraventa de oro ha explotado en los últimos meses en Atenas.
En apenas tres cuadras situadas junto al Parlamento, cualquier persona deseosa de vender oro a cambio de dinero efectivo se encuentra con toda una variedad de establecimientos que compran a precios cada vez más competitivos.
"La gente vende joyas de sus abuelas o bisabuelas que ya no necesita, como cadenas y reliquias, que tienen un valor más bien sentimental", cuenta a la AFP Angeliki, empleada en una joyería situada en una galería de la calle Ermou, en pleno centro de la capital griega.
"En su mayoría es gente que necesita dinero para pagar facturas o préstamos, desempleados, gente con hijos, de entre 30 y 50 años", añade. "Pero no es fácil. Muchas veces ves que los clientes están muy apenados. En otras tiendas han llegado incluso a llorar al deshacerse de esos objetos".
"Muchos de ellos se avergüenzan y temen que se enteren sus familiares", dice Angeliki.
El Partido Socialista (PS) rechaza además de forma global el acuerdo impulsado por Angela Merkel y Nicolas Sarkozy. Según afirma Manuel Valls, portavoz del candidato socialista y gran favorito a las elecciones presidenciales de mayo, François Hollande, "el nuevo tratado no se sabe bien lo que es, y aporta solamente medidas presupuestarias más duras y más austeridad".
"Aparte de que un tratado a 26 no existe", añade el dirigente del PS, "Europa se olvida del crecimiento y no habla del papel del Banco Central Europeo. Nosotros creemos que hace falta otra política"
La tesis del partido, explica, es que los franceses "no necesitan ahora otra regla de oro, sino un nuevo discurso y una nueva vía económica y política, más equitativa, más eficaz y más justa". "Ya tenemos una regla en la Constitución, que es la de Maastricht", explica Valls, que piensa que si hoy se votara el acuerdo de Bruselas en referéndum, "los pueblos europeos probablemente lo rechazarían".
Los griegos al oro
Alimentándose de los apuros económicos, el aumento de la cotización y una publicidad omnipresente, el negocio de la compraventa de oro ha explotado en los últimos meses en Atenas.
En apenas tres cuadras situadas junto al Parlamento, cualquier persona deseosa de vender oro a cambio de dinero efectivo se encuentra con toda una variedad de establecimientos que compran a precios cada vez más competitivos.
"La gente vende joyas de sus abuelas o bisabuelas que ya no necesita, como cadenas y reliquias, que tienen un valor más bien sentimental", cuenta a la AFP Angeliki, empleada en una joyería situada en una galería de la calle Ermou, en pleno centro de la capital griega.
"En su mayoría es gente que necesita dinero para pagar facturas o préstamos, desempleados, gente con hijos, de entre 30 y 50 años", añade. "Pero no es fácil. Muchas veces ves que los clientes están muy apenados. En otras tiendas han llegado incluso a llorar al deshacerse de esos objetos".
"Muchos de ellos se avergüenzan y temen que se enteren sus familiares", dice Angeliki.
¿Cómo salir del euro?
Por Katell Abiven - Especial para Los Andes de AFP
¿Se pueden resucitar las pesetas, los dracmas o las liras? Esta posibilidad, pese a parecer de “ciencia ficción”, ha dejado de ser un tabú para los economistas, que ya imaginan cómo habría que proceder, teniendo como prioridad evitar crear el pánico en la población.
En un primer momento “las autoridades monetarias de la Eurozona cesarían de considerar al euro como moneda común, iniciando una serie de procedimientos que exigirían una nueva emisión de moneda por los bancos centrales nacionales”, considera Paul Reis Mourao, de la universidad portuguesa de Minho en Braga.
Así, las fábricas nacionales de moneda dejarían de imprimir euros -España por ejemplo se encarga de los billetes de 5 y 20 euros- y se pondrían manos a la obra con sus propias divisas durante meses.
Según el Wall Street Journal, algunos bancos centrales europeos se preparan ya para reimprimir sus monedas locales. Irlanda, citada en el artículo, lo desmintió firmemente.
Pero, apenas impresas, las monedas más débiles, como la peseta o el escudo portugués, se devaluarían bajo la presión de los mercados, mientras que el marco alemán se dispararía.
Esto amenazaría con provocar el pánico de unas poblaciones cuyos ahorros podrían perder 50% de su valor, según varios estudios.
Y si retirasen en masa su dinero de los bancos, se produciría “un colapso absoluto del sistema financiero de este país”, advierte Federico Steinberg, economista del instituto español Elcano.
Así ¿qué es mejor, actuar por sorpresa o explicar primero la idea a la población? Las opiniones divergen. “Todo debería decidirse secretamente en una noche y que al día siguiente los mercados y los bancos permanezcan cerrados al menos durante doce horas para impedir a todos sacar su dinero”, considera Franco Bruni, profesor de la universidad italiana Bocconi de Milán. “Una manera de hacerlo sería anunciar un día, sin que nadie lo sepa antes ‘estamos congelando vuestras cuentas porque vamos a volver a la moneda original’”, piensa Gayle Allard de la IE Business School de Madrid. “La dificultad es que esta es una economía muy grande.
¿Cómo fabricar suficientes billetes en secreto?”, se pregunta no obstante.
Otros, como el profesor de Economía Eduardo Martínez Abascal, tienen una opinión diferente. Es necesario “hacer una campaña de comunicación espectacular, para decir ‘hemos llegado a la conclusión que hay que volver a la peseta y las ventajas serán esto, esto, esto...’”.
Una divisa débil tiene sus ventajas, recuerda este profesor de la IESE Business School de Madrid. Así, “Grecia podría vender al exterior a mitad del precio; pasando a las drachmas, volvería a ser un país barato y así llenar el país de turistas”, afirma. “Hay un efecto maravilloso” si se sale del euro, señala también Allard, “es que recuperas tu tipo de cambio, puede caer tu moneda y puedes empezar a exportar”.
Sin embargo, existe el riesgo, previene Bruni, de que cada país intentase ser más barato que su vecino emprendiendo una “carrera de devaluación”. Pero con una moneda débil, los productos importados como el petróleo se volverían muy caros. “Sufriríamos una pérdida de poder adquisitivo, con tendencia inflacionistas y una caída del nivel de vida”, admite Mourao. “Necesitaríamos 10 a 15 años para estabilizar la situación”.
Y la deuda pública, ¿seguiría siendo en euros, empujando al Estado a la suspensión de pagos, o se convertiría a la moneda local, lo que enfurecería a los mercados?
Como recuerda Steinberg, “introducir el euro fue un proceso muy delicado
y muy largo de planificacion de más de dos años y entonces, lo ideal,
si uno quisiera abandonar el euro, sería tomar el mismo tiempo para
deshacer eso”.
Fuente: Los Andes Online



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