lunes, 2 de abril de 2012

La soledad del “no a la guerra” en una familia anglo-argentina

Por Marina Walker Guevara - Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, Washington DC, Estados Unidos 


Vengo de una familia “anglo-argentina”. Lo anglo es por parte de mis abuelos paternos, que emigraron de Escocia a principios del siglo pasado. Para ellos Argentina, y más aún Mendoza, fue algo así como la Tierra Prometida. Aquí tuvieron hijos, plantaron viñas y construyeron una identidad bicultural, con raíces profundas a ambos lados del Atlántico. Hubo fiesta en la finca de Vistalba el día que mi abuelo recibió la ciudadanía argentina.

Fue durante la Guerra de Malvinas, cuando yo tenía siete años, que por primera vez tomé conciencia de mi doble herencia, argentina y británica. De repente ese micro-universo perfectamente integrado hasta entonces en nuestra familia entró en crisis. 

“Papá, ¿nosotros somos ingleses?, ¿vos quién querés que gane la guerra?”, le preguntaba yo a mi padre mientras con mamá tejíamos mantas para los soldados argentinos.

Mas difíciles eran aún los intercambios de mi padre con sus amigos, algunos de los cuales lo increpaban en la calle y le exigían que tomara partido. Mi padre era argentino pero durante la Segunda Guerra Mundial se alistó voluntariamente en el ejército inglés para pelear contra el nazismo. Le tocó uno de los escenarios más duros: Birmania.

Con esa experiencia en sus espaldas no hubo propaganda política, en inglés o español, que lo engañara. Para él la Guerra de Malvinas fue como mirar en cámara lenta una película de terror en la que conocía íntimamente las escenas y, peor, el desenlace. Se quedaba largas horas a la noche con la oreja pegada a la vieja radio desde donde sintonizaba la BBC.

Un día lo llamaron de urgencia a la Casa de Gobierno. Los militares querían saber cuántos ingleses había en Mendoza y si representaban una amenaza para la comunidad. Mi padre se los fue nombrando de a uno: la señora Upton, nuestra vecina, de más de 70 años; el puñado de ex trabajadores del ferrocarril a los que mi padre les llevaba la pensión del gobierno británico cada mes; nuestra vieja tía Betty. Se le acabaron los ingleses antes que los dedos.

A lo largo de los años me he preguntado si realmente los militares creían que había una resistencia británica en Mendoza capaz de levantarse en armas o si el fin de la conversación fue sencillamente intimidar a mi padre.

No lo intimidaron los militares pero los 74 días que duró la guerra fueron de los más amargos de su vida. Desconfiado de los nacionalismos, jamás tomó partido por un lado u otro. Su elección fue la menos popular en esos días, la más lúcida: un simple y rotundo “no” a la guerra.

*Marina Walker Guevara, periodista mendocina, trabajó en Los Andes y actualmente es vicedirectora del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación en Washington DC. 

Una carta formidable que no se usa

“El derecho de autodeterminación lo tienen los pueblos, y los habitantes de Malvinas, según la Argentina, no constituyen un pueblo distinto del británico: son parte de él”.

Una carta formidable que no se usa
Según Terragno, el plan B británico es inducir 
a los isleños a proclamar su independencia.

Por Rodolfo Terragno - Ex jefe de Gabinete y ex legislador nacional.

Con relación al pleito sobre Malvinas, una ley británica contradice al gobierno del Reino Unido y da la razón a la Argentina. Nuestras autoridades, por razones que se ignoran, decidieron no presentar a las Naciones Unidas esta “confesión de parte”. Con esto, no sólo nos privamos de moverle el tablero diplomático al Reino Unido. Nos arriesgamos levantarnos un día y encontrarnos con el Estado Libre de las Falklands.

Los 20 puntos siguientes sirven para que cualquiera entienda lo que, por alguna razón no revelada, ignoran altos funcionarios nacionales.

1. ¿Con qué argumento se niega Gran Bretaña a negociar con la Argentina

Dice que los habitantes de las Malvinas tienen el derecho de autodeterminación y, por lo tanto, son ellos quienes deben decidir a qué país pertenecen las Malvinas.

2. ¿Cuál ha sido la posición argentina? 

El derecho de autodeterminación lo tienen los pueblos, y los habitantes de Malvinas, según la Argentina, no constituyen un pueblo distinto del británico: son parte de él. No pueden, por lo tanto, laudar un conflicto entre su propio país y el nuestro.

3. ¿Qué decía la ley británica previa a 1982? 

Que los isleños no eran británicos. Los consideraba “ciudadanos de territorios de ultramar”, que no tenían derecho al pasaporte británico ni a residir en Inglaterra. De acuerdo con Londres, eran terceros, y como tales tenían derecho a decidir su destino.

4. ¿Con qué fundamento declaró Gran Bretaña la guerra de 1982? 

Alegó que era para defender los deseos de los isleños, que era “supremos”, según la primera ministro Margaret Thatcher. Esto ya demostraba, por sí, que Londres los consideraba británicos. No era creíble que, por defender los derechos de un puñado de “terceros”, Gran Bretaña se arriesgara a una guerra en la cual perdió 258 hombres, dos destructores, dos fragatas, un buque de desembarco, un anfibio, un carguero, diez aviones y 24 helicópteros.

5. ¿Qué paso después de la guerra?  

Los isleños dejaron en claro que ninguno de sus derechos “supremos” era mayor que el de ser reconocidos como lo que eran: británicos.

6. ¿Cómo resolvió Gran Bretaña el problema? 

Se vio obligada a sancionar una nueva ley, la British Nationality Falkland Islands Act, por la cual admitió que los habitantes de las Malvinas son británicos. Hoy ya ha establecido que los isleños son tan británicos como sus compatriotas de Londres, Liverpool o Manchester.

7. ¿Cómo pueden ser, entonces, terceros en discordia? 

No pueden. La ley británica equivale a confesión de parte: actualmente, el derecho positivo británico dice exactamente lo mismo que la Argentina ha dicho siempre: los isleños son parte integrante de Gran Bretaña y, por eso, no pueden ser árbitros del conflicto angloargentino.

8. ¿Qué hay que hacer con ese instrumento? 

Presentarlo cuanto antes en Naciones Unidas para probar que el conflicto es bilateral y debe resolverse en negociaciones entre Gran Bretaña y la Argentina.

9. ¿Los británicos aceptarán el criterio? 

No pueden negar su propia ley. Además, la ley británica no le da la razón sólo a la Argentina: se la da a la propia ONU, según la cual el conflicto es bilateral, y al Departamento de Estado, que sostiene lo mismo. Eso aislaría al gobierno británico.

10. ¿Nos devolverían entonces las islas? 

No, al menos, en el corto plazo. Un conflicto tan largo y complejo no se resuelve (sobre todo después de una guerra) presentando un instrumento jurídico. Pero eso nos permitiría hacer un gran avance, por primera vez desde 1982, y poner a Gran Bretaña en una posición de debilidad.

11. ¿Cuál es la urgencia en hacer esa presentación? 

Tenemos que impedir que Gran Bretaña lleve adelante su Plan B.

12. ¿Qué plan? 

Su plan B consiste en valerse del principio de autodeterminación e inducir a los isleños a que proclamen su independencia. Digamos, el Estado Libre de las Islands Falkland. Esto satisfaría a Londres y a los isleños, porque en definitiva el principal objetivo de Su Majestad y los isleños es que las Malvinas no vuelvan nunca a ser argentinas.

13. ¿Pueden esas islitas ser un país? 

Hay, en las Naciones Unidas, muchas islas-estado más chicas y más pobres que las Malvinas, cuyo PBI per cápita es uno de los más altos del mundo.

14. ¿Tienen ese ingreso por el petróleo? 

No, por la pesca y, particularmente, por el calamar. La idea de que las Malvinas nadan en un mar de petróleo carece de fundamento. Todo indica que hay hidrocarburos mar afuera, pero en cantidades moderadas y con un probable costo de explotación demasiado alto.

15. ¿Y qué gana Gran Bretaña con que las Islas dejen de ser británicas? 

Que la independencia sería ficticia. Como en el caso de Palau, un miniestado que es parte de la ONU, donde tiene un voto, igual que China o Brasil o cualquier otro país. Palau tiene gobierno propio, pero delega su defensa y sus relaciones exteriores a los Estados Unidos, que además le presta asistencia económica y gerencial. Es formalmente un país autónomo, pero en la práctica es parte de los Estados Unidos.

16. ¿Puede hacer eso Gran Bretaña estando en minoría en la ONU? 

Está en minoría ahora, que esgrime la autodeterminación para mantener una colonia. Pero si los isleños se pronuncian por la independencia, todos los países emergentes (que en gran medida son resultado del principio de autodeterminación) se sentirán obligados a apoyar. En ese momento habríamos perdido las Islas para siempre.

Por eso es tan importante que se presente cuanto antes el instrumento ante la ONU. La idea de la independencia aún no está madura, y ni el gobierno británico ni los isleños pueden desdecirse de lo que dice la ley británica y lo que dicen ellos en cada discurso.

17. ¿La clase política argentina no ve esto?  

En 2007 el Senado aprobó por unanimidad un proyecto mío, acompañado por legisladores de todos los partidos políticos. En ese proyecto se declara lo que estoy diciendo: debe llevarse la ley británica a la ONU para destruir el argumento de la autodeterminación.

18. ¿El kirchnerismo votó esa declaración? 

La votaron todos los sectores políticos sin excepción, y por lo tanto también el peronismo kirchnerista. Incluida la entonces senadora Cristina Fernández de Kirchner.

19. Entonces, ¿por qué no se lleva el instrumento a la ONU?  

El senador Daniel Filmus, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores, informó recientemente que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner había decidido no adoptar esta estrategia.

20. ¿Por qué

No lo sé ni me lo explico. Trataré de hablarlo con el canciller.

Fuente: Los Andes Online

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