La soledad del “no a la guerra” en una familia anglo-argentina
Por Marina Walker Guevara - Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, Washington DC, Estados Unidos
Vengo de una familia “anglo-argentina”. Lo
anglo es por parte de mis abuelos paternos, que emigraron de Escocia a
principios del siglo pasado. Para ellos Argentina, y más aún Mendoza,
fue algo así como la Tierra Prometida. Aquí tuvieron hijos, plantaron
viñas y construyeron una identidad bicultural, con raíces profundas a
ambos lados del Atlántico. Hubo fiesta en la finca de Vistalba el día
que mi abuelo recibió la ciudadanía argentina.
Fue durante la Guerra de Malvinas, cuando yo tenía siete años, que por primera vez tomé conciencia de mi doble herencia, argentina y británica. De repente ese micro-universo perfectamente integrado hasta entonces en nuestra familia entró en crisis.
Fue durante la Guerra de Malvinas, cuando yo tenía siete años, que por primera vez tomé conciencia de mi doble herencia, argentina y británica. De repente ese micro-universo perfectamente integrado hasta entonces en nuestra familia entró en crisis.
“Papá, ¿nosotros somos ingleses?, ¿vos quién querés que gane la
guerra?”, le preguntaba yo a mi padre mientras con mamá tejíamos mantas
para los soldados argentinos.
Mas difíciles eran aún los intercambios de mi padre con sus amigos, algunos de los cuales lo increpaban en la calle y le exigían que tomara partido. Mi padre era argentino pero durante la Segunda Guerra Mundial se alistó voluntariamente en el ejército inglés para pelear contra el nazismo. Le tocó uno de los escenarios más duros: Birmania.
Con esa experiencia en sus espaldas no hubo propaganda política, en inglés o español, que lo engañara. Para él la Guerra de Malvinas fue como mirar en cámara lenta una película de terror en la que conocía íntimamente las escenas y, peor, el desenlace. Se quedaba largas horas a la noche con la oreja pegada a la vieja radio desde donde sintonizaba la BBC.
Un día lo llamaron de urgencia a la Casa de Gobierno. Los militares querían saber cuántos ingleses había en Mendoza y si representaban una amenaza para la comunidad. Mi padre se los fue nombrando de a uno: la señora Upton, nuestra vecina, de más de 70 años; el puñado de ex trabajadores del ferrocarril a los que mi padre les llevaba la pensión del gobierno británico cada mes; nuestra vieja tía Betty. Se le acabaron los ingleses antes que los dedos.
A lo largo de los años me he preguntado si realmente los militares creían que había una resistencia británica en Mendoza capaz de levantarse en armas o si el fin de la conversación fue sencillamente intimidar a mi padre.
No lo intimidaron los militares pero los 74 días que duró la guerra fueron de los más amargos de su vida. Desconfiado de los nacionalismos, jamás tomó partido por un lado u otro. Su elección fue la menos popular en esos días, la más lúcida: un simple y rotundo “no” a la guerra.
*Marina Walker Guevara, periodista mendocina, trabajó en Los Andes y actualmente es vicedirectora del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación en Washington DC.
Mas difíciles eran aún los intercambios de mi padre con sus amigos, algunos de los cuales lo increpaban en la calle y le exigían que tomara partido. Mi padre era argentino pero durante la Segunda Guerra Mundial se alistó voluntariamente en el ejército inglés para pelear contra el nazismo. Le tocó uno de los escenarios más duros: Birmania.
Con esa experiencia en sus espaldas no hubo propaganda política, en inglés o español, que lo engañara. Para él la Guerra de Malvinas fue como mirar en cámara lenta una película de terror en la que conocía íntimamente las escenas y, peor, el desenlace. Se quedaba largas horas a la noche con la oreja pegada a la vieja radio desde donde sintonizaba la BBC.
Un día lo llamaron de urgencia a la Casa de Gobierno. Los militares querían saber cuántos ingleses había en Mendoza y si representaban una amenaza para la comunidad. Mi padre se los fue nombrando de a uno: la señora Upton, nuestra vecina, de más de 70 años; el puñado de ex trabajadores del ferrocarril a los que mi padre les llevaba la pensión del gobierno británico cada mes; nuestra vieja tía Betty. Se le acabaron los ingleses antes que los dedos.
A lo largo de los años me he preguntado si realmente los militares creían que había una resistencia británica en Mendoza capaz de levantarse en armas o si el fin de la conversación fue sencillamente intimidar a mi padre.
No lo intimidaron los militares pero los 74 días que duró la guerra fueron de los más amargos de su vida. Desconfiado de los nacionalismos, jamás tomó partido por un lado u otro. Su elección fue la menos popular en esos días, la más lúcida: un simple y rotundo “no” a la guerra.
*Marina Walker Guevara, periodista mendocina, trabajó en Los Andes y actualmente es vicedirectora del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación en Washington DC.
Una carta formidable que no se usa
“El derecho de autodeterminación lo tienen los pueblos, y los habitantes de Malvinas, según la Argentina, no constituyen un pueblo distinto del británico: son parte de él”.
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Según Terragno, el plan B británico es inducir a los isleños a proclamar su independencia. |
Por Rodolfo Terragno - Ex jefe de Gabinete y ex legislador nacional.
Con relación al pleito sobre Malvinas, una ley británica
contradice al gobierno del Reino Unido y da la razón a la Argentina.
Nuestras autoridades, por razones que se ignoran, decidieron no
presentar a las Naciones Unidas esta “confesión de parte”. Con esto, no
sólo nos privamos de moverle el tablero diplomático al Reino Unido. Nos
arriesgamos levantarnos un día y encontrarnos con el Estado Libre de las
Falklands.
Los 20 puntos siguientes sirven para que cualquiera entienda lo que, por alguna razón no revelada, ignoran altos funcionarios nacionales.
1. ¿Con qué argumento se niega Gran Bretaña a negociar con la Argentina?
Los 20 puntos siguientes sirven para que cualquiera entienda lo que, por alguna razón no revelada, ignoran altos funcionarios nacionales.
1. ¿Con qué argumento se niega Gran Bretaña a negociar con la Argentina?
Dice que los habitantes de las Malvinas tienen el derecho de
autodeterminación y, por lo tanto, son ellos quienes deben decidir a qué
país pertenecen las Malvinas.
2. ¿Cuál ha sido la posición argentina?
2. ¿Cuál ha sido la posición argentina?
El derecho de
autodeterminación lo tienen los pueblos, y los habitantes de Malvinas,
según la Argentina, no constituyen un pueblo distinto del británico: son
parte de él. No pueden, por lo tanto, laudar un conflicto entre su
propio país y el nuestro.
3. ¿Qué decía la ley británica previa a 1982?
3. ¿Qué decía la ley británica previa a 1982?
Que los isleños
no eran británicos. Los consideraba “ciudadanos de territorios de
ultramar”, que no tenían derecho al pasaporte británico ni a residir en
Inglaterra. De acuerdo con Londres, eran terceros, y como tales tenían
derecho a decidir su destino.
4. ¿Con qué fundamento declaró Gran Bretaña la guerra de 1982?
4. ¿Con qué fundamento declaró Gran Bretaña la guerra de 1982?
Alegó
que era para defender los deseos de los isleños, que era “supremos”,
según la primera ministro Margaret Thatcher. Esto ya demostraba, por sí,
que Londres los consideraba británicos. No era creíble que, por
defender los derechos de un puñado de “terceros”, Gran Bretaña se
arriesgara a una guerra en la cual perdió 258 hombres, dos destructores,
dos fragatas, un buque de desembarco, un anfibio, un carguero, diez
aviones y 24 helicópteros.
5. ¿Qué paso después de la guerra?
5. ¿Qué paso después de la guerra?
Los isleños dejaron
en claro que ninguno de sus derechos “supremos” era mayor que el de ser
reconocidos como lo que eran: británicos.
6. ¿Cómo resolvió Gran Bretaña el problema?
6. ¿Cómo resolvió Gran Bretaña el problema?
Se vio
obligada a sancionar una nueva ley, la British Nationality Falkland
Islands Act, por la cual admitió que los habitantes de las Malvinas son
británicos. Hoy ya ha establecido que los isleños son tan británicos
como sus compatriotas de Londres, Liverpool o Manchester.
7. ¿Cómo pueden ser, entonces, terceros en discordia?
7. ¿Cómo pueden ser, entonces, terceros en discordia?
No pueden. La ley británica equivale a confesión de parte: actualmente,
el derecho positivo británico dice exactamente lo mismo que la Argentina
ha dicho siempre: los isleños son parte integrante de Gran Bretaña y,
por eso, no pueden ser árbitros del conflicto angloargentino.
8. ¿Qué hay que hacer con ese instrumento?
8. ¿Qué hay que hacer con ese instrumento?
Presentarlo
cuanto antes en Naciones Unidas para probar que el conflicto es
bilateral y debe resolverse en negociaciones entre Gran Bretaña y la
Argentina.
9. ¿Los británicos aceptarán el criterio?
9. ¿Los británicos aceptarán el criterio?
No pueden
negar su propia ley. Además, la ley británica no le da la razón sólo a
la Argentina: se la da a la propia ONU, según la cual el conflicto es
bilateral, y al Departamento de Estado, que sostiene lo mismo. Eso
aislaría al gobierno británico.
10. ¿Nos devolverían entonces las islas?
10. ¿Nos devolverían entonces las islas?
No, al menos,
en el corto plazo. Un conflicto tan largo y complejo no se resuelve
(sobre todo después de una guerra) presentando un instrumento jurídico.
Pero eso nos permitiría hacer un gran avance, por primera vez desde
1982, y poner a Gran Bretaña en una posición de debilidad.
11. ¿Cuál es la urgencia en hacer esa presentación?
11. ¿Cuál es la urgencia en hacer esa presentación?
Tenemos que impedir que Gran Bretaña lleve adelante su Plan B.
12. ¿Qué plan?
12. ¿Qué plan?
Su plan B consiste en valerse del
principio de autodeterminación e inducir a los isleños a que proclamen
su independencia. Digamos, el Estado Libre de las Islands Falkland. Esto
satisfaría a Londres y a los isleños, porque en definitiva el principal
objetivo de Su Majestad y los isleños es que las Malvinas no vuelvan
nunca a ser argentinas.
13. ¿Pueden esas islitas ser un país?
13. ¿Pueden esas islitas ser un país?
Hay, en las
Naciones Unidas, muchas islas-estado más chicas y más pobres que las
Malvinas, cuyo PBI per cápita es uno de los más altos del mundo.
14. ¿Tienen ese ingreso por el petróleo?
14. ¿Tienen ese ingreso por el petróleo?
No, por la
pesca y, particularmente, por el calamar. La idea de que las Malvinas
nadan en un mar de petróleo carece de fundamento. Todo indica que hay
hidrocarburos mar afuera, pero en cantidades moderadas y con un probable
costo de explotación demasiado alto.
15. ¿Y qué gana Gran Bretaña con que las Islas dejen de ser británicas?
15. ¿Y qué gana Gran Bretaña con que las Islas dejen de ser británicas?
Que la independencia sería ficticia. Como en el caso de Palau, un
miniestado que es parte de la ONU, donde tiene un voto, igual que China o
Brasil o cualquier otro país. Palau tiene gobierno propio, pero delega
su defensa y sus relaciones exteriores a los Estados Unidos, que además
le presta asistencia económica y gerencial. Es formalmente un país
autónomo, pero en la práctica es parte de los Estados Unidos.
16. ¿Puede hacer eso Gran Bretaña estando en minoría en la ONU?
16. ¿Puede hacer eso Gran Bretaña estando en minoría en la ONU?
Está en minoría ahora, que esgrime la autodeterminación para mantener
una colonia. Pero si los isleños se pronuncian por la independencia,
todos los países emergentes (que en gran medida son resultado del
principio de autodeterminación) se sentirán obligados a apoyar. En ese
momento habríamos perdido las Islas para siempre.
Por eso es tan importante que se presente cuanto antes el instrumento ante la ONU. La idea de la independencia aún no está madura, y ni el gobierno británico ni los isleños pueden desdecirse de lo que dice la ley británica y lo que dicen ellos en cada discurso.
17. ¿La clase política argentina no ve esto?
Por eso es tan importante que se presente cuanto antes el instrumento ante la ONU. La idea de la independencia aún no está madura, y ni el gobierno británico ni los isleños pueden desdecirse de lo que dice la ley británica y lo que dicen ellos en cada discurso.
17. ¿La clase política argentina no ve esto?
En 2007
el Senado aprobó por unanimidad un proyecto mío, acompañado por
legisladores de todos los partidos políticos. En ese proyecto se declara
lo que estoy diciendo: debe llevarse la ley británica a la ONU para
destruir el argumento de la autodeterminación.
18. ¿El kirchnerismo votó esa declaración?
18. ¿El kirchnerismo votó esa declaración?
La votaron
todos los sectores políticos sin excepción, y por lo tanto también el
peronismo kirchnerista. Incluida la entonces senadora Cristina Fernández
de Kirchner.
19. Entonces, ¿por qué no se lleva el instrumento a la ONU?
19. Entonces, ¿por qué no se lleva el instrumento a la ONU?
El
senador Daniel Filmus, presidente de la Comisión de Relaciones
Exteriores, informó recientemente que el gobierno de Cristina Fernández
de Kirchner había decidido no adoptar esta estrategia.
20. ¿Por qué?
20. ¿Por qué?
No lo sé ni me lo explico. Trataré de hablarlo con el canciller.
Fuente: Los Andes Online
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