Libros sobre la guerra: pensar y escribir la herida
Un sinnúmero de títulos, tanto de ficción como ensayos, se basaron en el conflicto. Algunos se reeditaron en sintonía con el aniversario. Miradas para todos los gustos.
Javier Cusimano - Especial para Los Andes
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Expresar la tragedia fue la misión de los artistas que transformaron en palabras, imágenes y sonidos el horror de la historia reciente. |
A 30 años de la Guerra de Malvinas, aquella sucia iniciativa de
la dictadura militar que tristemente cercenó a una generación completa
de argentinos dejó heridas que aún no han terminado de cicatrizar.
Por eso, en sintonía con la memoria de esta dolorosa experiencia nacional, varios títulos llegaron recientemente a las librerías de todo el país. Muchos libros han sido reeditados y otros tantos se escriben a contra reloj.
Así, tras una extensa pausa en la publicación e investigación sobre este episodio, pronto comienzan a llenar los estantes y exhibidores ensayos que vuelven a reflexionar sobre el tema, a la vez que surgen ficciones que tienen por escenario principalmente aquellos desgarradores meses de 1982.
Por eso, en sintonía con la memoria de esta dolorosa experiencia nacional, varios títulos llegaron recientemente a las librerías de todo el país. Muchos libros han sido reeditados y otros tantos se escriben a contra reloj.
Así, tras una extensa pausa en la publicación e investigación sobre este episodio, pronto comienzan a llenar los estantes y exhibidores ensayos que vuelven a reflexionar sobre el tema, a la vez que surgen ficciones que tienen por escenario principalmente aquellos desgarradores meses de 1982.
Las ficciones
Entre la lista de títulos divulgados vale la pena resaltar una antología de cuentos publicada por Alfaguara. “Las otras islas” reúne nueve historias que evocan desde la ficción escenas de la vida cotidiana de jóvenes anónimos que formaron parte de un tiempo marcado por la violencia y la irracionalidad.
Escrito a nueve manos por Marcelo Birmajer, Liliana Bodoc, Pablo De Santis, Juan Forn, Inés Garland, Pablo Ramos, Eduardo Sacheri, Patricia Suárez y Esteban Valentino, el libro promete diferentes perspectivas y está pensado para los adolescentes.
“Lo que no nos puede pasar como argentinos es olvidar. Una sociedad jamás será justa si no tiene memoria”, explica en las palabras preliminares del libro el ex combatiente y periodista Edgardo Esteban.
Otro de los libros que encabeza la lista de novedades es “Malvinas, la ilusión y la pérdida” de Silvia Plager y Elsa Fraga Vidal. Un título más que viene a nutrir la extensa lista de novelas histórico-románticas, con fuertes cargas de erotismo, que en la actualidad son un éxito de ventas. Éxito en un mercado alentado principalmente por autoras como Florencia Bonelli y Gloria V. Casañas.
La novela narra la vida de María Sáez y su esposo Luis Vernet entre 1829 y 1832. Se trata de una historia llena de paisajes, de aromas, de imágenes de esas tierras solitarias y cubiertas de viento helado. La historia de amor de dos seres excepcionales, los últimos gobernadores argentinos en Malvinas.
También siguen imprimiéndose nuevas ediciones del que, para muchos, es quizás el más importante libro de ficción sobre Malvinas. Nos referimos a “Los pichiciegos”, el relato que Fogwill escribió tres días después del final de la guerra, pero que sin embargo fue publicado por primera vez en 1983.
Esta novela cuenta la historia de un grupo de soldados argentinos que oficialmente no existen, están muertos, han sido dados de baja por la tropa y que se ocultan en un refugio subterráneo con el único objetivo de sobrevivir, confiando que la guerra acabe y puedan volver a casa. El lector pronto intuirá que el narrador describe una guerra dentro de otra.
“La Balsa de Malvina” de Fabiana Daversa es la más prometedora de las novedades en ficción. Escrita por una autora brasileña, esta novela intenta profundizar, desde sus primeras páginas, en la problemática de la identidad personal y nacional a la vez. Cuenta la vida de Malvina, quien decide abandonar la ciudad de Buenos Aires, luego de la muerte de su gran amigo de la infancia, Tomás.
Hija de un ex combatiente de la guerra del ’82 que no pudo reinsertarse en la sociedad y de una madre que perdió toda esperanza, Malvina, de profesión paleontóloga, lucha por salvar su vida de la mediocridad y del destino trágico que la acecha. En esa búsqueda depara con lo inesperado en un viaje que intentará seguir la misma ruta que realizó en su momento Darwin en la Argentina.
Finalmente, cabe destacar otra antología de narraciones, que si bien salió al mercado hace ya algunos años, su contenido aún continúa vigente y es posible ser rastreada en los estantes de varias librerías mendocinas.
“La guerra de Malvinas. Argentina 1982” de Editorial Biblos. Reúne cuentos y fragmentos de novelas, algunas canciones y poemas de autores como Juan Forn, Rodrigo Fresán, Carlos Gamerro, Daniel Guebel y Raúl Vieytes.
También incluye una selección de dos guiones cinematográficos: “Los chicos de la guerra”, de Bebe Kamín y Daniel Kon, y “El visitante”, de José Pablo Feinmann y Javier Olivera. Algunos de los materiales seleccionados por Jorge Warley son conocidos, otros no tanto; el conjunto intenta encender la mecha de la memoria y sacudir la monotonía de los lugares con los que habitualmente se retrata el tema.
Los ensayos
En este caso la lista es mucho más extensa, varios son los títulos disponibles y, tal como indican algunos de los libreros consultados, su repercusión en ventas ha sido notable, como vienen siendo los ensayos políticos e históricos desde hace algunos años en general.
En “1982”, el último libro de Juan Bautista Yofre, se examina la guerra y sus laberintos políticos y diplomáticos a través del análisis de un gran número de documentos reservados del Proceso, como los papeles de la Cancillería y la “Memoria”.
Su relato se basa en una tarea de investigación y trabaja sobre datos duros para llegar a una serie de conclusiones que prometen cambiar la perspectiva que hasta hoy se tenía acerca de Malvinas. En “Malvinas: Gesta e Incompetencia”, escrito por el teniente general Martín Balza, queda narrada la experiencia vivida al frente de la unidad de combate. El autor y testigo realiza una crónica detallada de los episodios, rememorándolos y exponiéndolos a la implacable crítica de la luz pública.
La reedición de “Señales de Guerra” de Lawrence Freedman y Virginia Gamba es una mirada extranjera sobre el conflicto. Su objetivo no es atribuir culpabilidades ni resolver la cuestión de la soberanía. Los autores no intentan defender una posición política.
El texto, documentado con una importante bibliografía de Gran Bretaña y la Argentina, a la que se sumaron un gran número de entrevistas a las máximas dirigencias, se ha mantenido increíblemente vigente.
Muchas de sus conclusiones fueron confirmadas por la apertura de los documentos oficiales. Esta nueva edición, según sus editores, “es imprescindible para que las nuevas generaciones estén alertas de lo fácil que es la escalada bélica cuando las partes no se abocan a la búsqueda de una resolución pacífica”.
La editorial Edhasa también puso nuevamente a disposición de sus lectores tres títulos. “Partes de Guerra - Malvinas 1982” de Graciela Speranza y Fernando Cittadini, “Las Guerras por Malvinas” de Federico Lorenz y un libro de imágenes titulado “Cruces - Idas y Vueltas de Malvinas” a cargo de María Laura Guembe.
La editorial Aguilar relanzó el libro “Batallas de Malvinas” escrito por Pablo Camogli, profesor de Historia de la Universidad Nacional de Cuyo. Mientras que sigue a la venta desde Sudamericana el libro “Tierra de Nadie” de Ignacio Montes de Oca, una obra que intenta desentrañar los mitos en torno al conflicto.
Ocupan el inventario también: “Malvinas: de la Guerra Sucia a la Guerra Limpia” de León Rozitchner, “Malvinas - Retratos y Paisajes de Guerra” de Juan Travnik, “Malvinas: Su Historia en Historias” de Arnoldo Canclini, “Rabinos de Malvinas” de Hernán Dobry y una quincena de títulos más que pueden hallarse aún en stock en diferentes librerías de capital.
Entre la lista de títulos divulgados vale la pena resaltar una antología de cuentos publicada por Alfaguara. “Las otras islas” reúne nueve historias que evocan desde la ficción escenas de la vida cotidiana de jóvenes anónimos que formaron parte de un tiempo marcado por la violencia y la irracionalidad.
Escrito a nueve manos por Marcelo Birmajer, Liliana Bodoc, Pablo De Santis, Juan Forn, Inés Garland, Pablo Ramos, Eduardo Sacheri, Patricia Suárez y Esteban Valentino, el libro promete diferentes perspectivas y está pensado para los adolescentes.
“Lo que no nos puede pasar como argentinos es olvidar. Una sociedad jamás será justa si no tiene memoria”, explica en las palabras preliminares del libro el ex combatiente y periodista Edgardo Esteban.
Otro de los libros que encabeza la lista de novedades es “Malvinas, la ilusión y la pérdida” de Silvia Plager y Elsa Fraga Vidal. Un título más que viene a nutrir la extensa lista de novelas histórico-románticas, con fuertes cargas de erotismo, que en la actualidad son un éxito de ventas. Éxito en un mercado alentado principalmente por autoras como Florencia Bonelli y Gloria V. Casañas.
La novela narra la vida de María Sáez y su esposo Luis Vernet entre 1829 y 1832. Se trata de una historia llena de paisajes, de aromas, de imágenes de esas tierras solitarias y cubiertas de viento helado. La historia de amor de dos seres excepcionales, los últimos gobernadores argentinos en Malvinas.
También siguen imprimiéndose nuevas ediciones del que, para muchos, es quizás el más importante libro de ficción sobre Malvinas. Nos referimos a “Los pichiciegos”, el relato que Fogwill escribió tres días después del final de la guerra, pero que sin embargo fue publicado por primera vez en 1983.
Esta novela cuenta la historia de un grupo de soldados argentinos que oficialmente no existen, están muertos, han sido dados de baja por la tropa y que se ocultan en un refugio subterráneo con el único objetivo de sobrevivir, confiando que la guerra acabe y puedan volver a casa. El lector pronto intuirá que el narrador describe una guerra dentro de otra.
“La Balsa de Malvina” de Fabiana Daversa es la más prometedora de las novedades en ficción. Escrita por una autora brasileña, esta novela intenta profundizar, desde sus primeras páginas, en la problemática de la identidad personal y nacional a la vez. Cuenta la vida de Malvina, quien decide abandonar la ciudad de Buenos Aires, luego de la muerte de su gran amigo de la infancia, Tomás.
Hija de un ex combatiente de la guerra del ’82 que no pudo reinsertarse en la sociedad y de una madre que perdió toda esperanza, Malvina, de profesión paleontóloga, lucha por salvar su vida de la mediocridad y del destino trágico que la acecha. En esa búsqueda depara con lo inesperado en un viaje que intentará seguir la misma ruta que realizó en su momento Darwin en la Argentina.
Finalmente, cabe destacar otra antología de narraciones, que si bien salió al mercado hace ya algunos años, su contenido aún continúa vigente y es posible ser rastreada en los estantes de varias librerías mendocinas.
“La guerra de Malvinas. Argentina 1982” de Editorial Biblos. Reúne cuentos y fragmentos de novelas, algunas canciones y poemas de autores como Juan Forn, Rodrigo Fresán, Carlos Gamerro, Daniel Guebel y Raúl Vieytes.
También incluye una selección de dos guiones cinematográficos: “Los chicos de la guerra”, de Bebe Kamín y Daniel Kon, y “El visitante”, de José Pablo Feinmann y Javier Olivera. Algunos de los materiales seleccionados por Jorge Warley son conocidos, otros no tanto; el conjunto intenta encender la mecha de la memoria y sacudir la monotonía de los lugares con los que habitualmente se retrata el tema.
Los ensayos
En este caso la lista es mucho más extensa, varios son los títulos disponibles y, tal como indican algunos de los libreros consultados, su repercusión en ventas ha sido notable, como vienen siendo los ensayos políticos e históricos desde hace algunos años en general.
En “1982”, el último libro de Juan Bautista Yofre, se examina la guerra y sus laberintos políticos y diplomáticos a través del análisis de un gran número de documentos reservados del Proceso, como los papeles de la Cancillería y la “Memoria”.
Su relato se basa en una tarea de investigación y trabaja sobre datos duros para llegar a una serie de conclusiones que prometen cambiar la perspectiva que hasta hoy se tenía acerca de Malvinas. En “Malvinas: Gesta e Incompetencia”, escrito por el teniente general Martín Balza, queda narrada la experiencia vivida al frente de la unidad de combate. El autor y testigo realiza una crónica detallada de los episodios, rememorándolos y exponiéndolos a la implacable crítica de la luz pública.
La reedición de “Señales de Guerra” de Lawrence Freedman y Virginia Gamba es una mirada extranjera sobre el conflicto. Su objetivo no es atribuir culpabilidades ni resolver la cuestión de la soberanía. Los autores no intentan defender una posición política.
El texto, documentado con una importante bibliografía de Gran Bretaña y la Argentina, a la que se sumaron un gran número de entrevistas a las máximas dirigencias, se ha mantenido increíblemente vigente.
Muchas de sus conclusiones fueron confirmadas por la apertura de los documentos oficiales. Esta nueva edición, según sus editores, “es imprescindible para que las nuevas generaciones estén alertas de lo fácil que es la escalada bélica cuando las partes no se abocan a la búsqueda de una resolución pacífica”.
La editorial Edhasa también puso nuevamente a disposición de sus lectores tres títulos. “Partes de Guerra - Malvinas 1982” de Graciela Speranza y Fernando Cittadini, “Las Guerras por Malvinas” de Federico Lorenz y un libro de imágenes titulado “Cruces - Idas y Vueltas de Malvinas” a cargo de María Laura Guembe.
La editorial Aguilar relanzó el libro “Batallas de Malvinas” escrito por Pablo Camogli, profesor de Historia de la Universidad Nacional de Cuyo. Mientras que sigue a la venta desde Sudamericana el libro “Tierra de Nadie” de Ignacio Montes de Oca, una obra que intenta desentrañar los mitos en torno al conflicto.
Ocupan el inventario también: “Malvinas: de la Guerra Sucia a la Guerra Limpia” de León Rozitchner, “Malvinas - Retratos y Paisajes de Guerra” de Juan Travnik, “Malvinas: Su Historia en Historias” de Arnoldo Canclini, “Rabinos de Malvinas” de Hernán Dobry y una quincena de títulos más que pueden hallarse aún en stock en diferentes librerías de capital.
Asfixia y oficialización del rock
Los gobiernos autoritarios no se llevan bien
con la cultura. Reniegan de toda expresión que pueda deslegitimar su
poder. En la mayoría de los casos niegan su existencia o cuando pueden
la usan para sus propios fines convertida en propaganda. Cuando los
denuncia, intentan aplastarla o tratan de distorsionar sus fines y
contenidos.
La dictadura padecida por los argentinos entre 1976 y 1983 no fue una excepción a esta oscura regla y, en todos los ámbitos, los militares persiguieron y censuran, mediante un complejo aparato represivo y criminal, las expresiones disidentes.
El totalitarismo de los ’70 hostigó y persiguió a los seguidores del rock y, tal como documentan relatos de la época, no solo sobre los recitales se desataba la represión, sino sobre cualquiera que caminara por la calle con algún estilo que se asociara al rock.
Sin embargo, el rock no solo siguió vivo durante esos duros años, sino que lentamente se transformó en uno de los ámbitos privilegiados de protesta social. Fue el lugar donde los jóvenes encontraron contención, refugio y el espacio para desarrollar su descontento.
Las letras con sus dobles sentidos, con sus metáforas y grandes alegorías, denunciaban los cruentos sucesos y pronto sus compositores se transformaban en héroes e inspiradores. La Guerra de Malvinas paradójicamente permitió que el rock nacional se difundiera masivamente y, sobre el final de la dictadura, este movimiento, que tanto había sido vapuleado y perseguido, alcanzó como nunca antes una difusión masiva en las radios de todo el país.
Recordemos que la guerra produjo en la sociedad un auge de carácter nacionalista y anti-inglés que permitió a los jóvenes rockeros la oficialización y bendición de sus temas. La medida fue tomada por los militares contra los países enemigos.
Lo que no intuían estos militares es que eliminar de las radios la música inglesa para reemplazarla por expresiones del rock nacional traería consigo duras críticas a un gobierno cínico e ilegítimo. Así durante esta época surgen canciones que a veces parecían no decir nada, pero que sin embargo eran fuertes reclamos y hondas reflexiones del ahogo provocado por la falta de libertad.
Escondidas bajo historias aparentemente inocentes, casi infantiles, las letras de las canciones narraban en breves minutos todo un universo de sentidos y pasaban revista sobre los sucesos de actualidad.
Durante este período el rock nacional estuvo comprometido con la realidad social de la época y fuertemente imbricado con la política, ya sea para denunciarla o bien como resistencia.
Grupos y solistas, tanto del circuito rockero como de la canción popular, que eran prohibidos y perseguidos, pronto fueron asimilados y estimulados. En conjunto lograron acceder a un circuito formal que les estaba vedado. Y muchos de ellos, en medio de la exaltación malvinense, introducían estéticas y canciones que también cuestionaban la dictadura.
León Gieco impuso como himno “Sólo le pido a Dios”, Pedro y Pablo cuestionaron a Thatcher en “Señora violencia e hijos”, Charly García realizó la crítica más devastadora en “No bombardeen Buenos Aires”.
También salió a la luz Víctor Heredia con “Aquellos soldaditos de plomo” y su “Informe de la situación”. Raúl Porchetto estrenó “Reina madre”, Alejandro Lerner “La isla de la buena memoria” y Adrián Abonizio “El soldado y la reina de las nieves”.
Son estos y una lista más de temas y de cantautores como, Juan Carlos Baglietto, Fito Páez, Rubén Goldín, Silvina Garré, Jorge Fandermole y grupos como Los Abuelos de la Nada, Serú Giran, Sui Generis y Rata Blanca, por nombrar solo algunos, con los que el rock nacional se nutrió para dar testimonio de una época.
Estas canciones sirvieron para apuntalar el predecible y doloroso saldo de la guerra y el irremediable fin del oscuro imperio de la dictadura. Por eso hoy se las recuerda como fruto de 1982, año en el que finaliza un período en el rock y comienza una etapa signada por una increíble fuerza estética.
Ciclo en el que el rock nacional asiste a su propio renacimiento, entre el repudio ideológico hacia la guerra y una batalla simbólica, que tuvo como saldo positivo que nacieran las mejores canciones.
La dictadura padecida por los argentinos entre 1976 y 1983 no fue una excepción a esta oscura regla y, en todos los ámbitos, los militares persiguieron y censuran, mediante un complejo aparato represivo y criminal, las expresiones disidentes.
El totalitarismo de los ’70 hostigó y persiguió a los seguidores del rock y, tal como documentan relatos de la época, no solo sobre los recitales se desataba la represión, sino sobre cualquiera que caminara por la calle con algún estilo que se asociara al rock.
Sin embargo, el rock no solo siguió vivo durante esos duros años, sino que lentamente se transformó en uno de los ámbitos privilegiados de protesta social. Fue el lugar donde los jóvenes encontraron contención, refugio y el espacio para desarrollar su descontento.
Las letras con sus dobles sentidos, con sus metáforas y grandes alegorías, denunciaban los cruentos sucesos y pronto sus compositores se transformaban en héroes e inspiradores. La Guerra de Malvinas paradójicamente permitió que el rock nacional se difundiera masivamente y, sobre el final de la dictadura, este movimiento, que tanto había sido vapuleado y perseguido, alcanzó como nunca antes una difusión masiva en las radios de todo el país.
Recordemos que la guerra produjo en la sociedad un auge de carácter nacionalista y anti-inglés que permitió a los jóvenes rockeros la oficialización y bendición de sus temas. La medida fue tomada por los militares contra los países enemigos.
Lo que no intuían estos militares es que eliminar de las radios la música inglesa para reemplazarla por expresiones del rock nacional traería consigo duras críticas a un gobierno cínico e ilegítimo. Así durante esta época surgen canciones que a veces parecían no decir nada, pero que sin embargo eran fuertes reclamos y hondas reflexiones del ahogo provocado por la falta de libertad.
Escondidas bajo historias aparentemente inocentes, casi infantiles, las letras de las canciones narraban en breves minutos todo un universo de sentidos y pasaban revista sobre los sucesos de actualidad.
Durante este período el rock nacional estuvo comprometido con la realidad social de la época y fuertemente imbricado con la política, ya sea para denunciarla o bien como resistencia.
Grupos y solistas, tanto del circuito rockero como de la canción popular, que eran prohibidos y perseguidos, pronto fueron asimilados y estimulados. En conjunto lograron acceder a un circuito formal que les estaba vedado. Y muchos de ellos, en medio de la exaltación malvinense, introducían estéticas y canciones que también cuestionaban la dictadura.
León Gieco impuso como himno “Sólo le pido a Dios”, Pedro y Pablo cuestionaron a Thatcher en “Señora violencia e hijos”, Charly García realizó la crítica más devastadora en “No bombardeen Buenos Aires”.
También salió a la luz Víctor Heredia con “Aquellos soldaditos de plomo” y su “Informe de la situación”. Raúl Porchetto estrenó “Reina madre”, Alejandro Lerner “La isla de la buena memoria” y Adrián Abonizio “El soldado y la reina de las nieves”.
Son estos y una lista más de temas y de cantautores como, Juan Carlos Baglietto, Fito Páez, Rubén Goldín, Silvina Garré, Jorge Fandermole y grupos como Los Abuelos de la Nada, Serú Giran, Sui Generis y Rata Blanca, por nombrar solo algunos, con los que el rock nacional se nutrió para dar testimonio de una época.
Estas canciones sirvieron para apuntalar el predecible y doloroso saldo de la guerra y el irremediable fin del oscuro imperio de la dictadura. Por eso hoy se las recuerda como fruto de 1982, año en el que finaliza un período en el rock y comienza una etapa signada por una increíble fuerza estética.
Ciclo en el que el rock nacional asiste a su propio renacimiento, entre el repudio ideológico hacia la guerra y una batalla simbólica, que tuvo como saldo positivo que nacieran las mejores canciones.
Representar en la pantalla
La influencia de Malvinas en la
cinematografía nacional, a grandes rasgos, ha sido escasa. Si bien es
cierto que desde el 2005 en adelante han proliferado una serie de
documentales sobre el tema, abocados a retratar los testimonios y voces
silenciados de ex combatientes o familiares, en el período anterior a
esta fecha las creaciones vinculadas al conflicto son pocas.
También es verdad que de la democracia a esta parte, a pesar de la irrisoria producción, varias películas sobre Malvinas han tenido cierto alcance social y de alguna manera se han constituido en referentes indiscutibles a la hora de hablar de la guerra.
Imaginar colectivamente la guerra a través del cine significa tener que abordar la problemática sobre la construcción de la memoria en torno a la última dictadura, y con ello tener que superar las disputas sobre la interpretación del pasado reciente.
El cine no es ajeno a estos conflictos y por eso se explica la dificultad estatal y privada en promover iniciativas vinculadas a este universo de sentido. En materia de producciones culturales, sin embargo, pueden rastrearse históricamente estas encrucijadas sociales. Así, por ejemplo, muy poco después de terminada la dictadura el cine experimentó un gran impulso entusiasmado por la denuncia.
A esta situación ayudó la reactivación de la industria audiovisual y el resurgimiento de la dictadura como tema de debate, tanto en la agenda de la opinión pública, como también en el ámbito de la justicia y de la sociedad.
¿Podrá el cine acompañar esta nueva etapa de conflictos? ¿Surgirán nuevas ficciones en torno a Malvinas? ¿Servirá la conmemoración de estos 30 años para profundizar las dimensiones históricas de la guerra? ¿Podrá el cine ayudar en la transmisión de las memorias de nuestro pasado? Estos y otros son algunos de los interrogantes que aún quedan por descubrir y a los que socialmente tarde o temprano tendremos que responder.
Las películas
Mientras esperamos alguna luz que ilumine tantas incógnitas y sin pretender hacer una lista exhaustiva de todos los films que participaron en la reconstrucción de la memoria sobre Malvinas, rescatamos aquí una serie de películas que pueden considerarse quizás los más importantes sobre el tema.
En todas ellas revive la historia trágica de una época y en la materia de todos estos films vive cierta porosidad documental, a pesar de que muchos de ellos son ficciones y poseen carácter argumental. Con cada una de estas películas hemos aprendido a sentir, recordar y pensar y sus imágenes, que perduran en el tiempo, son documentos fidedignos de una época y motivo de reflexión actual.
“Los chicos de la guerra” (1984) de Bebé Kamin. Se centra en las historias de tres jóvenes de distintas clases sociales, desde sus propias infancias hasta los traumáticos regresos del conflicto.
“La deuda interna” (1988) de Miguel Pereira. Un joven indígena conoce a un maestro y entre ambos nace una amistad que se interrumpe cuando el joven es convocado a participar en la guerra.
“Hundan al Belgrano” (1996) de Federico Urioste. Relato minucioso de cada uno de los detalles de la guerra sobre la base de entrevistas, escenas dramáticas, mapas y otros elementos de raíz histórica.
“El visitante” (1999) de Javier Olivera. Un ex combatiente, no puede olvidar los días en que estuvo en las trincheras, tampoco a su compañero de lucha, que perdió en aquel desolado lugar de pesadilla.
“Fuckland” (2000) de José Luis Marqués. Un argentino se propone reconquistar las islas a través de la idea de embarazar a las nativas del lugar y, así, poblarlas de argentinos.
“Iluminados por el fuego" (2005) de Tristán Bauer. A partir del intento de suicidio de uno de sus ex compañeros, Esteban se sumerge en los recuerdos de guerra que compartió con otros reclutas.
"Locos de la Bandera" (2005) de Julio Cardozo. Historia de los familiares de los 649 caídos argentinos y sus testimonios desgarradores frente al dolor y la pérdida.
"No tan nuestras" (2005) de Ramiro Longo. Abordada desde la dura realidad que afronta un veterano de guerra argentino del enfrentamiento armado y su posterior experiencia como prisionero.
"Huellas en el viento"(2008) de Sandra Di Luca. Documental sobre un grupo de ex combatientes que regresa a las Islas para registrar una crónica de los recuerdos.
"Malvinas, 25 años de silencio" (2008) de Myriam Angueira. Un grupo de soldados de la clase 62 y 63 de la provincia de Chubut, decide romper el silencio y ponerle palabras al dolor
También es verdad que de la democracia a esta parte, a pesar de la irrisoria producción, varias películas sobre Malvinas han tenido cierto alcance social y de alguna manera se han constituido en referentes indiscutibles a la hora de hablar de la guerra.
Imaginar colectivamente la guerra a través del cine significa tener que abordar la problemática sobre la construcción de la memoria en torno a la última dictadura, y con ello tener que superar las disputas sobre la interpretación del pasado reciente.
El cine no es ajeno a estos conflictos y por eso se explica la dificultad estatal y privada en promover iniciativas vinculadas a este universo de sentido. En materia de producciones culturales, sin embargo, pueden rastrearse históricamente estas encrucijadas sociales. Así, por ejemplo, muy poco después de terminada la dictadura el cine experimentó un gran impulso entusiasmado por la denuncia.
A esta situación ayudó la reactivación de la industria audiovisual y el resurgimiento de la dictadura como tema de debate, tanto en la agenda de la opinión pública, como también en el ámbito de la justicia y de la sociedad.
¿Podrá el cine acompañar esta nueva etapa de conflictos? ¿Surgirán nuevas ficciones en torno a Malvinas? ¿Servirá la conmemoración de estos 30 años para profundizar las dimensiones históricas de la guerra? ¿Podrá el cine ayudar en la transmisión de las memorias de nuestro pasado? Estos y otros son algunos de los interrogantes que aún quedan por descubrir y a los que socialmente tarde o temprano tendremos que responder.
Las películas
Mientras esperamos alguna luz que ilumine tantas incógnitas y sin pretender hacer una lista exhaustiva de todos los films que participaron en la reconstrucción de la memoria sobre Malvinas, rescatamos aquí una serie de películas que pueden considerarse quizás los más importantes sobre el tema.
En todas ellas revive la historia trágica de una época y en la materia de todos estos films vive cierta porosidad documental, a pesar de que muchos de ellos son ficciones y poseen carácter argumental. Con cada una de estas películas hemos aprendido a sentir, recordar y pensar y sus imágenes, que perduran en el tiempo, son documentos fidedignos de una época y motivo de reflexión actual.
“Los chicos de la guerra” (1984) de Bebé Kamin. Se centra en las historias de tres jóvenes de distintas clases sociales, desde sus propias infancias hasta los traumáticos regresos del conflicto.
“La deuda interna” (1988) de Miguel Pereira. Un joven indígena conoce a un maestro y entre ambos nace una amistad que se interrumpe cuando el joven es convocado a participar en la guerra.
“Hundan al Belgrano” (1996) de Federico Urioste. Relato minucioso de cada uno de los detalles de la guerra sobre la base de entrevistas, escenas dramáticas, mapas y otros elementos de raíz histórica.
“El visitante” (1999) de Javier Olivera. Un ex combatiente, no puede olvidar los días en que estuvo en las trincheras, tampoco a su compañero de lucha, que perdió en aquel desolado lugar de pesadilla.
“Fuckland” (2000) de José Luis Marqués. Un argentino se propone reconquistar las islas a través de la idea de embarazar a las nativas del lugar y, así, poblarlas de argentinos.
“Iluminados por el fuego" (2005) de Tristán Bauer. A partir del intento de suicidio de uno de sus ex compañeros, Esteban se sumerge en los recuerdos de guerra que compartió con otros reclutas.
"Locos de la Bandera" (2005) de Julio Cardozo. Historia de los familiares de los 649 caídos argentinos y sus testimonios desgarradores frente al dolor y la pérdida.
"No tan nuestras" (2005) de Ramiro Longo. Abordada desde la dura realidad que afronta un veterano de guerra argentino del enfrentamiento armado y su posterior experiencia como prisionero.
"Huellas en el viento"(2008) de Sandra Di Luca. Documental sobre un grupo de ex combatientes que regresa a las Islas para registrar una crónica de los recuerdos.
"Malvinas, 25 años de silencio" (2008) de Myriam Angueira. Un grupo de soldados de la clase 62 y 63 de la provincia de Chubut, decide romper el silencio y ponerle palabras al dolor
"Desobediencia debida" (2010) de Victoria Reale. El piloto Jeff Glover
cuenta qué le ocurrió durante las siete semanas que estuvo prisionero en
la Argentina.
“Un cuento Chino” (2011) de Sebastián Borensztein. Narra el encuentro fortuito entre un argentino marcado por las huellas de la guerra y un chino que deambula perdido por la ciudad de Buenos Aires.
“Un cuento Chino” (2011) de Sebastián Borensztein. Narra el encuentro fortuito entre un argentino marcado por las huellas de la guerra y un chino que deambula perdido por la ciudad de Buenos Aires.
Fuente: Los Andes Online
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