miércoles, 25 de febrero de 2015

Una enana roja rozó el sistema solar hace 70.000 años
El encuentro estelar, el más próximo documentado, apenas habría afectado a los objetos de la nube de Oort. 

Interpretación artística de una estrella enana roja. NASA/Walt Feimer

Una enana roja se adentró en los márgenes del sistema solar hacia la época en que nuestra especie abandonaba África y comenzaba a poblar Eurasia. Se trata del encuentro estelar más próximo conocido en el que haya participado el Sol. De hecho, puede que nuestros antepasados llegasen a ver el astro durante alguna de sus ocasionales erupciones, de entre minutos y horas de duración.

Con una masa del 8 por ciento de la del Sol y acompañada por una enana marrón, la pequeña estrella fue descubierta en 2013 en las imágenes del Explorador Infrarrojo de Campo Amplio (WISE), de la NASA. En la actualidad se encuentra a una distancia de 19,6 años luz, bastante próxima en términos astrofísicos.

Eric Mamajek, astrónomo de la Universidad de Rochester en Nueva York, se interesó por el astro cuando supo que, aunque avanzaba con lentitud por el espacio, su velocidad radial (la rapidez con que un objeto se aleja del observador) era elevada. Es decir, la enana roja, apodada “estrella de Scholz” en honor de su descubridor, parecía estar huyendo en línea recta de nuestro sistema planetario.

Al reconstruir su trayectoria, Mamajek y su equipo llegaron a la conclusión de que, con un 98 por ciento de confianza estadística, hace unos 70.000 años la estrella se habría adentrado en la nube de Oort, el enjambre de cometas y pequeñas rocas que envuelve el sistema solar más allá del cinturón transneptuniano. Los resultados aparecieron publicados el pasado 10 de febrero en el Astrophysical Journal Letters.

Según los investigadores, el objeto habría pasado a una velocidad de 83 kilómetros por segundo a tan solo 0,8 años luz del Sol (unas 52.000 veces la distancia que lo separa de nuestro planeta). En comparación, la estrella más cercana conocida al sistema solar, Proxima Centauri, se encuentra hoy a unos 4,2 años luz de distancia.

“El resultado es correcto casi con total seguridad, ya que los cálculos necesarios para reconstruir una trayectoria estelar rectilínea se entienden bien”, apunta Adam Burgasser, astrónomo de la Universidad de California en San Diego que no tomó parte en la investigación. “El hallazgo no deja de resultar sorprendente, ya que se espera que un encuentro de este tipo solo se produzca una vez cada 9 millones de años”, añade Scott Tremaine, de la Universidad de Princeton.

Mamajek apunta que, dado que la estrella es muy tenue y que atravesó la nube de Oort con rapidez, su efecto sobre ella habría sido casi nulo. Y, en caso de que hubiese lanzado algún cometa hacia el sistema solar interior, este aún tardaría cientos de miles de años en llegar, señala Tremaine. Con todo, si otras estrellas de mayor tamaño se hubiesen adentrado en la nube de Oort en el pasado remoto, podrían haber desencadenado grandes lluvias de cometas y, con ello, algunas de las extinciones masivas de nuestro planeta, concluye Mamajek. 


Fuente:  scientificamerican.com

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