martes, 29 de septiembre de 2015

Mendoza: convertir basura en leña ecológica
Alumnos de la Escuela Especial 2040 de Uspallata, en Mendoza, producen briquetas a partir de la recolección y secado de hojas de álamo y otros desechos. La iniciativa evita la deforestación y cosechó el apoyo de diversos organismos.
por Vanina Lombardi



Para hacer leña ecológica con productos de desecho no se necesitan maquinarias ni equipos costosos. El procedimiento es relativamente sencillo, pero producirla de manera sistemática y en cantidades significativas como para poder disminuir el consumo de leña vegetal requiere de una tecnología más compleja, que involucra la participación y el modo de relacionarse de diversos actores, incluso de quienes serán los beneficiarios de la iniciativa.

El procedimiento, entonces, se vuelve complejo. Pero con voluntad, convicción y un fuerte sentido de conciencia social y ambiental, la concreción de este tipo de proyectos es posible. Miguel Ángel Farías, un empleado municipal de Las Heras, en Mendoza, se cansó de barrer las hojas que caen de los árboles, que allí funcionan como cortina forestal para frenar los fuertes vientos que azotan la zona –que a veces alcanzan los 90 kilómetros por hora de velocidad–, una zona que en invierno se vuelve blanca de nieve y rocío congelado por las mañanas.

“Las cortinas forestales nos dejan una gran cantidad de hojas que no se sabe qué utilidad darle: se queman, contaminan el medioambiente, tapan las acequias y producen accidentes”, reconoce Farías y destaca que, hace unos años, desde la Escuela Especial 2040 Valle de Uspallata –adonde concurren alrededor de 20 alumnos con capacidades diferentes– han optado por encargarse de “la tarea de mostrarle a la gente lo que se puede hacer con todo eso”.

Alumnos de la Escuela Especial 2040 Valle de Uspallata producen leña ecológica con hojas de álamo y otros residuos.

Y lo que pueden hacer es leña ecológica o briquetas: “Los niños comienzan recolectando las hojas secas, restos de poda y rastrojo, y otros desechos útiles para la formación de biomasa. También aprenden y enseñan en sus familias a clasificar residuos sólidos secos combustibles, como las servilletas o pañuelos de papel, que nadie tiene en cuenta”, comenta Farías y detalla que, una vez recolectados los residuos, los trituran en una moledora de granos que han modificado especialmente para este procedimiento.

“Así obtenemos un producto que parece papel picado, y con eso ya hemos beneficiado al medioambiente, porque hemos reducido la basura seis o siete veces”, destaca Farías. Posteriormente, ese “papel picado” se humedece para formar una especie de pasta, que los alumnos colocan en moldes y los presionan con una prensa para quitarles la mayor cantidad de líquido posible. Por último, las piezas son removidas de los moldes y se ponen a secar al sol.

El resultado son las denominadas briquetas, unas piezas que pueden ser utilizadas como combustible: dan llama, producen brasas y tienen un poder calórico similar al que se obtiene con leña de álamo, “con la ventaja de que evitan la deforestación y no contaminan el medioambiente, ya que el dióxido de carbono que emiten es igual o menor al que absorbió en su vida útil”, puntualiza Farías.

En la actualidad, este proyecto cuenta con el apoyo de diversos organismos públicos como la Municipalidad de Las Heras, el Gobierno de la provincia de Mendoza, el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y la Cámara de Comercio y Turismo de Uspallata. También de instituciones como la escuela secundaria “Virgen de las Nieves” y el Centro de Actividades Juveniles 4032, así como del Centro Permanente de Educación de Jóvenes Adultos de Uspallata y la Biblioteca popular “Camino del Inca de Uspallata”.

Miguel Ángel Farías adaptó la trituradora y guía a los niños en la fabricación de estas briquetas de leña ecológica con “desechos” útiles para la formación de biomasa.

“Nosotros los estamos ayudando con la difusión del proyecto y esperamos poder colaborar con la estandarización del proceso y el análisis del poder calórico, así como evaluar si hay alguna diferencia entre trizar hojas o ramas, o todo lo que esté vinculado a celulosa de alguna forma”, dice la ingeniera agrónoma Natalia Naves, técnica de la Dirección de Producción Forestal en la región Cuyo, y recuerda que la institución se contactó con Farías a través del INTA y de profesionales en común, puesto que el colegio previamente se había sumando al programa Pro Huerta. “Así fue que llegamos a Miguel y nos encontramos con esta genialidad que hizo con las briquetas”, recuerda la especialista.

“Las podemos usar como alternativa para calefacción y cocina. La diferencia es que para conseguir un kilo de leña forestal se necesitan de ocho a diez años y es necesario cortar el árbol, mientras que con este proceso conseguimos un kilo de leña ecológica sin deforestar y a partir de eso que algunos llaman basura y que para otros es un tesoro, porque es leña. Hemos reciclado, reutilizado y hemos contribuido al medioambiente”, concluye Farías.   


Fuente:  Agencia TSS 

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