sábado, 21 de noviembre de 2015

El satélite ruso ‘gamberro’ y la respuesta internacional 
por Daniel Marín 



En la órbita geoestacionaria, a 36000 kilómetros sobre nuestras cabezas, un satélite ruso no se está portando bien. O al menos eso es lo que dicen los medios occidentales. De acuerdo con los militares norteamericanos, el satélite ‘gamberro’ ruso se ha acercado a menos de cinco kilómetros de otro satélite cuya nacionalidad no se ha hecho pública. Cinco kilómetros puede parecer mucho, pero en la enorme vastedad del espacio es equivalente a que se te acerque un desconocido en medio del desierto y te dé un abrazo.

Lanzamiento del Luch/Olimp-K mediante un cohete Protón-M/Briz-M (Khrúnichev).
El satélite disruptivo se llama Olimp-K (Олимп-К, también Olimp K-1) y fue lanzado el 2 de septiembre de 2014 desde el cosmódromo de Baikonur por un cohete Protón. El hecho de que su objetivo fuese la órbita geostacionaria (GEO) y que también fuese conocido como Luch (Луч, ‘rayo’) hizo pensar a muchos que se trataba de una variante de los satélites de comunicaciones civiles Luch-5. Pero no era el caso: el Olimp-K era un satélite distinto con un diseño y unas especificaciones totalmente secretas. En octubre de 2014 el Olimp-K alcanzó la que parecía ser su posición definitiva en GEO, situada en la longitud 53º este. Sin embargo, a finales de enero de este año el satélite comenzó a moverse hasta llegar en febrero a la posición 95,5º este. Hasta aquí nada extraño. Es normal que los satélites de comunicaciones geoestacionarios cambien de posición en su órbita según la zona de la superficie que sus operadores quieran que cubran. Pero el Olimp-K volvió a moverse hacia el oeste en GEO a partir de abril. Y desde entonces no ha parado.


Satélite de comunicaciones civil Luch-5. Hasta donde sabemos no tiene nada que ver con el Olimp-K/Luch (ISS Resehtniov).

Las alarmas saltaron cuando el Olimp-K llegó a la posición 18,1º oeste, justo entre los satélites Intelsat 7 e Intelsat 901, separados por tan solo medio grado en GEO, pasando a menos de diez kilómetros (por cierto, se especula con que el satélite ruso podría usar para estos traslados algún tipo de sistema de propulsión iónico). Los traslados de satélites en GEO son relativamente normales, pero esta ‘excursión’ no lo era en absoluto, puesto que los operadores intentan mantener siempre los satélites lo más separados que sea posible para evitar, además de colisiones -muy poco probables en GEO- interferencias en las comunicaciones. ¿Qué estaba haciendo el satélite ruso? Por si fuera poco, en septiembre el Olimp-K se movió hasta la posición 24,4º oeste, justo al lado del Intelsat 905, situado en la longitud 24,5º. Lógicamente, Intelsat cursó una protesta formal al gobierno ruso y el caso se filtró a la prensa internacional.

Los misteriosos movimientos del Olimp-K parecían confirmar los rumores procedentes de Rusia de antes de su lanzamiento que indicaban que el satélite tendría una doble misión: además de ser un satélite de comunicaciones construido para el Ministerio de Defensa de la Federación Rusa también tendría una carga útil destinada a espiar las señales de comunicaciones de otros satélites, tanto civiles como militares, lo que en terminología militar se conoce como SIGINT/ELINT. Sea verdad o no, el caso es que las protestas del gobierno norteamericano por el comportamiento del Olimp-K han crecido en intensidad en las últimas semanas, quizá porque no debemos olvidar que, además de satélites de comunicaciones civiles, EEUU tiene en la órbita geostacionaria varios satélites militares de todo tipo, incluyendo los Mercury o los Orión, dedicados precisamente a misiones SEGINT/ELINT, o los SBIRS, satélites de alerta temprana cuyo objetivo es detectar el lanzamiento de misiles balísticos. Huelga decir que lo último que querría el Pentágono es un satélite ruso interfiriendo o espiando las comunicaciones de satélites estratégicos como los antes mencionados.

Fuera del Kremlin nadie sabe cuál es la auténtica misión del Olimp-K o a qué se deben estos polémicos acosos a otros satélites de Intelsat, aunque lo lógico es suponer que, o bien se trata de pruebas de intercepción de señales, o el gobierno ruso está intentando hacer llegar un mensaje al Pentágono (algo así como “podemos acercarnos y espiar vuestros satélites cuando queramos”). O ambas cosas al mismo tiempo. ¿Y por qué querría hacer Rusia algo así, aparte de para ‘tocar las narices’ a Occidente porque sí en medio de esta nueva Guerra Fría 2.0 que estamos viviendo? Nuevamente, no lo sabemos, pero podemos especular que las maniobras del Olimp-K son una respuesta al misterioso programa GSSAP (Geosynchronous Space Situational Awareness Program) norteamericano, cuyo objetivo es precisamente espiar satélites enemigos en órbita geoestacionaria (en concreto, el objetivo declarado de los GSSAP es fotografiar otros satélites en GEO, pero su diseño y sus prestaciones reales son alto secreto). Precisamente el pasado mes de octubre el sistema GSSAP fue declarado operacional por el Pentágono. ¿Casualidad?¿Es posible que algún satélite GSSAP haya intentado ‘molestar’ a un satélite ruso y las maniobras del Olimp-K sean una respuesta? Quién sabe. Por otro lado, los GSSAP no son los primeros satélites espías de este tipo. Ya en los años 80 los EEUU lanzaron el famoso satélite espía Prowler durante la misión STS-38 del transbordador espacial. Aunque la existencia de este programa sigue estando clasificada, se cree que durante el transcurso de su misión el Prowler llegó a acercarse a varios satélites ‘enemigos’ para inspeccionarlos de cerca.

En definitiva, sea lo que sea que está pasando en GEO tiene mala pinta. Mientras, seguiremos atentos a los movimientos del Olimp-K… y los de los GSSAP.

Se cree que el satélite Prowler tenía el diseño de un típico satélite de comunicaciones en GEO.


Fuente: naukas.com

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