martes, 29 de marzo de 2016

Un virus contra el cáncer
Unleash Immuno Oncolytics obtuvo la licencia para llevar a ensayos clínicos una terapia contra el cáncer desarrollada por científicos del Instituto Leloir y el CONICET. En abril cierran una ronda de financiamiento y buscan inversores argentinos.
por Vanina Lombardi




Los avances científicos están permitiendo que algunos virus se alíen al sistema inmune en la defensa contra enfermedades como el cáncer. Son los denominados virus oncolíticos y es el área de estudio de un grupo de investigadores de la Fundación Instituto Leloir coordinado por el doctor en Ciencias Biológicas Osvaldo Podhajcer, investigador superior del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y jefe del Laboratorio de Terapia Molecular y Celular de la Fundación Instituto Leloir, que desde hace alrededor de 20 años se dedica al estudio de estos microorganismos.

“Cuando comenzaron estas investigaciones se buscaba evitar que se multiplicaran los virus, por un tema de bioseguridad, y cuando se vio que eso no era un problema, se empezó a trabajar paulatinamente con virus que se replican: pasamos de retrovirus a adenovirus y hoy seguimos estudiando modificaciones en los adenovirus, que les dan más potencia y mayores niveles de bioseguridad”, explica Podhajcer y agrega que, en la actualidad, “debe haber 500 ensayos clínicos en el mundo con diferentes tipos de virus para tratar el cáncer y hay unas 20 compañías trabajando en fases clínicas con virus oncolíticos”.

Entre los desarrollos que Podhacer llevó adelante con su equipo se destaca el virus UIO-512, ideado para combatir dos tipos de cáncer en particular: el de ovario y el melanoma (un tipo de cáncer de piel). Se trata de un adenovirus oncolítico que tiene la particularidad de que, al multiplicarse, no solo ataca a las células malignas del tumor, sino también a su entorno (al ambiente tumoral, conocido como estroma), pero evitando contagir o afectar a las células normales. “Lo diseñamos así porque creemos que el tumor es un órgano y hay que atacar a todas sus células”, explica Podhajcer a TSS y agrega que, además de ellos, hay un solo grupo de investigación que trabaja sobre esta idea, mientras que el resto lo hace con virus que solo atacan a las células malignas del tumor.

Este desarrollo obtuvo una patente internacional PCT (siglas de Tratado de Cooperación de Patentes, un acuerdo internacional que abarca 148 países y del que la Argentina no forma parte) en el año 2008. “Nos pareció que era lo más adecuado, para que nadie trabajara ni siquiera en lo académico con lo que hacemos. Las patentes generan un cerco de seguridad, que no solo protege la parte comercial. Entonces, en general, los avances que se hagan provendrán de nuestro grupo y nosotros podemos publicar lo que queremos y cuando queremos, sabiendo si la patente lo protege o no”, afirma Podhjacer.

Presentación del acuerdo entre Unleash e INIS Biotech y el CONICET. De izq. a der.: Daniel Katzman, CEO de Unleash; Mariano Mayer, secretario de Emprendedores y PYMES de la Nación; Lino Barañao, ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva; Marcelo Yanovsky, presidente de INIS Biotech; Alejandro Ceccatto, presidente del CONICET; Osvaldo Podhajcer, jefe del Laboratorio de Terapia Molecular y Celular del Instituto Leloir; y Paula Prados, gerente de INIS Biotech. Foto: Fundación Instituto Leloir.

El desarrollo de este virus oncolítico llamó la atención del grupo inversor local que decidió crear Unleash Immuno Oncolitics, una empresa con base en Saint Louis, en Estados Unidos. “La creamos en Estados Unidos porque vamos a necesitar varios millones de dólares de inversión y es muy difícil conseguirlos en la Argentina y más todavía para empresas argentinas. Nos guste o no, es la realidad”, reconoce Daniel Katzman, CEO y Fundador de Unleash, que se recibió de bioquímico en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y se dedicó al desarrollo de medicamentos durante 15 años en Estados Unidos e Israel.

Cuando retornó a la Argentina, Katzman conoció a Lisandro Bril, su actual socio en Unleash y managing partner de Axia Ventures, un fondo de inversión de riesgo con participación en empresas locales de software (Despegar, Technisys, GranData) y biotecnológicas (Keclon, BioScience), entre otras. “Él (por su socio) quería buscar oportunidades en biotecnología y yo podía aportar mis conocimientos en el tema. Fuimos a conocer diferentes organismos e institutos y nos atrajo mucho el proyecto del doctor Osvaldo Podhajcer”, recuerda el especialista y aclara que la idea inicial era armar un equipo de trabajo para formar una empresa que hiciera este desarrollo de manera serial, pero no pudieron hacerlo ni en la Argentina ni en Estados Unidos. “Así que decidí involucrarme de manera personal y a tiempo completo”, dice Katzman. Por eso, hoy junto con Bril están a cargo de Unleash.

Mientras tanto, ya habían comenzado un proceso de negociación con INIS Biotech (la división de transferencia de tecnología de la Fundación Instituto Leloir) y el CONICET, que duró alrededor de dos años y culminó en febrero de 2016 con la firma de un convenio que le habilita a Unleash la licencia de esta patente para desarrollar las inmunoterapias oncológicas. “El acuerdo es muy bueno e incluye regalías fijas con cada avance exitoso”, dice Podhacer. Y agrega: “Con cada etapa o hito en el desarrollo hay un pago. Además, si esto finalmente se comercializa, hay otro pago que es un porcentaje de las ventas. Otro aspecto que acordamos es que el precio de venta en la Argentina será sensiblemente menor que en el resto del mundo”, sostiene el especialista del Instituto Leloir.

“Es una licencia por la vida de la patente, que está relacionada al progreso del desarrollo del producto. Si no cumplimos con el progreso, los derechos vuelven al Instituto Leloir. Mientas avancemos y cumplamos con lo previsto, retenemos los derechos y podemos tratar de llegar a un producto tanto de manera independiente como asociados a otros inversores financieros”, agrega Katzman, y detalla que la primera parte de este proceso, estimada en alrededor de un año y medio de duración, implica el desarrollo del virus bajo normas de calidad de manufactura y los ensayos de toxicidad y biodistribución.

Posteriormente, la empresa tendrá que hacer las presentaciones necesarias ante los entes reguladores de la Argentina (ANMAT) y Estados Unidos (FDA) para poder hacer los ensayos en pacientes, conocidos como ensayos clínicos de las fases I y IIA. “Según cuánto tiempo nos lleven esas aprobaciones lo haremos en los dos lugares o en uno solo”, aclara Katzman y afirma que está previsto que, en total, todo este proceso concluya dentro de tres o cuatro años. Si los resultados son positivos, deberán buscar el modo más conveniente para seguir avanzando. Las opciones, según detalla el especialista, son hacer una nueva ronda de inversión o establecer algún tipo de colaboración con alguna empresa más grande, a la que sub-licencien el desarrollo, para que siga con el proceso de inversión.

Actualmente, ya está abierta la primera ronda de inversión que cerrará en abril próximo, en la que se aceptan inversiones desde 25.000 dólares en adelante. “Nos gustaría contar con inversores argentinos que decidan participar en esta ronda que está siendo liderada por inversores de Estados Unidos. Se puede entrar con las mismas condiciones”, subraya Katzman y concluye: “Cuantos más inversores locales haya asociados de alguna manera a este proyecto, más fácil será para nosotros pasar a la siguiente fase de desarrollo”. 



Fuente: Agencia TSS 

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