viernes, 21 de octubre de 2016

Schiaparelli se estrelló en Marte
por Daniel Marín


Ya es oficial: Marte tiene ahora dos cráteres que se llaman Schiaparelli. La sonda europea Schiaparelli (EDM) se estrelló contra la superficie de Marte el pasado 19 de octubre de 2016. La que debía ser la primera sonda de la ESA en aterrizar suavemente sobre el planeta rojo impactó a gran velocidad contra las llanuras de Meridiani Planum. En cuanto se supo de la desaparición de Schiaparelli la NASA y la ESA han trabajado conjuntamente para buscar los restos y la confirmación ha venido de la mano de la sonda MRO (Mars Reconnaissance Orbiter) de la NASA.

Cráter de Schiaparelli (mancha negra) y el paracaídas (mancha banca) en la imagen tomada por la cámara CTX de MRO (NASA/JPL-Caltech/MSSS).

Puesto que la elipse de aterrizaje es muy grande (100 x 15 kilómetros), MRO ha empezado la búsqueda por la parte central de la misma —el lugar más probable— y ha encontrado a Schiaparelli rápidamente, a solo 5,4 kilómetros del centro de la elipse y a 53 kilómetros de donde se encuentra el rover Opportunity de la NASA. Esto indica que por lo menos la trayectoria de Schiaparelli era más que correcta. Para facilitar la búsqueda MRO ha usado su cámara CTX (Context Camera), que tiene una resolución muy inferior a la cámara HiRISE, el instrumento estrella de MRO (6 metros por píxel frente a 30 centímetros por píxel). 


Comparación de la superficie antes y después de la llegada de Schiaparelli (pincha en la imagen para ver la animación)(NASA/JPL-Caltech/MSSS).
 
Zona de aterrizaje de Schiaparelli en Meridiani Planum (ESA).

Las imágenes no dejan lugar a dudas. Las fotos de CTX muestran un impacto reciente en Meridiani Planum que ha dejado un cráter elíptico de 15 x 40 metros y a poca distancia se aprecia una mancha clara que parece ser el paracaídas de la sonda, de doce metros de diámetro. La telemetría que Schiaparelli pudo enviar a su nave nodriza ExoMars TGO durante el descenso demuestra que, por motivos desconocidos, la sonda se separó del paracaídas antes de lo previsto y los propulsores de hidracina solo funcionaron durante tres segundos en vez de los treinta segundos planeados. Como resultado, Schiaparelli se precipitó desde más de dos kilómetros de altura hasta la superficie. 
Detalles e instrumentos de la cápsula EDM Schaparelli (ESA).

Algo ocurrió durante la separación de la sonda y el paracaídas (ESA).

La próxima semana podremos disponer de imágenes de mayor resolución de la cámara HiRISE que, junto con el análisis pormenorizado de la telemetría, servirán para resolver el misterio de Schiaparelli. El que dispongamos de telemetría de la fase de entrada y descenso no es lo normal, ya que en el pasado las sondas marcianas solían ‘llamar a casa’ una vez en la superficie. Los fracasos de la Mars Polar Lander de la NASA y la Beagle 2 británica, que en su momento desaparecieron sin dejar rastro, demostraron la importancia de disponer de telemetría durante el descenso para averiguar las causas de los posibles accidentes y tomar las medidas necesarias para que no se repitiesen.

Puesto que tenemos a nuestra disposición los datos de algunos de los instrumentos que llevaba Schiaparelli, dedicados a medir los parámetros de la entrada atmosférica y el descenso (AMELIA), no es atrevido decir que una parte importante de los objetivos de la misión se han cumplido. Ahora bien, de ahí a decir que Schiaparelli ha sido un éxito en un 80%, como ha hecho el director general de la ESA Johann-Dietrich Wörner, va un trecho. Schiaparelli debía demostrar no solo que es posible sobrevivir a la entrada atmosférica en Marte y desplegar un paracaídas supersónico, unas maniobras que hoy damos por sentadas pero que no son triviales, sino que además es posible aterrizar en Marte suavemente, en este caso usando nueve propulsores de hidracina. Una maniobra especialmente trascendente de cara a la misión ExoMars 2020. Y, lamentablemente, eso no lo ha conseguido.

Y es que la rueda de prensa en la que Wörner y los jefes de ExoMars explicaron lo sucedido fue un espectáculo bastante lamentable. En vez de decir claramente que lo más probable era que Schiaparelli se había estrellado, Wörner y la ESA mantuvieron durante la conferencia y en el comunicado de prensa posterior que todavía no se sabía si Schiaparelli había llegado a aterrizar con éxito. Un escenario que para entonces la ESA ya sabía que no era posible, como se pudo comprobar inmediatamente después en el turno de preguntas, cuando el director de misiones planetarias de la ESA, Andrea Accomazzo, hizo públicos los datos de la telemetría de Schiaparelli e informó que los propulsores solo se habían encendido durante unos pocos segundos. Es normal que cualquier organización intente minimizar sus fracasos, pero no de esa forma. Nunca se debe mentir ni tomar al público por idiota. El bochorno de la rueda de prensa fue además innecesario, porque la ESA podía haberse centrado en el éxito de la inserción orbital de TGO sin necesidad de engañar a nadie.

Dicho esto, tampoco debemos sacar de quicio el fracaso de Schiaparelli. Porque es cierto que se trataba de un demostrador tecnológico y no del objetivo principal de la misión ExoMars 2016, centrada en el orbitador TGO. Y también es cierto que gran parte de los datos que los ingenieros pretendían recabar de cara al aterrizaje ExoMars 2020 se han podido obtener gracias a la telemetría. Schiaparelli pasará a la historia como un fracaso parcial comparable a la sonda soviética Mars 6, que en 1974 envió datos de la atmósfera marciana durante su descenso, pero que se estrelló contra la superficie. Sea como sea, esperemos que las lecciones de Schiaparelli sirvan para el futuro. Mejor Schiaparelli que ExoMars 2020.

Schiaparelli en Marte, un escenario que no ha sido posible (ESA).



Fuente:  danielmarin.naukas.com

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