martes, 11 de abril de 2017

El mito de viajar a la India para lograr un cambio personal
Un viaje que tiene más de placentero que de transformador.

por Martín Reynoso


La mente se ve inusualmente estimulada en esta experiencia cultural que supone chocar con una civilización tan distinta.


Es quizás uno de los mitos más arraigados en el ámbito de la meditación, que de por sí carga con unos cuantos en su haber (que hay que poner la mente en blanco, que hay que relajarse, que meditar es delicioso y estimulante). Pero creer que el viaje a la India es el inicio de un cambio profundo en nuestras vidas no es exclusivo de nuestra tierra: también lo piensan ciudadanos de otras latitudes. De hecho, es hasta motivo de publicidad explícita de las agencias de viaje: "Venga y comience una nueva vida, descubra la profunda espiritualidad de la humanidad, la comunión de lo natural y lo mágico".

Así, grupos enteros de personas, en muchos casos practicantes de yoga y meditación, se embarcan en la aventura de un descubrimiento que tiene más de placentero que de transformador.

Porque lo transformador dista bastante de ser hedónico, es más bien un esfuerzo especial basado en la crítica profunda de ciertas pautas muy internalizadas.

El impacto de lo exótico

Por supuesto que conocer los increíbles paisajes de la India, las enormes desigualdades humanas, el pulular de credos, prácticas espirituales y esoterismo extremo es un golpe a lo rutinario de nuestras vidas. En los casos de los viajes grupales, toda esta magia se potencia por la inmensa expectativa de cada persona y por el espíritu comunitario de la aventura colectiva.

Creo que la mente de principiante, que en la práctica meditativa potenciamos, se ve inusualmente estimulada en esta experiencia cultural que supone chocar con una civilización tan distinta.

Pero no nos engañemos: de nuevo, todo lo novedoso que vemos también anida en una inusual expectativa de descubrimiento, de indagación, con una mente abierta y flexible.

Quizás en otro lugar podamos experimentar de manera tan profunda esa misma convicción. Normalmente, estos impactos tienen una duración no muy larga en el tiempo. Explotan con intensidad, pero se apagan con el transcurrir de los días.

Y las promesas que nos hicimos, las lecciones que creímos guardar, perecen bajo el dilatado empuje de la cotidianeidad.

Meditar en la India

He conocido a personas que me dijeron que fueron a meditar a la India pero no habían entendido una sola palabra de lo que se les hablaba en el templo. A veces vienen conmovidos con la experiencia del silencio y la dura disciplina pero sin entender muy bien cómo eso funciona en sus mentes.

Quizás fantasean que por algún extraño obrar del destino, la cultura o la profunda religiosidad de quienes los acompañan producirán cambios personales reales y sostenibles en el tiempo. Nada más iluso que eso.

Pero entonces, ¿no puede ser este viaje un inicio real de un cambio más duradero? La respuesta es: ¿y por qué no? Pero la realidad es que tenemos que saber qué esperamos de la experiencia, y cómo vamos a continuarla en nuestra vida de cada día para que cobre real significado transformador. Y cuando realmente lo comprendamos, nos daremos cuenta que ese inicio podría ser en cualquier tiempo, en cualquier lugar, y no a miles de kilómetros de nuestro hogar.

Como decía en una historia Anthony de Mello, el reconocido monje jesuita, no hace falta viajar tanto para descubrir dónde realmente estamos y quiénes somos.

*Martín Reynoso es psicólogo y coordinador de Mindfulness en INECO. 



Fuente: Clarin.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario