miércoles, 26 de julio de 2017

Adiós a la Red Dragon de SpaceX
por Daniel Marín



¿Estamos ante la primera cancelación importante de un programa de SpaceX? Todo indica que la famosa empresa de Elon Musk ha cancelado el desarrollo de la cápsula marciana Red Dragon. SpaceX anunció el año pasado su deseo de mandar una Red Dragon a Marte en 2018 mediante el cohete pesado Falcon Heavy, una fecha muy optimista que pronto se vio retrasada a 2020. Sin embargo, gracias a la colaboración con la NASA —que debía encargarse de los instrumentos científicos y las comunicaciones—, hemos sabido recientemente de forma oficiosa que esta fecha también estaba en entredicho. En vista de esta información lógicamente se pensó que la misión tendría lugar en la siguiente ventana de lanzamiento al planeta Marte, o sea, en 2022. Pero parece que no será así, porque SpaceX no ha retrasado el proyecto, sino que directamente lo ha cancelado.

Una Red Dragon aterrizando en la superficie de Marte (SpaceX).

Los rumores de la cancelación de la Red Dragon llevan dando vueltas desde hace varios meses, pero ahora han cobrado un renovado impulso y muchas fuentes independientes parecen corroborarlo. El motivo del abandono del proyecto es una consecuencia directa de otra cancelación relevante: SpaceX ha cancelado el sistema de aterrizaje propulsado de la nueva nave tripulada Dragon 2. Y, puesto que la Red Dragon es una versión de la Dragon 2 sin tripulación adaptada a Marte, sin el aterrizaje propulsado no es posible hacer aterrizar una cápsula en Marte.

La nave tripulada Dragon 2 (o Dragon V2) de SpaceX usará ocho propulsores de combustible líquido Super Draco como sistema de aborto, a pesar de que la primera prueba los propulsores presentaron algunos problemillas. Este sistema presenta un diseño novedoso porque los propulsores rodean la cápsula, evitando la necesidad de instalar una torre de escape como en otras cápsulas (Apolo, Soyuz, Orión, etc.). El objetivo inicial de SpaceX era usar este sistema para hacer descender la nave en tierra firme sin necesidad de paracaídas, lo que permitiría aterrizar con una gran precisión. El proyecto Red Dragon nació en 2011 como un simple concepto cuando en SpaceX se dieron cuenta de que la Delta-V generada por los Super Draco era suficiente para hacer aterrizar una cápsula no tripulada en Marte sin tener que emplear paracaídas.

Prueba del sistema de aborto en el despegue de la Dragon 2 de SpaceX. Los 8 motores Super Draco también se debían emplear para aterrizar la nave, pero SpaceX ha cancelado por el momento esta posibilidad (SpaceX).

Primer diseño de la Red Dragon de 2011. Por entonces la Dragon 2 debía ser una variante de la actual Dragon de carga (SpaceX).

Nave tripulada Dragon 2 (SpaceX).


El proyecto fue ganando ímpetu dentro de SpaceX como una forma de allanar el camino de cara a los ambiciosos planes marcianos de la empresa. Con la Red Dragon SpaceX podía ganar una valiosa experiencia en el uso de retropropulsión supersónica en Marte. En 2016 Elon Musk presentó el grandioso plan para viajar a Marte usando la gigantesca nave marciana ITS, que también emplearía retropropulsión supersónica, aunque usando los motores Raptor a base de metano. Mientras tanto, la NASA se opuso firmemente a que los primeros vuelos tripulados de la Dragon 2 aterrizasen con propulsores. El motivo era doble: por un lado la NASA no se fiaba de la seguridad de una técnica tan novedosa y, por otro, la agencia juzgó —acertadamente— que el desarrollo de este sistema de aterrizaje retrasaría demasiado el debut de la Dragon 2. Como consecuencia la Dragon 2 amerizará en el océano con paracaídas, aunque los motores Super Draco se seguirán usando como sistema de escape de emergencia durante el lanzamiento.

Recreación de un cohete Falcon Heavy de SpaceX lanzando una Red Dragon a Marte (SpaceX).

La nave ITS para viajar a Marte (SpaceX).


El discurso público de SpaceX fue que ellos seguían con el plan de usar el aterrizaje propulsado, pero en misiones posteriores. No obstante, la NASA impuso su criterio y poco a poco ha quedado claro que este sistema no se usará en ninguna de las misiones a la ISS contratadas bajo el programa CCP (Crew Commercial Program). Pese a todo parecía que SpaceX seguía adelante con este sistema con el fin de aplicarlo a misiones propias en un futuro más bien lejano. Pero los retrasos continuados con el desarrollo de la Dragon 2 y la CST-100 Starliner de Boeing han provocado que la NASA le haya dado un serio toque de atención a ambas empresas. Las dos compañías no van a poder cumplir el objetivo inicial de tener listas las naves para este año y ahora habrá que esperar a 2018. Oficialmente, porque oficiosamente ya se habla de 2019 como fecha más probable del primer vuelo tripulado (sobre el papel la primera misión tripulada de la Dragon 2, la SpX-DM2, debe tener lugar en junio de 2018). Cada año que pasa sin que estas naves estén volando es un año más que la NASA debe pagar a Rusia una ingente cantidad de dinero por mandar sus astronautas a la ISS, algo inaceptable desde el punto de vista político.

Naves Starliner de Boeing y Dragon 2 de SpaceX (NASA).

Nave Dragon 2 (SpaceX).

A este escenario hay que añadir los problemas con el desarrollo del Falcon Heavy. Este gran lanzador capaz de situar 64 toneladas en órbita baja —inicialmente eran cincuenta— se ha convertido en un quebradero de cabeza para la empresa, que se ha dado cuenta por las malas de que se trata de un proyecto que va mucho más allá de situar tres Falcon 9 uno al lado del otro. El primer lanzamiento, actualmente previsto para el próximo septiembre, ha sido cancelado en repetidas ocasiones los últimos años. Por el momento nada indica que el Falcon Heavy, necesario para mandar la Red Dragon a Marte, corra peligro. Este vector le permitirá a SpaceX lanzar los satélites más pesados a la órbita geoestacionaria (GEO) y, al mismo tiempo, seguir recuperando las etapas (laterales). Además se usará para lanzar la prometida nave Dragon 2 tripulada a la Luna.

Efectivamente, a comienzos de año SpaceX anunció que tenía la intención de llevar a cabo misiones de la Dragon 2 alrededor de nuestro satélite con turistas a bordo usando el Falcon Heavy, un movimiento estratégico que tenía como objetivo el posicionarse como competencia directa al programa SLS/Orión de la NASA. La pega es que la Lunar Dragon, en principio más sencilla de implementar que la Red Dragon, supone una competencia directa de recursos con la Red Dragon, especialmente en lo que respecta al uso del Falcon Heavy.

Falcon 9 y Falcon Heavy (SpaceX).


La introducción del proyecto Lunar Dragon, junto con la cancelación del aterrizaje propulsado y los retrasos con la propia Dragon 2, ha sido el último clavo en el ataúd de la Red Dragon. Es posible que SpaceX esté planteándose ahora la construcción de una versión a escala del ITS para probar las tecnologías asociadas con una misión a Marte. En este sentido, la Red Dragon no dejaba de ser un callejón sin salida tecnológico debido a sus enormes diferencias de diseño con el sistema ITS.

Si se confirma la cancelación de la Red Dragon estaríamos ante el primer proyecto importante de SpaceX que desaparece después de haber creado una enorme expectación. Y no solo entre el público, sino también en la NASA, que veía en este proyecto una forma barata de mandar algunos instrumentos a Marte al mismo tiempo que podía ganar experiencia con el uso de retropropulsión supersónica en el planeta rojo. Pero, conociendo a Musk, algo me dice que la Red Dragon no será llorada durante mucho tiempo antes de que sea sustituida por otro proyecto todavía más mediático y llamativo.

Actualización: a las pocas horas de publicar esta entrada, Musk confirmó la cancelación de la Red Dragon y la introducción de una versión a escala del ITS.

Una Red Dragon V2 durante la maniobra de retropropulsión supersónica en Marte (SpaceX).



Fuente:  danielmarin.naukas.com

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