martes, 4 de julio de 2017

El planeador que estudiará la capa de ozono, de paso por Mendoza
Sus tripulantes quieren marcar el récord de los 90 mil pies de altura (27 kilómetros), en la estratósfera. Sobrevolará los cielos de El Calafate, en Santa Cruz, realizando estudios meteorológicos. Esta ingeniería podría utilizarse en el planeta Marte. Su paso por Mendoza.

por Federico Fayad 


Parte del equipo del proyecto aeronáutico y científico, que ayer estuvo en las instalaciones del aeroclub de La Puntilla | Andrés Larrovere / Los Andes


El proyecto Perlan II, de Airbus, estuvo en Mendoza y no pasó desapercibido para los amantes de las aeronaves. La iniciativa implica a un planeador de última generación que tras despegar desde El Calafate (Santa Cruz) buscará alcanzar los 90 mil pies (27 kilómetros) de altura. Además, realizará investigaciones de la capa de ozono y otras investigaciones meteorológicas.

El 16 de mayo, el aparato se embarcó hacia Santiago de Chile, hace unos días llegó a nuestra provincia y continuará vía terrestre hacia la ciudad santacruceña ubicada en los márgenes del Lago Argentino.

Este sitio fue el elegido ya que reúne las dos condiciones necesarias para llevar adelante esta aventura que alcanzará la estratósfera. Así, desde el 13 de julio hasta mediados de setiembre este grupo de científicos estará haciendo investigaciones en el cielo argentino.

Tago de Pietro, encargado de logística del proyecto Perlan II en la Argentina junto a Tim Gardner, piloto de la aeronave, dieron más detalles de este proyecto que tuvo en su primera fase a dos celebridades del ambiente como son Steve Fossett y Einar Enevoldson, quienes ostentan el récord de altura hasta el momento tras alcanzar los 50,722 pies en una nave de este tipo.





Condiciones ideales

Según Gardner, quien ofreció una charla para unas 30 personas en el Aeroclub Mendoza, Argentina es la meca para volar en planeador por las ondas de montaña (es un fenómeno atmosférico que como consecuencia del aire que choca sobre la montaña, esta corriente de aire adopta un forma ondulatoria, como una “ola”), ya que permite que se pueda “surfear” en el aire. Esta es una de las condiciones para que el vuelo del planeador pueda realizarse.

Lo segundo que debe ocurrir es que el vórtice polar (una especie de tornado muy grande) se ubique en las cercanías de donde ocurren las ondas de montaña y sucede que El Calafate es el sitio ideal en que estos dos fenómenos confluyen.

“Si estos dos fenómenos se dan podremos alcanzar mucha altura. Las metas del proyecto son la exploración aeronáutica, el desarrollo de la aerodinámica, la investigación meteorológica y la educación e inspiración de muchos jóvenes”, dijo Gardner detallando que harán foco el estudio de las olas de montaña, del agujero de ozono, de los cambios climáticos. “El planeador puede tomar muestras más fieles de la capa de ozono porque no utiliza combustibles que contaminen el aire”, agregó.

Gardner añadió que por ahora son solo dos los miembros del equipo pero que acudirán más al país cuando empiecen las operaciones. Allí serán en total de 15 a 20 personas a quienes se les sumarán otras 10 que se encargarán del soporte desde Estados Unidos.

“El proyecto se intentó durante 5 años en Nueva Zelanda y no funcionó, aunque cumplía con las dos condiciones. Pero en Argentina las características de la montaña, su regularidad, son mucho mejores”, describió de Pietro.

Gardner agregó que no es una tarea fácil la que tienen los pilotos por delante aunque supera en comodidades a la misión encabezada por Fossett y Enevoldson en 2006. “Los trajes anteriores requerían mucha logística (eran parecidos a los que usan los astronautas), se inflaban cuando estaban a mucha altura, son caros y había que traer gente de Estados Unidos para que los pudieran operar”, señaló Gardner.


Solución

Una de las soluciones para el inconveniente de los trajes fue presurizar toda la cabina del aeroplano para facilitar el trabajo de sus tripulantes. Además, la aeronave está diseñada como una nave espacial con alas de planeador construidas con fibra de carbono que aseguran máxima eficiencia cuando el vehículo supera los 60 mil pies. “La sustentación es difícil a esa altura por lo que las alas están especialmente diseñadas para ese fin”, explicó el piloto estadounidense traducido por de Pietro.

Otros de los elementos que componen la nave son 20 computadoras distribuidas entre el piloto y el copiloto, máscaras de aire especiales y dos paracaídas que cumplen diferentes funciones. Uno por si surge alguna dificultad al “surfear” y el otro que será utilizado en caso de que el planeador tenga una falla crítica que no le permita sostenerse en el aire.

“Estimamos que el tiempo de vuelo, para llegar a la altura deseada, es de cinco horas aproximadamente, pero podemos llegar a estar 8 como máximo antes de que empiece a faltar el oxígeno. Si llega a fallar la presurización porque se raja la cabina, tenemos el paracaídas”, aseguró Gardner.

Más cerca del planeta Marte

Acercarse a los 90 mil pies de altura no es solo la búsqueda de un récord. Hacerlo implica también estar más cerca de volar en el planeta Marte. Es que la ingeniería utilizada para este propósito también puede ser aplicada en el “aire” del planeta más cercano a la tierra.

Las alas de este planeador pueden volar en menos de 3% de la densidad del aire normal y a temperaturas de menos 70 grados C, condiciones que se aproximan a las que existen en la superficie de Marte.





En tanto, una tercera fase de esta misión se quiere alcanzar la exploración de la estratosfera llegando a los 100.000 pies. En este punto, las velocidades de vuelo aumentarán tanto que el planeador necesitará nuevas alas transónicas. Además, las operaciones de vuelo se extenderán a explorar el vórtice polar en el hemisferio norte.

Esta experiencia se realizó por primera vez en Argentina en 2016, pero aquella vez el vehículo no pasó por Mendoza sino que llegó al puerto de San Antonio (en Chile) y luego fue directamente al Calafate.

En aquella oportunidad, se realizaron 8 vuelos durante 17 días y aunque fue un éxito respecto del funcionamiento de la aeronave y de la recolección de datos, no se llegó a la altura que los científicos buscaban.  



Fuente: Los Andes

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