lunes, 21 de agosto de 2017

Contacto electrónico con los muertos: ¿Qué nos dicen las voces?
por Anabela Cardoso


Crédito: keelynet.com


Una breve presentación de la Transcomunicación Instrumental (ITC)

Crédito: whitecrowbooks.com
Desde el tiempo de los grandes pioneros y heraldos de las voces electrónicas, Friedrich Jürgenson y el Dr. Konstantin Raudive, se han publicado muchas obras sobre el tema, incluidas las mías. Sin embargo, para los lectores que no están familiarizados con el tema, ofrezco a continuación un sucinto relato de este método relativamente nuevo, actualmente llamado ITC, que busca el contacto electrónico con las dimensiones ocultas de la vida. 

La vida continúa y los difuntos siguen viviendo en otro nivel que podríamos llamar "dimensión" o "mundo". Esto es lo que las voces electrónicas nos dicen: "todos, todos los seres, sobreviven a la muerte física y al tránsito hacia otro mundo" (Cardoso 2010, Locher y Harsch, 1989). Bajo ciertas circunstancias, aún no definidas adecuadamente, los seres humanos fallecidos (y también los de nivel superior, supra-humanos) pueden ser contactados a través de la Transcomunicación Instrumental. 

La evidencia básica proporcionada por la ITC, que apoya la hipótesis de la supervivencia de la conciencia, toma la forma de voces, imágenes y textos producidos en medios electrónicos por métodos todavía inexplicables por la ciencia moderna. Voy a tratar principalmente con las voces, porque mi propia investigación se centra en ellos. 

Existen dos tipos de voces electrónicas anómalas: las llamadas EVP (Electronic Voice Phenomenon), que la mayoría de las veces suenan al oído como voces humanas y aparecen registradas en cintas magnéticas o dispositivos digitales, generalmente en respuesta a las preguntas o comentarios del operador. Sólo se pueden escuchar cuando se reproduce la grabación. Pueden variar ampliamente en amplitud e inteligibilidad. 

El otro es conocido como DRV (Direct Radio Voices). Estas voces son mucho más raras y vienen directamente al aire desde el altavoz de una radio, usualmente también en respuesta a preguntas o comentarios del operador humano. Pueden sonar robóticos y a menudo se distorsionan. Pero cuando están claras, pueden permitir un diálogo y la recepción de información asombrosa sobre "el otro mundo", de donde las voces propiamente dichas han llegado. 

Ambas EVP y DRV son aparentemente producidos por comunicadores invisibles que, en su mayor parte, se identifican como seres humanos fallecidos. Los mensajes recibidos por ambos medios, pero principalmente a través del DRV, en algunos casos permiten largas conversaciones y cubren un amplio espectro de información -algunas de las cuales pueden ser previamente desconocidas para el experimentador; desde la identificación del comunicador y otras personalidades fallecidas hasta descripciones del mundo siguiente o elevadas enseñanzas éticas. 

Históricamente, el origen del audio ITC en su forma popular, el bien conocido EVP, parece remontarse a un etnógrafo estadounidense, Waldemar Borogas, quien en 1901 reportó haber logrado el primer registro de voces de origen inexplicado durante una expedición a Siberia, al registrar las invocaciones de los chamanes Chukchees. El etnógrafo mismo informó sobre la ocurrencia en la The Chukchee Jesup North Pacific Expedition, vol. 7, II, pág. 435 (Grandsire 1998). 

Las voces EVP, como las registramos hoy, surgieron espontáneamente y casi simultáneamente en los años cincuenta en Italia, Suecia y Estados Unidos. El padre François Brune, teólogo francés y renombrado investigador psíquico, reporta en su best-seller Les Morts Nous Parlent (1988) que el 17 de septiembre de 1952 dos sacerdotes y académicos muy eminentes, los padres Agostino Gemelli (médico y físico nuclear) y Pellegrino Ernetti (un benedictino de la famosa abadía de San Giorgio Maggiore en Venecia), mientras trabajaban con cantos gregorianos en el Laboratorio Experimental de Física de la Universidad Católica de Milán, reconocieron en una de las grabaciones la voz del padre de Gemelli quien según se informa se dirigió personalmente a su hijo. 

Asombrado por la ocurrencia, los dos sacerdotes decidieron llevar el asunto a la atención del Papa Pío XII. Sorprendentemente, el Papa tuvo una reacción muy positiva y los tranquilizó sobre la naturaleza de la ocurrencia, declarando, para la tranquilidad de los dos sacerdotes muy desconcertados y preocupados: "¡No os preocupéis, padres! Su experiencia no tiene nada que ver con el Espiritismo, pues los magnetófonos no pueden ser influenciados. Puede incluso marcar el comienzo de un nuevo estudio científico para confirmar la fe en el Más Allá" (Brune, 1993). 

Pero fue el célebre artista sueco, el cantante de ópera y cineasta Friedrich Jürgenson quien con razón es llamado el gran pionero de las voces electrónicas. No sólo Jürgenson registró varios miles de comunicaciones de este tipo a partir de 1959, sino que también hizo su descubrimiento famoso en Europa y lo llevó a la atención del mundo. Una figura prominente en los círculos culturales europeos de mediados del siglo XX, Jürgenson dejó de lado su exitosa carrera y vida personal para dedicarse plenamente al extraordinario descubrimiento que cambió totalmente su vida (Jürgenson, 2004).  

Aunque en 1956 las voces de EVP ya habían sido grabadas en Estados Unidos por Attila von Szalay en colaboración con Raymond Bayless (Rogo y Bayless, 1979), el artista sueco no sabía nada sobre el fenómeno novel y los resultados de los experimentadores norteamericanos. Con gran inteligencia, generosidad y sabiduría, Friedrich Jürgenson, cariñosamente llamado Friedel por las voces, colocó el fenómeno en el ámbito internacional, sin escatimar esfuerzos para lograr su reconocimiento. Justamente merece ser llamado "el padre de las voces electrónicas". 

Uno de los académicos que leyeron acerca de sus experiencias fue el Dr. Konstantin Raudive, un conocido filósofo letón con trabajos publicados en su haber. Raudive comenzó a experimentar con Jürgenson y, aunque sus maneras se separaron algunos años más adelante, Raudive se convirtió en un experimentador altamente acertado de su propio derecho, siendo responsable del acercamiento científico riguroso que el fenómeno del ITC ganó en su tiempo (véase el excelente trabajo de Raudive Breakthrough, 1971).

Crédito: iisis.net
Desde su primera etapa en la década de los sesenta, varios investigadores, particularmente en Europa continental (Brune, 1993), recibieron una gran cantidad de material extraordinario, que incluye fotos claras de personalidades fallecidas, así como largos diálogos directos y complejos textos informáticos (Locher & Harsch 1989, Senkowski, 1995, Cardoso, 2010). Parece que parte de la información sobre individuos fallecidos era desconocida para cualquiera presente durante los experimentos y su validez descubierta por casualidad algún tiempo después. Varios contactos del ITC de importancia sin precedentes fueron alcanzados principalmente en Luxemburgo por la pareja Maggy y Jules Harsch-Fischbach y en Alemania por Adolf Homes. 

Los comunicadores insistieron en la naturaleza objetiva del ITC y declararon que su objetivo era lograr un contacto directo con los operadores, libres de la interferencia de las mentes de los medios humanos, con el objetivo de transmitir información precisa sobre su mundo y el propósito de la vida, a humanos. 

En mi opinión, los métodos utilizados en el pasado por los comunicadores que afirman que son del "otro mundo" han sido adecuados para la época en cuestión, y lo mismo ocurre ahora con la ITC. Desde la primera parte del siglo XX nuestra civilización se ha convertido rápidamente en una sociedad tecnológica, basada principalmente en la electrónica; las comunicaciones ITC son mediadas por dispositivos electrónicos. 

Los contactos de la ITC se convirtieron rápidamente en un grupo bien establecido y actualmente están produciendo una amplia gama de lo que parece ser una impresionante evidencia de la supervivencia de la muerte física. Además, nos proporcionan fenómenos objetivos de gran valor y significación por derecho propio, aparte de su relevancia para la hipótesis de supervivencia.



 

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