Se nos fue Vladímir Lyájov, el cosmonauta que vivió en tres estaciones espaciales
por Daniel Marín
El 19 de abril de 2018 fallecía en la ciudad de Ástrajan (Rusia) a los 76 años de edad Vladímir Afanasievich Lyájov (Владимир Афанасьевич Ляхов), antiguo cosmonauta soviético que tuvo la fortuna de visitar tres estaciones espaciales distintas. Lyájov, originalmente teniente de las Tropas de Defensa Aérea de la URSS, fue seleccionado como cosmonauta en 1967 como parte del cuarto grupo del Centro de Entrenamiento de Cosmonautas (TsPK), formado por doce hombres. Lyájov tendría que esperar al 25 de febrero de 1979 para volar al espacio por primera vez. Lo hizo como comandante de la Soyuz 32 y con él viajó el veterano cosmonauta Valeri Ryumin. El objetivo de la misión sería la estación espacial Salyut 6. Los dos hombres permanecieron en el espacio un total de 175 días, todo un récord para la época, durante la que fue la tercera expedición de larga duración de la Salyut 6.
Vladímir Lyájov. |
Durante una actividad extravehicular que tuvo lugar el 15 de agosto los dos cosmonautas se encargaron de separar de la estación el radiotelescopio KRT-10, una antena desplegable de diez metros de diámetro que había llegado en la nave de carga Progress 7. Previamente, el 18 de julio de 1979, la Progress 7 se separó de la estación liberando la antena del radiotelescopio que estaba instalada en el túnel de acoplamiento entre ambas naves. El KRT-10 se convirtió así en el primer radiotelescopio instalado en una estación espacial y durante unas semanas funcionó en conjunción con la antena RT-70 de Crimea realizando por primera vez observaciones VLBI desde el espacio (principalmente de la Vía Láctea y el púlsar PSR0329+54). El radiotelescopio había sido diseñado para ser liberado desde el interior de la estación una vez cumplida su misión, pero el mecanismo encargado de esta tarea falló.
Recreación de la separación del KRT-10 de la Salyut 6 por parte de Lyájov y Ryumin (A. Sokolov). |
Así, Lyájov y Ryumin se vieron obligados a efectuar un paseo espacial para liberar el puerto trasero de la Salyut 6 y permitir que otras naves se acoplasen con la estación. Solo cuatro días después de la EVA los dos volvieron a la Tierra en la Soyuz 34. Esta nave había sido enviada sin tripulación después de que la Soyuz 33 no pudiese acoplarse con la Salyut 6 para permitir que Lyájov y Ryumin continuasen con su expedición una vez agotada la vida útil de la Soyuz 32. Como veremos, la sombra del acople fallido de la Soyuz 33 perseguiría a Lyájov años más tarde.
La tripulación de la Soyuz 32, Lyájov (izquierda) y Ryumin (derecha). |
Después de participar en las tripulaciones de reserva de la Soyuz 39 y la Soyuz T-8, Lyájov volvería al espacio el 27 de junio de 1983 como comandante de la Soyuz T-9 junto con Alexánder Alexandrov. Lyájov viviría cerca de 150 días a bordo de la Salyut 7 como miembro de la segunda expedición principal (EO-2-1) de esta estación tras el infructuoso acoplamiento de la Soyuz T-8. La pareja de cosmonautas visitó por primera vez en el espacio una nave TKS-3 con la cápsula VA-11, un vehículo desarrollado por la oficina de diseño de Cheloméi en los años 70 como parte del programa militar Almaz. La TKS-3 sería lanzada el 2 de marzo con el nombre de Kosmos 1443. Las naves TKS fueron originalmente creadas para llevar cosmonautas y carga hasta las estaciones de tipo OPS (como las Salyut 3 y Salyut 5), pero cuando estas fueron canceladas se decidió adaptarlas para su uso con estaciones DOS (el resto de estaciones Salyut).
Nave TKS con la cápsula VA en la parte frontal. |
En los años 80 la URSS estuvo a punto de poner en servicio las TKS como complemento de las Soyuz, pero la frontal oposición del ministro de defensa Dmitri Ustínov y la competencia de las nuevas Soyuz T —que también podían llevar tres cosmonautas, como la cápsula VA— frustraron estos planes. Lyájov y Alexandrov supervisaron el interior de la VA-11, así que puede decirse que, técnicamente, ambos fueron los únicos cosmonautas en volar dentro de una VA (aunque los asientos de esta cápsula habían sido sustituidos por contenedores de carga). El complejo orbital formado por el Kosmos 1443, la Salyut 7 y la Soyuz T-9 tenía una masa de 47 toneladas, por lo que en su momento fue la nave espacial soviética más pesada. La cápsula VA-11 aterrizaría el 23 de agosto de 1983 sin tripulación, pero con 350 kg de carga. Sería la última antes de que el programa fuese cancelado.
La estación Salyut 7. Se aprecian los paneles solares adicionales.
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La última misión de Lyájov fue la Soyuz TM-6, que despegó desde Baikonur el 29 de agosto de 1988. A bordo también iban Valeri Polyákov, médico, y el primer cosmonauta afgano, Abdul Ajad Momand. Momand viajó al espacio aprovechando una de las últimas misiones del programa Interkosmos, gracias al cual la mayoría de los países aliados de la unión Soviética lograron acceder al espacio. El programa Interkosmos había sido un hito del programa espacial soviético durante la segunda mitad de los años 70 y a principios de los 80, pero en 1988, en plena perestroika y glasnost, ya no tenía el atractivo de antaño. Después de haber visitado la Salyut 6 y la Salyut 7, Lyájov viviría ahora en la Mir. Al ser una «expedición de visita», Lyájov y Momand permanecieron apenas nueve días en el espacio (Polyákov se quedó en la Mir una temporada adicional). Curiosamente, Momand había sido elegido por el gobierno de Afganistán como reserva del tripulante principal, Mohammad Dauran, porque este último era de nacionalidad tayika, mientras que Momand era pashtún. Sea como sea, el vuelo fue perfecto, pero al regreso Lyájov tuvo que sufrir su experiencia espacial más intensa. Lyájov y Momand regresarían en la Soyuz TM-5, que ya estaba en órbita, dejando la Soyuz TM-6 acoplada a la Mir.
La tripulación de la Soyuz TM-6: Momand, Lyájov y Polyakov.
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La estación Mir en 1988. |
El TsUP decidió posponer el regreso de la Soyuz TM-5 dos órbitas —unas tres horas— y envió a la tripulación nuevas instrucciones para el ordenador de la Soyuz. El motor cobró vida en el momento esperado, pero, ante el asombro de Lyájov, se apagó a los 7 segundos, muy lejos de los 230 segundos necesarios para regresar a la Tierra. Lyájov accionó el encendido manual, pero el motor solo funcionó otros 14 segundos. El comandante volvió a intentarlo una vez más, pero el díscolo motor únicamente se encendió durante 33 segundos. Lyájov estaba dispuesto a regresar a la Tierra de esta forma, pero para entonces la nave había perdido la orientación óptima y el ordenador avisó que no era sensato volver a encender el motor.
Sin que lo supiera la tripulación el programa que había enviado el TsUP a los cosmonautas contenía un error que provocó que el ordenador usase un antiguo plan de vuelo reservado para el acoplamiento de la TM-5 con la Mir, un procedimiento incompatible con el regreso a casa. Pero lo peor estaba por llegar. Lyájov y Momand vieron con horror como se encendía el contador que avisaba del tiempo que quedaba para la separación entre la cápsula (SA) y el módulo de propulsión (PAO). «20 minutos», avisaba la señal lumínica. Si el módulo de propulsión se separaba con la Soyuz en órbita los cosmonautas morirían sin remedio. En este módulo, además del motor para regresar a casa, estaban las reservas de oxígeno de la tripulación.
Lyájov desactivó manualmente los sensores de temperatura que permitían al ordenador autorizar la separación de los módulos, pero el contador siguió inexorable con su cuenta atrás. La tripulación decidió esperar hasta estar al alcance de las estaciones de comunicación para que el TsUP les indicase el procedimiento a seguir. La Soyuz TM-5 entró en la zona de cobertura del TsUP, pero antes de que pudieran establecer contacto en el panel de la nave se encendió la señal «activado el programa de separación». Lyájov, aterrorizado, decidió anular la separación manualmente sin saber qué consecuencias podría tener esta acción. En ese momento apenas quedaba un minuto para la separación del módulo de propulsión.
Nave Soyuz TMA. A la derecha el módulo orbital (BO). A la izquierda el módulo de propulsión (PAO). En medio la cápsula (SA). |
Cuando el TsUP se enteró de lo que había pasado dieron la orden de retrasar el aterrizaje un día con el fin de tener tiempo suficiente para analizar el incidente. La vida de los cosmonautas estaba en juego y no era cuestión de precipitarse. Afortunadamente la Soyuz contaba con reservas de oxígeno para tres días. Lyájov y Momand tuvieron que convivir en la minúscula cápsula de la Soyuz durante 24 horas. Si hubieran tenido el módulo orbital unido a la nave las cosas habrían sido muy distintas, ya que el BO ofrecía un espacio extra muy necesario. Pero en los apenas tres metros cúbicos de la cápsula los dos cosmonautas no podían moverse. Los asientos Kazbek-U habían sido creados para que se ajustaran a su cuerpo como un guante, una característica necesaria durante la reentrada, pero que ahora impedía que los tripulantes pudieran darse la vuelta dentro de la cápsula. Por lo menos les quedaba el consuelo de que en esta misión solo viajaban dos cosmonautas en vez de los tres habituales.
A pesar de la incomodidad de la situación Lyájov y Momand decidieron permanecer con las escafandras puestas para mantener el calor y porque no se fiaban de lo que pudiera pasar. Tampoco comieron nada, ya que en la cápsula solo disponían de las raciones de emergencia y optaron por reservarlas por si la situación empeoraba o si se daba el caso de que aterrizasen lejos de la civilización. Lo más duro fue el tema higiénico: el «baño» de la Soyuz estaba situado en el módulo orbital, así que los cosmonautas tuvieron que conformarse con los pañales de la escafandra. Tras analizar la situación el TsUP envió a los cosmonautas el procedimiento actualizado para la reentrada y el motor se encendió correctamente, esta vez sí, el 7 de septiembre. La cápsula de la Soyuz TM-5 aterrizaba en Kazajistán unos cincuenta minutos más tarde. Lyájov y Momand estaban exhaustos después de pasar 29 horas embutidos en una escafandra en posición fetal y sin haber probado comida o bebida alguna, pero estaban vivos. A partir de entonces se decidió separar el módulo orbital y el de propulsión al mismo tiempo, o sea, tras el encendido de frenado. De este modo, si alguna vez volvía a pasar algo parecido al menos los cosmonautas tendrían a su servicio el espacio extra y el equipamiento del módulo orbital.
En sus tres vuelos espaciales Lyájov acumuló una experiencia de 333 días y 17 horas en el espacio, incluyendo tres paseos espaciales con una duración total de 7 horas y 48 minutos. Lyájov continuó trabajando en el TsPK hasta 1995, año en el que abandonó el cuerpo de cosmonautas.
Fuente: danielmarin.naukas.com
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