¿Qué es el sinofuturismo?
Mientras Occidente permanece adicto a su propio pasado, en China es cada vez más utilizado el concepto de sinofuturismo, un concepto que se ha vuelto popular para pensar la relación entre el gigante asiático y el futuro en términos de geopolítica, tecnología y cultura.
por Gonzalo Fiore Viani
Escribe Nick Land: “Neo-China se eleva desde el futuro. […] La superioridad del marxismo del Lejano Oriente. Mientras que la dialéctica materialista china se desnegativiza en dirección a la dinamización esquizofrénica de los sistemas, disipando progresivamente el destino histórico de las jerarquías en zonas económicas especiales empapadas de Tao, un marxismo occidental re-hegelianizado degenera de una crítica de la economía política a una monoteología simpática del poder, alineándose con el fascismo contra la desregulación. La izquierda se ahoga en el conservadurismo nacionalista, sofocando su capacidad vestigial de “mutación especulativa caliente” en un pantano “frío” y depresivo de la cultura de la culpabilidad.
Existe una bifurcación en la academia entre estudiar la China antigua (más centrada en la historia, la filosofía y las tradiciones) y la China contemporánea (enfocada en el periodo post-1978 y la modernización). La dicotomía resalta una separación entre el pasado tradicional y un presente que se sincroniza imperfectamente con la modernidad occidental.
El término "contemporáneo" se utiliza de manera común en los estudios históricos para referirse a las naciones occidentales (como EE. UU. y Europa) sin cuestionamientos, mientras que en Asia es importante resaltar la "contemporaneidad". Este marco temporal no es neutral y refleja una forma particular de producir conocimiento sobre China y otras naciones asiáticas.
El concepto de sinofuturismo emerge como una forma de pensar la relación entre China y el futuro, que se vincula con predicciones sobre el crecimiento económico y el ascenso de China como superpotencia. El término fue acuñado en parte por el teórico cultural Steve Goodman en 2003, quien utilizó una mezcla de filosofía, ciberespacio y subculturas underground para imaginar un futuro donde China jugaría un papel central.
A través de sinofuturismo, China se ve como una potencia que no solo va de la mano con las tendencias globales, sino que tiene la capacidad de redefinir la propia modernidad. China, en su proceso de urbanización acelerada, avances tecnológicos y crecimiento económico, parece estar perfilada como la principal referente del futuro global.
A su vez, bajo un concepto novedoso como el sinofuturismo, se ocultan viejos estereotipos y prejuicios derivados del tecno-orientalismo, una noción que surgió para describir cómo Occidente ha percibido a Japón y otras naciones asiáticas como destinos del futuro tecnológico, pero de una manera que refuerza una visión exotificada y distorsionada. Estos imaginarios presentan a los países asiáticos como "futuristas" pero sin humanidad, presentándolos como máquinas impersonales o como amenazas a la modernidad occidental.
El tecno-orientalismo también se refiere a la forma en que los avances tecnológicos de países como Japón y China son vistos como desconectados de su contexto cultural e histórico. En este tipo de representaciones, Asia, y especialmente China, es presentada como una fuerza imparable que está redefiniendo el futuro, pero también es percibida como un "enemigo" de la civilización occidental. Esta visión se ha exacerbado en la cultura popular y en la forma en que se habla de Asia en los medios.
Aunque el sinofuturismo puede parecer una forma fresca y progresista de entender la relación de China con el futuro, es necesario tener cuidado de no caer en viejos clichés y narrativas que han caracterizado las representaciones occidentales sobre Asia. En lugar de simplemente adoptar un enfoque occidental que define qué es el futuro, es crucial pensar en formas de conocer el futuro desde una perspectiva asiática que no esté contaminada por visiones exóticas o reduccionistas.
Al igual que el orientalismo clásico de Edward Said, re-crea representaciones exotificadas de los pueblos de Asia, pero con un enfoque hacia el futuro y la tecnología en lugar de la tradición. En lugar de abordar la relación con el pasado, se sustituye por la proyección de una China (y, por extensión, otras naciones asiáticas) que ya habita o incluso llega desde el futuro, destacando su avance tecnológico y su poder emergente.
China se presenta como un modelo del futuro, algo que evoca ansiedades occidentales sobre una supuesta pérdida de primacía civilizacional, pero sigue operando dentro de la misma lógica de dominación que el orientalismo clásico, al negar a China la agencia para definirse a sí misma, especialmente en términos de representación
Sinofuturismo, al igual que el tecno-orientalismo, niega a China la capacidad de definir su propio lugar en el presente, ya que se la coloca como una entidad que no vive en el "ahora", sino que ya ha llegado al futuro o está predestinada a dominarlo. Este desplazamiento del presente al futuro impide que China participe en una negociación activa de su identidad y de sus representaciones en el ámbito global.
Se observa aquí una continuidad con el orientalismo: mientras que en el pasado se le negaba a China la modernidad y se la representaba como atrapada en su pasado atemporal, ahora se le otorga la modernidad de una manera que la reduce a una "proyección del futuro", no como una cultura que pueda negociar su relación con el presente.
El sinofuturismo se enfrenta a un dilema: aunque promete dar voz a una China del futuro, puede acabar siendo una narrativa creada desde el centro (Occidente) que no deja espacio para una verdadera autonomía o re-imaginación de los futuros desde China misma.
Al igual que el afrofuturismo, es importante recuperar el control de la representación y reimaginar futuros alternativos desde la periferia, reclamando espacio para voces que históricamente fueron silenciadas. El potencial de movimientos como el Afrofuturismo para reimaginar el futuro desde una perspectiva periférica y autónoma, debe ser el norte a seguir para el sinofuturismo.
La relación entre China y el futuro que promueve el sinofuturismo es problemática porque enfoca la narrativa en una "China del futuro" que, al igual que el pasado en el orientalismo clásico, se convierte en un espacio manejable, un lugar en el que se pueden hacer afirmaciones sobre el futuro sin una implicación directa en el presente. Esto hace que China se convierta en un sujeto temporalmente distante, proyectada hacia un futuro que ya no está en el presente.
China no debe ser reducida a una versión única y homogénea del futuro. En lugar de pensar en un único futuro chino que se oponga al presente occidental, debemos reconocer las múltiples narrativas que ya existen dentro de China, las cuales abarcan desde la filosofía china y su relación con el tiempo, hasta los movimientos utópicos, las políticas tecnológicas y la ciencia ficción china, que ya están aportando perspectivas valiosas sobre el futuro de China, no como una respuesta o alternativa a Occidente, sino como expresiones contemporáneas de un tiempo situado.
Dentro de China existen múltiples visiones del futuro, y no solo aquellas dictadas por la lógica del sinofuturismosensacionalista que proyecta un único futuro de China como una especie de superpotencia tecnológica. Estas visiones del futuro deben ser entendidas en sus propios términos y no solo como un contraste o competencia frente a las representaciones occidentales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario