sábado, 5 de noviembre de 2011

Los científicos que miden el ozono en el frío extremo

Los investigadores de la Base Marambio dicen que recién en 2050 se podrá recuperar en un nivel “aceptable” la capa que filtra los rayos ultravioleta. La importancia de los meteorólogos cuando el mercurio marca -20°.

sábado, 05 de noviembre de 2011

Federico Fayad - Enviado especial a la Base Marambio

Los científicos que miden el ozono en el frío extremo
Marcelo Benítez, jefe del laboratorio de Marambio, con los equipos que miden el nivel de ozono en el medio del hielo antártico. (Andrés Larrovere)
 
Quienes trabajan en la Base Marambio, en la Antártida Argentina, quizás nunca imaginaron poder llevar a cabo su profesión rodeados de ese escenario que roza lo fantástico.

El ingeniero Marcelo Benítez, de la Dirección Nacional del Antártico (DNA), es el jefe del laboratorio científico multidisciplinario que funciona en la base. En tanto, el mendocino Miguel Ángel Bugueño es el auxiliar meteorológico de la parte militar de Marambio.

Ambos realizan un trabajo separados pero compartiendo los datos, y explicaron qué investigaciones realizan y la importancia de su presencia en este lugar.

La capa de ozono

Para entender lo que ocurre con la capa de ozono hay que hacer historia, tal como explicó Benítez. “Debemos entender que se trata de una cantidad de materia muy grande y que ha sido dañada desde 1930, cuando comenzaron a usarse máquinas que contaminaban el medio ambiente y aerosoles que tenían el mismo efecto”, explicó.

A partir del año 1980 el hombre se dio cuenta de los efectos negativos que tenían sobre el ozono y comenzó a revertir las acciones que lo dañaban. “Si bien se empezó a revertir, ahora la pendiente es mucho más suave y se comenzó a regenerar lentamente. Llevar la capa a un estado aceptable nos va a demorar hasta 2050 aproximadamente”, remarcó el científico.

En la actualidad, según Benítez, se habla de cierta normalidad con respecto a su estado, sin embargo los números son preocupantes. “El peor período es el de setiembre a noviembre, porque es cuando más se debilita”, indicó.

Mitos y verdades

La capa de ozono está presente en la estratósfera terrestre y posee el 90% de este gas presente en la tierra. Su función, entre otras, es absorber la radiación ultravioleta. En las zonas polares es donde sufre la mayor cantidad de daño, el cual es producido por moléculas provenientes de nubes de cloro. Estas sólo se forman en zonas capaces de registrar marcas de -80 grados centígrados y de muchas horas de oscuridad.

La Antártida es el mejor lugar para que ocurra este fenómeno, así como el Polo Norte. Allí se dan las condiciones y además todo lo que rodea a la Antártida son formaciones de vórtices de viento antártico circulares que construyen un muro cilíndrico. Toda la capa afectada está dentro de ese cilindro. Por eso no es cierto que la capa se debilite en las ciudades.

“Acá en primavera, de setiembre a noviembre, es el peor período, porque con la luz del sol, las moléculas de cloro se liberan rompiendo la capa de ozono. Por cada molécula de cloro se rompen 100 mil de ozono”, informó Benítez.

Además, el investigador agregó que el estado de la capa de ozono se mide en unidades Dobson. Se considera que el estado ideal es cuando registra 300 unidades Dobson. Por estos días las mediciones indican que se encuentra en 220. “Esto es lo tolerable para el hombre.

Hemos tenido días de 180 ó 170 que son relativamente soportables aunque hay días en donde se registró que la capa tenía 120, lo que es muy malo”, aseguró el científico.

Las consecuencias son visibles, ya que cuando la capa se encuentra muy debilitada, quienes permanecen al aire libre están expuestos a lesiones en la piel. Por eso, Benítez emite una alerta para los trabajadores. “Salís y lo sentís en la vista, los muchachos que están afuera cuando están más de cuarenta minutos vuelven como si hubieran estado todo el día en la playa. Vuelven muy quemados”, describió.

Los meteorólogos

El trabajo del mendocino Miguel Bugueño es de mucha importancia para quienes quieren ir o llegar a la isla donde se encuentra Marambio, donde la temperatura promedio en verano es -15°. De él y de un grupo de meteorólogos depende la llegada del avión Hércules C-130, que sólo puede aterrizar cuando las condiciones climáticas son favorables. También están supeditados a la información que ellos manejan, los vuelos internos que realizan los aviones Twin Otter.

“Acá se revisan los datos de todas las bases que hay en la Antártida cada 6 horas y se bajan modelos meteorológicos para medir la nubosidad, el viento o la temperatura”, explicó Bugueño.
Una de las formas de obtener estos datos es con un globo meteorológico, también llamado sonda, que se lanza a unos 30 kilómetros de altura óptima.

El hecho de ser meteorólogo en la Antártida implica trabajar con ganas todos los días ya que depende de ellos la posibilidad de que alguien reciba por avión las cosas que pidió, las evacuaciones sanitarias o los traslados aéreos de científicos a otras bases. “Uno siente la presión del que se quiere ir a su casa. Cuando es época de recambio, nos preguntan todo el tiempo si el avión va a poder aterrizar”, recordó Bugueño. 

Ciencias de la atmósfera


En la Base Marambio se realizan investigaciones relacionadas con las “ciencias de la atmósfera”, aunque también se trabaja en disciplinas como la Geología, la Arqueología o la Biología.

La forma de trabajo, en el caso de los meteorólogos, es bajo convenio con instituciones internacionales. En la actualidad hay alianzas con institutos de España y de República Checa, que aportan capacitación e instrumentos para que los científicos argentinos los operen durante todo el año.

Los datos que se obtienen, la mayoría de ellos en tiempo real, son compartidos entre estas instituciones y la DNA. Luego, se analizan y se publican los resultados. 

Fuente: Los Andes Online

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