La rápida expansión de la carrera armamentista de aviones robot hace que cualquiera sea vulnerable
Irán afirma que ‘descendió’ un drone ‘furtivo’ estadounidense
Al-Jazeera
| Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens |
El domingo pasado,
Irán afirmó que ‘descendió’ un drone [avión robot sin tripulación]
estadounidense en el espacio aéreo iraní el cual no abatieron a tiros,
sino mediante su equipo de guerra cibernética.
Las informaciones
confirman que EE.UU. cree que Irán posee “una de las plataformas de
vigilancia más sensibles en la flota de la CIA”, pero niega la
participación de Irán. Por cierto, la afirmación de Irán de haberse
apoderado del drone mediante su equipo de guerra cibernética debería
atemperarse con una buena dosis de escepticismo, ya que los expertos en
la seguridad cibernética dicen que los hechos pueden carecer de sentido.
Pero solo es la última historia en una serie de incidentes que provocan
preguntas inquietantes sobre los problemas de seguridad causados por
los drones. Y en vista de la próxima proliferación de la tecnología de
drones en EE.UU. y en el exterior, esto debería preocupar a los
ciudadanos de todo el mundo.
Hace dos años el Wall Street Journal
informó de que combatientes en Iraq, financiados por Irán, pudieron
piratear señales de vídeo en vivo de drones con “software comercial a 26
dólares”. En otro incidente inquietante, Wired informó en
octubre de que una flota de drones de la Fuerza Aérea de EE.UU. fue
infectada con un virus informático que capturó todas las pulsaciones
esenciales de los drones. Los técnicos removieron continuamente el virus
sin tener éxito. ¿Cómo se infectaron los drones? Los militares “no
están totalmente seguros”. Peor todavía, el equipo de ciberseguridad de
la Fuerza Aérea ni siquiera sabía del virus hasta que lo leyó en Wired.
Wired informó en un artículo separado de que un próximo informe del Congreso detallará como penetraron los hackers en el sistema satelital de EE.UU. En el caso de un satélite, los hackers “lograron hacer todos los pasos requeridos para comandarlo”, “pero nunca ejercieron realmente el control”.
El verano pasado, un drone causó una escena en Washington cuando, como escribió el New York Times
“casi hicieron despegar aviones jet de caza para perseguir a un drone
Fire Scout perdido, del tamaño de un pequeño helicóptero, que había
penetrado el espacio aéreo restringido de la capital”. Un incidente
semejante tuvo lugar en Afganistán cuando los aviones militares tuvieron
que derribar un “drone desbocado” cuando los pilotos perdieron el
control.
EE.UU., claro está, está a la cabeza del mundo en el uso
de drones para misiones de vigilancia y combate. En promedio realiza
ataques en Pakistán cada cuatro días. Muchas veces, EE.UU. ni siquiera
está seguro de a quiénes está matando. A pesar del hecho de que la
ubicación de la vasta mayoría de las bases de drones es confidencial, el
periodista Nick Turse presentó un sorprendente cuadro de la masiva
flota de EE.UU. Determinó que EE.UU. tiene por lo menos 60 bases de
drones operadas por los militares estadounidenses o la CIA en todo el
mundo, y que “la mayoría de esas instalaciones siguen pasando
inadvertidas, no contadas y notablemente anónimas – hasta ahora”.
Pero
el uso de los drones no se limita a los militares estadounidenses. Los
fabricantes de drones ya controlan un mercado de 94.000 millones de
dólares, según algunos cálculos, y la carrera armamentista de drones se
desarrolla a todo vapor. Como informó el Washington Post, el
constante abejorreo de drones y amenazas de ataque domina ahora las
vidas de los civiles en Gaza. Y Turquía planifica tener en operación
drones Predator en junio de 2012.
Mientras tanto, contratistas
chinos presentaron el año pasado 25 tipos de aviones sin tripulación. En
total, por lo menos 50 países tienen ahora algún tipo de vehículos
aéreos sin tripulación, y el New York Times informa de que “la
cantidad aumenta cada mes”. Esa cantidad también incluye a Irán, que
trata de actualizar su flota. Incluso los rebeldes libios tenían su
propio drone de vigilancia –que les fue suministrado por contratistas
canadienses de la defensa– antes de que lograran el control total de su
propio país.
La tecnología en sí también se desarrolla a una rapidez alarmante. The New York Times
informa de que investigadores en EE.UU. trabajan en “la reducción al
tamaño de insectos de los drones sin tripulación, del tipo que dispara
misiles hacia Pakistán y espía a insurgentes en Afganistán”, junto con
drones inmensos que pueden capturar en vídeo toda una ciudad. Existen
drones parecidos a pájaros, drones submarinos, drones dentro de drones,
drones de reconocimiento facial, y tal vez lo más aterrador, drones
totalmente autónomos –que actualmente se prueban en Georgia– y no
requieren ningún control humano.
Como me dijo el mes pasado Micah
Zenko, miembro senior del Consejo de Relaciones Internacionales: “Es un
instrumento muy impresionante y sensible que debería utilizarse con
moderación. Incluso si somos responsables ahora, podríamos no serlo
siempre”.
Pero en EE.UU. los drones se convertirán en otra forma
más mediante la cual las autoridades pueden comprometer la privacidad de
los ciudadanos de a pie, ya que la Agencia Federal de Aviación (FAA) se
propone presentar nuevas reglas para su vuelo en el interior. Como
informó Newsweek, fuerzas policiales y patrullas fronterizas en
EE.UU. están comprando la tecnología a contratistas de la defensa, y ya
se ha visto a uno volando sobre Houston. Los departamentos de policía ya
utilizan GPS y el rastreo de teléfonos celulares sin tener mandato
judicial. Ésta será otra arma poderosa en su arsenal. Como advierten los
defensores de la privacidad: “los drones pueden equiparse fácilmente
con cámaras de reconocimiento facial, cámaras infrarrojas, o detectores
de Wi-Fi abiertos”. Y aunque estos drones se utilizarán para numerosos
propósitos de vigilancia (una idea de por sí temible), los contratistas
admiten que están equipados para portar armas, como armas de
electrochoque.
Se utilicen para vigilancia o para combate
directo, los drones plantearán pronto serios riesgos para todos los
ciudadanos del mundo. Pueden ofrecer a gobiernos, departamentos de
policía o ciudadanos privados, capacidades sin precedentes para espiar, y
considerando sus vulnerabilidades en la seguridad, las consecuencias
potenciales pueden ser interminables.
Trevor Timm es activista
y bloguero en Electronic Frontier Foundation. Se especializa en temas
de libertad de expresión y transparencia gubernamental. Siga a Trevor
Timm en Twitter: @WLLegal
Fuente: Rebelion.org


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