El gobierno del PP sigue su camino de perdición
De la sumisión ante la banca internacional a las amenazas contra Argentina
La destrucción de lo público al servicio del capital financiero
Amparado en su mayoría absoluta tanto en el parlamento estatal como en
la mayor parte de las autonomías, el gobierno del PP sigue como elefante
en cacharrería destruyendo todo cuanto encuentra a su paso. Bajo el
dogma del déficit cero, este Atila ibérico, neoconservador y clerical,
ha congelado el salario mínimo, ha rebajado en términos reales las
pensiones, ha aumentado el impuesto a las rentas del trabajo que
representa más del 60% de la recaudación impositiva anual, ha abaratado
el despido, ha puesto en marcha una amnistía fiscal para los grandes
defraudadores, ha reducido severamente la inversión pública, ha
pisoteado los derechos laborales y ha recortado el gasto en servicios
básicos para los ciudadanos. En su ambición desmedida contra lo público
lograron un record. ¡Era imposible atacar más a las clases populares y a
los trabajadores en menor tiempo! Algunos tiralevitas de las tertulias
radiofónicas hablan entusiasmados y felices de una nueva era para
España, de un nuevo siglo, hasta de un cambio en la visión hispánica
del mundo. Estos franquistas reconvertidos en monárquicos se disponen,
en una nueva cruzada, a transformar la vieja piel de toro en un paraíso
del capitalismo más depredador per saecula saeculorum.
Entre
tanto enmascaramiento de la realidad como difunden los grandes medios
públicos y privados, un economista lúcido y honesto (dos cualidades tan
escasas como mal vistas en nuestra sociedad) ha puesto el dedo en la
llaga en una breve reflexión que vale la pena leer (http://vozpopuli.com/blogs/683-y-ahora-que-rajoy). Esto escribe Juan Laborda: “Tras las distintas medidas adoptadas en
realidad se oculta y protege a la clase dominante, la financiera, para
que sea la sociedad quien pague sus desaguisados. (…) Serán los
ciudadanos quienes paguen en última instancia con sangre, sudor, y
lágrimas los excesos de estas élites”. Más adelante, señala la
contradicción existente entre el origen del problema y la solución
adoptada, aunque, como no se trata de una cuestión teórica sino
práctica, han sido los intereses dominantes los que determinaron esa
política antipopular: “Si el problema de la economía española es la
deuda y como corolario la insolvencia bancaria, por qué narices se opta
por restricciones fiscales o ajustes salariales. Básicamente por la
presión de la clase dominante, la financiera, para que sea la sociedad
quien pague sus desaguisados”.
Privatiza cuanto puedas: de Felipe González a Menem
En su origen, Repsol era una empresa pública que pertenecía al grupo
estatal INH (Instituto Nacional de Hidrocarburos). El entonces
presidente del gobierno, Felipe González, hoy consejero de Gas Natural
(empresa participada por La Caixa y Repsol YPF) puso en marcha su
privatización en 1989. Durante el mandato “socialista” y bajo el
señuelo del capitalismo popular, se liquidaron asimismo varias
importantes empresas públicas españolas, como la eléctrica Endesa, la
compañía aérea Iberia y Telefónica, entre otras, en beneficio de los
grandes grupos bancarios nacionales e internacionales. El expresidente
José María Aznar, hoy consejero de News Corporation del grupo de
comunicación Murdoch y presidente de la fundación derechista FAES,
continuó y culminó tales privatizaciones.
Por lo que se refiere
a YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales), constituyó el principal
activo económico de Argentina desde el año 1922 hasta 1992. Acosada y
endeudada durante la dictadura militar, fue el corrupto presidente
Carlos Menem el que privatizó esta empresa estratégica en dos etapas, en
los años 1992 y 1999. Ese último año, bajo la presidencia del íntimo
amigo de Aznar, Alfonso Cortina (condenado por el Tribunal Supremo en
sentencia de 2 de junio de 2008 por un delito contra la Hacienda
Pública), Repsol compró el 83,24 % de las acciones de YPF. En la
actualidad, Repsol controla el 53,47% de YPF, mientras que el grupo
argentino Petersen posee el 25,46%.
Podría pensarse que Repsol
YPF es una empresa cien por cien española, como pretenden presentarla
el gobierno y los grandes medios. Nada más lejos de la realidad. La
participación en ella de capital extranjero es muy amplia, según
demuestran los siguientes datos facilitados por la propia compañía:
% del Capital
| |
|---|---|
Participaciones significativas
|
32,30
|
Sacyr
|
10,01
|
Caixabank
|
12,83
|
PEMEX
|
9,49
|
Free Float
|
68,00
|
Resto Institucional España
|
9,90
|
Institucional Extranjero
|
42,00
|
Minoritarios España
|
10,80
|
Autocartera
|
5,00
|
TOTAL
|
100,00
|
Como se ve, si sumamos el capital aportado por la mexicana Pemex a la
participación extranjera del capital flotante negociado en bolsa, es
decir, el free float, tenemos que más de la mitad de las acciones de
Repsol YPF, exactamente el 51,49%, están en manos extranjeras.
Dentro del capital español destaca la participación de La Caixa (12,83) y
de Sacyr Vallehermoso, una de las mayores empresas constructoras
nacionales (10,01). De acuerdo con esa participación, ostenta la
presidencia del consejo de administración Antonio Brufau, exdirector
general de La Caixa y en la actualidad vicepresidente de Gas Natural
Fenosa y presidente de YPF. Son vicepresidentes Isidre Fainé, presidente
de La Caixa, vicepresidente de Abertis y de Telefónica y presidente de
la CECA (Confederación Española de Cajas de Ahorro), y Juan Abelló,
vicepresidente de la constructora Sacyr Vallehermoso.
Entre los
consejeros sobresale por su relevante papel polìtico Luis Carlos
Croissier, militante y exdiputado del PSOE, exministro de Industria y
Energía y expresidente del INI (Instituto Nacional de Industria) bajo el
gobierno de Felipe González y activo impulsor de las privatizaciones.
Su cargo actual parece un buen premio a su labor liquidadora de la
empresa publica durante el gobierno “socialista”.
Una catarata de amenazas del gobierno del PP contra Argentina
Críticos con la baja producción obtenida y con los escasos beneficios
que representa YPF para su pueblo, y descontentos con la falta de
inversiones de Repsol durante los últimos años, seis provincias
argentinas han retirado una docena de licencias a esta multinacional
petrolera. Está en el aire una posible renacionalización parcial de YPF.
Ha bastado el debate sobre el tema en el seno del gobierno sudamericano
para que el gobierno de Mariano Rajoy atacara de manera desvergonzada
este legítimo derecho de una nación soberana.
El secretario de
Estado para la Unión Europea, Íñigo Méndez de Vigo, abrió el fuego en un
tono insolente: "Romper las reglas de juego tiene un coste y Argentina
se va a convertir en un apestado internacional" , dijo en Onda Cero.
José Manuel Soria, ministro de Industria (que parece el “doble” de
Aznar con acento canario) grabó en la capital polaca un vídeo que vale
por toda una declaración neocolonialista de principios. "El Gobierno de
España defiende los intereses de todas las empresas españolas, dentro y
fuera. Si en alguna parte del mundo hay gestos de hostilidad hacia esos
intereses, el Gobierno los interpreta como gestos de hostilidad hacia
España y hacia el Gobierno de España. El Gobierno lo que sí dice es que
si hay gestos de hostilidad estos traerán consecuencias".
De
esta solemne declaración se deduce una peligrosa identificación de los
intereses particulares de una empresa española con los intereses
generales de España, lo cual nos aclara muy bién qué miserable concepto
de España tienen estos neo liberales. No hay restricción alguna en esa
defensa a ultranza de las empresas, lo cual indica una falta de
consideración a una hipotética negligencia o delito contra la legalidad
vigente. Dentro de su ortodoxia capitalista, ¿no habíamos quedado en que
las empresas buscan el máximo beneficio con el mínimo coste? ¿Dónde
queda entonces el obligado cumplimiento de las normas jurídicas del país
en cuestión, por no hablar de los principios cristianos que tanto
ensalza el PP? ¿O hay que suponer que nuestras empresas “hacen las
Américas” para predicar el Evangelio y promover la lengua castellana,
como antaño en el Imperio?
Señor ministro Soria: ¿incluye Vd.
en esa defensa absoluta por parte de su gobierno a la empresa Air Comet,
dirigida por el expresidente de la CEOE Gerardo Díaz Ferrán y su socio
Gonzalo Pascual (imputados ambos ahora en la Audiencia Nacional por un
presunto delito fiscal) que, en una funesta operación para el país
hermano, compró Aerolíneas Argentinas por un dólar en noviembre de 2001?
El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel
García-Margallo, simplificó el argumento: “cualquier agresión contra
Repsol (…) será considerada como una agresión contra el gobierno
español”. Le faltó tiempo para pedir ayuda al Departamento de Estado de
los Estados Unidos. Menos mal que no se le ocurrió pedírsela al sucesor
del general S. Butler (el militar más laureado de los Estados Unidos y
el que más invasiones llevó a cabo en suelo americano) al mando de la
infantería de marina … Aunque no estaría de más que el señor ministro,
ya más sereno, leyera las sinceras confesiones de aquel famoso militar
acerca del papel de su ejército en el expolio de América Latina [1].
Por su parte, la vicepresidenta del gobierno, Soraya Sáenz de
Santamaría, mantuvo el mismo lenguaje amenazador contra Argentina: “No
nos consta que se haya tomado la decisión [de renacionalizar YPF], pero
de producirse es muy negativa para los intereses españoles y la
obligación de este gobierno es defender con todos los instrumentos a su
alcance los intereses generales (?) de España”, cursiva mía.
El PSOE, fiel a su trayectoria, apoya al gobierno del PP en contra de Argentina
La nueva portavoz del PSOE en el Congreso de Diputados, Soraya
Rodríguez, ha asegurado el apoyo al gobierno de Rajoy y se ha mostrado
dispuesta a “desplegar todas las capacidades diplomáticas” de su partido
en Argentina. Ha calificado de “muy perjudicial” (¿para quién?) la
decisión (que curiosamente no se ha tomado aun) del gobierno argentino,
confiando en que “se pueda dar marcha atrás”. ¿Cuál es la razón de
fondo de esta toma de posición? Reflejando una verdad fácilmente
verificable, ha afirmado: “El PSOE siempre ha estado apoyando a las
empresas españolas”. De ahí esta oferta explícita: "Si el Gobierno
estima que en algo podemos ser útiles, sabe perfectamente que puede
contar con nosotros".
En la misma línea de colaboración con el
gobierno del PP se ha manifestado la vicesecretaria general del PSOE,
Elena Valenciano, que calificó la posibilidad de renacionalizar YPF de “giro político inexplicable que debe corregirse”. Fiel discípula del
neoliberalismo de Felipe González, Boyer, Solchaga, Croissier, Solbes,
Sebastián y Salgado, se entiende bien que la Sra. Valenciano ni
siquiera comprenda la conveniencia de que una nación soberana recupere
legalmente su más valiosa empresa pública. “Yo creo que todas las
gestiones diplomáticas y políticas [que está llevando a cabo el gobierno
del PP] se están haciendo bien”, ha añadido.
Coinciden en el
tiempo estas declaraciones de dirigentes “socialistas” con la votación
en el Congreso de Diputados del proyecto de ley de Estabilidad
Presupuestaria que marca un déficit cero para las administraciones
públicas a partir de 2020. El verano pasado PSOE y PP modificaron la
Constitución en el mismo sentido que ese proyecto de ley imponiendo los
mercados financieros sobre las intereses generales de los ciudadanos.
Ahora, y a pesar de las intensas negociaciones entre ambos partidos, el
PSOE se ha desmarcado del gobierno y no ha apoyado su proyecto de ley.
¿Motivo? Las 4 décimas que separan el déficit cero defendido por el PP
del déficit del 0.4 defendido por el PSOE. Como se advierte, un abismo…
dentro de la escala económica neoliberal que propugnan ambos.
No
se crea, sin embargo, que esta política económica de sometimiento a la
banca internacional y nacional sea exclusiva del PP. Antes y ahora, el
PSOE también la defiende. "Es curioso, el único punto donde los dos
partidos grandes se han puesto de acuerdo es en la reforma del sistema
financiero. En realidad defienden a la élite financiera”, ha escrito
Juan Laborda.
En contra de lo que algunos creen, el PSOE y el PP
no son lo mismo. En el bipartidismo imperfecto que dirige la vida
pública española cada uno tiene su perfil propio, cada uno desempeña su
papel en el juego. Representan, eso sí, el anverso y el reverso de la
misma moneda. Como acabamos de ver, cuatro décimas de punto (¡qué
tragedia!) separan su respectivo programa económico. En su valoración de
la monarquía borbónica, en su perspectiva de la política exterior y
hasta en su atlantismo ni siquiera los separan esas cuatro décimas.
[1]
“ Pasé treinta y tres años y cuatro meses en servicio activo y durante
ese periodo ocupé la mayor parte de mi tiempo haciendo de matón de lujo
para las grandes empresas, Wall Street y los banqueros. En definitiva
fui un maleante, un gangster del capitalismo. Ayudé a hacer México, y
especialmente Tampico, un lugar seguro para los intereses de la American
Oil en 1914. Ayudé a hacer de Haití y Cuba lugares decentes para que
los chicos del National City Bank obtuvieran beneficios en ellos. Ayudé
en el expolio de media docena de repúblicas centroamericanas en
beneficio de Wall Street. Ayudé a purificar Nicaragua para el
International Banking House de los hermanos Brown entre 1902 y 1912.
Llevé la luz a la República Dominicana para los intereses azucareros
americanos en 1916. Ayudé a hacer Honduras bueno para las compañías
frutícolas americanas en 1903. En China en 1927 ayudé a que la Standard
Oil hiciera sus negocios sin ser molestada. La verdad es que,
reflexionando sobre aquellos años, podría haberle dado algunos consejos a
Al Capone. Lo mejor que él consiguió fue hacer sus negocios sucios en
un par de distritos, yo los hice en tres continentes” (Smedley Butler,
War is a Racket, 1935).
Fuente: Rebelion.org


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