Argentina
Los niveles récord de empleo y la reducción masiva de la pobreza tienen poco que ver con las exportaciones
guardian.co.uk
| Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens |
Uno de los grandes
mitos sobre la economía argentina que se repite todos los días es que el
rápido crecimiento de la economía del país durante la última década ha
sido un “boom de la exportación de productos básicos”. Por ejemplo, el New York Times decía la semana pasada:
“Sobre la base de un boom de las exportaciones de productos básicos como la soja, la economía de Argentina creció a una tasa promedio de 7,7% de 2004 a 2010, casi el doble del crecimiento anual promedio de 4,3% en Chile, un país frecuentemente citado como modelo de políticas económicas, durante el mismo período”.
Michael
Shifter, presidente del diálogo interamericano y probablemente la fuente
sobre Latinoamérica más citada en la prensa estadounidense, escribió la
semana pasada en un artículo despectivo sobre Argentina que “Si las
ventas y el precio de la soja, la principal exportación de Argentina
(sobre todo a China), siguen altos, es posible que el país pueda
continuar su camino de crecimiento económico”.
No he visto a
ningún economista que afirme que el notable crecimiento económico de
Argentina durante los últimos nueve años –que ha producido niveles
récord de empleo y una reducción de dos tercios de la pobreza– ha sido
impulsado por un boom de las exportaciones de soja o de otros productos
básicos. Tal vez sea porque no es verdad.
Sé que estáis pensando:
“¿A quién le importa?” Bueno, tratad de seguir leyendo, porque el tema
tiene implicaciones que van más allá de las vastas haciendas de soja en
la provincia argentina de Córdoba.
¿Qué significa tener un “boom
de los productos básicos”, o un crecimiento impulsado por la exportación
de productos básicos? Una posibilidad se basaría en la cantidad: la
producción y exportación de esos ‘commodities’ crece tan rápido que
representa una gran parte del crecimiento real de la producción del
país. Por lo tanto, como tema contable, podríamos considerar el
crecimiento real del PIB en 2002-2010, el último año para el cual
tenemos datos completos sobre exportaciones, y preguntar, ¿cuánto de
este crecimiento real, ajustado a la inflación, se debe a exportaciones
de productos básicos?
Resulta que solo un 12% del crecimiento
real del PIB de Argentina durante este período se debió a algún tipo de
exportación. Y solo una fracción de ese 12% se debió a exportaciones de
productos básicos, incluida la soja. Por lo tanto el crecimiento
económico de Argentina de 2002-2010 no fue una experiencia de
crecimiento encabezada por las exportaciones, ni mucho menos, un “boom
de los productos básicos”.
La otra posibilidad se basa en los
precios: el precio de la soja y de otras exportaciones de productos
básicos también aumentó durante parte de este período. Esto puede
impulsar la economía de diversas maneras, incluso si la cantidad física
de exportaciones no aumenta con la misma rapidez que la economía. Si
esto fuera lo que impulsa el crecimiento de Argentina, esperaríamos que
el valor en dólares de esas exportaciones hubiera aumentado más rápido
que el resto de la economía. Pero esto tampoco ocurrió. El valor de las
exportaciones agrícolas, incluida por supuesto la soja, como porcentaje
del PIB de Argentina, no aumentó durante la expansión. Fue
aproximadamente un 5% del PIB cuando la economía comenzó a crecer en
2002, y 3,7% del PIB en 2010.
En otras palabras, no existe
ninguna historia plausible que alguien pueda extraer de los datos para
apoyar la idea de que el crecimiento de Argentina durante los últimos
nueve años fue impulsado por un “boom de las commodities”. ¿Por qué
importa? Bueno, como señaló ayer el economista Paul Krugman: “los
artículos sobre Argentina tienen casi siempre un tono negativo: son
irresponsables, están renacionalizando algunas industrias, usan un
lenguaje populista, por lo tanto les debe de ir muy mal”. Lo que según
el economista “no dice nada bueno del estado de la información
económica”. Evidentemente no lo dice.
El mito del “boom de
exportación de productos básicos” es una manera utilizada por los
detractores de Argentina para desestimar su crecimiento económico como
pura suerte. Pero la realidad es que la expansión económica ha sido
encabezada por el consumo y la inversión interior. Y sucedió porque el
gobierno argentino cambió sus principales alternativas macroeconómicas:
la política fiscal, monetaria y de tipo de cambio. Es lo que sacó a
Argentina de su depresión de 1998-2002 y la convirtió en la economía de
más rápido crecimiento en las Américas.
Ahora bien, en cuanto a
la significación a escala mundial de cómo ocurrió realmente la
recuperación de Argentina: como muchos otros economistas y yo hemos
escrito, las políticas impuestas actualmente a las economías de la
Eurozona –especialmente a las más débiles– son similares a las que
sufrió Argentina durante la depresión que la llevó al default y
devaluación. Esas políticas eran “pro cíclicas”, queriendo decir que
amplificaron el impacto de la recesión. Junto con una tasa de cambio
fija, sobrevaluada, empeoraron la economía. Al hacer default sobre su deuda y al devaluar su moneda, Argentina quedó libre para cambiar sus políticas macroeconómicas más importantes.
Si
las autoridades europeas (la Comisión Europea, el Banco Central
Europeo, y el FMI) siguen bloqueando la recuperación económica de la
Eurozona con insensatas medidas de austeridad, los países individuales
deberían considerar alternativas más racionales a fin de restaurar el
pleno empleo. A la gente de Grecia, España, Portugal, Irlanda y otros
países les dicen todos los días que debe tragar esa amarga medicina, y
que no hay otra alternativa al prolongado sufrimiento y alto desempleo
que soporta actualmente. Pero la experiencia argentina –en realidad más
que en descripciones míticas– indica que no es así. Existen
definitivamente mejores alternativas, y no tienen nada que ver con booms
de exportación de soja o de productos básicos.
Mark Weisbrot [http://www.cepr.net/index.php/mark-weisbrot-en-espanol]
es codirector del Center for Economic and Policy Research (CEPR) en
Washington, D.C. Obtuvo un doctorado en economía por la Universidad de
Michigan. También es presidente de la organización Just Foreign
Policy y coautor del nuevo documental de Oliver Stone South of the
Border [southoftheborderdoc.com].
Fuente: Rebelion.org


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