Entrevista con Sergio Yahni, periodista y activista israelí
“El Estado de Israel es un fracaso del sionismo, no un éxito”
Latitud194
Fue promotor de la objeción de
conciencia contra el servicio militar en los territorios ocupados de
Cisjordania y Gaza y en la Guerra del Líbano, siendo encarcelado tres
veces por esos motivos. De origen argentino, su familia emigró a Israel
en 1979. Yahni creció en un kibbutz y actualmente vive en Jerusalén
occidental. Recibe a Latitud194 en la cafetería lavapiesina La Marabunta,
en medio de un viaje que le ha traído por España para impartir varias
conferencias en torno al conflicto israelo-palestino, con especial
énfasis en la búsqueda de alternativas al actual modelo de Estado
moldeado por un sionismo que considera ampliamente fracasado y del
que es especialmente crítico.
¿Cuantas veces le han llamado “self-hating jew“?
Eso se escucha más fuera de Israel. El
“self-hating jew” viene más bien por parte de judios de fuera de Israel
que de dentro. Es una expresión muy diaspórica.
Aún así, ¿se sentiría comodo con esta definición?
Si fuera por definición, preferiria la de “non-jewish jew” del libro de Deutscher.
Es todo un problema definir qué es el judaismo, algo no resuelto hasta
el dia de hoy por nadie, ni siquiera por el propio judaismo. ¿Qué es ser
judio, más alla de la religion?.
Las conferencias que va a realizar estos días tratan del tema de la identidad…
La verdad es que yo me meto menos en el
tema de la identidad, en el qué es ser israelí. Prefiero aceptar que
israelí es el que vive allí, sin entrar en el tema de quién es judío,
que es mucho más complejo. Pero lo que yo qusiera discutir es el tema de
la lucha conjunta. Desde los últimos 20 años, desde el 92, se ha venido
desarrollando la idea del diálogo en el cual los palestinos tendrían
que negar su lucha nacional. De pronto ha habido una emergencia de
nuevas alternativas y de lo que vengo a hablar es precisamente de esas
emergencias de luchas conjuntas israelo-palestinas, alternativas de
trabajo conjunto que no solamente no caen dentro del vaso de la
“normalización”, sino que intentan crear un espacio diferente.
Creció en un Kibbutz, en un
Estado de Israel que parece radicalmente diferente del actual, marcado
por el auge de lo religioso. ¿Es posible definir de qué es ser israelí,
más allá de su definición minimalista de “la persona que vive ahí”?
Hay dos cosas. Una es que no existe una
definicion inclusiva de qué es ser israelí. Hay diferentes tipos de
israelíes: hay israelíes que son judíos, otros que no son judíos pero
tampoco son palestinos (como la generación de los hijos de los
trabajadores extranjeros, israelíes pero no judíos, cuyo idioma es el
hebreo y que ahora los quieren deportar). Hablo también de israelíes de
origen ruso, que tampoco son judíos en un 30%, pero sí israelíes, y su
lengua es el hebreo. Hay israelíes etiopes… es toda una amalgama de
comunidades con muy poco en común. Entonces, ser israelí acaba siendo
estar ahí y no ser palestino. Es una negación más que una definición
positiva.
Por otro lado, el Estado de Israel hoy,
el estado del apartheid, confesional, es mas que nada un fracaso del
sionismo, no su éxito. El objetivo del sionismo era el establecimiento
de un estado laico y la laicización del judaismo. Establecer el judaismo
no como una religión, sino como una nacion.
Entonces, después de 60 años de Estado de Israel, ¿da al proyecto sionismo por muerto?
El sionismo ha fracasado en dos
elementos: generar una identidad colectiva que vaya más allá de la
religión y establecer un territorio autónomo con mayoria judía. En el
estado de Israel hoy los judíos no son ya mayoría: hay una paridad con
los palestinos y no judíos, y hasta quizás haya una pequeña mayoría sólo
palestina. Por esta razón emerge el apartheid, como un fracaso del
proyecto sionista.
¿Qué debería haber hecho para no fracasar?
El problema es que el sionismo es un
movimiento que lleva su fracaso en su propia definición. Esta obligado a
fracasar y a decaer porque no existe una definición laica de qué es ser
judío, y porque la única posibilidad que tiene el sionismo de no
fracasar, entre comillas, sería llevar adelante una continua y
permanente limpieza étnica, algo imposible e insostenible. Lo que ocurre
hoy es que la limpieza étnica ha llegado a sus límites e Israel tiene
que transformarse en un estado de apartheid donde los judíos son la
minoría.
Un argumento frecuente,
independientemente del debate sobre el sionismo, es que Israel es “la
única democracia en Oriente Medio”…
Eso es mas bien una frase de marketing,
de “marca país”: intentar crear un marketing de Israel como algo que no
es. Me parece que ha tenido tanto éxito como la “marca España”.
¿Es Israel una democracia?
No. El estado de Israel no es un estado
democrático. Es una etnocracia donde se van reduciendo las libertades
que existen, sobre todo con este último gobierno. Ahora, las libertades
eran para la población judía, no para el colectivo palestino ciudadano
de Israel y para el colectivo palestino en Cisjordania y Gaza. Ahora lo
que se van reduciendo son también las libertades que tenían los judíos
en este espacio.
La presidencia de Netanyahu está
tomando posturas muy ideologizadas ante una población fragmentada.
¿Goza de un apoyo suficiente?
Los sondeos de opinión le dan una
mayoría bastante estable. Esta mayoría en un momento determinado se
rompe hacia la derecha. Gran parte de la base social del Likud está más a
la derecha que Netanyahu. Por otro lado vemos cómo en los barrios
pobres y entre la clase media va surgiendo un movimiento de protesta
bastante fuerte. Se ha visto en el extranjero la parte más europeizada
de él, pero el movimiento de protesta en los barrios pobres va
creciendo. No creo que se pueda romper todavía la hegemonía de la
derecha y el Likud (o del centro creado por el laborismo y la derecha),
pero sí se van creando grietas en esa hegemonía.
Usted escribió que “el eje del
conflicto árabe-israelí define los límites de las identidades políticas
dentro de la sociedad israelí”, y que un punto relevante de las
protestas del año pasado fue la ruptura de esta inercia. Sin embargo,
los manifestantes evitaron toda referencia al conflicto para no romper
la unidad. ¿Es posible que ocurra un cambio social autónomo dentro de
Israel, o permanece todo ligado irremediablemente al conflicto?.
Existen tres actores para un cambio
futuro. Uno son los palestinos y su Movimiento de Liberación Nacional:
saber si va a lograr establecer una movilización social suficientemente
amplia que rompa la gobernabilidad de Israel. El segundo elemento es el
movimiento social internacional. No hablo de la opinión pública
internacional, ni la comunidad de naciones, sino los movimientos
sociales: hasta qué punto lograrán romper la legitimidad de Israel o
mantenerla. En tercer lugar están los movimientos sociales y políticos
dentro de Israel. Ninguno de estos factores puede cambiar por sí solo la
realidad, sino una combinación de ellos. El Estado está dispuesto a
utilizar todos los medios para que el movimiento de liberación nacional
no cree una situación de ingobernabilidad. La unica manera de restringir
la violencia del Estado y establecer un espacio alternativo es la
movilización internacional. Solo se puede romper la impunidad del
sistema desde fuera, y entonces es cuando se liberaría la capacidad de
la movilización interna para hacer sus propuestas.
¿Qué consecuencias tiene la citada autocensura de los “indignados” israelíes respecto al tema de Palestina?
El problema es que las movilizaciones en
Israel se crearon sobre un cisma en la sociedad. Existe un ala joven de
clase media, de origen occidental, ashkenazi, que no podía continuar
reproduciendo su condición de clase media; y otro ala en los barrios
pobres y las periferias sociales de Israel. El que se conoció fue el de
la avenida Rotschild, que no buscaba salir del consenso nacional
israelí: de ahí la autocensura. Se repite aquí una peculiaridad de la
clase media israelí, y es que son rebeldes hasta los límites que se les
permite, sin salir de eses espacio. Un claro ejemplo son dos de los
rostros visibles de este movimiento: una fue financiada por el
Ministerio de Exteriores para dar una serie de charlas en Inglaterra,
mientras que otra de pronto apareció como diputada del laborismo.
Imagino que en cualquier movimiento del tipo “indignado” fuera de
Israel, esto hubiera sido polémico.
Lo que no se ha visto fuera es el
movimiento de los barrios pobres, que incluye población palestina,
beduinos del Negev y más relaciones con lo que pasa en Cisjordania. Esto
sí que es un nuevo fenómeno.
¿Tiene visos de continuar en el futuro?
Sí, tiene una base de movilizacion bastante estable. Lo que no sé es hasta qué punto va a poder movilizar masas o no.
¿Podrán los “indignados” israelíes, sean los de los barrios pobres o los de Rotschild, volver a intentar tomar las calles?
Existe la perspectiva, se intentó y la
represión fue muy fuerte y va a ser muy fuerte. No hay nigún espacio
politico para un movimiento de protesta hoy. La cuestién es si va a ser
posible crear un movimiento de protesta en las condiciones actuales. Es
mucho más fácil crearlo cuando no te reprimen. Hay una gran diferencia
entre lo que pasó el verano pasado y lo de ahora: entonces el tomar la
plaza fue bien visto por la policía y la municipalidad de Tel Aviv,
sirvió para presentarse como un Estado democrático, para avanzar en la
“marca Israel”. Sin embargo, al movimiento pobre se le reprimió mucho
más fuertemente, con mucha más gente presa y cargada con multas y
fianzas . A mucha gente que salió bajo fianza se le prohibía ir a
reuniones, ya no sólo a manifestaciones. Ese movimiento intenta
reeditarse, y la represión es mucho mas fuerte.
¿Cuál es su alternativa frente al presente modelo de Estado?
Yo soy miembro de la fundación Tarabot,
que es una nueva fundación de izquierda con militantes judíos y árabes.
Lo que nosotros hablamos es de “descolonizar” el régimen del Estado de
Israel. La cuestión ya no es cuántos estados van a haber en el futuro:
hay muchas alternativas, desde los anarquistas que defienden cero al
hizb-ut-tahrir con un califato musulmán basado en Jerusalén. El tema no
está en cuántos estados habrán sino cuál es nuestra estrategia para
descolonizar, des-sionizar al estado sionista y su transformación en un
estado democrático. El número no es la cuestión: muchas veces la gente
transforma el número de entidades en la cuestión central. La cuestión es
la lógica política del colonialismo sionista.
Además, hay problemas con las propuestas
de un Estado y dos Estados. Con la idea de dos Estados, no se responde a
la cuestión de los refugiados. Con un estado, queda candente el tema de
las colonias. Son dos temas problemáticos si no hablamos del carácter
colonial del estado de Israel, que es lo que tiene que ser cambiado.
Fuente: Rebelion.org
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