¿Pueden las Islas Diaoyutai acercar más a China y Taiwán?
En el estallido de
la última crisis por las islas Diaoyutai/Senkaku, ha podido constatarse
la coincidencia reivindicativa de manifestantes de Taiwán y de China
continental, ya sea en los propios islotes o en las calles de New York y
otras ciudades estadounidenses, cada cual con sus respectivas banderas,
en una imagen pacífica e inédita que añade una nueva dimensión al
proceso de acercamiento que viven Taipéi y Beijing desde 2008. ¿Pudiera
ser éste el litigio perfecto para allanar el camino al diálogo político
entre los dos lados del Estrecho?
Si bien desde Beijing y Taipéi
se coincide plenamente a la hora de reivindicar la soberanía china
sobre las Diaoyutai y rechazar la “nacionalización” instrumentada por
las autoridades de Japón, las tácticas aplicadas por cada cual ofrecen
matices relevantes. En efecto, mientras que China continental ha dado
pábulo a una energía nacionalista que incluso dejó entrever los efectos
económicos inmediatos de la tensión sin descartar la adopción de medidas
de fuerza, en Taiwán, por el contrario, se ha procurado enfriar los
ánimos. Los llamamientos continentales a coordinarse para encarar el
problema fueron expresamente rechazados por las autoridades de Taipéi.
Beijing apeló a la defensa conjunta de los “intereses nacionales”·.
Taipéi rechazó cualquier hipótesis de cooperación en este asunto en
razón de “nuestras políticas nacionales y nuestro propio interés”, dijo
un portavoz de la cancillería taiwanesa. Existe coordinación en el marco
de la Alianza Chunghua Baodiao que reúne a actividades de Taiwán, Hong
Kong y Macao, pero no así a otros niveles.
Los momentos más
duros de la tensión entre Taipéi y Tokio a propósito de las Diaoyutai se
vivieron en 1970, 1972 y 1990. En julio de 1970, Taiwán otorgó una
concesión a dos empresas petroleras estadounidenses para efectuar
prospecciones en la zona. Después vinieron las tentativas de colocar
banderas o su inclusión en el dominio administrativo propio con
diputados de la Asamblea Nacional visitando las islas. En su día,
además, permitió vertebrar una tímida oposición independentista al KMT,
fundamentalmente en torno al llamado Bao Diaoyutai Yundong que nació en
1972 en el fragor de la segunda crisis, convirtiéndose en una importante
referencia del proceso de democratización del sistema político
taiwanés.
Ese papel protagonista de Taiwán en relación a esta
disputa se dio –y se da- en un contexto general de respeto y simpatía
por la sociedad japonesa, un matiz importante que diferencia a Taiwán de
China continental, en cuya memoria perviven las humillaciones del
pasado. Tampoco estas están del todo ausentes en la isla –la reciente
polémica a propósito de las “mujeres de consuelo” de las tropas
japonesas lo ha evidenciado- pero no dispone de la fuerza que puede
constatarse en el continente. La relación entre Taipéi y Tokio es fluida
y Japón cuenta con poderosos lobbies en Formosa, a despecho de un
pasado de potencia ocupante que en el continente enerva los ánimos.
Baste un dato: el número de visitantes taiwaneses a Japón aumentó un 59%
en el primer semestre del año y Taiwán recibió un 21% más de japoneses
en el mismo período. Taiwán ha dejado claro desde el primer momento que
sin perjuicio de la reivindicación de soberanía, no estaba dispuesto a
que esta disputa afecte a las relaciones entre ambos. Japón es el
segundo socio comercial de Taiwán y este el cuarto de Japón.
Además
del turismo, lo que preocupa a las autoridades taiwanesas es preservar
los derechos de pesca en la zona, donde viene faenando desde hace más de
un siglo. Taiwán y Japón llevan negociando los derechos de pesca desde
1996 sin llegar a acuerdo alguno tras 16 rondas de diálogo, encallando
siempre en la yuxtaposición de las aguas económicas exclusivas. Son
aguas muy importantes para Taiwán porque en su entorno llega a capturar
la cuarta parte de sus 200.0000 toneladas de pesca anual. La soberanía
no se divide, los recursos pueden compartirse, dice el presidente Ma,
del KMT.
Hace tres años que Taiwán y Japón suspendieron el
diálogo bilateral en materia pesquera. Las detenciones de barcos se han
venido sucediendo una tras otra. Para desactivar cualquier hipótesis de
convergencia con el continente en las reclamaciones, fuentes de la
Asociación de Intercambios con Japón (JIA, siglas en inglés), la entidad
paraoficial que gestiona las relaciones bilaterales en ausencia de
reconocimiento diplomático, anunciaron hace poco su pronta reanudación
en lo que sería un primer beneficio explícito de la crisis para Taipéi.
El
presidente Ma lanzó una Iniciativa de Paz en el Mar de China oriental
el pasado 5 de agosto, remitiendo a la observación de la legalidad
internacional para resolver la disputa. Las Diaoyutai están situadas a
unas 120 millas náuticas al noreste de Taiwán y a unas 190 millas
náuticas al oeste de la prefectura de Okinawa en Japón. La oposición,
especialmente el Partido el Pueblo Primero (PPP) y el Partido Nuevo (PN)
le acusan de tibieza y le reclaman más determinación en este asunto. EL
PN propuso el 22 de agosto la compra de un islote de las Diaoyutai.
El
otro referente inevitable de la crisis es EEUU. Taipéi niega presiones
de la Casa Blanca. Washington dice a Taipéi que es neutral en la
querella y que no toma partido en relación a la “soberanía final” de las
islas. Mientras, irrita a Beijing declarando que se encuentran en el
perímetro de seguridad de su acuerdo de defensa con Japón. “Estoy seguro
de que el continuo mantenimiento de la neutralidad respecto a este tema
será de gran ayuda para la resolución de las disputas territoriales
sobre el susodicho archipiélago", dijo Ma. Donde China ve abierta
parcialidad, Taiwán quiere ver neutralidad. Legisladores del KMT y del
PDP viajaron a EEUU en septiembre para acercar posiciones con Washington
en este tema, entre otros.
Por otra parte, Taipéi dejó entrever
un posible precio para una coordinación mínima con el continente en
este asunto elevando el tono de sus demandas para ser parte activa en
las discusiones sobre la actualización de un código de conducta en el
mar de China meridional, donde también abundan las disputas. Taiwán
controla la principal isla, Taiping, del grupo de las Nansha o Spratley,
en conflicto con Filipinas, Vietnam, Malasia y Brunei, además del
continente. En total, son cuatro grupos de islas (Nansha,
Dongsha-Pratas, Xisha-Paracel y Zhongsha-banco de Macclesfield). Taipéi
al igual que Beijing rechazó la redenominación efectuada recientemente
por Filipinas de parte del Mar de China meridional que pasó a llamar mar
de Filipinas occidental, como ya lo llama la secretaria de Estado
Hillary Clinton.
Sin perjuicio de seguir avanzando en las
relaciones con Beijing, está claro que a Taipéi le importa especialmente
cultivar la diversidad de sus vínculos económicos y de seguridad con
otros actores, incluyendo especialmente EEUU y Japón, eludiendo
enredarse en las estrategias continentales. El problema esencial sigue
radicando en las dificultades para avanzar en la mejora de la confianza
política. El avance de las discusiones en los círculos académicos de uno
y otro lado es el entorno más propicio para superar este obstáculo,
principio inexcusable para lograr un hipotético acuerdo de paz a través
del Estrecho.
Xulio Ríos es director del Observatorio de la Política China
Fuente: Rebelion.org
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