Energía en el mundo de 2040
Nuestro futuro, abastecido con combustibles fósiles
TomDispatch
Traducido para Rebelión por Germán Leyens |
¿Qué especie de
fabulosos nuevos sistemas de energía poseerá el mundo en 2040? ¿Qué
combustibles suministrarán la mayor parte de nuestras necesidades de
energía? ¿Y cómo cambiará eso la ecuación global de energía, la política
internacional, y la salud del planeta? Si los expertos del Departamento
de Energía de EE.UU. tienen razón, los asombrosos “nuevos” combustibles
de 2040 serán petróleo, carbón, y gas natural – y nos encontraremos
sobre un planeta ardiente, dolorosamente incómodo.
Es
verdad, por cierto, que no es probable que cualesquiera predicciones
sobre la situación de los combustibles a casi tres décadas de ahora sean
de fiar. Toda suerte de conmociones y desastres en los años por venir
hacen que las predicciones a largo plazo sean inherentemente difíciles.
Eso, sin embargo, no ha disuadido al Departamento de Energía de producir
un exhaustivo retrato del futuro sistema energético del mundo. Conocido
como International Energy Outlook (IEO), la evaluación incorpora
proyecciones detalladas de futura producción y consumo de energía.
Aunque está repleto de datos estadísticos y de lenguaje técnico, el
informe de 2013 provee un cuadro singular e inquietante de nuestro
futuro planetario.
Muchos de nosotros quisiéramos creer
que, en 2040, el mundo habrá avanzado considerablemente por el camino
hacia un futuro industrial verde en el cual las energías solares,
eólicas, y renovables suministren la mayor parte de nuestros suministros
de energía. El IEO asume algo diferente. Anticipa un mundo en el cual
el carbón –el más intenso en carbono de todos los principales
combustibles– todavía suministrará más de nuestra energía que las
energías renovables, nuclear e hidráulica combinadas.
En
el mundo que prevé, el petróleo también seguirá siendo una fuente
preeminente de energía, mientras que la fracturación hidráulica y otras
técnicas de perforación para extraer combustibles fósiles poco
convencionales serán mucho más empleadas que en la actualidad. Las
energías eólica y solar también jugarán un rol mayor en 2040 pero –tal
como lo ve el IEO– todavía representarán solo una pequeña fracción de la
mezcla energética global.
Hay que admitir que
International Energy Outlook es un producto gubernamental de este
momento con todas las limitaciones que esto implica. Prevé el futuro
extrapolando de la situación actual. No es visionario. Sus autores no
pueden imaginar grandes adelantos energéticos que aún no han ocurrido, o
cambios en las actitudes mundiales que puedan afectar la manera cómo
tratamos la energía, o eventos como guerras, desastres ecológicos, y
recesiones económicas o depresiones que podrían alterar la situación
energética mundial. No obstante, porque evalúa esfuerzos actuales que
con seguridad tendrán repercusiones a largo plazo, como las actuales
masivas inversiones en todo el mundo en la extracción de petróleo y gas
de esquisto, provee un recurso extraordinario para imaginar la crisis
energética en nuestro futuro.
Entre sus principales conclusiones hay tres tendencias fundamentales:
·
El uso global de energía seguirá aumentando rápidamente, y el consumo
mundial total aumentará de 524 cuatrillones [millones de trillones] de
BTU (unidades térmicas británicas) en 2010 a unos 820 cuatrillones en
2040, un aumento neto de 56%. (Una BTU es la cantidad de energía
necesaria para calentar una libra de agua por un grado Fahrenheit.)
·
Una parte creciente de la demanda de energía mundial será generada por
los países en desarrollo, especialmente los de Asia. De los casi 300
cuatrillones de BTUs en energía adicional necesaria para satisfacer los
requerimientos globales entre ahora y 2040, unos 250 cuatrillones, o
85%, serán utilizados para satisfacer la creciente demanda en el mundo
en desarrollo.
· China, que solo recientemente sobrepasó a EE.UU.
como el principal consumidor de energía del mundo, representará la
mayor parte –40%– del crecimiento en consumo global durante los próximos
30 años.
Puede que esas proyecciones no sean de por sí
sorprendentes, pero si son exactas, las consecuencias para la economía
global, la política mundial, y la salud y el bienestar del entorno
planetario serán asombrosas. Para satisfacer los requerimientos
mundiales en constante expansión, los productores de energía se verán
obligados a aumentar la producción de cada tipo de combustible fósil en
una época de creciente preocupación sobre el papel primordial que esos
combustibles juegan en el aumento descontrolado del cambio climático.
Mientras tanto, el cambio en el centro de gravedad del consumo de
energía de las antiguas potencias industriales hacia el mundo en
desarrollo llevará a intensa competencia por el acceso a los suministros
disponibles.
Para apreciar integralmente la importancia
de las conclusiones del IEO, hay que considerar cuatro tendencias
críticas: la sorprendente resiliencia de los combustibles fósiles, el
grado en el cual la energía del mundo será suministrada por combustibles
fósiles poco convencionales, el aparentemente inexorable aumento global
en las emisiones de dióxido de carbono, y cambios significativos en la
geopolítica de la energía.
La continua predominancia de los combustibles fósiles
Cualquiera
que busque evidencia de que estamos pasando a un sistema basado en
fuentes renovables de energía será gravemente desilusionado por las
proyecciones en el International Energy Outlook 2013. Aunque se espera
que la parte de la energía mundial suministrada por combustibles fósiles
disminuya de 84% en 2010 a 78% en 2040, seguirá sobrepasando a todas
las demás formas de energía. De hecho, en 2040 la parte proyectada del
consumo de energía global suministrada por cada uno de los combustibles
fósiles (28% para el petróleo, 27% para el carbón, y 23% para el gas)
superará la de todas las renovables, nuclear e hidráulica combinadas
(21%).
El petróleo y el carbón siguen dominando la
categoría de los combustibles fósiles, a pesar de toda el habla de un
aumento masivo en el suministro de gas natural –la así llamada
revolución del gas de esquisto– posibilitada por la fracturación
hidráulica. La continuación de la supremacía del petróleo puede ser
atribuida, en parte, al interminable aumento de la demanda de coches,
camionetas y camiones en China, India, y otros Estados ascendientes en
Asia. La preeminencia del carbón, sin embargo, parece menos de esperar a
primera vista. Considerando el grado en el cual las empresas de
servicios públicos en EE.UU. y Europa Occidental eluden el carbón a
favor del gas natural, la preeminencia que el IEO le da en 2040 es
asombrosa. Pero por cada reducción en el uso de carbón en las naciones
industrializadas más antiguas, vemos un inmenso aumento en el mundo en
desarrollo, donde la demanda de electricidad asequible supera la
preocupación por las emisiones de gases invernadero.
La
continua dominación de los combustibles fósiles en la mezcla energética
del mundo no solo asegurará la continua dominación de las grandes
compañías de combustibles fósiles –tanto privadas como estatales– en la
economía de la energía, y también aumentará su influencia política
cuando tengan que ver con decisiones sobre nuevas inversiones en energía
y política climatológica. Sobre todo, sin embargo, el aumento del
consumo de combustibles fósiles llevará a un incremento sustancial en
las emisiones de gases invernadero, y todos los desastrosos efectos
resultantes.
El ascenso de los “poco convencionales”
Actualmente,
la mayor parte de nuestro petróleo, carbón y gas natural proviene de
fuentes “convencionales” – depósitos cercanos a la superficie, cercanos a
la costa, y dentro de un alcance fácil del transporte y de
instalaciones de procesamiento. Pero esas reservas se están terminando a
un ritmo rápido y en 2040 –o es lo que dice el informe del Departamento
de Energía– no podremos satisfacer más de una fracción de nuestras
necesidades. Los suministros de combustibles fósiles serán cada vez más
de un carácter “poco convencional” – materiales difíciles de refinar y /
o obtenidos de depósitos a gran profundidad, lejos de las costas, o en
lugares relativamente inaccesibles. Estos incluyen las arenas asfálticas
canadienses, el crudo extra-pesado venezolano, gas de esquisto,
petróleo offshore a grandes profundidades y energía del Ártico.
Hasta
hace poco, el petróleo y el gas poco convencionales constituían solo
una pequeña parte del suministro de energía del mundo, pero esto está
cambiando rápidamente. El gas de esquisto, por ejemplo, suministró una
parte insignificante del suministro de gas natural en el año 2000; en
2010, había aumentado a un 23%; en 2040, se espera que exceda un 50%. Se
esperan aumentos comparables en arenas asfálticas canadienses, crudo
extra-pesado venezolano, petróleo de esquisto estadounidense.
Por
definición, los combustibles poco convencionales son más difíciles de
producir, refinar, y transportar que los convencionales. En la mayoría
de los casos, esto significa que se consume más energía en su extracción
que en la explotación de combustibles convencionales, y que se emite
más dióxido de carbono por unidad de energía producida. Como es
especialmente el caso con la fracturación, la extracción de combustibles
poco convencionales requiere normalmente significativas infusiones de
agua, aumentando la posibilidad de competencia y conflicto entre
importantes consumidores de agua respecto al acceso de suministros que,
en 2040, serán severamente amenazados por el cambio climático.
Crecimiento inclemente de emisiones de carbono
En
2040, la humanidad estará quemando muchos más combustibles fósiles que
actualmente: 673 cuatrillones de BTU, en comparación con 440
cuatrillones en 2010. La continua dominación de los combustibles
fósiles, el aumento de la demanda de carbón, y una creciente dependencia
de fuentes poco convencionales de suministro solo puede tener un
resultado, como deja claro el IEO: un inmenso salto en el dióxido de
carbono y otras emisiones de gases invernadero.
El
dióxido de carbono es el más destacado de los gases invernadero
antropogénicos que son emitidos a la atmósfera, y la combustión de
combustibles fósiles es la fuente primordial de ese CO2; por ello, las
proyecciones del IEO respecto a emisiones de carbono relacionados con la
energía constituyen una parte importante del continuo papel de la
humanidad en el calentamiento del planeta.
Y esta
es la mala noticia: como resultado de la continua dependencia de
combustibles fósiles, se proyecta que las emisiones globales de carbono
de la energía aumentarán en un abrumador 46% entre 2010 y 2040, de
31.200 millones a 45.500 millones de toneladas métricas. No se puede
encontrar un signo más ominoso del tipo de descontrolado calentamiento
global que probablemente tendrá lugar en las décadas por venir que esta
sombría cifra.
En las proyecciones del IEO, todos
los combustibles fósiles y todas las principales regiones consumidoras
contribuyen a este futuro de pesadilla, pero el carbón es el mayor
culpable. De las 14.300 millones de toneladas métricas de CO2 que serán
agregadas a las emisiones globales durante los próximos 30 años, 6.800
millones, o sea un 48%, serán generadas por la combustión de carbón.
Como la mayor parte del aumento del consumo de carbón está ocurriendo en
China e India, estos dos países tendrán la mayor responsabilidad por la
aceleración del ritmo de calentamiento global. Se espera que solo China
contribuya la mitad del CO2 agregado en estas décadas; India, un 11%.
Nuevas tensiones geopolíticas
Finalmente,
la edición 2013 de International Energy Outlook está repleta de
alusiones a posibles tensiones geopolíticas generadas por estos eventos.
De particular interés para sus autores son las implicaciones
internacionales de la creciente dependencia de la humanidad de fuentes
poco convencionales de energía. Mientras el know-how para extraer
recursos convencionales de energía es ahora ampliamente disponible, la
tecnología especializada requerida para explotar gas de esquisto, arenas
asfálticas, y otros materiales semejantes, lo es mucho menos, dando una
clara ventaja económica en el futuro energético proyectado por el IEO a
países que poseen esas capacidades.
Una
consecuencia, que ya es evidente, es el dramático cambio en el estatus
energético de EE.UU. Hace solo unos pocos años, muchos analistas se
quejaban de la creciente dependencia de EE.UU. de importaciones de
energía de África y de Medio Oriente, con la vulnerabilidad resultante
de caos y conflictos en ultramar. Ahora, gracias al liderazgo
estadounidense en el desarrollo del esquisto y de otros recursos poco
convencionales, EE.UU. se hace menos dependiente de energía importada y
se encuentra en una posición más fuerte para dominar el mercado
energético global.
En uno de muchos pasajes
elogiosos sobre estos eventos, el IEO afirma que una clave para “el
aumento de la producción de gas natural han sido los progresos en la
aplicación de la perforación horizontal y las tecnologías de
fracturación hidráulica, que posibilitaron el desarrollo de los vastos
recursos de gas de esquisto del país y contribuyeron durante la última
década a la cuasi-duplicación de los cálculos de los recursos de gas
natural técnicamente recuperable”.
Al mismo tiempo,
el informe afirma que los países productores de energía que no logran
dominar las nuevas tecnologías se encontrarán en una desventaja
significativa en el mercado de la energía de 2040. Rusia es
particularmente vulnerable al respecto: fuertemente dependiente de
ingresos del petróleo y del gas para financiar operaciones del gobierno,
enfrenta una significativa disminución en la producción de sus reservas
convencionales y por lo tanto tiene que volcarse hacia los suministros
poco convencionales; su capacidad de adquirir las tecnologías necesarias
será, sin embargo, obstaculizada por su maltrato histórico de compañías
extranjeras.
También se dice que China enfrenta
desafíos significativos en el nuevo entorno energético. Simplemente la
satisfacción de la creciente necesidad de energía del país probablemente
será un inmenso desafío para sus dirigentes, en vista de la magnitud de
sus requerimientos y de los límites de los suministros interiores de
China. Como el consumidor de petróleo y gas de más rápido crecimiento
del mundo, una parte creciente de sus suministros de energía deben ser
importados, planteando el mismo tipo de problemas de dependencia que
hasta hace poco mortificaban a los dirigentes de EE.UU. El país posee
sustanciales reservas de gas de esquisto, pero al carecer de la
experticia requerida para explotarlas, es poco probable que se convierta
en un productor importante en los años por venir.
El
IEO no discute las implicaciones políticas de todo esto. Sin embargo,
altos dirigentes de EE.UU., comenzando por el presidente, han estado
afirmando que el dominio estadounidense de las nuevas tecnologías
energéticas está contribuyendo a la vitalidad económica de la nación,
realzando su influencia en el exterior. “La nueva postura energética de
EE.UU. nos permite involucrarnos desde una posición de mayor fuerza”,
dijo en un discurso en abril el Consejero Nacional de Seguridad, Tom
Donilon, en la Universidad Columbia. “El aumento de los suministros de
energía de EE.UU. actúa como un respaldo que ayuda a reducir nuestra
vulnerabilidad ante las disrupciones del suministro global y los
impactos en los precios. También nos permite tener una mano más fuerte
en la continuación e implementación de nuestros objetivos de seguridad
internacional.”
El informe del Departamento de
Energía evita un lenguaje tan explícito, pero nadie que lo lea podrá
dudar de que sus autores piensen en líneas similares. Por cierto, todo
el informe puede ser visto como un suministro de munición para los
expertos y políticos que argumentan que la ecuación energética global
emergente es inusualmente propicia para EE.UU. (mientras, por supuesto,
todos ignoren los efectos del cambio climático) – una evaluación que
solo puede fortificar a los propugnadores de una posición más agresiva
de EE.UU. en el exterior.
El mundo de 2040
El
International Energy Outlook 2013 nos permite un vistazo revelador
sobre el modo de pensar de los expertos del gobierno de EE.UU. – y su
evaluación del mundo de 2040 debiera deprimirnos a todos. Pero que no
quepa duda, no se puede decir que nada de esto constituye un cuadro
fiable de cómo será el mundo en esa época.
Es
probable que muchas de las tendencias proyectadas sean alteradas,
posiblemente hasta ser irreconocibles, gracias a eventos imprevistos de
todo tipo, sobre todo en el campo del clima. No obstante, las masivas
inversiones que se están haciendo actualmente en operaciones
convencionales y poco convencionales en petróleo y gas asegurarán que
esos combustibles jueguen un papel significativo en la mezcla energética
durante mucho tiempo – y esto, por su parte, significa que es probable
que los esfuerzos internacionales por disminuir el ritmo del
calentamiento global sean frustrados. Del mismo modo, es seguro que la
determinación de Washington de mantener la dominación de EE.UU. en la
explotación de recursos poco convencionales de combustible, combinada
con los deseos de los dirigentes chinos y rusos de participar en la
ventaja estadounidense en este terreno, provoque fricción y desconfianza
en las décadas por venir.
Si las tendencias
identificadas en el informe del Departamento de Energía resultan ser
duraderas, el mundo de 2040 sufrirá temperaturas y niveles del mar en
permanente aumento, cada vez más tormentas catastróficas, incendios
forestales cada vez más intensos, y sequías cada vez más devastadoras.
¿Puede haber, de hecho, una conclusión más triste en cuanto a nuestro
futuro que la insistencia del IEO en que los combustibles fósiles no
serán afectados por las escaseces de recursos que la humanidad puede
enfrentar en las décadas por venir? Gracias a la explotación de
tecnologías avanzadas para extraer “energía difícil” globalmente, se
mantendrán relativamente abundantes durante décadas.
Por
lo tanto ¿cuán fiable es la evaluación del IEO? Personalmente, sospecho
que los escenarios resultarán ser mucho menos exactos por una razón
suficientemente obvia. A medida que la severidad y destructividad del
cambio climático se haga cada vez más evidente en nuestras vidas, cada
vez más gente presionará a los gobiernos en todo el mundo para que
emprendan cambios radicales en la conducta energética global y limiten
el poder de las gigantescas compañías energéticas. Esto, por su parte,
llevará a un énfasis sustancialmente superior en la inversión en el
desarrollo de sistemas alternativos de energía, más una dependencia
significativamente menor de los combustibles fósiles de lo que anticipa
el IEO.
Que no quepa duda, sin embargo: de que los
grandes productores de combustibles fósiles –las gigantescas
corporaciones petroleras, del gas y del carbón– vayan a aceptar este
cambio sin oposición. En vista de sus inmensos beneficios y su
determinación de perpetuar la era de los combustibles fósiles lo más
posible, emplearán todos los medios a su disposición para postergar la
era de las energías renovables. En última instancia, sin embargo, los
efectos destructivos del cambio climático serán tan severos e
inescapables que la presión por adoptar cambios en la conducta
energética indudablemente superará la resistencia de la industria de la
energía.
Por desgracia, nadie puede ver realmente
el futuro y por lo tanto nadie puede saber cuándo tendrá lugar un giro
semejante. Pero una realidad simple es que: más vale que pase antes de
2040 o, como se dice vulgarmente: ya metimos la pata.
………….
Michael
T. Klare es profesor de estudios por la paz y la seguridad mundial en
el Hampshire College y colaborador habitual de TomDispatch.com. Es autor
de “ The Race for What's Left: The Global Scramble for the World's Last Resources” (Metropolitan Books) y en edición de bolsillo (Picador).
[Nota
para los lectores: Como la mayor parte de este texto se basa en un solo
documento International Energy Outlook 2013, puse menos hipervínculos a
las fuentes que es usual en mis artículos. El informe en sí puede ser
visto aquí]
Fuente: Rebelion.org
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