Siria
Instan a al-Assad a que permita a la ONU visitar el lugar del ataque
La ONU pidió
formalmente al Gobierno sirio del presidente Bashar al-Assad que permita
a sus inspectores investigar sobre el terreno la última denuncia de uso
de armas químicas. Rusia concedió que no se les debería impedir el
acceso a la zona que, recordó, sigue en manos de los rebeldes armados.
Estos instaron a una investigación «en total libertad».
Rusia,
principal aliado de Siria entre las grandes potencias, se sumó al coro
de gobiernos que exigen al Gobierno de Bashar al-Assad no impida a los
expertos de la misión de la ONU que lleguen a la zona de Guta, en el
extrarradio oriental de la capital, y escenario de un bombardeo que,
según voces opositoras, habría sido un ataque químico.
El
portavoz ruso de Exteriores, Alexandre Lukachevitch recordó que, en todo
caso, «y por lo que sabemos, es una zona controlada por los rebeldes
pero asumimos el principio de que la misión debe ponerse de acuerdo con
la parte siria».
«Tiene sentido que (el secretario general
adjunto de la ONU Jean Eliasson) haya declarado que para que una visita
de este tipo tenga lugar deben cesar las actividades militares».
No
parece que sea el caso. El opositor Observatorio Sirio de Derechos
Humanos (OSDH), que sigue sin hablar de ataque químico, señaló que el
Ejército sirio continuaba ayer bombardeando las zonas donde se habría
perpetrado la víspera la matanza denunciada por militantes opositores
sobre el terreno e ilustrada con imágenes distribuidas por una agencia
de noticias rebelde.
Tampoco los rebeldes armados estaban
quietos. Uno de sus portavoces reconoció la ofensiva del Ejército sirio
para reconquistar las zonas rebeldes de la periferia de Damasco y abundó
en que habrían recuperado puntos estratégicos pero anunció una
contraofensiva rebelde en todo el área de Guta oriental.
Inspección «in situ»
Expertos
en armas químicas divergían a la hora de analizar el ataque del
miércoles en Guta pero todos coincidían en señalar que el único medio de
verificar si estaríamos ante un ataque con armas químicas pasa por
analizar muestras sobre el terreno. Olivier Lepick, experto de la
Fundación de Investigación Estratégica, aseguró, tras visionar 21
vídeos, que «hay fuertes sospechas de uso de armas químicas pero faltan
pruebas científicas, como la presencia de gas sarín en la sangre o en la
orina» de las víctimas.
«Ayer (por el miércoles) era escéptico,
pero he revisado mi posición», coincidía Jean Pascal Zanders, experto en
desarme químico, tras haber «visionado imágenes en las que aparecen
síntomas compatibles con un envenenamiento por productos
organofosforados», grupo del que forma parte el gas sarín.
Otros
expertos son más cautos y no excluyen la posibilidad de una
contaminación, por ejemplo, con cloro, liberado accidentalmente durante
el bombardeo de un depósito.
Paula Vanninen, directora del
Instituto finlandés para la verificación de la convención de armas
químicas, señala como extraño que los que atienden a las víctimas «no
llevan trajes de protección o máscaras, y si estamos ante un ataque con
gas, deberían sufrir los mismos síntomas». La misma experta no entra a
considerar si en una circunstancia de guerra como la que sufre Siria
hablar de trajes especiales e incluso caretas suena extraño pero matiza
que «si se trata de un gas volátil como el sarín, los socorristas solo
presentarían síntomas leves y momentáneos».
«Hay que hablar con
los testigos, con los heridos, proceder a exámenes médicos y analizar
muestras», señala Ralf Trapp, consultor independiente que entre 1998 y
2006 fue experto de la Organización para la Prohibición de Armas
Químicas de La Haya.
«Todavía hay tiempo», señala. «Los
inspectores están ahí y si tienen acceso a la zona hay posibilidades de
descubrir qué ocurrió», añade con urgencia.
Hay que recordar que
las opiniones de los expertos no prejuzgan el origen del ataque. Lo
único que parece claro -con todas las cautelas a tomar en un escenario
de guerra desinformativa como el que se vive en Siria- es que el
Ejército regular bombardeó el miércoles la zona de donde parte la
denuncia.
No falta quien apunta a los propios rebeldes. Como
hiciera Rusia horas después de que aparecieran las primeras
informaciones, Irán, el otro gran aliado de al-Assad, se curó en salud
al señalar que, en caso de que se confirmara que estamos ante un ataque
químico, "sería en todo caso cosa de los rebeldes".
Y es que, 48
horas después, ni siquiera hay consenso en torno al cómputo de víctimas
mortales. El OSDH citado habla de 170 muertos, mientras que la oposición
en el exilio los situaba en 650 y militantes opositores sobre el
terreno elevaban la cifra a más de 1.300.
Por de pronto, el
Gobierno sirio seguía ayer sin explicitar nada en torno a la petición de
que no impida el acceso a la zona en cuestión de los inspectores. Sí
insistió en que «utilizar armas químicas en el primer día de trabajo de
los expertos habría sido un suicidio político».
Por contra, la
oposición siria en el exilio y activistas opositores sobre el terreno
instaron a que los inspectores investiguen la acusación «con total
libertad» aunque coincidieron en mostrar sus dudas sobre la eficacia de
la ONU «a causa del control que ejerce el régimen sirio».
Mientras
tanto, siguen los llamamientos internacionales para una rápida
investigación de lo ocurrido. Tras la declaración de intenciones del
Consejo de Seguridad, países como Gran Bretaña y el Estado francés
elevaron el tono advirtiendo de «una respuesta de fuerza adecuada» en
caso de que se confirmaran las acusaciones.
Mientras Turquía,
alineada con los rebeldes, insistía, parafraseando a Barack Obama, en
que «la línea roja fue cruzada hace tiempo» en Siria, EEUU alegaba que
«no es momento de hablar de líneas rojas» y se remitió a lo aprobado por
el Consejo, que se limitó a «pedir luz sobre lo que ha pasado y seguir
de cerca la situación».
El Ejército de EEUU confirma su renuencia a implicarse en el avispero sirio
El
jefe del Estado Mayor Conjunto de EEUU, Martin Dempsey, señaló ante el
Congreso que, pese a que el Pentágono podría intervenir en Siria para
desequilibrar la guerra, Washington no cuenta con grupos rebeldes que
promuevan sus intereses en el país. «En Siria no se trata de elegir
entre dos bandos, sino entre muchos. Creo que el lado que elijamos ha de
estar preparado para promover sus intereses y los nuestros (...) A día
de hoy no lo están», señaló a preguntas de un representante demócrata,
que pidió una intervención y alertó de la pérdida de «la poca
credibilidad que nos queda en la región». Por contra, Dempsey fue
tajante: «La capacidad militar de EEUU puede modificar el balance de
poder en Siria, pero no puede resolver la base histórica de problemas
étnicos, religiosos y tribales que alimentan este conflicto».
Relato de un testigo sirio del presunto ataque con armas químicas en Damasco
The Guardian
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
Pocas personas se van
pronto a dormir en Damasco, incluso en estos tiempos de guerra. Por eso,
cuando los proyectiles empezaron a impactar en el este de la capital
alrededor de las dos de la madrugada del miércoles, Um Hasan y sus
cuatro niños estaban bien despiertos y preparados para el familiar
sonido de las bombas cayendo sobre edificios y calles vacías.
Sin
embargo, un momento después, los altavoces de la barriada, algunos de
ellos situados en los minaretes de las mezquitas, empezaron a lanzar
aterradores avisos diciéndoles a los vecinos que dejaran sus casas y
huyeran.
“Estábamos demasiado aterrorizados para coger a los
niños y huir de Zemalka hacia cualquier pueblo vecino”, decía Um Hassan
sobre su zona en el distrito de Ghuta, al este de la capital. “La gente
que dormía en sus casas murió en la cama porque no pudo notar los
efectos del ataque”.
Los dolores de cabeza y las nauseas
ahogaron a la familia cuando corría por las ennegrecidas calles hacia su
coche, mientras una violenta cacofonía de proyectiles lo inundaba todo
alrededor y el aire se llenaba de un extraño y nocivo olor.
“Todavía me siento enferma y adormilada de todo el aire que he
respirado”, decía treinta y seis horas después del ataque que mató a
cientos de personas, hirió a muchas más y desató la ira de todo el
mundo.
“Cuando estábamos intentando escapar, pude ver a la
gente saliendo de sus casas y cayendo al suelo. Intentamos ayudar a
algunos pero morían antes de que consiguiéramos llevarles al hospital.”
El ataque parecía no cesar, según Um Hasan y otras víctimas, y los
primeros en responder fueron las personas con las que contactó
The Guardian
vía Skype el jueves. El gobierno sirio ha reconocido que su ejército
lanzó una gran operación en el este de Ghuta en las primeras horas del
miércoles, pero ha negado vehementemente el uso de armas químicas.
“Recogimos a una mujer con sus dos niños, el proyectil había impacto en
su casa pero… todos murieron. Pude ver cómo les salía espuma por la
boca y la nariz”.
No muy lejos de Zemalka, Abu Omar, militante
del Ejército Sirio Libre, estaba al teléfono cuando escuchó el primer
impacto de cohete.
“
Corrí a mi casa de inmediato para ver si
mi mujer y mis hijos estaban bien. Cuando llegué, escuché a la gente
gritando que el distrito estaba bajo ataque de cohetes químicos. Yo y
algunos de mis compañeros corrimos al cuartel del ESL en Zemalka
buscando ambulancias para evacuar a la gente. Nos
encontrábamos en un distrito llamado Al-Mazra’a. Empezamos a llamar a
las puertas pidiéndole a la gente que saliera de las casas. Cuando no
respondían o no abrían las puertas, empezábamos a romperlas y buscar a
la gente que había dentro. Pudimos evacuar a veinte personas. Ninguna de
ellas estaba muerta pero estaban asfixiándose.
Las
distribuimos ente los hospitales de campaña del distrito. Es realmente
un milagro de ninguna de esas víctimas estuviera muerta… aunque algunos
de ellas echaban espuma por la boca y sus cuerpos se estaban volviendo
azules.”
Abu Omar dice que hubo otra descarga de
proyectiles alrededor de las tres de la madrugada. Pero que eran
diferentes de las otras explosiones que desde hacía un año tenían
regularmente acribillada la zona porque las fuerzas del régimen trataban
de desalojar de su bastión, situado a menos de diez kilómetros del
corazón de Damasco, a los grupos rebeldes y a las comunidades que les
apoyan.
“
Se podía escuchar el sonido de los cohetes en el
aire pero no podías oír sonido alguno de explosión. Y no causaron ningún
daño visible en ningún edificio. El olor lo invadía todo.”
Abu Omar dice que intentó buscar refugio en la mezquita local pero que se retrasó al encontrarse con la escena de un
sheij y su familia muertos en el suelo. Los muertos y los agonizantes estaban ya por todas partes.
“
Fui
hacia una de las casas y me encontré con un bebé de alrededor de un año
y medio. No se me va la escena de la cabeza”, dijo. “Estaba saltando
como un pájaro, luchando por respirar. Le cogí rápidamente y le llevé al
coche pero murió. Juro ante Dios que el número de bebés y niños muertos
era mayor que el de adultos muertos. Rompimos incluso los cierres de
las tiendas para colocar dentro a las víctimas. En una de las tiendas,
llegamos a juntar a 200 niños.”
También en Zemalka, en la
madrugada del miércoles, Ashraf Hassan, de 18 años, y sus cuatro amigos
estaban jugando a las cartas.
“
Era alrededor de la una y
media de la madrugada, empezamos a oír gritos de gente pidiendo ayuda.
No habíamos oído ningún ataque ni sonido de proyectiles. Salimos de casa
y nos encontramos con que el distrito era un caos de pánico. A las dos,
los morteros empezaron a caer.
Empezamos a entrar en
las casas para ver cómo estaba la gente. En una de ellas, me encontré
con cuatro hermanos muertos durmiendo uno junto a otro en su cama y con
sus padres, también muertos, en otra habitación. Todos ellos asfixiados.
Pude ver que tenían espuma en las bocas y en la nariz.
Estuve ayudando a otros chicos a evacuar los cuerpos y a alguna gente
que estaba aún viva… hasta que yo mismo empecé a oler el gas.
El olor era como el del gas de cocinar. Mis amigos me dijeron que me
pusiera una mascarilla sobre la boca y la nariz… pero empecé a tener
nauseas y a vomitar. Los ojos se me pusieron muy rojos y me empezaron a
picar.
Sentí que estaba a punto de caer inconsciente.
Hoy me desperté con mucho picor en los ojos y no podía ni abrirlos, por
eso me vine al hospital para que me trataran.”
Dijo que todos los que habían sobrevivido al ataque sufrían de los mismos síntomas.
Fuera lo que fuera lo que se arrojó sobre Zemalka y otras dos áreas al
este de Ghuta, continúa devastando a los habitantes, los supervivientes y
los testigos han intentado averiguar desde dónde se dispararon los
cohetes o misiles. Dos zonas de la capital, no muy alejadas, ambas bajo
poder del régimen están siendo escudriñadas.
“
Venían de una distancia como de unos cuatro kilómetros”, dijo Haizam Bagdadi, un vecino de Yubar, quien el jueves intentaba escapar con su familia a Jordania. “
Uno de los lugares era el Panorama de la Guerra de Octubre, y el otro la base aérea. Han intentado borrarnos del mapa.”
http://www.theguardian.com/world/2013/aug/22/syria-chemical-weapons-eyewitness
Las otras claves del conflicto sirio
El fuerte avance de Al Qaeda en Siria replantea el envío de armas a la oposición
Cuarto Poder
Aparentemente, el reciente llamamiento de
Ahmad Jabra,
secretario general de la opositora Coalición Nacional, a todas las
fuerzas rebeldes para cerrar filas en torno al Ejército Libre de Siria
(ELS) parece un acto de autoridad interna en lo que hasta ahora se
consideraba principal movimiento armado contra el Gobierno de Bachar al Asad.
Por
desgracia, la realidad es mucho más dramática y tanto ese llamamiento
como la posterior visita del general Idris –máximo mando del ELS- a las
zonas liberadas en la costa mediterránea ponen en evidencia lo
contrario: el ELS ha perdido ya el control de sus unidades, cada vez más
dependientes de los grupos yihadistas vinculados a Al Qaeda.
Todos
los datos que, por distintas vías, salen de Siria al exterior, indican
que el Estado Islámico de Irak y Siria, el Frente al Nusra y otras
organizaciones similares llevan la voz cantante en la lucha contra el
régimen baasista.
Más bien, estas declaraciones de la jefatura
político-militar de la oposición son la consecuencia de la gira
internacional realizada el pasado mes para reclamar el suministro de
armas y el apoyo financiero prometido por las grandes potencias
occidentales.
En esta gira, los distintos mandatarios europeos con los que Jabra se ha entrevistado y el secretario norteamericano de Estado, John Kerry, le han planteado sus reticencias al envío de armas ante el temor de que terminen cayendo en manos de Al Qaeda.
Uno
de los mayores esfuerzos de Jabra en estos encuentros ha sido demostrar
que el ELS y Al Qaeda son enemigos, pero, sobre el terreno, todo indica
que sus unidades no solo siguen colaborando con las fuerzas yihadistas
sino que no pueden prescindir de ellas debido a su mayor capacidad de
combate.
Mapa esquemático de zonas de influencia. Las flechas y la estrella rojas señalan los ataques contra los kurdos. / M. Martorell
En
muchos lugares, son quienes toman las iniciativas y el mando de las
operaciones, jugando las unidades “oficiales” del ELS un papel
secundario, e incluso, cuando alguien ha cuestionado su liderazgo, los
yihadistas han respondido sin contemplaciones. Así ha ocurrido con Kamal al Hamami,
del Consejo Supremo del ELS en Latakia, con la brigada Hamza Asad en
Idlib, con las brigadas de componente kurdo al este de Alepo, y ahora
con la brigada Ahfad al Rasul, en Raqa.
Según el Observatorio
Sirio de Derechos Humanos, en esta ciudad, convertida en “emirato”, se
suceden las protestas populares exigiendo la liberación de cientos de
civiles detenidos por orden del Emir, entre ellos el conocido jesuita Paolo Dall’Oglio, que acudió a Raqa precisamente para solicitar la liberación de esos rehenes.
Protestas similares se han registrado en Alepo, Deir er Zor y Ras al Ain.
Las
horripilantes informaciones sobre secuestros en masa, violaciones,
torturas, decapitaciones públicas y hasta personas quemadas vivas,
aunque sean de difícil constatación en algunos casos, muestran el
peligro que supondría consolidar la ya fuerte implantación de Al Qaeda
con nuevas y sofisticadas armas.
Los últimos testimonios recabados
entre personas que han huido de la zona de Tal Aran y Tal Hasel, al
sureste de Alepo, hablan de una persecución, casa por casa, contra
integrantes del llamado Jabhat al Akrad (Frente de los Kurdos), que
aglutina a varias brigadas de esta y otras etnias minoritarias en el
seno del ELS.
Opuesto este frente kurdo al liderazgo yihadista,
Al Nusra y el Estado Islámico de Irak y Siria se habrían lanzado contra
las familias de sus integrantes, ejecutando a decenas de ellos, en
algunos casos decapitados y deteniendo como rehenes a unas 200 personas,
tal y como confirma el
Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
Una de las consecuencias de estos hechos ha sido que
Jabhat al Akrad ha roto su disciplina con el ELS y
se ha aliado con las Unidades Populares de Defensa (YPG), dependientes
del Partido de la Unidad Democrática (PYD), vinculado a su vez al
Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), principal grupo armado
de Turquía.
Otra de las consecuencias estriba en que los
principales países de la Unión Europea dispuestos inicialmente a enviar
armas en consonancia con lo aprobado a finales de mayo, se muestran
ahora más reticentes a tal opción. El pasado 24 de julio Ahmad Jabra no
logró arrancar una posición clara a Françoise Hollande cuando se entrevistó en París con el principal defensor de armar a los rebeldes, mientas que el británico
Cameron ha endurecido su postura, aproximándose a la ya conocida de Merkel. Algo parecido ha ocurrido con Washington tras los escépticos informes del Pentágono sobre la evolución del conflicto.
Se
podría concluir que no habrá envíos de armas hasta que el ELS no
garantice que ese material no caerá en otras manos, algo que, al parecer
y por el momento, no puede hacer. Sirva solo como botón de muestra que,
después de tres meses, el ELS no ha sido capaz de lograr la liberación
de los obispos de Alepo secuestrados hace cuatro meses pese a que estas
destacadas personalidades religiosas, igual que el padre Dall’Oglio, se
distinguían por sus esfuerzos humanitarios y de medición para paliar los
efectos de esta cruenta guerra civil.
Precisamente debido a estas crecientes dudas, George Sabra, otro destacado líder de la oposición, ha aprovechado el
nuevo ataque químico de
las tropas de Damasco contra la población para reiterar sus exigencias
en el envío de armas, acusando a EEUU y a los demás “países amigos” de
haberles traicionado.
Fuente: Rebelion.org