lunes, 28 de septiembre de 2009

Editorial

Agua potable para el desierto lavallino

Resulta interesante el trabajo que están realizando en el desierto lavallino con la construcción de un acueducto de 280 kilómetros para llevar agua potable a distintas poblaciones, beneficiando así a un total de 3.500 habitantes. En su gran mayoría se trata de puesteros, artesanos o apicultores que intentan permanecer en el lugar y que necesitan una mejor calidad de vida.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Durante la época de la colonia, la zona de Lagunas del Rosario tuvo una interesante actividad económica. En los alrededores de la laguna de Guanacache existían importantes plantaciones, especialmente de trigo y otros cereales que servían para cubrir las necesidades de la población de la provincia, mientras gran parte de los habitantes de la zona vivían también de la pesca, no sólo para consumo propio sino también para su comercialización.

Según se afirma, esa actividad económica hizo que el lugar se convirtiera en un importante conglomerado habitacional y una de las pruebas palpables la da la construcción de la capilla, que data del 1700.

Sin embargo, cuando se organizó el sistema de riego en la zona alta del río Mendoza, el agua dejó de llegar a las lagunas. Sin posibilidades de continuar con la tarea, sus habitantes modificaron la actividad económica. Se convirtieron en crianceros, especialmente caprinos; en artesanos (esencialmente de cuero y lana) y se inició una incipiente actividad apícola para aprovechar las bondades de las flores de algarrobo, chañar o piquillín, que generan una miel de altísima calidad para la exportación.

A esa gente, en su gran mayoría descendientes de huarpes, se les modificó también la calidad de vida. Quedaron prácticamente en el olvido durante décadas y recién en los últimos años se organizaron acciones tendientes a favorecer su radicación. Tiempo atrás se desarrolló un interesante emprendimiento cooperativo para la comercialización de la miel, hubo un mantenimiento adecuado de los caminos -dentro de las condiciones existentes en la zona- y se impulsaron algunos proyectos, como la entrega de tierras a los puesteros y un plan de viviendas destinado al arraigo de los mismos, el que iba acompañado de proyectos dirigidos a su superación social.

Pero la gente de la zona seguía contando con un grave problema: la carencia de agua potable, la que durante mucho tiempo era proveída a través de los camiones cisterna de la Municipalidad de Lavalle, mientras algunos debían surtirse de pequeños jagüeles (oasis) existentes en el desierto.

Ante esa situación, cobra importancia la obra que se está desarrollando en esa zona de la provincia, consistente en la construcción de un acueducto de 280 kilómetros de extensión, que beneficiará a más de 3 mil habitantes. Se realizará con dinero que, en un porcentaje importante aporta la Nación y el resto por la comuna departamental, y los primeros trabajos se han realizado entre Gustavo André y La Asunción, continuando por la ruta de las Altas Cumbres y llegando a San Miguel. Contempla también proveer de agua potable a El Retamo, El Forzudo y Arroyito.

La tarea del tendido del acueducto se complica por las características del terreno, en razón de que debe atravesar, entre otros sectores, la Reserva Telteca, a través de picadas y médanos.

Según la comuna de Lavalle, finalizada la obra que unirá a La Asunción con San José, se conectará luego con la red que llega a Lagunas del Rosario y unirá luego a otros puestos de la zona de San José. Otro dato interesante se centra en el hecho de que se realizarán habilitaciones progresivas, por lo que no habrá que esperar a la finalización de los trabajos para la provisión del líquido elemento.

La segunda etapa contempla un tramo de 100 kilómetros y se extenderá desde Lagunitas hasta Arroyito. En esta zona ya existía un tramo con agua surtida por un tanque que se provee de agua subterránea, pero de muy baja calidad para poder ser potabilizada.

Se trata de una obra importante, en razón de que permitirá mejorar la calidad de vida de miles de mendocinos que desarrollan su actividad en esa zona inhóspita del desierto lavallino y para quienes no existen otras alternativas de superación social.

El próximo paso, una vez completada la provisión del agua potable, podría pasar por profundizar las tareas tendientes a fortalecer las cooperativas, de manera tal que esos puesteros, artesanos o productores de miel, puedan defender con mejores posibilidades el fruto de su trabajo.

Fuente: Los Andes Online

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