Alemania enfrenta un problema que evoca su pasado: militares pronazi en sus filas
Por Melissa Eddy
Por Melissa Eddy
Soldados en un área de entrenamiento en Grafenwöhr Credito Christof Stache/Agence France-Presse — Getty Images |
BERLÍN — Todo comenzó con una investigación: se sospechaba que un soldado había elaborado un plan terrorista contra funcionarios del gobierno. Pronto se descubrió que el problema era peor.
Cuando realizó una búsqueda en los cuarteles, la policía militar encontró objetos históricos de la era nazi que dejaron claro que había una considerable cantidad de miembros de la extrema derecha en distintos niveles del ejército alemán; ahora los comandantes también han sido acusados de haber ignorado la situación durante mucho tiempo.
La policía militar actualmente investiga 275 casos de acusaciones de racismo o de extremismo ideológico que se remontan hasta seis años atrás, de acuerdo con el ministerio de Defensa. Es un número pequeño para unas fuerzas con casi 180.000 miembros. Sin embargo, casi el 70 por ciento de los casos han surgido en el último año y medio, lo cual señala un problema creciente que las autoridades militares alemanas apenas intentan enfrentar.
“En el pasado siempre se examinaban los casos individuales, pero no se veía ni se entendía que tales casos no eran aislados, sino que hay redes y conexiones, también con extremistas ajenos a las fuerzas armadas”, dijo Christine Buchholz, integrante del parlamento por el partido opositor de izquierda Die Linke.
“Ahora es muy obvio para todos que este problema ha existido durante mucho tiempo y que constituye una amenaza inmediata para el pueblo”, añadió.
Las revelaciones, en medio de un año electoral, han suscitado el intercambio de críticas entre las autoridades civiles y militares a un nivel casi escandaloso. También han añadido una nueva e inquietante dimensión al esfuerzo de Alemania por hacer frente a una ola de actividades extremistas desde que el país aceptó a casi un millón de refugiados en 2015.
Los soldados se retiran los cascos para rezar durante una ceremonia frente al edificio del Reichstag, el congreso, en 2015. Credito Hannibal Hanschke/Reuters |
En una atmósfera en la que Europa enfrenta una serie de retos —incluyendo el populismo y la máquina propagandística del presidente ruso, Vladimir Putin— la investigación ha reavivado las preguntas sobre si Alemania puede liberarse de la sombra de su pasado nazi y convertirse en un país “normal”, uno que asuma un papel completo de liderazgo en el continente, incluyendo lo militar.
En particular, el escándalo ha revivido las inquietudes acerca del cambio de reclutamiento de obligatorio a voluntario en las fuerzas armadas alemanas, que comenzó en 2011. Algunos ciudadanos advierten que el cambio podría llevar a que las filas queden reducidas a jóvenes susceptibles a la nostalgia nazi o a otros extremistas que busquen entrenamiento gratis, así como el acceso a armas y municiones en un país con leyes estrictas respecto de las armas.
“En cuanto la sociedad en general se aleja de las fuerzas armadas, se abre el camino a los grupos marginales y a los idealistas altamente motivados”, dijo Michael Wolffsohn, profesor de Historia Moderna en la Universidad de las Fuerzas Armadas de Alemania en Múnich.
A partir de julio, quienes soliciten unirse al ejército tendrán que someterse a una revisión de seguridad cuyo objetivo será dejar fuera a posibles extremistas. Sin embargo, eso genera cuestionamientos sobre cómo manejar a los que ya están en servicio.
La investigación por la que surgieron las preocupaciones sobre el extremismo en las filas castrenses trata de un hombre que intentó hacerse pasar por refugiado sirio para llevar a cabo un ataque que fuera vinculado a los asilados en Alemania. Solo ha sido identificado como Franco A., en cumplimiento de las leyes alemanas de privacidad, pero oficiales señalaron que se sospechaba desde hacía mucho que era afín a la ultraderecha.
Además, esa pesquisa coincidió con un informe publicado por funcionarios militares que detalla incidentes en los que soldados demostraron tener simpatías pronazi.
Un soldado puso una bandera nacionalsocialista de la época de la Segunda Guerra Mundial en el techo de su auto y condujo frente a un albergue de refugiados, mientras hacía el gesto de cortar una garganta. Otro publicó una foto de dos soldados en uniformes de la SS en un grupo de chat. Otros, según se informó, han gritado “Sieg Heil” y “Heil Hitler”.
Estas son algunas de las decenas de muestras de extremismo de derecha, xenofobia y antisemitismo que los funcionarios militares investigaron el año pasado a petición de Die Linke, que por mucho tiempo ha insistido en que la postura de extrema derecha entre los militares es parte de un problema social más amplio.
El soldado que manejó frente al refugio con una bandera nazi fue dado de baja antes de haber finalizado su servicio, pero un soldado que hizo un saludo nazi solo fue reprendido, lo que desató críticas acerca de que las fuerzas armadas no se estaban tomando el riesgo extremista con la suficiente seriedad.
Ursula von der Leyen, la ministra de Defensa, durante una visita a instalaciones militares de Francia Credito Frederick Florin/Agence France-Presse — Getty Images |
La ministra de Defensa, Úrsula von der Leyen, irritó a varios soldados a principios de mayo cuando dijo: “El ejército alemán tienen un problema de actitud, y parece que hay debilidades en el liderazgo que debemos enfrentar sistemáticamente”.
No obstante, también se le ha atacado por no abordar los problemas a los que se refería. Miembros de la oposición en el parlamento han cuestionado su relación con las tropas que supervisa y exigieron una disculpa.
Von Der Leyen después señaló que la mayoría de los soldados hacen un “trabajo sobresaliente”, aunque despidió al jefe de entrenamiento militar tras reportes de que había permitido novatadas y de acusaciones de acoso sexual por parte de mujeres reclutas.
La ministra también juró que se hará una revisión exhaustiva y que habrá cambios en las estructuras disciplinarias dentro de las fuerzas armadas, así como en la manera en que deben informarse los problemas.
Fuente: nytimes.com
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