miércoles, 17 de abril de 2019

En Brasil el dinero para cinco candidatas se desvió en favor de los hombres
Por Shasta Darlington 


A Cleuzenir Barbosa, una maestra jubilada en Brasil, el partido del presidente Jair Bolsonaro le solicitó contender por la legislatura estatal. Posteriormente, ella acusó al partido de malversación de recursos electorales. Credito: Ana Brígida para The New York Times


Cleuzenir Barbosa, una maestra jubilada, estaba harta de los políticos corruptos de Brasil. También era una entusiasta seguidora de Jair Bolsonaro, candidato de extrema derecha que ganó las elecciones presidenciales el año pasado e incluyó en sus promesas de campaña limpiar la capital.

Así que cuando un miembro del partido de Bolsonaro le preguntó si quería participar en la contienda por una curul en la legislatura estatal, no lo podía creer. De hecho, Barbosa estaba tan eufórica que no se detuvo a reflexionar ni por un segundo qué podría ver el partido en una candidata como ella, una organizadora comunitaria sin ningún tipo de experiencia política.

“Todo parecía perfecto, no podía creerlo”, dijo Barbosa en una entrevista telefónica. “Estaba llena de expectativas sobre una nueva manera de hacer las cosas, tenía muchos planes”.

Ahora, las autoridades investigan si la candidatura de Barbosa y las de otras cuatro mujeres, por lo menos, formaron parte de una nueva estrategia ilícita para financiar campañas políticas, una especie de corrupción profundamente arraigada en el sector político brasileño.

Se acusó a los dirigentes del conservador Partido Social Liberal (o PSL) de Bolsonaro de haber registrado a candidatas desconocidas con el objetivo de desviar recursos de un fondo electoral pagado por los contribuyentes que se estableció con el propósito de aumentar el número de mujeres en la política.

Se dice que los líderes del partido les pidieron a las mujeres entregar el dinero y lo utilizaron en actividades de promoción para los varones. No se han presentado cargos.

El escándalo, que ya provocó la destitución de un miembro del gabinete y tiene pendiendo de un hilo el puesto de otro, dejó en entredicho el compromiso de Bolsonaro de realizar una limpieza total en la política brasileña.

Esto ocurre en un momento vulnerable de su presidencia, cuando sus índices de popularidad se están desplomando y su gobierno está luchando para aprobar propuestas clave —reformas al código penal y al sistema de seguridad social— a través del congreso.

También ha subrayado cuánta desigualdad existe aún en materia de participación política entre mujeres y varones en Brasil, que se encuentra rezagado con respecto a casi todos sus vecinos latinoamericanos en cuanto a las cifras de mujeres que ocupan cargos políticos.

En el ámbito mundial, Brasil ocupa el lugar 133 de entre 193 países clasificados a partir de la representación femenina en los cuerpos legislativos, por debajo de Jordania y apenas encima de Bután, Chad y Egipto.

El hecho de que hayan sacado provecho de recursos destinados a promover una mayor representación femenina ha generado rabia incluso entre los ciudadanos más leales al partido.

“Es necesario investigar los cargos de malversación, claro, pero lo que me indigna realmente es saber que se aprovecharon de las mujeres”, aseveró Janaína Paschoal, una candidata del PSL en São Paulo abiertamente conservadora y resultó electa como legisladora estatal. “Es necesario destituir del cargo a quienes hayan participado”.

Aunque varios partidos son investigados por los fiscales, el PSL es examinado con particular atención debido a que Bolsonaro es el presidente y contendió como una alternativa a los partidos corruptos que habían estado en el poder.

“El hecho de que el PSL aplique trucos políticos viejos no es tan sorprendente”, señaló Monica de Bolle, economista brasileña que encabeza el programa de Estudios Latinoamericanos en la Universidad Johns Hopkins. “Sin embargo, el aspecto femenino es muy importante”.

Para Barbosa, todo comenzó con una llamada inesperada de un político del partido del presidente, quien le preguntó si estaba interesada en postularse como candidata.

Condujo catorce horas desde su hogar en Governador Valadares hasta la capital, Brasilia. Ahí, conoció a la crema y nata del PSL y recibió la invitación formal para convertirse en candidata de parte de Marcelo Henrique Teixeira Dias, quien en ese entonces era el presidente regional del partido.

El mismo Bolsonaro grabó un video corto para su campaña.

“¡Este año, sin duda, es su año!”, exclama Bolsonaro en el mensaje; a continuación, hace un gesto con los pulgares hacia arriba. De pie, a su lado, Barbosa parece un poco desconcertada.

Barbosa relató que se sentía entusiasmada: “Al principio, todo parecía normal”.

Pero, según comentó, conforme se aproximaban las elecciones de octubre, comenzó a percatarse de que los dirigentes locales del partido mostraban más interés en los fondos de campaña que se le asignaban por ser una candidata femenina que en sus propuestas.

En octubre, Bolsonaro ganó la presidencia. En cuanto a Barbosa, en diciembre, con gran desilusión, presentó una queja formal en la que indicó que los dirigentes del partido utilizaron su candidatura para desviar dinero a las campañas de los candidatos varones.

Esa acusación ayudó a promover una investigación más amplia del asunto y puso en crisis al gobierno recién formado de Bolsonaro.

También demostró cuán arraigadas se encuentran las actitudes que han ayudado a mantener a las mujeres fuera de la vida política, con todo y que se han aprobado leyes progresistas con el objetivo de cambiar esa situación.

Desde hace diez años, en Brasil existe el requisito de que el 30 por ciento de los candidatos de cada partido sean mujeres. Esa medida no ha ayudado mucho a promover la participación de las mujeres en las legislaturas estatales ni en la nacional.

Por lo regular, los partidos presentaban candidatas para cumplir el requisito, pero no les daban recursos para su campaña, o estos eran muy escasos. En algunos casos, las mujeres se sorprendían al enterarse de que su nombre aparecía en la boleta.

En las elecciones locales de 2016, más de dieciocho mil nombres incluidos en las boletas no recibieron ningún voto, una señal de que muy probablemente se trataba de candidatos fantasma. De esos candidatos, el 86 por ciento eran mujeres.

Antes de las elecciones más recientes se aprobó una ley que exige que los partidos les asignen a mujeres por lo menos el 30 por ciento de los fondos electorales financiados por los contribuyentes. De cualquier forma, muchas candidatas tuvieron malos resultados. La proporción de legisladoras apenas aumentó del 11 al 15 por ciento.

Bolsonaro, conocido por los comentarios misóginos que hacía cuando era congresista, no muestra ningún interés en este desequilibrio.

En el Día Internacional de la Mujer, dijo en tono de broma que su gobierno había logrado la paridad de género por primera vez en la historia de Brasil, porque cada una de las dos ministras de su gabinete de veintidós miembros “equivale a diez hombres”.

El mismo día en el país vecino, Argentina, clasificado en el número 18 de 193 países con mayor participación femenina en el congreso, el presidente Mauricio Macri promulgó una ley que establece como requisito que la mitad de los candidatos de cada partido sean mujeres.

Cuando el periódico Folha de S. Paulo informó que, al parecer, algunos dirigentes del PSL habían utilizado a las mujeres como candidatos fantasma, Bolsonaro despidió a uno de sus principales asesores, el secretario general Gustavo Bebianno, en respuesta a acusaciones de que, en su carácter de presidente del partido antes de las elecciones, había sido responsable de la distribución de los fondos de campaña.

Bebianno niega cualquier acción indebida y dice que todas las asignaciones de los recursos fueron aprobadas por las autoridades electorales.

Barbosa dijo que en cuanto recibió 16.000 dólares del fondo electoral, algunos operadores del PSL le ordenaron transferir la mayoría de los fondos a cuentas específicas.

Afirmó que se había negado y que le hizo llegar varios mensajes acerca de la situación al presidente regional del partido, Teixeira Dias, y también entregó estados de cuenta bancarios y mensajes de WhatsApp a las autoridades.

En una declaración por escrito, Teixeira Dias, que ahora se desempeña como ministro de Turismo de Bolsonaro, negó haber tenido conocimiento de la malversación de fondos de campaña.

“Es necesario esperar para saber qué es real y qué no”, explicó el ministro de Justicia, Sérgio Moro, quien fuera juez federal y que tiene reputación de aplicar todo el peso de la justicia a los políticos corruptos.

Barbosa comentó que no culpa a Bolsonaro. Sin embargo, solo tres días después de haber presentado la denuncia ante la policía, hizo sus maletas y se mudó a Portugal, donde solicitó asilo político.

“En Brasil matan a las mujeres que denuncian a sus esposos por abuso y los políticos que denuncian actos de corrupción terminan muertos”, explicó. “Cualquiera que denuncia estas conductas se coloca en una situación vulnerable”.


Fuente:  nytimes.com

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