jueves, 26 de agosto de 2021

El misterio de los vuelos espaciales privados chinos
China también tiene sus propios SpaceX, Virgin Galactic y Blue Origin, pero el último lanzamiento de iSpace fue un fracaso.
Por Simone Cosimi



Para estar a la altura de los éxitos estadounidenses de SpaceX, de Elon Musk, Virgin Galactic, de Sir Richard Branson, y Blue Origin, de Jeff Bezos, China persigue desde hace meses un programa semisecreto de vehículos suborbitales (parcialmente) reutilizables. Sin embargo, el último lanzamiento, el 3 de agosto, parece haber acabado en fracaso. El programa está impulsado principalmente por la empresa privada iSpace, entre otras. El lanzamiento que salió mal fue el del cohete de cuatro etapas apodado Hyperbola-1 (en la foto de un lanzamiento de 2019).

Lanzado desde el centro de lanzamiento de Jiuquan, en el desierto de Gobi, al norte del país, fue un fracaso: el 4 de agosto, tras los primeros informes fragmentarios, la propia iSpace reveló que el cohete no se había separado correctamente, impidiendo que el satélite que era la carga principal del lanzamiento alcanzara la órbita prevista. Aunque el cohete funcionó bien y el despegue se realizó sin problemas, el problema de separación habría impedido que el módulo de transporte alcanzara la velocidad orbital. Es el segundo fracaso consecutivo de iSpace. El primer lanzamiento exitoso de un satélite fue en el verano de 2019, un logro nada despreciable. La segunda, en febrero pasado, terminó mal. Mientras tanto, el grupo con sede en Pekín trabaja en otras versiones de su cohete, el Hyperbola-2, que utiliza metano y oxígeno líquido, y el Hyperbola-3, que acaba de pasar del papel a los primeros prototipos.


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A pesar de los últimos problemas, el mercado de las empresas espaciales privadas, apoyadas de diversas maneras por el gobierno, está empezando a desarrollarse en China. Galactic Energy, por ejemplo, se convirtió el pasado mes de noviembre en la segunda empresa en poner en órbita una carga con éxito y ahora prepara dos lanzamientos de su cohete Ceres-1 en los próximos meses. En total, cuatro empresas, sin incluir a Expace -una escisión gubernamental del gigante China Aerospace Science & Industry Corporation-, han realizado ya seis intentos de alcanzar la órbita con cohetes sólidos. De ellos, sólo dos, como se ha mencionado, han tenido éxito, el de iSpace en 2019 y el de Galactic en noviembre. A Landspace y Onespace les ha ido peor. Queda mucho camino por recorrer para alcanzar el próspero mercado creado por Musk en Estados Unidos.

Por su parte, Expace ha puesto en órbita numerosos satélites con sus cohetes Kuaizhou-1A y Kuaizhou-11. También hay otra empresa derivada, esta vez de Casc, la Compañía China de Ciencia y Tecnología Aeroespacial, que ha desarrollado y lanzado con éxito otro modelo, Jielong-1, que lleva un par de años parado: una versión mayor, Jielong-3, despegará en 2022. Otras empresas, como Cas Space, también respaldada por una agencia gubernamental, pretenden lanzar su cohete ZK-1A en septiembre. No se trata en absoluto de cohetes reutilizables: sólo en algunos casos los proyectos prevén la recuperación de la primera etapa.

Muchos otros grupos y empresas de nueva creación, desde Landspace hasta Deep Blue Aerospace y Space Pioneer, también están trabajando en nuevos tipos de propulsores y vehículos de prueba. En resumen, el mercado es prometedor, pero lleva al menos veinte años de retraso con respecto al mercado estadounidense. Sin embargo, la integración de las esferas militar y civil en estos ámbitos está recogida de foma explícita en el XIV Plan Quinquenal del Partido Comunista Chino. Como en Estados Unidos, el objetivo es reducir los costes y acelerar la innovación. En muchos sectores, incluido el espacial.


Fuente: Esquire IT

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