miércoles, 14 de junio de 2023

Diálogo productivo con Marcos Actis
En una nueva edición de Diálogos Productivos nos dimos el gusto de conversar en profundidad con Marcos Actis, decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), miembro de la CONAE y actual presidente de la empresa espacial VENG, quien nos contó sobre los proyectos en agenda que tiene Argentina en materia espacial, dándonos una mirada critica sobre el rumbo que debemos marcar para este tipo de industrias.
Por Paloma Varona y Gonzalo Brizuela




Como verán por nuestro logo, desde Misión Productiva tenemos mucho aprecio por el sector espacial ya que es una industria de base tecnológica propulsora de grandes desarrollos. En una nueva edición de Diálogos Productivos nos dimos el gusto de conversar en profundidad con Marcos Actis, decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Director del Centro Tecnológico Aeroespacial de la Universidad de La Plata, miembro de la CONAE y actual presidente de la empresa espacial VENG, quien nos contó sobre los proyectos en agenda que tiene Argentina en materia espacial, como el proyecto TRONADOR y su reciente asociación con ReOrbit para construir pequeños satélites interconectados, dándonos una mirada critica sobre el rumbo que debemos marcar para este tipo de industrias.

A su vez, aprovechando su rol como decano de la UNLP, dialogamos sobre la formación de talentos nacionales y sobre la sinergia que necesitamos consolidar entre universidades, sistema científico e industria.

Misión Productiva: Como actual presidente de Vehículo Espacial Nueva Generación, VENG, empresa argentina de servicios para la industria espacial. ¿Nos podrías contar, brevemente, cómo nace y qué hacen en VENG?

Marcos Actis: VENG nace en el año 2007, por el Decreto 350/2007, como la empresa para acceso al espacio encargada de construir los lanzadores para el Plan Espacial Nacional que llevó adelante la Comisión Nacional de Actividades Espaciales, CONAE, quien es nuestro principal demandante de servicios espaciales en temas satelitales o de lanzadores.

Hoy VENG tiene cuatro rubros principales de actividad. Por un lado, con el tiempo y las necesidades, sobre todo en la última época, VENG se empezó a ocupar del ensamblado del satélite SAOCOM -Satélite Argentino de Observación Con Microondas-, y de operar las facilidades del centro espacial que CONAE construyó en Falda del Carmen, Córdoba.

Si bien el proyecto del lanzador TRONADOR a partir del 2015 se desactivó, o mejor dicho se quedó sin presupuesto, continuamos haciendo tareas en la base de Pipinas, que es dónde está instalada la base para llevar adelante toda la parte de la estructura del lanzador.

También operamos las antenas de CONAE, tanto del SAOCOM como de cualquier otro satélite que se le pida hacer una operación o bajar datos. Y, además, comercializamos las imágenes recibidas del satélite SAOCOM.

Nuestra intención es aumentar los servicios de nuestro laboratorio y ofrecer las instalaciones de VENG para armar satélites. En el mundo hay una necesidad creciente de construcción de satélites y nuestra idea es poder entrar en esa competencia ya que tenemos todo para poder ensamblar satélites en las instalaciones de VENG y CONAE.

MP: Y también brinda servicios a empresas privadas e internacionales, ¿cierto?

MA: Si, los servicios que se usan son principalmente de estaciones terrenas. Argentina tiene una antena en Córdoba y otra en Tierra del Fuego que nos convierte en un país bastante estratégico por nuestra posición. Estamos aspirando a ubicar una antena en la base General Belgrano de la Antártida ubicada estratégicamente para el seguimiento de satélites ya que, cuando más cerca de los polos estamos, más posibilidad de mantener el contacto con el satélite cuando pasa por uno de los polos.

MP: Pese a la parada del 2015 que mencionas, vimos recientemente que junto a CONAE están avanzando en el prototipo de lanzador TRONADOR, ¿nos podrías contar cómo viene avanzando este proyecto y por qué es tan relevante para el país lograr generar lanzadores propios?

MA: El proyecto TRONADOR se frenó en 2015 con lo cual todavía había que implementar varios pasos de infraestructura para poder lograr los motores, indispensables para llevar el lanzador al espacio. Se había alcanzado una etapa de desarrollo de un componente estratégico, la turbo bomba, que tampoco pudo avanzar por los desarrollos de infraestructura faltantes. Hoy estamos avanzado con algunas pruebas sobre los motores y fuselajes del lanzador, y esperamos tener la estructura del lanzador lo más pronto posible.

MP: ¿Por qué consideras que es importante que hagamos este tipo de desarrollos como son los lanzadores de satélites acá en Argentina?

MA: Si bien hay cosas que no vamos a poder lanzar desde Argentina, como un satélite geoestacionario de ARSAT, el esquema de seguir lanzando en un país como EEUU imposibilita generar nuestra industria satelital de exportación de componentes satelitales, fundamentalmente porque uno tiene que validar los productos en vuelo. Si yo tengo que hacer una experimentación de mi satélite para validar el prototipo, es muy complicado que alguien que está lanzando un satélite operacional y certificado quiera poner un satélite al lado de alguien que no esté cumpliendo. La posibilidad de tener nuestro lanzador no sólo permite acelerar los tiempos de lanzamiento, sino también poder hacer pruebas con equipamiento que Argentina fabrica pero que hay que validar.

Un caso es el GPS que está en construcción en la Universidad Nacional de La Plata bajo la misión SABIA-MAR. Nuestra aspiración es que en el próximo satélite que construya la CONAE ya no tenga que requerir de la compra de un GPS importado, sino que vuele con un GPS construido en Argentina. Esto abarataría mucho los costos ya que un GPS certificado traído del exterior está en el orden del millón y medio de dólares y armar ese mismo GPS en Argentina, con componentes de vuelo importados pero con mano de obra Argentina, estará en el orden de los 600/ 700 mil dólares. Con lo cual tenemos una cantidad interesante de recursos que se ahorra Argentina. Una de las críticas de ARSAT en su momento era que tenía muchos componentes del exterior y fue así por estas cuestiones que les comentaba.

MP: ¿Y en caso de que podamos validar estos desarrollos nacionales también nos va a permitir exportarlos el día de mañana, no?

MA: Exacto, hay un mercado, el de pequeños satélites, donde Argentina puede ser muy competitiva por los costos, sobre todo de mano de obra.

MP: Hace unos meses hicieron el gran anuncio de asociación con una firma finlandesa, ReOrbit, para construir y exportar satélites. ¿Qué características particulares tendrán estos satélites? ¿Cómo fue este proceso de asociación y qué hizo que ReOrbit elija a VENG?

MA: Bueno, el primer contacto se hizo en la feria satelital de Washington en marzo de este año. Como les decía, VENG tiene toda la capacidad para armar satélites, de hecho lo está haciendo para la empresa Satellogic y también para INVAP, pero no tiene la capacidad de generar una plataforma satelital, nos faltaba adquirir esa experiencia.




Al asociarnos con la empresa ReOrbit buscamos eso, que ellos sean los proveedores de la plataforma y VENG pueda ser el ensamblador y generador de las cargas útiles que van en una plataforma.

Nuestra idea es, junto con esta empresa que es joven y que está fabricando en este momento satélites para Japón desde Finlandia, complementarnos y apuntar a un mercado de pequeños satélites, que hagan cosas distintas, que se puedan comunicar entre sí y que en un par de años puedan estar en órbita, a diferencia de un satélite de tipo SAOCOM que puede tardar entres 6, 7 u 8 años en fabricarse.

MP: Como veras, desde Misión Productiva tenemos mucho aprecio por el sector espacial, de hecho nuestro logo es un cohete, y esto se debe a que esta industria tiene la particularidad de tener alto valor agregado a lo largo de su cadena, genera grandes avances tecnológicos y tiene un alto potencial exportador ¿Qué oportunidades crees que tiene Argentina por explotar?

MA: Yo soy muy optimista porque he visto la evolución. Para que se den una idea, yo empecé trabajando en SAC–B -satélite de aplicaciones científicas argentino desarrollado junto a la NASA y construido por INVAP en 1996- cuando no teníamos ni siquiera laboratorio. Hoy, después de casi 30 años, cuando veo las instalaciones que tiene Argentina me pone muy contento ver como hemos incorporado grandes avances.

El gran problema que tenemos es que a veces no se entiende que esto es algo a largo plazo y que demanda de inversiones fuertes que no necesariamente se recuperan en el lanzamiento del cohete. Como vos dijiste, la actividad espacial es tractora de otras actividades y muchas veces se olvida de medir el derrame que esta tecnología tiene sobre la vida del habitante y de las demás industrias. Les doy un ejemplo, nosotros en la Universidad (UNLP) trabajamos en electromovilidad porque las baterías de litio las descubrimos trabajando en los satélites del proyecto TRONADOR.

Mi miedo es que Argentina pierda la capacidad de ser un líder espacial por estas divergencias que pueden haber cuando cambia un gobierno. Para mí la actividad espacial debería ser una cuestión de Estado y no cuestión de un gobierno, así ha funcionado en los países desarrollados.

MP: En este sentido, considerando el contexto macroeconómico y político que suele atravesar Argentina, ¿Cómo se logra la continuidad en este tipo de proyectos? ¿Qué se necesita para establecer un horizonte de largo plazo que garantice esta continuidad de políticas de Estado que mencionas?

MA: Yo creo que lo que hay que hacer es profundizar la articulación y no ser tan cerrados para dentro de estas industrias. Cuanta más articulación tengamos y más actores participemos, más impacto van a tener las políticas que se propongan.

Algo fundamental es lo que están haciendo ustedes divulgando estas miradas y proyectos. Yo creo que en Argentina ya no alcanza con los recursos primarios que se exportan, hay que adicionarles tecnología. Tenemos qué exportar más, pero con más valor agregado. Cuántas toneladas de soja tenemos que vender para lograr 230 millones de dólares, equivalente a vender un GPS; lo mismo con el litio que se va a granel y no en baterías. Tenemos que convencer no sólo a nuestro pueblo sino también a nuestra clase dirigente por donde va el desarrollo y las posibilidades de crecimiento.

MP: En este sentido, ¿Cómo podemos lograr que Argentina tenga más desarrollos privados que puedan generar empleo de calidad y exportaciones vinculado a la industria satelital, como el caso de Satellogic o Innova Space?

MA: Vos mencionaste Satellogic y los primeros ensayos que está empresa hizo los realizó en la UNLP con el equipamiento que la CONAE nos había permitido comprar para la universidad. Es decir, si no hubiese existido esa inversión en el sistema científico tecnológico no hubiesen podido ensayar los satélites y hoy Satellogic no seria la empresa que es. Lo mismo pasó con Innova Space; en el laboratorio de la UNLP se ensayó el satélite a costo cero.

Me parece que en lo que Argentina falla es que muchas veces toda la inversión que el gobierno hace en ciencia y tecnología, no es usado por los actores privados. Yo creo que lo que hay que hacer es hacerles conocer a los actores privados las capacidades que tiene los laboratorios del Estado. Y a la par, desde el lado del Estado, facilitarles el uso de esas instalaciones.

MP: Te escuchamos decir que Argentina se está insertando fuertemente en la nueva era espacial ¿Cuáles son los avances en la industria satelital que marcan está nueva era y cómo estamos avanzando, en el país, hacia ella? ¿Cómo se diferencia de la “vieja era”?

MA: Está nueva era se diferenció por las nuevas capacidades y oportunidades que tiene Argentina de brindar servicios que antes no podía brindar. INVAP es un referente en este tema y nosotros aspiramos a que VENG se convierte también en un referente. Como siempre digo, ojalá tuviésemos 10 o 15 INVAP en Argentina y me parece que hacía eso tenemos que apuntar.

Estoy muy gratamente sorprendido con las instalaciones que VENG tienen en Falda del Carmen – Córdoba-. La inversión que hay tanto en la parte satelital como en la espacialización de componentes es notable.

Hoy Argentina tiene la capacidad de espacializar componentes en Falda del Carmen y eso es muy bueno porque marca que tenemos la capacidad y el expertise; ahora nos falta poder romper la barrera que nos imponemos para la comercialización y conseguir clientes, aunque a veces la palabra cliente suene mal cuando se está en el Estado, y aprovechar las capacidades de fabricación que vos decías y que tenemos, pasando del laboratorio a la producción. Cuando uno va a una Universidad en China puede ver cómo se va de un laboratorio a la producción. Me parece que eso es lo que Argentina tiene que mejorar, que ciertamente lo fue mejorando, pero me parece que es una asignatura pendiente que tienen las universidades: romper la barrera del cientifismo a la producción.

MP: ¿Cómo se puede pensar una política que genere mayores vinculaciones entre los avances del sector científico tecnológico y las oportunidades de desarrollo económico?

MA: La pandemia nos enseñó que cuando los llamados de investigación son sectorizados, se ha podido desarrollar un montón de cosas ante una necesidad. Yo creo que se debería priorizar las necesidades que tiene Argentina y volcar los incentivos y recursos de investigación para dar soluciones concretas; nos falta un estudio serio de cuáles son las cosas que se podrían hacer en Argentina en lo inmediato y en el largo plazo.

Ante una necesidad concreta como fue la pandemia se pensaron soluciones rápidas, se hicieron respiradores en Argentina que antes se importaban, se hicieron hisopados nacionales y se desarrollaron barbijos de calidad. No debemos abandonar esa senda que se empezó a marcar.

MP: A partir del Grupo de Ensayos Mecánicos Aplicados (GEMA) y el Centro Tecnológico Aeroespacial (CTA), desde la Universidad Nacional de La Plata tienen un desarrollo institucional muy interesante y exitoso de vinculación con el sector satelital ¿Cómo logramos tener más centros tecnológicos de estas características?

MA: En todos estos años de profesión recorriendo facultades y universidades, todavía no logré encontrar algo parecido al GEMA; y me hiciste acordar que aún tengo la deuda con Cacho Otheguy -cofundador INVAP- de escribir el modelo del GEMA.


El SAOCOM 1 B – 30 de Julio 2020.


Les cuento brevemente, el GEMA nació con dos personas, Pablo Ringegni y yo, cuando se terminó el ensayo del SAC – B y no sabíamos qué hacer con todo el conocimiento que habíamos adquirido, siendo los primeros ingenieros en hacer ensayos y certificaciones con componentes de satélites a vibraciones en Argentina. Así que, en el bache que hubo de trabajo, agarramos un maletín y nos fuimos a recorrer las autopartistas del conurbano bonaerense ya que la certificación de piezas era algo que también se usaba en la industria automotriz. Para cuando volvió a salir un trabajo con CONAE teníamos en claro que los equipos que compremos tenían que servir para ayudar a distintas industrias.

Hoy en el GEMA somo 80 personas y nos autofinanciamos con los servicios que hacemos porque supimos conectarnos con las demandas que la industria necesita.

MP: Desde este espacio consideramos que la formación es la esencia de la industria que aspiramos, por eso no queríamos dejar de preguntarte sobre tu rol como decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de La Plata. ¿Cómo ves a los jóvenes ingenieros hoy en día? ¿Qué incentivos crees que debe haber entre el sistema educativo, el sistema científico tecnológico y el productivo para garantizar la continuidad de las carreras y formar talentos que puedan aportar a proyectos nacionales?

MA: Buena pregunta. Como les mencionaba que aparecieron cosas muy buenas a partir de la pandemia, también se generó un problema que nos afecta tanto a las universidades, como a empresas como VENG e INVAP y es que el trabajo remoto facilitó el trabajo para empresas extranjeras.

Antes alguien que se quería ir al exterior pensaba en el desarraigo, en irse de su casa o pueblo; hoy esa persona está en Argentina trabajando para una empresa de afuera, cobrando en dólares, y eso atenta contra las universidades. Nosotros estamos perdiendo docentes con dedicación exclusiva porque se están yendo a trabajar a ese sistema. Hay una competencia bastante complicada donde nosotros tenemos que unir fuerzas entre el sistema científico, las universidades y las empresas para poder generar estabilidad.

Lo que yo he planteado en VENG es que las personas puedan trabajar y dar clases en la universidad, porque eso hace una sinergia interesante. El trabajador que va a dar clases en una universidad, va a poder seleccionar recursos humanos para interactuar.

Tenemos que trabajar articuladamente, tenemos que decir lo que hacemos y lo que tenemos. Habrán visto que la política que tenemos hoy en día es mostrar VENG, decir que estamos haciendo. Me parece que los argentinos no mostramos las capacidades que tenemos. En la Argentina nos pasa que formamos muchos teóricos que salen sin la pata industrial. Tenemos que profundizar el concepto de aprender haciendo donde los jóvenes estudien y desarrollen cosas dentro de la universidad.



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