martes, 11 de noviembre de 2025

"Elysium" como escenario fáctico: tecnocracia y el rol de los multimillonarios

"Elysium" como escenario fáctico: tecnocracia y el rol de los multimillonarios
por Luis Emilio Annino


Imagen ilustrativa.


Introducción

En un mundo donde la desigualdad económica y las crisis ambientales se agudizan, la película Elysium (2013), dirigida por Neill Blomkamp, se presenta no solo como una obra de ficción científica, sino como un escenario factual que anticipa tendencias actuales. En esta narrativa, la Tierra se ha convertido en un páramo inhabitable para las masas, mientras una élite privilegiada habita una estación espacial utópica, accesible solo para los ultrarricos. Este reporte analiza Elysium como un reflejo de la tecnocracia emergente –un sistema de gobierno donde el conocimiento técnico y la innovación dictan el poder– y el papel central de los multimillonarios en su materialización. Basado en análisis culturales, proyecciones espaciales y críticas contemporáneas, exploraremos cómo este escenario distópico se alinea con realidades de 2025, donde figuras como Elon Musk y Jeff Bezos impulsan visiones de colonización espacial que evocan una segregación clasista.

Elysium como escenario fáctico

Elysium proyecta un futuro (año 2154) donde la sobrepoblación, la contaminación y la pobreza han colapsado la sociedad terrestre. Los pobres sobreviven en un Los Ángeles devastado, mientras los ricos –un 0.01% de la población– residen en Elysium, una estación orbital con jardines exuberantes, gravedad artificial y tecnología médica que cura cualquier enfermedad mediante "pods de regeneración". Esta división no es meramente geográfica, sino existencial: la élite accede a longevidad y prosperidad, financiada por corporaciones que explotan mano de obra barata en la Tierra.

Como escenario factual, Elysium anticipa el "efecto Elysium", un término acuñado para describir la reacción pública contra la colonización espacial elitista, donde los multimillonarios abandonan un planeta en crisis para refugiarse en enclaves orbitales o marcianos. En 2025, con el cambio climático exacerbado y la desigualdad global en máximos históricos, esta visión resuena: informes de la ONU destacan que el 1% más rico emite el doble de carbono que la mitad más pobre de la humanidad, mientras proyectos espaciales privados avanzan sin resolver problemas terrestres. La película, criticada inicialmente por su "mensajería simplista", ahora parece profética, como señalan reseñas recientes que la ven como un "blueprint" para las élites tecnológicas.

El concepto de Tecnocracia y su manifestación en Elysium

La tecnocracia, propuesta originalmente en la década de 1930 por ingenieros como Howard Scott, aboga por un gobierno liderado por expertos técnicos –científicos, ingenieros y tecnólogos– en lugar de políticos o demócratas. En este sistema, las decisiones se basan en eficiencia racional y datos, priorizando la innovación sobre la equidad social. Críticos lo ven como una forma de autoritarismo disfrazado, donde el "conocimiento experto" justifica la exclusión.

En Elysium, esta tecnocracia se materializa en un gobierno orbital "técnico" que administra recursos con precisión algorítmica: drones armados patrullan fronteras invisibles, y la corporación Armadyne –dirigida por un CEO obsesionado con la eficiencia– diseña exoesqueletos y armas para mantener el orden clasista. La Secretario de Defensa, interpretada por Jodie Foster, encarna esta figura tecnocrática: fría, calculadora, delegando en IA y robots para suprimir revueltas terrestres. La película critica cómo la tecnocracia, bajo el pretexto de progreso, perpetúa desigualdades: los "pods médicos" son un avance transhumanista accesible solo a los ricos, simbolizando una inmortalidad selectiva.

Como escenario factual, Elysium ilustra una tecnocracia híbrida en ascenso. En 2025, gobiernos consultan a "expertos" de Silicon Valley para políticas de IA y clima, mientras plataformas como X (ex-Twitter) y algoritmos de Meta influyen en narrativas globales sin responsabilidad democrática. Análisis recientes describen Elysium como una "distopía crítica" que interroga el capitalismo global, donde la tecnología no libera, sino que segrega.

Los multimillonarios como arquitectos de este Nuevo Orden

Los multimillonarios tecnológicos –Musk, Bezos, Branson– son los Delacourt y Dreyfus de la vida real: visionarios que financian escapes espaciales mientras acumulan poder. Elon Musk, con SpaceX, planea colonias en Marte para "salvar la humanidad", pero críticos argumentan que esto es un "colonialismo espacial" que replica desigualdades terrestres, beneficiando solo a una élite. En septiembre de 2025, Musk y Bezos compiten en visiones orbitales, con Blue Origin de Bezos proponiendo hábitats para "millones" en el espacio para 2045, incluyendo robots que "conmuten" a la Luna.

Estos proyectos evocan Elysium: Bezos, en su Blue Origin, invierte en estaciones orbitales lujosas, mientras que Starship de Musk prioriza la eficiencia técnica sobre la accesibilidad. Un ensayo de 2025 califica estas ambiciones como "delirantes", argumentando que ignoran soluciones terrestres como la descarbonización equitativa. Harvard advierte: "Ignoren a estos moguls tecnológicos que promueven la colonización como panacea; es una distracción de la crisis planetaria". En Elysium, el multimillonario John Carlyle codifica datos en su cerebro para hackear el sistema, simbolizando cómo los ricos fusionan capital y tecnología para inmortalidad personal. Hoy, inversiones en longevidad (como Neuralink de Musk) paralelizan esto, creando una tecnocracia donde los multimillonarios deciden el futuro humano.




Conclusión

Tratando Elysium como escenario factual, emerge un panorama alarmante: una tecnocracia impulsada por multimillonarios que prioriza escapes elitistas sobre soluciones inclusivas. Mientras la Tierra enfrenta colapsos inminentes –con sequías y migraciones masivas en 2025–, estos "arquitectos" del futuro proyectan un Elysium real, donde la tecnología justifica la exclusión. La película urge a una reflexión: ¿permitiremos que la tecnocracia se convierta en eugenesia espacial, o demandaremos un progreso compartido? Recomendaciones incluyen regular inversiones espaciales para equidad y fomentar debates globales sobre transhumanismo. En última instancia, Elysium no es advertencia lejana, sino espejo de nuestro presente fracturado.


Referencias Principales:

- Blomkamp, N. (2013). Elysium. Sony Pictures.
- Artículos citados vía búsquedas web (2025).

jueves, 6 de noviembre de 2025

Milei detiene el proyecto del radiotelescopio chino en San Juan: Argentina pierde una gran oportunidad científica

Milei detiene el proyecto del radiotelescopio chino en San Juan: Argentina pierde una gran oportunidad científica
Por Sofía Arocena



El gobierno de Javier Milei decidió no renovar el convenio que permitía la instalación del Radiotelescopio Argentino-Chino (CART) en el paraje El Leoncito, provincia de San Juan. Se trataba de una antena de 40 metros de diámetro, destinada a observaciones astronómicas y espaciales de largo alcance, fruto de más de tres décadas de cooperación entre la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ), el CONICET y la Academia China de Ciencias (CAS).

El Ejecutivo justificó la cancelación alegando posibles usos duales de la antena —científicos y militares— y supuestos riesgos para la soberanía nacional. Sin embargo, el argumento resulta poco convincente si se analizan los antecedentes técnicos y los objetivos del proyecto, orientados a la radioastronomía y la observación del espacio profundo.


La antena de observación china que iba a instalarse en El Leoncito, San Juan.

El CART era una oportunidad estratégica para insertar a la Argentina en el mapa de la investigación astronómica internacional. El sitio elegido —en el entorno del complejo astronómico de El Leoncito, con condiciones atmosféricas excepcionales— habría permitido instalar una de las antenas más avanzadas del hemisferio sur.

La Universidad Nacional de San Juan calificó la decisión de “una noticia muy triste para toda la ciencia del mundo”.

El proyecto, estimado en US$ 350 millones, incluía infraestructura civil, instrumentación, operación conjunta y formación de investigadores locales. Además, fortalecía la cooperación científico-técnica entre Argentina y China, un vínculo iniciado en los años 80 y consolidado durante la última década con misiones y proyectos compartidos.

El mito del “uso dual”

El argumento del uso dual, la posibilidad de que un proyecto sirva también para fines militares, se repite frecuentemente cuando se trata de iniciativas chinas. Sin embargo, en el caso del CART, ese señalamiento carece de sustento técnico.

Un radiotelescopio de estas dimensiones no tiene capacidad de vigilancia militar. Su función es captar señales de radio de fuentes astronómicas distantes, no emitir ni rastrear objetivos terrestres. Tampoco puede operar como radar activo, ya que carece de los sistemas de transmisión necesarios para ello.

El razonamiento detrás de las advertencias sobre “seguridad hemisférica”, promovidas por Estados Unidos, se apoya más en la rivalidad geopolítica con China que en un análisis científico real. La Estación de Espacio Lejano china ya operativa en Neuquén, dedicada a misiones de exploración lunar y marciana, es un ejemplo. Desde su inauguración en 2018 no se ha demostrado ningún uso militar ni violación de acuerdos internacionales.

Y no es un caso aislado. La Agencia Espacial Europea (ESA) también posee una estación de espacio profundo en Malargüe, Mendoza, con características técnicas similares y operada por personal extranjero, pero nunca fue objeto de cuestionamientos ni sospechas de uso dual. La diferencia, entonces, no parece radicar en la naturaleza de las instalaciones, sino en el origen de la bandera que ondea sobre ellas.

De hecho, los convenios preveían participación argentina, inspecciones conjuntas y acceso a los datos para la comunidad científica nacional. Si el objetivo era reforzar la transparencia, el gobierno podría haber renegociado los términos en lugar de cancelar el proyecto.


La Estación de Espacio Lejano pertenece a la Administración Espacial Nacional China y forma parte de la Red de Espacio Profundo de China. Opera en Neuquén desde su fundación en 2018.

Soberanía tecnológica: un concepto mal entendido

La decisión de frenar el radiotelescopio se presentó como una defensa de la soberanía nacional. Pero en un mundo donde el conocimiento científico es una herramienta de poder, cerrar la puerta a la cooperación tecnológica puede significar, precisamente, ceder soberanía.

El verdadero desafío para la Argentina no era evitar la presencia de infraestructura extranjera, sino asegurar una participación equitativa, con mayor tiempo de uso, transferencia tecnológica, desarrollo de capacidades locales y control conjunto de la operación.

Renunciar a un proyecto de este tipo no fortalece la independencia del país, sino que lo margina de los grandes programas internacionales de exploración y observación del espacio, donde la colaboración es la norma.

Entre la ciencia y la geopolítica

El contexto internacional también explica la decisión. La estrecha alineación del gobierno oficialista con Estados Unidos y su discurso de distanciamiento respecto de China influyeron directamente en la cancelación. Washington lleva años advirtiendo sobre la “expansión tecnológica” de Beijing en América Latina, y cada proyecto científico o de infraestructura vinculado al gigante asiático es leído como una amenaza estratégica, cuando en realidad es una oportunidad de cooperación.

Los envíos de materiales desde China fueron detenidos en la Aduana, y el convenio con la UNSJ y el CONICET expiró sin renovación. Así se desactivó una iniciativa que había avanzado durante años, incluso con la visita de delegaciones científicas chinas en junio pasado, cuando el proyecto ya estaba prácticamente paralizado.

La medida envía una señal clara a la comunidad internacional: Argentina privilegia los alineamientos políticos sobre la continuidad de sus proyectos científicos. Y esa señal no solo afecta la cooperación con China, sino también la confianza de otros socios potenciales en materia tecnológica.

Un país que mira el cielo… desde el costado

En tiempos en que el conocimiento astronómico y la observación espacial se transforman en motores de innovación —con aplicaciones en comunicaciones, geolocalización, defensa planetaria y cambio climático—, la Argentina eligió bajarse de un proyecto que la hubiera colocado en el mapa global de la radioastronomía. La antena de El Leoncito no era una amenaza militar, era una oportunidad científica. La decisión de frenarla, en cambio, sí puede tener consecuencias estratégicas reales. Porque cada vez que un país renuncia a producir conocimiento, termina dependiendo del de otros.

Evidentemente, el gobierno argentino está más concentrado en alinear su política exterior y tecnológica con los lineamientos de Estados Unidos, que impulsa una narrativa de desconfianza hacia todo proyecto científico vinculado a China. El costo de seguir esa agenda es alto. Se pierden inversiones, se interrumpen vínculos consolidados y se debilita la presencia argentina en los foros internacionales de investigación. En nombre de una prudencia geopolítica que no nos pertenece, terminamos cediendo autonomía científica y capacidad de decisión.

Porque mientras algunos países miran al cielo buscando comprender el universo, otros parecen conformarse con mirar cómo lo hacen los demás. Y ese es, quizá, el precio de confundir soberanía con obediencia.



domingo, 2 de noviembre de 2025

Alexander Dugin: Cómo Rusia planea sorprender a Occidente

Cómo Rusia planea sorprender a Occidente
El miedo se convierte en diplomacia y la escalada en arte.
por Alexander Dugin




Alexander Dugin advierte que solo una campaña de conmoción y pavor puede destrozar la arrogancia occidental y restaurar el poder de Rusia.

Conversación con Alexander Dugin en el programa Escalation de Sputnik TV .

Presentador: Quisiera comenzar con un tema de suma importancia, cuya relevancia es evidente para todos. Ayer, Vladímir Vladímirovich anunció las exitosas pruebas del Burevestnik, un nuevo misil capaz de orbitar el planeta durante meses, manteniendo en vilo a Occidente y a cualquier otro país. Medios occidentales como el New York Times lo han apodado el «Chernóbil volador», afirmando que desestabiliza la situación y complica el control de armamentos. La reacción de Occidente ha sido muy intensa. Me pregunto: ¿cómo afectará este misil al equilibrio de poder? ¿Qué ventajas nos aporta en la coyuntura actual?

Alexander Dugin: Admito desde ya que no soy un experto en armamento y me preocupa parecer un aficionado en ese campo. Soy sociólogo; estudio geopolítica y psicología política, así que analizaré el tema desde esas perspectivas, quizá con un matiz filosófico.

Me parece que, bajo la influencia de los neoconservadores, Trump se ha formado una percepción errónea de la posición de Rusia en el conflicto ucraniano: de nuestras capacidades, intereses, valores, de lo que estamos dispuestos a hacer y lo que no. Con un Trump así, convencido de que basta con presionar, amenazar o alzar la voz para que termine el conflicto en Ucrania, no encontraremos puntos en común. Hay que hacerle cambiar de opinión; hay que reformular su manera de pensar. Las palabras por sí solas dificultan esto. Hubo negociaciones en Anchorage, conversaciones entre nuestro presidente y Trump. Es un hombre impulsivo, que vive el momento, de temperamento explosivo y agresivo, pero que respeta la firmeza y la respuesta decisiva. Comprendimos que intentamos diferentes enfoques para comunicarnos con él, pero no acepta un tono conciliador. Interpreta toda amabilidad como debilidad.

Cuando decimos: «Estamos abiertos al diálogo», piensa que nos falta fuerza para continuar la guerra. Cuando ofrecemos una solución de compromiso, responde: «Solo en nuestros términos: un alto el fuego, y luego lo arreglamos». Tratar a Rusia —una gran potencia nuclear, militar y económica— como subordinada, como un protectorado al igual que Europa, Ucrania o Israel, es un enfoque fundamentalmente erróneo. Nos dimos cuenta de ello. La cortesía, las declaraciones y las fórmulas razonables no funcionan con él. Percibe la cortesía como debilidad, la razonabilidad como cobardía y la voluntad de compromiso como capitulación. Eso es absolutamente falso y nunca ha sido así. Debemos demostrar fuerza. El presidente Vladímir Vladímirovich habló de esto, mencionando el término «oshelomlenie» («conmoción», «impresionante»): Occidente debe quedar impactado por nuestras acciones. La prueba del Burevestnik, el «Chernóbil volador», es un paso en esa dirección. Pero esto no es suficiente; debemos ir más allá.

Hay que infundir miedo en Occidente, porque los argumentos racionales se han agotado. Solo algo verdaderamente aterrador les obligará a hablar con Rusia de igual a igual.

Presentador: ¿Acaso el mero hecho de que el Burevestnik pueda mantenerse en el aire durante mucho tiempo y sea prácticamente imposible de rastrear o derribar no resulta suficientemente aterrador?

Alexander Dugin: El problema es que Occidente recibe nuestras declaraciones con escepticismo. He estudiado la prensa occidental: muchos tachan al Burevestnik de farol, de arma ficticia; dudan de sus características y confían en encontrar medidas para contrarrestarlo. Siempre será así: nuestras demostraciones de fuerza se topan con desconfianza y acusaciones de engaño. Dmitry Seims subraya acertadamente: se necesita una demostración real de fuerza para dejar de lado el farol.

Occidente farolea con mayor habilidad: sus modestas capacidades se magnifican hasta convertirlas en “grandes avances”. Trump opera con hipérbole: “¡Fantástico! ¡Genial! ¡Absolutamente!”. Su retórica de poder y confianza hipnotiza como una cobra hipnotiza a un conejo. Nuestra diplomacia, durante 35 años, se construyó de forma diferente: “Evitemos los conflictos, busquemos el compromiso, tengamos en cuenta los intereses”. En respuesta: “¡Fantástico, los aplastaremos!”. Los ataques de precisión que no alcanzaron el programa nuclear iraní se presentan como un triunfo. Los medios se hacen eco de ello, y el propio Trump cree que Irán se ha “arrodillado”. Son profecías autocumplidas: declaran un “ataque devastador”, muestran un resultado fabricado, y funciona en la realidad virtual. Nuestras revelaciones y argumentos no impresionan. Los fracasos de Trump se proclaman victorias, que resuenan en todos los medios.

Necesitamos un golpe en un punto sensible que no se pueda ignorar. ¿Cuál es ese punto? No lo sé. El presidente habla de «oshelomlenie»: hay que conmocionar a Occidente. Lanzamos el Burevestnik, pero no hay reacción. Aunque tengan miedo, fingen que Rusia está fanfarroneando, que la economía está débil, que las sanciones son efectivas y que se pueden confiscar los activos. Nos enfrentamos a un infierno. Trump, aunque parezca mejor, en la práctica continúa la guerra de Biden. No dejaba de decir: «Esta no es mi guerra», pero actúa como si lo fuera. Pronto dirá: «Esta es mi guerra, y la ganaré en un día». Debemos endurecer drásticamente nuestro discurso. Ellos no respetan las formalidades, mientras que nosotros seguimos recibiendo los golpes con cortesía. Kirill Dmitriev, al estilo de Gorbachov, intenta normalizar las relaciones con Estados Unidos, pero lo perciben como una rendición, como una capitulación.

Presentador: Más tarde hablaremos de la visita de Kirill Dmitriev, director del Fondo Ruso de Inversión Directa, y de la normalización, o la falta de ella, en las relaciones entre Rusia y Estados Unidos. Quiero retomar su comentario sobre la «Operación Oshelomlenie» . Antes mencionó que esto podría ser el inicio de una «Operación Oshelomlenie» en Ucrania, relacionada con ataques a infraestructuras. ¿Qué es esta «Operación Oshelomlenie»? ¿Se refiere a una demostración de fuerza en el campo de batalla con nuestros misiles?

Alexander Dugin: Repito, no soy experto en armas, pero estudio la conciencia colectiva. A veces, un dron pequeño, lanzado con precisión, produce un mayor efecto que la destrucción de toda la infraestructura ucraniana si esta última pasa desapercibida.

Vivimos en un mundo de símbolos e imágenes, donde no existe una conexión directa entre nuestro poder y su percepción. No estoy diciendo qué atacar; hay que calcular modelos. Por ejemplo, está Zelensky: esa es una realidad; sin él, una muy diferente. Están seguros de que no podemos atraparlo. Su objetivo no es salvar a Ucrania, sino hacernos la guerra por otros. Mientras Zelensky exista, aunque solo esté, está integrado en su propaganda, y todo es «fantástico, maravilloso». Destruyan la infraestructura: la ocultarán. Los militares ven mapas reales e imágenes satelitales, pero al público que decide sobre sanciones o ataques se le muestran imágenes manipuladas. La manipulación de la realidad no es nada nuevo; es el enfoque posmoderno de Occidente de los últimos 30 años. Una operación militar sin apoyo mediático, sin imágenes impactantes, ni siquiera generadas por IA, no se considera exitosa. Se requiere una combinación de acción militar, política, declaraciones, imágenes y demostraciones para convencer al espectador. Si no se muestra, es como si no hubiera ocurrido.

No estábamos preparados para ese tipo de guerra; es un nuevo desafío para nosotros. Medimos el éxito por el número de muertos, el territorio liberado, perdonamos a los enemigos, preparamos un “gesto de buena voluntad” para 20.000 asesinos en un infierno. Lo que se necesita es una acción decisiva que ataque a los adversarios, no a nosotros mismos. Esto requiere no solo estrategia militar, sino también dominio de los medios de comunicación. Para sorprender a Occidente, especialmente en el contexto de la escalada de Trump, hay que lograr que exclamen: “¡Es terriblemente fantástico, los rusos han cruzado todos los límites!”, mientras siguen insistiendo en que somos débiles, que no avanzamos, que evitamos los pasos decisivos y que cedemos ante las presiones.

Pero hay acciones que la retórica no puede distorsionar. Deben llevarse a cabo. Existen métodos.

Presentador: Mencionaste ataques en la calle Bankova. ¿Es ese el factor sorprendente?

Alexander Dugin: Se ha hablado tanto del ataque a Bankova que ha perdido todo sentido. No sé qué será: un pequeño dron, una paloma mensajera, un elemento microscópico escurridizo o un Burevestnik descendiendo como el cielo. Quizás un simple mosquito elimine a Yermak y Budanov, o algo fundamental. No tomo decisiones, desconozco nuestras capacidades y no doy consejos. Quienes tienen el poder deben decidir. Pero: anunciar un ataque y no realizarlo es peligroso.

Nuestro discurso se endurece, demostramos nuestras capacidades y la gente espera un siguiente paso. Necesitamos sorprenderlos para que nuestros adversarios se vean realmente impactados. Observo la reacción de Occidente: guardan silencio sobre Oreshnik y Burevestnik. Trump no muestra señales de inmutarse. Analizo su psicología, sociología, geopolítica, incluso sus gestos más sutiles, en este aterrador juego de escalada donde está en juego el destino de la humanidad. Pero no hay sorpresa.

No hemos terminado la tarea. El objetivo no es convencernos de nuestra propia fuerza, sino sacudirlos. Si Trump dice: «Esta no es mi guerra», corta los canales de apoyo y deja que los europeos lo resuelvan solos, entonces habremos dejado atónitos a algunos. Debemos dejar atónitos a Inglaterra, París, Merz. El ataque con drones desconocidos los alarmó; los inquietó, pero no los conmocionó. Se necesita algo increíble. Basta ya de alimentar ilusiones de que nos tomen en serio. Somos más fuertes, más peligrosos, más poderosos de lo que creen. Eso debe demostrarse; esa es la operación de oshelomlenie. Hasta ahora no hay resultados. Debemos continuar.

Presentador: Permítame aclarar: Kyryll Budanov figura en la lista de terroristas y extremistas. Quisiera añadir algo a lo que usted dijo: Trump afirmó: «No juegan con nosotros, y nosotros no jugamos con ellos». ¿Qué podría significar esa frase?

Alexander Dugin: Nada. Es como una tos leve. Podríamos decir lo mismo: «Nosotros jugamos, ellos juegan». Cuando Trump no tiene nada que decir, suelta un comentario absurdo que suena racional pero carece de sentido. Significa que no lo hemos sorprendido. Cuando lo sorprendamos, hablará con coherencia. Por ahora, es su habitual provocación; interprétenla como quieran; ni él mismo entiende lo que dice. Su determinación de iniciar una nueva escalada nuclear sigue intacta. Lamentablemente.

Presentador: Tengo una última pregunta sobre la “Operación Oshelomlenie”. ¿No cree que, por ejemplo, si, como sugiere, Ermak o Zelensky fueran destituidos, los medios de comunicación y los políticos europeos aprovecharían la situación para crear la imagen de un mártir y explicar a sus ciudadanos que ahora existe una amenaza directa que exige prepararse para una guerra con Rusia? Actualmente, presentan una visión distorsionada, manipulando los hechos, y esto les proporcionaría una herramienta perfecta.

Alexander Dugin: Quizás eso ocurra. Pero si alguien ansía una guerra contra nosotros, la iniciará, con o sin pretexto. No insisto en decisiones concretas. Se ha declarado la «Operación Oshelomlenie», y creo que es oportuna y acertada. Sin embargo, su forma es prerrogativa exclusiva del Comandante en Jefe Supremo y la cúpula político-militar. No propongo ni insinúo nada; solo presento imágenes y ejemplos.

Pero atención: si no los sorprendemos, se prepararán para la guerra con mayor éxito y rapidez. Decimos: «Los sorprenderemos ahora», pero no actuamos. Entonces, ellos mismos provocarán: enviarán un «mosquito» contra Zelensky, culparán a los rusos, nos atribuirán cualquier cosa. Las operaciones de bandera falsa son la norma en la política moderna. Si permanecemos inactivos, lo harán por nosotros y lo usarán en nuestra contra.

La realidad ha perdido credibilidad; simplemente no existe. Las imágenes lo deciden todo. Tenemos una carencia de la imagen de poderío. Dicen: los rusos son peligrosos, pero insignificantes. Amenazamos, pero somos impotentes. Esto prepara el terreno para su agresión: la imagen de un enemigo cruel pero débil, como Sadam Husein o Hamás. Nos empujan a esta trampa y no resistimos. Repetimos: «Somos pacíficos, no buscamos atacar». Ellos responden: «Son débiles, ocultan su amenaza, temen ser descubiertos». Esta es una guerra de información unilateral.

Existen oportunidades excepcionales —pocas, pero existen— que pueden socavar su estrategia de ofensiva informativa. Debemos atacar su burbuja informativa, no a Occidente ni a Ucrania. Esta burbuja es peligrosa: crea una imagen que justifica una guerra real contra nosotros —misiles Tomahawk, submarinos nucleares, como menciona Trump—. Creen que ataques como los de Irán nos obligarán a capitular. Cuanto más proclamemos: «No atacaremos, cumplimos las reglas», más fuerte será la impresión de nuestra debilidad. Capturamos a 20.000 soldados ucranianos, los intercambiamos, creamos las condiciones —eso se percibe como debilidad—. ¿Cómo cambiar eso? —No lo sé. Pero es necesario.

Debemos activar mecanismos que consideren la dimensión informativa. Sus mentiras no son inofensivas: provocan ataques con misiles en nuestro territorio. Entonces tendremos que responder con contundencia. Integran todo —paz, dureza, negociaciones, medidas decisivas— en su narrativa. ¿Cómo desbaratar su guerra de información en este momento crítico? Debemos impedir que Occidente lleve a cabo la agresión a la que se acerca cada vez más. El equilibrio entre la sensatez y la fuerza requiere un ajuste preciso. La escalada o la evasión indefinida equivalen a la capitulación.

Este es el arte de la guerra, de la alta política, de la lucha por la soberanía y los intereses nacionales. La política es una lucha por la existencia, una categoría filosófica. Algunos gobernantes dominan este arte, otros conducen a la ruina. No debemos dormirnos en los laureles: se avecinan tiempos difíciles. Es hora de buscar aliados para una posible guerra.

Propondría una alianza militar con China: si Occidente comprende que un ataque contra nosotros provocará respuestas de sus aliados, eso los disuadirá. Si su atención se centra en Taiwán, debemos apoyar a China. Estamos al borde de ello. Rusia y China, como potencias económicas, geopolíticas y militares, son una fuerza poderosa. Debemos fortalecer los lazos con India y otros países. Una prueba decisiva es la agresión estadounidense contra Venezuela y Colombia. Si logran cambiar los regímenes allí, eso representa una amenaza para nosotros. Es su doctrina Monroe, su «Ucrania», y no se detendrán. El éxito reforzará su confianza en que pueden actuar contra nosotros y China. Debemos intensificar el trabajo geopolítico en América Latina. Si permitimos que Trump cambie los regímenes allí fácilmente, nuestra posición empeorará.

Presentador: ¿Entonces deberíamos suministrar armas?

Alexander Dugin: A todos: Irán, Hezbolá, Venezuela. De forma activa, masiva y sin restricciones, como lo hace Estados Unidos. Y al mismo tiempo, digan: “Estamos a favor de la paz, Trump, eres maravilloso, pero esto son negocios”. Maduro paga por los misiles Oreshnik, por los sistemas de defensa aérea; eso es un trato. Como dice Trump: “Es un trato”. Convivir con lobos, aullar como un lobo. Eso es oshelomlenie.

Y decimos: “No apoyaremos a Hamás ni a Hezbolá, llegaremos a acuerdos en Siria, ayudaremos a Irán desde la distancia, no formaremos alianzas militares dentro de los BRICS”. Eso nos convierte en “Cheburashkas”, no en personajes de dibujos animados aterradores y desquiciados preparando un ataque. Occidente está presentando la guerra contra Rusia como una caricatura.

Debemos desbaratar su plan de guerra caricaturesco ahora mismo. Trump es un firme defensor de la ideología MAGA, pero actúa de forma monstruosa, no a nuestra costa. Lo que está en juego no es solo la línea de contacto, sino la posición global de Rusia. Somos un polo de poder y debemos tener una postura sobre Oriente Medio, amigos y enemigos, formar alianzas, proporcionar ayuda militar y financiera, esperando reciprocidad. Esto concierne a África, Asia y América Latina. Una gran potencia se preocupa por todo, incluso por las Islas Malvinas. ¿Contamos con los recursos necesarios?

Si carecemos de recursos, cada desplazamiento nos costará soberanía. Estamos cercados, y el enemigo exigirá más: la colonización de Rusia. Occidente habla de esto mañana y noche, creando recursos para nuestro colapso: conspiraciones, operaciones de cambio de régimen. Si mostramos debilidad, África, Latinoamérica, Oriente Medio y Asia no serán nuestras. Entonces dirán: «Siberia no es vuestra, el Cáucaso Norte no es vuestro».

La hegemonía occidental es una maquinaria que opera en nuevas realidades interconectadas. La inteligencia artificial es un ejemplo. La adoptamos sin comprender que, en su esencia, como en el caso de Elon Musk, esconde trampas liberales. Puede explotar como los buscapersonas de Hezbolá. No comprendemos la magnitud de la confrontación en la que ya nos encontramos. No entendemos el aspecto técnico, el reclutamiento de nuestra ciencia, cultura y economía mediante subvenciones. Occidente nos penetró, dejando puertas traseras en cada institución: democracia, libre mercado. En los años 90 le entregamos al enemigo las llaves de la ciudad. Y aún no nos hemos liberado por completo. Luchamos en todos los niveles, incluido el informativo, pero no siempre sabemos cómo. Creemos que el conflicto puede ser localizado, pero es global.

Presentador: Pensamos en términos de buena voluntad, pero el mundo no está preparado. Mencionaste a los aliados y a China. Quiero aclarar: ¿Qué podemos esperar del viaje actual de Donald Trump y de la reunión con Xi Jinping el 30 de octubre? Algunos medios afirman que Trump intentará alejar la energía china de Rusia.

Alexander Dugin: Ciertamente, en parte busca eso, pero no solo eso. Trump ha adoptado posturas neoconservadoras, abandonando la filosofía MAGA. Es un instrumento en manos de gente como Lindsey Graham. Su objetivo es crear alianzas en el sudeste asiático mediante la intimidación, el soborno y ofertas que, en su opinión, China no rechazará. Es una guerra. Dice: «Compito con China», pero lucha contra nosotros. Biden, Obama, los neoconservadores: ese es Trump hoy.

Su visita es un paso hostil. Teje intrigas y negocia acuerdos en nuestra contra. Cree controlarlo todo, pero Rusia es un Estado soberano y no le obedece. Se topó con nuestro conflicto esperando una victoria fácil. Europa también se queja, pero sigue a los neoconservadores. Y eso es peligroso.

Trump no se limita a tener disputas con China; busca acuerdos que nos perjudiquen. Es improbable que Xi Jinping tome medidas radicales contra nosotros, pero debemos trabajar para evitarlo. Necesitamos forjar una alianza sólida con China. Nuestro presidente trabaja incansablemente en ello, pero los mecanismos de la política rusa a veces no están a la altura de estos desafíos: son demasiado lentos, burocráticos y engorrosos. Putin actúa como un héroe del que depende el destino de la humanidad, pero sus directivas se pierden en papeleo; lo vertical se vuelve horizontal. Debemos acelerar el ritmo: en alianzas militares, económicas y estratégicas, con aquellos que comparten una agenda multipolar. La «Operación Oshelomlenie» tiene diferentes niveles, incluyendo avances positivos en la política mundial, la captación de nuevos aliados y el apoyo a los existentes.



sábado, 25 de octubre de 2025

Competencia espacial: el gobierno argentino quedó en la mira por "paralizar" un multimillonario proyecto con China

Competencia espacial: el gobierno argentino quedó en la mira por "paralizar" un multimillonario proyecto con China
En San Juan, vecinos, académicos y científicos alertan sobre el proyecto CART, el radiotelescopio construido en conjunto desde 2016 y que está casi finalizado. Quedó en suspenso por una "omisión" del Conicet y una resolución que desliza la presión de Estados Unidos en el marco de la puja por el Atlántico sur.
por Cecilia Degl'Innocenti


Informe sobre proyecto CART. | Cedoc

En el corazón de los Andes sanjuaninos, una gigantesca antena blanca mira al cielo. Es el CART, el Complejo Argentino-Chino de Radioastronomía, un proyecto concebido hace casi una década como símbolo de cooperación científica entre Buenos Aires y Beijing, y que hoy se encuentra en el centro de una tormenta diplomática. Lo que alguna vez fue celebrado como un hito tecnológico —y una política de Estado que superó la grieta—, se transformó en un nuevo campo de disputa en la competencia entre China y Estados Unidos, con Argentina, una vez más, en el incómodo lugar de rehén de esa rivalidad.

El CART comenzó a construirse en 2016, impulsado por la Universidad Nacional de San Juan, el Conicet, el gobierno provincial y la Academia China de Ciencias. El esquema fue claro: China aportaba la tecnología —unos 20 millones de dólares, según datos oficiales—, San Juan ofrecía la infraestructura —caminos, energía, red de datos y agua—, y el Conicet contribuía con el conocimiento científico. El acuerdo establecía un uso compartido: sesenta por ciento del tiempo de observación para China, veinte por ciento para Argentina y el restante para la comunidad internacional. La elección del sitio tampoco fue casual. Desde los años ‘50, universidades estadounidenses como Yale y Columbia ya observaban los cielos diáfanos de San Juan, por su baja humedad y la estabilidad atmosférica. El CART coronaba esa tradición, pero también marcaba un punto de inflexión: por primera vez, una infraestructura espacial china se instalaba en el hemisferio sur.

Durante años, el proyecto fue presentado como un ejemplo de cooperación Sur-Sur y de diplomacia científica, proyectando a Argentina como un actor "privilegiado" en el campo de la investigación espacial. La imagen de una antena gigante en los Andes de 40 metros de diámetro condensaba una narrativa de cooperación, de apertura al conocimiento de la potencia asiática pionera en la materia a través del FAST. Conocido como el "ojo de China", el radiotelescopio más grande del mundo fue inaugurado en 2016. El país, en tanto, buscó posicionarse como socio confiable en la exploración del universo, una de las áreas que terminaron definiendo la competencia estratégica entre Estados Unidos y China.



La iniciativa, además, se convirtió en una política de estado que sobrevivió a la propia grieta: avanzó con Mauricio Macri, quien además estrechó lazos con Xi Jinping en suelo chino; y con Alberto Fernández, que lo consideró un "ícono de la cooperación científica internacional". Sin embargo, comenzó a resquebrajarse con el cambio de signo político y el nuevo rumbo de la Casa Rosada a partir de la llegada del binomio Milei.

La "omisión" del Gobierno y denuncias de abandono

El presidente Javier Milei, en su alineamiento explícito con Washington, reactivó el cuestionamiento a las inversiones chinas en el país. En el marco de su visita a la Casa Blanca, donde viajó para sellar el alcance del "rescate financiero", la agenda bilateral quedó sellada. Como parte de la alianza norte-sur, Argentina debía dejar afuera la colaboración en materia no solo de tierras raras o minerales crÍticos, sino de puertos, bases militares e "infraestructura observacional". El CART, que al finalizarse se convertirá en el primer radiotelescopio con tecnología china en el Hemisferio sur, estaba implícitamente en esa lista.

El primer indicio fue la demora para renovar el acuerdo firmado en 2015 a falta de la firma de una de las tres integrantes del proyecto: el Conicet. A partir de entonces, los trámites administrativos se congelaron. Un pedido de importación de piezas fundamentales se demoró más de tres meses, los sensores quedaron varados en Shanghái, y varios paneles solares se dañaron mientras aguardaban autorización en la Aduana argentina. La cláusula de renovación del acuerdo bilateral venció en junio y nadie en el Gobierno la prorrogó. “La injerencia es muy fuerte y muy evidente. No dejaron nada por escrito, simplemente lo dejaron caer”, contó a PERFIL la ingeniera química María Verónica Benavente, una de las referentes del proyecto y exministra de Ciencia y Tecnología de San Juan.

Según Benavente, el primer indicio del viraje fue la demora de la papeleta ROECyT, el documento que autoriza la importación libre de impuestos para equipos científicos. "Se presentó en febrero y recién se aprobó en mayo. En el medio, los equipos se deterioraron y el proyecto quedó en pausa”, detalló. Hoy, los paneles siguen varados en la Aduana y los sensores, en Shanghái. “Se va a convertir en chatarra, como pasó en Rusia”, advierte con resignación.



Sospechas por un avión estadounidense en San Juan

El 26 de septiembre en el pueblo sanjuanino de Barreal Blanco, a 12 kilómetros de donde se levanta la estructura, vecinos denunciaron la inusual maniobra de un avión y dieron aviso a personal de Gendarmería. La aeronave que sobrevolaba el área comprendida entre el pueblo de 9.000m habitantes y la zona astronómica donde se ubica el CART era un Beechcraft B-200 "Hurón" de la Fuerza Aérea de EE. UU.

"La aeronave realizaba una inspección rutinaria, programada y autorizada, de una zona de aterrizaje utilizada para visitas oficiales. Si bien se pospuso una reunión prevista originalmente en San Juan para ese día, la inspección se llevó a cabo como parte de los procedimientos estándar de seguridad aérea", explicó un vocero de la embajada de Estados Unidos en Argentina, ante la consulta de PERFIL.

En aquel entonces, la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) y el gobierno de San Juan aclararon que el avión estaba autorizado para circular y aterrizar, los rumores se multiplicaron al igual que la lectura política particularmente desde la oposición al oficialismo nacional. Dado que, en paralelo, las principales figuras del gabinete, como Luis Caputo y el entonces canciller Gerardo Werthein, ultimaban los detalles del acuerdo con el gobierno de Donald Trump desde Washington, presionados por el termómetro electoral y los escándalos que socavaron la imagen del gobierno libertario.


El avión que vieron los vecinos de la localidad de Barreal Blanco, en San Juan.

El hecho volvió a poner bajo la lupa la terminación del radiotelescopio que, a diez años de haber comenzado, está al 90% de terminación según indicaron desde la UNSJ. Desde sectores militares, una fuente que conoce de cerca el caso confió a PERFIL que "la orden fue dejar morir el proyecto en silencio". El clima de sospecha no tardó en filtrarse a las comunidades científicas, que ven en este caso el síntoma más visible de un cambio de paradigma: la ciencia subordinada a la lógica no solo partidaria sino geopolítica.

La resolución que puso en duda el futuro de CART

Pero el punto de inflexión llegó con la Resolución 151/2025, firmada el 17 de octubre por el jefe de Gabinete Guillermo Francos, que establece que "toda instalación de radares, observatorios o sistemas aeroespaciales deberá contar con la autorización previa del Ministerio de Defensa". En los hechos, el decreto militariza la supervisión científica y pone bajo tela de juicio proyectos con participación de otros países.

"Que la evolución tecnológica y las nuevas formas de concebir los conflictos impone la necesidad de reforzar la soberanía en el ámbito del ciberespacio, el espectro electromagnético y el espacio exterior, cuando pudieran afectar intereses estratégicos", reza la resolución-

Sin embargo, este medio accedió a una opinión consultiva de 2016, cuando el propio Ministerio de Defensa, junto a Cancillería y la CONAE, había evaluado y aprobado el funcionamiento del proyecto científico y público CART, concluyendo que “no existía riesgo alguno para la soberanía nacional”. A diferencia de lo que ocurrió, por ejemplo, con el radar de Ushuaia, de naturaleza privada y comercial, actualmente frenado por una cautelar. Aquella auditoría —avalada en su momento por la entonces Subsecretaría de Asuntos Internacionales para la Defensa— había sido solicitada por Cancillería, en función de los procedimientos administrativos necesarios en torno a sectores estratégicos.



El exnúmero dos del Ministerio de Defensa, Francisco Cafiero, interpretó la situación como un síntoma de algo mayor. “El problema de fondo es político. Esto manifiesta otra vez los cambios erráticos en las políticas estratégicas. No sólo afecta la cooperación con China, sino con otros Estados", puntualizó en diálogo con PERFIL. Y agregó: “Esto perjudica a la comunidad científica argentina, especialmente la de San Juan, que había encontrado en el CART un espacio de investigación único. Nunca vimos, al menos desde la vuelta de la democracia, un grado de dependencia tan alto con Estados Unidos”.

La mirada desde China

La Embajada china en Buenos Aires, por su parte, evitó referirse al tema. “No hay comentarios por ahora”, respondieron ante la consulta de PERFIL. Según fuentes cercanas a la representación diplomática, el embajador Wang Wei regresará en noviembre, justo cuando el Partido Comunista Chino presente su nuevo plan quinquenal, con directrices en materia de cooperación científica y tecnológica.

Sin embargo, varias voces, incluidos legisladores nacionales y la comunidad académica sanjuanina, presionaron al Gobierno para que habilite la finalización del proyecto. Por su parte, el exembajador argentino en China, Sabino Vaca Narvaja, explicó que "el CART era una política de Estado".

"Representaba la cooperación científica internacional en su mejor expresión. Les molesta a los estadounidenses porque están en una carrera espacial. Este tipo de radiotelescopios puede determinar la existencia de vida exterior, y ellos no tienen uno en el hemisferio sur. Los chinos fueron más rápidos, instalaron otro en Canadá, y nosotros éramos parte de esa agenda estratégica”, agregó, en diálogo con este medio.

Desde Defensa, en cambio, justifican la medida: aseguran que la resolución busca “ordenar el espacio aéreo y prevenir riesgos potenciales”. Pero admiten que “los proyectos con participación extranjera serán revisados caso por caso”, lo que en la práctica equivale a un congelamiento. Mientras tanto en la región sanjuanina de Calingasta, la antena blanca sigue ahí. Imponente, silenciosa, pero inmóvil, a la espera del 5 de noviembre, el momento en que las autoridades científicas tendrán una audiencia para destrabar la importación de los insumos y evitar que la estructura estratégica termine de deteriorarse.



Qué es la "defensa revisionista", una propuesta para recuperar las Islas Malvinas

Qué es la "defensa revisionista", una propuesta para recuperar las Islas Malvinas
La inversión en Defensa para "elevar el costo" al Reino Unido es una condición necesaria para recuperar la soberanía efectiva de nuestras Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur.
por Ezequiel Magnani (*)


Imagen de las Islas Malvinas captadas por la NASA | Instagram @NASA

(10-06-2025)

El 10 de junio es el día de la ‘Afirmación de los Derechos Argentinos sobre las Islas Malvinas, Islas del Atlántico Sur y Sector Antártico’, producto del aniversario de la creación de la Comandancia Política y Militar de las Islas Malvinas y adyacentes al Cabo de Hornos, que tuvo lugar el 10 de junio de 1829. Actualmente, la soberanía efectiva de la Argentina sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur se ve vulnerada por la ocupación militar y colonial británica, que abarca un 25% de nuestro territorio nacional.

El argumento central de este artículo es el diseño e implementación de una política de defensa revisionista, una condición fundamental y necesaria para recuperar la soberanía efectiva de nuestras Islas del Atlántico Sur. El corazón de esta propuesta radica en la necesidad de revisar el status quo en el Atlántico Sur vía el aumento de los costos que tienen los británicos para sostener su posición colonial y militar.

En tal sentido, para lograr este propósito, resulta clave la instrumentalización de la defensa nacional en la medida que es la única área gubernamental con la capacidad de generar preocupación y presión real en la potencia colonial que ocupa, nuevamente, el 25% de nuestro territorio.

Cómo recuperar las Malvinas: la defensa revisionista frente a la mirada "economicista"

Desde 1982 hasta la actualidad, la discusión sobre el rol de la política de defensa en la estrategia nacional para recuperar las Islas Malvinas ha estado esencialmente ausente en el debate político y público argentino. De hecho, cuando se intenta plantear la discusión sobre la recuperación de nuestras Islas del Atlántico Sur, se evade el debate con cuestiones asociadas a la necesidad de crecer económicamente, persuadir a los kelpers para que “voten con los pies” y otras diversas cuestiones económicas que permiten, con parcial elegancia y falsa racionalidad, patear la discusión hacia un futuro que le incumba a otros. Dicho de otra manera, estas aproximaciones permiten no hacerse cargo del desafío histórico e inmediato que tenemos por delante: el de recuperar las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur.

El crecimiento económico y la estabilidad son componentes centrales de cualquier estrategia que tenga como objetivo central recuperar nuestras islas. Esto es una obviedad. No obstante, no son suficientes en sí mismos, ya que no inciden directamente sobre los fundamentos de la ocupación militar británica de manera contundente.

Argentina ya tuvo ciclos económicos muy exitosos reclamando el fin de la ocupación británica y aún así la potencia se mostró diplomáticamente inflexible (1880-1930). Nuestro país tuvo estándares de vida nada despreciables cuando los kelpers aún vivían en pésimas condiciones (hecho que comenzó a cambiar con los Acuerdos de Comunicaciones de 1971) y aún así la población implantada en Malvinas siguió funcionando como actor político de veto en las negociaciones entre Argentina y la potencia colonial (1966-1982).

La ocupación británica del 25% de nuestro territorio es esencialmente militar y esto, obviamente, repercute económicamente en Argentina. Pero una perspectiva economicista poco tiene para decir sobre posibles estrategias de recuperación. Para pensar una estrategia seria que tenga como objetivo volver a ejercer la soberanía efectiva sobre nuestras Islas Malvinas, es necesario examinar y analizar los fundamentos de esta ocupación militar y colonial.



Los fundamentos militares de la ocupación

En la Constitución Nacional de 1994 los argentinos nos propusimos como objetivo permanente e irrenunciable la recuperación de nuestros territorios vía el derecho internacional, lo que presupone el acuerdo con la potencia agresiva, ambiciosa y belicista que ocupa el 25% de nuestro territorio. A pesar de todos los desafíos que supone llegar a un punto de acuerdo con una potencia colonial de estas características, el principal obstáculo radica en que dicho actor no quiere sentarse en la mesa de negociación con la Argentina para ponerle fin a la situación colonial en el Atlántico Sur conforme a las disposiciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

En otras palabras, esta potencia colonial quiere sostener un statu quo contrario al derecho internacional que, a su vez, se fundamenta en una estrategia político-militar asociada a lo que la Dra. Mariana Altieri conceptualiza como “aislamiento artificial”. Es decir, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte (RUGBIN) puede separar materialmente el territorio usurpado de cualquier tipo de vínculo fáctico con la Argentina. Esto implica que la potencia es capaz de sostener su posición militar en el Atlántico Sur sin requerir que la Argentina contribuya al desarrollo económico de las islas.

Ante este escenario, cualquier estrategia nacional que busque contribuir al cumplimiento del derecho internacional, de las disposiciones de la ONU y a ponerle fin al colonialismo en el siglo XXI, debe poder responder las siguientes preguntas: ¿Cómo hacemos para que el RUGBIN se siente a negociar con nosotros? ¿Cómo rompemos con el aislamiento artificial de nuestras Islas del Atlántico Sur?

El debate político argentino

De forma implícita, esta pregunta ha tenido diversas respuestas que fueron reflejadas en variopintas políticas gubernamentales. A modo de síntesis, podemos distinguir dos líneas de pensamiento dentro de las cuales, por supuesto, podemos encontrar matices y diferencias.

En primer lugar, aquella que sugiere que la Argentina debe ser deferente y cooperar militar y económicamente, bajo un esquema de paraguas de soberanía, con la potencia colonial que ocupa 25% de nuestro territorio. La premisa es que el RUGBIN recién va a acceder a negociar con la Argentina cuando ambos países sean socios estrechos y la Argentina sea un país desarrollado. Es decir, va a llegar un momento en el que ambos países vamos a ser tan ‘amigos’ que los usurpadores van a tener la buena voluntad de ponerle fin a la situación colonial y devolvernos la soberanía efectiva de las Islas del Atlántico Sur. Las administraciones de Menem, Macri y –sobre todo– Milei son las asociadas a esta línea de pensamiento, ligadas a una forma constructivista, benigna e idealista de ver las Relaciones Internacionales.

En segundo lugar, la posición que sostiene que cualquier cooperación militar y económica con la potencia ambiciosa, belicista y agresiva que ocupa 25% del propio territorio refuerza el statu quo favorable a dicho actor. La premisa de esta postura es que el RUGBIN va a sentarse en la mesa de negociación cuando los costos que tienen en sostener militarmente el statu quo sean superiores a los beneficios. Dicho de otra forma, la potencia colonial va a tener voluntad para ponerle fin a la situación colonial cuando los costos de no negociar superen los beneficios de mantener el statu quo territorial asociado a una postura diplomática no negociadora. En definitiva, esta línea de pensamiento es una forma realista de ver las Relaciones Internacionales, por lo que busca trabajar sobre el poder y los incentivos materiales que tienen los actores de la política internacional.



Defensa revisionista: siguiendo la línea de los costos

Dado que primero hay que aumentarle los costos a la potencia colonial, esta última línea de pensamiento necesariamente ve a la recuperación de las islas conforme al derecho internacional como la frutilla del postre. Es decir, esta se va a dar como parte final de un proceso político de mediano-largo plazo en donde la Argentina le eleve incremental y sostenidamente los costos a la potencia colonial. Ahora bien, ¿cómo le elevamos los costos al RUGBIN de forma tal que estos superen los beneficios que obtienen en mantener el statu quo militar y colonial? La única política capaz de liderar los esfuerzos nacionales hacia el logro de este objetivo es la defensa revisionista.

Dicho de otro modo, llevar adelante esta política es una condición necesaria para recuperar la soberanía efectiva de las Islas del Atlántico Sur dado que es la única que puede generar costos altos y dignos de atención de la potencia colonial. Esto es así en la medida que afecta directamente su capacidad de disuasión militar y le incrementa el riesgo que tiene a la hora de llevar adelante las actividades económicas ilegales que sostienen el aislamiento artificial de las islas.

La defensa revisionista busca organizar y diseñar el instrumento militar con el objetivo de modificar el statu quo territorial que se caracteriza por la ocupación militar británica de territorio argentino. Busca colocar a la defensa nacional como eje estructurante de su gran estrategia frente a la usurpación colonial del RUGBIN. Esto implica orientar los medios materiales, la infraestructura, los recursos humanos, la inteligencia, la logística, el adiestramiento, la doctrina y la organización del sistema de defensa hacia el Atlántico Sur.

La defensa revisionista: algunos interrogantes

¿La preponderancia de la defensa revisionista sugiere que la Argentina debe tener como objetivo recuperar militarmente las Islas del Atlántico Sur? No. De nuevo, el objetivo nacional es la revisión del statu quo en el Atlántico Sur vía el aumento de los costos que tienen los británicos para sostener su posición colonial y militar. Para lograr este propósito, resulta clave la instrumentalización de la defensa nacional en la medida que es la única área gubernamental con la capacidad de generar preocupación y presión real en la potencia colonial.

Este fundamento revisionista debe ser complementado con otras áreas importantes de gobierno –como la diplomática, la energética, la vinculada a la explotación de recursos naturales, la comercial/financiera, etc.–, pero es la defensa nacional la que debe estructurar la estrategia frente a la ocupación militar del RUGBIN. Como menciona el Profesor Juan Gabriel Tokatlián, la estrategia de la Argentina para recuperar las Islas del Atlántico Sur debe ser amplia e incluir lo que en 2014 denominó como “las cuatro D para Malvinas”.

¿Esto implica colocar al RUGBIN como rival y tener un vínculo confrontativo con dicho actor? Sí. Es una potencia colonial que ocupa ilegal e ilegítimamente nuestro territorio y que sostiene su posición militarmente. La Argentina es un Estado cuya soberanía es lesionada por una potencia colonial y eso es algo que nuestro país no eligió. La Argentina es un país defensivo-posicionalista, por lo que sus intereses en materia de seguridad internacional son su integridad territorial, su autodeterminación, su soberanía e independencia. Cualquiera que vulnere estos intereses va a ser considerado un como un rival. Los intereses de la Argentina son permanentes y claros, mientras que el surgimiento de rivales y aliados no constituyen una elección del país, surgen a partir de cómo cada actor del sistema internacional se vincula con estos intereses defensivos-posicionalistas.

Ahora bien, el fundamento revisionista supone un fuerte aumento de recursos públicos destinados a la defensa y un claro direccionamiento de la mayoría de estos recursos hacia la Patagonia Argentina. En este punto, el presupuesto destinado al Ministerio de Defensa debe elevarse y colocarse como mínimo entre el 1,5% y el 2% del Producto Bruto Interno (PBI). Esto es fundamental, ya que no es posible utilizar la defensa nacional para aumentar los costos de mantenimiento de la posición militar que tiene la potencia colonial en el Atlántico Sur si se destina menos de este porcentaje del PBI a la política de defensa.

En este punto, si se toma como base –poco ambiciosa para un país como la Argentina– un PBI de U$D600.000.000.000 millones, la inversión en defensa nacional se encontraría entre los U$D9.000.000.000 y los U$D12.000.000.000. Dos cosas deben mencionarse. Por un lado, asignar magnitudes en estos recursos implica aumentar radicalmente el nivel de inversión que la Argentina le otorga a la defensa. Por el otro, esto implica no solo una mayor atención política de la dirigencia a los temas de defensa, sino que también sugiere una ponderación de la defensa como una herramienta esencial para recuperar la soberanía efectiva en las Islas del Atlántico Sur y un claro acompañamiento de la ciudadanía.

En paralelo al fuerte aumento de recursos públicos destinados a la defensa, se debe fortalecer la presencia del instrumento militar en la Patagonia Argentina vía la creación y modernización de instalaciones militares y la adquisición de sistemas de armas núcleo. El objetivo ligado a este esfuerzo debe ser el de aumentar el peso geopolítico de la Argentina en el Atlántico Sur y cambiar la gravitación política de dicho escenario estratégico hacia una posición favorable al país austral.

Dadas las características geopolíticas, estratégicas y operacionales del mencionado escenario, resulta clave darle prioridad a la conjuntes y al equipamiento de la Armada de la República Argentina (ARA). Esto es así en la medida que la ARA es la piedra angular del instrumento militar en el Atlántico Sur y su objetivo debe incluir capacidades asociadas a la defensa de las costas patagónicas, la denegación del mar, el control del mar y la proyección de poder para presionar al RUGBIN por su ocupación colonial de territorio argentino.

En esta línea, se debe continuar con el financiamiento de las acciones que ya se vienen llevando adelante para fortalecer la presencia del país en el Atlántico Sur. Por ejemplo, la creación de la X Brigada Aérea en Río Gallegos, la creación de la Guarnición Militar Conjunta en Tolhuin Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, la colocación del radar RPA-240 en Santo Domingo y del radar MTPS-43 en Trelew, el financiamiento y la construcción de la Base Naval Integrada en Ushuaia y la reconstrucción de la Base Petrel para posicionarla como una base permanente de la Argentina en la Antártida.

En esta dirección se debe profundizar la política de defensa. En tal sentido, las adquisiciones de sistemas de armas núcleo utilizados para guerras convencionales también deben priorizar su orientación al Atlántico Sur. Entre otras cosas, deben colocarse en Río Gallegos aviones de combate polivalentes, debe recuperarse con urgencia la capacidad submarina y los medios aeronavales junto con el fortalecimiento de la flota de mar en todos sus aspectos. Los blindados del ejército deben adquirirse y se debe reforzar la presencia del Ejército Argentino en la Patagonia.

En definitiva, llevar adelante una política de defensa revisionista es una condición necesaria para recuperar nuestras Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur. Los objetivos revisionistas de la Argentina están fundamentados en el hecho de que nuestros intereses defensivos-posicionalistas se ven vulnerados por la ocupación militar de una potencia que nada tienen que hacer en nuestro territorio y perímetro de seguridad. La defensa revisionista es una política necesaria frente a un statu quo impuesto por la fuerza militar de una potencia colonial que, en la violación del derecho internacional, encuentra el fundamento para dominar a otros países y maximizar su poder.

(*) Ezequiel Magnani es internacionalista por la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT). Profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional de San Martín, la UTDT y la Universidad Austral. Senior Fellow de la Fundación Meridiano de Estudios Internacionales y Política Exterior.

Nota del autor: "Esta línea de investigación es financiada por el CONICET, organismo fundamental para incentivar, con recursos públicos, investigaciones y perspectivas que promuevan los intereses de la Argentina".



Fuente: perfil.com

miércoles, 22 de octubre de 2025

El Ministerio de Defensa deberá aprobar los proyectos espaciales y se sospecha un freno al radiotelescopio chino en San Juan

El Ministerio de Defensa deberá aprobar los proyectos espaciales y se sospecha un freno al radiotelescopio chino en San Juan
La resolución, firmada por Francos, se da en medio de las quejas por demoras en la importación de piezas enviadas desde el gigante asiático.
por Camila Dolabjian


La Estación Astronómica Cesco que depende de la Universidad de San Juan; al lado de sus instalaciones se está instando el Radiotelescopio Chino-Argentino (CART) [Hernan Zenteno - La Nacion]

(21/10/25) Una resolución firmada hoy por el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, estableció que el Ministerio de Defensa deberá intervenir de manera obligatoria en todas las autorizaciones o permisos relacionados con instalaciones terrestres de radares, observatorios aeroespaciales y sistemas análogos en el país. La medida, publicada este martes en el Boletín Oficial, introduce un nuevo filtro en la evaluación de proyectos vinculados a infraestructura científica o tecnológica con potencial uso estratégico en un momento clave para el Radiotelescopio Chino-Argentino (CART), que se encuentra en su fase final de construcción, en El Leoncito, San Juan.

El texto instruye a “todas las jurisdicciones con competencia en el otorgamiento de autorizaciones” a remitir sus expedientes al Ministerio de Defensa, antes de emitir cualquier dictamen. Ese organismo deberá analizar “la eventual afectación de potenciales riesgos o amenazas en materia de Defensa Nacional”. Desde la repartición comentaron a este medio que la decisión tomada responde a criterios geopolíticos vinculados a la presencia china en el país y que se buscará que el proyecto CART pase por estos nuevos filtros.

De acuerdo con fuentes gubernamentales, existen actualmente cuatro propuestas en evaluación: dos impulsadas por China, una de Estados Unidos y otra de la Unión Europea. La resolución no menciona proyectos en curso, pero su alcance genera incertidumbre sobre instalaciones ya avanzadas, como el CART, que se encuentra en fase final de construcción en Barreal, provincia de San Juan. De acuerdo con conocedores del proyecto, el CART ya tenía todos los permisos correspondientes.


Construcción del radiotelescopio chino-argentino en Barreal, San Juan. La estructura que sostendrá el plato de la antena está en proceso de armado. En la obra trabajan técnicos chinos junto a algunos locales. [Marcelo Aguilar Lopez]

Quienes están involucrados en su construcción consideran que este nuevo filtro tiene como fin evitar que el proyecto se termine. La Universidad de San Juan (UNSJ) denunció que desde hace más de un mes y medio que tienen piezas frenadas en la Aduana sin explicación aparente para que no les den despacho.

El contexto de cercanía con Estados Unidos no escapa a las especulaciones del por qué no les permiten hacer los trámites. La Casa Blanca autorizó un auxilio financiero para la Argentina y tanto el presidente Donald Trump como el secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent, fueron claros en mostrar su disconformidad con el avance de proyectos chinos en áreas estratégicas de la Argentina.

El cargamento más reciente del radiotelescopio −paneles, chapas y pintura− llegó al puerto de Buenos Aires el 3 de septiembre, pero permanece retenido en la aduana sin autorización de despacho. “Ya se inspeccionó todo, pero no nos habilitan la liberación. Pedimos una reunión con el director de Aduana; la audiencia está fijada para el 5 de noviembre”, detallaron fuentes de la UNSJ.

LA NACION consultó a fuentes de Aduana y ARCA al respecto, pero no recibió respuestas.

El CART es una iniciativa conjunta entre la UNSJ, el Conicet, el Gobierno de San Juan y la Academia China de Ciencias. Consiste en un radiotelescopio de 40 metros de diámetro y unas mil toneladas de peso total, destinado al estudio astronómico mediante ondas de radio. El proyecto cuenta con la cooperación científica de más de tres décadas entre el Observatorio Astronómico Félix Aguilar (OAFA) y la contraparte china.

Fuentes indicaron que las demoras comenzaron meses atrás, cuando el equipo universitario gestionó el certificado que permite la importación libre de impuestos de instrumentos científicos, un procedimiento habitual en este tipo de proyectos. El pedido lo presentaron en febrero; normalmente se aprueba en 15 días hábiles, pero salió recién entre mayo y junio. Recién entonces se mandaron los papeles a China para que despacharan la carga, que salió en agosto.

Según la UNSJ, los materiales retenidos no incluyen equipamiento electrónico −la parte más sensible del proyecto−, sino componentes estructurales. “Los próximos envíos sí contendrán la parte electrónica, que es lo realmente útil”, agregó la fuente. Ven con malos ojos que se aprueben esas autorizaciones.

En paralelo, el convenio original firmado en 2015 entre China, la UNSJ, el Conicet y el gobierno provincial caducó en junio pasado, lo que dejó al proyecto en una situación de indefinición jurídica. Pese a eso, la universidad había mantenido gestiones para completar la instalación y retomar el trabajo conjunto con la Academia China de Ciencias. El Conicet, por su parte, no firmó la renovación.

Ante las versiones sobre un posible freno al proyecto, la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UNSJ publicó la semana pasada un comunicado reafirmando el carácter “estrictamente científico” del CART. En el texto, la institución recordó que la iniciativa fue aprobada oficialmente por el Estado argentino en 2016 y defendió su valor académico y tecnológico.

“El desarrollo de la ciencia no tiene fronteras y debe predominar una visión cosmopolita, por encima de las especulaciones coyunturales, cualquiera sea su índole”, expresó la Facultad, que pidió “garantizar de inmediato la continuidad” del radiotelescopio.

La UNSJ también enfatizó su trayectoria de cooperación con universidades y centros científicos de Estados Unidos, Europa y América Latina, además de China, como prueba de que el proyecto responde a un enfoque de colaboración internacional.

La instalación del CART avanza en una coyuntura más sensible que la de sus orígenes. En los últimos años, la infraestructura tecnológica china en el país −en especial la estación espacial de Neuquén− despertó recelos en sectores diplomáticos de Estados Unidos, que advirtieron sobre el posible uso estratégico de esas instalaciones.

Hasta ahora, ni el gobierno nacional ni la provincia de San Juan manifestaron objeciones concretas al proyecto. Sin embargo, la resolución firmada por Francos introduce un nuevo requisito legal que podría implicar la revisión de su situación actual y la de otros acuerdos en curso.

En la Universidad de San Juan reconocen que “los rumores están” y que el contexto cambió. “Antes no necesitábamos contacto con el gobierno nacional porque el proyecto ya estaba en marcha. Hoy hay una bajada de línea diferente. Mientras tanto, la estructura está ahí, inmóvil; ya no se puede mover”, lamentó la fuente consultada.

En tanto, la embajada china no intervino formalmente en el asunto, a la espera de una comunicación oficial del gobierno argentino.



lunes, 20 de octubre de 2025

“La aeronave chocó con un objeto”: los investigadores siguen desconcertados por el “objeto misterioso” que impactó el avión y causó heridas leves

“La aeronave chocó con un objeto”: los investigadores siguen desconcertados por el “objeto misterioso” que impactó el avión y causó heridas leves
por Micah Hanks


Boeing 737-8 MAX de United Airlines (Crédito de la imagen: Acroterion/Wikimedia/CC 4.0)

Los investigadores dicen que el origen de un objeto que supuestamente chocó con un avión de United Airlines la semana pasada, causando daños a su parabrisas y heridas leves a un piloto, sigue siendo desconocido.

El terrible incidente ocurrió la semana pasada, el jueves 16 de octubre de 2025, aproximadamente a las 6:44 a. m. MDT. El avión, un Boeing 737 MAX 8, viajaba de Denver a Los Ángeles cuando miembros de la tripulación informaron haber escuchado un fuerte estruendo cuando un objeto aparentemente impactó la parte delantera del avión.

Se observaron daños rápidamente en el lado derecho del parabrisas del avión, lo que provocó un desvío a Salt Lake City, donde el avión aterrizó de manera segura aproximadamente 50 minutos después.

"Desafortunadamente tenemos malas noticias", se escuchó decir a uno de los pilotos por el intercomunicador del avión, según Heather Ramsey, una pasajera a bordo del vuelo en el momento del incidente.

“El avión ha chocado con un objeto”, dijo el piloto a los pasajeros durante el anuncio.

Ramsey, quien compartió su relato con Fox 11 Los Ángeles, dijo que escuchó a uno de los asistentes de vuelo advertir a otros miembros de la tripulación que se movieran a la parte trasera del avión y detuvieran inmediatamente el servicio a bordo.

“Fue realmente aterrador”, dijo Ramsey, y agregó que ella y otros pasajeros “contuvieron la respiración hasta el final”.

Los 134 pasajeros a bordo del vuelo fueron trasladados a otra aeronave una vez que llegaron a Salt Lake City, que los trasladó a su destino en Los Ángeles.

Poco después del incidente, la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB) emitió un comunicado diciendo que el avión había llegado sano y salvo a Salt Lake City y que estaba recopilando información sobre el incidente.

“La NTSB está investigando la rotura del parabrisas de un Boeing 737-8 durante un vuelo de crucero cerca de Moab, Utah, el jueves”, decía un fragmento del comunicado. “Operando como el vuelo 1093 de United de Denver a Los Ángeles, el avión se desvió sin problemas a Salt Lake City”.

La NTSB también dijo que el parabrisas dañado había sido enviado a un laboratorio donde sería examinado para tratar de determinar qué pudo haber sido el objeto que golpeó la aeronave, mientras surgen especulaciones sobre si podrían haber estado involucrados restos del reingreso de una nave espacial o incluso un posible impacto de un meteorito.

“La gente está empezando a discutir qué pudo haber sido esto, y la idea de 'desechos espaciales' (lo que sea que terminen siendo) definitivamente no se descarta como una posibilidad”, escribió el usuario JonNYC en una publicación sobre el incidente en X.

Sin embargo, Jonathan McDowell, astrónomo del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian, dijo a The Debrief en un correo electrónico que "no se conocían coincidencias de reingreso" que vinculen el incidente con alguna nave espacial que cayera a la Tierra en ese momento.

En una actualización en su sitio web, McDowell señaló que hubo tres objetos que fueron rastreados con éxito durante el reingreso el jueves pasado, involucrando un satélite Starlink y un par de cargas útiles chinas.

"Todos están descartados", escribió McDowell, confirmando que ninguno de estos tres objetos había estado cerca del lugar donde el objeto impactó el vuelo de United Airlines la semana pasada.

Si bien por ahora parece que se ha descartado la posibilidad de desechos espaciales en relación con el incidente de United Airlines de la semana pasada, McDowell ha expresado su preocupación por el aumento de las reentradas del satélite Starlink, que según él ocurren a diario.

En una declaración proporcionada a The Debrief a principios de este mes, McDowell dijo que "considerando también los reingresos que no son de Starlink, existe un riesgo de reingreso de escombros con el que no me siento cómodo", y agregó que cree que "deberíamos avanzar hacia la prohibición del reingreso no controlado de objetos espaciales grandes (de más de una tonelada)".

El Dr. Siamak Hesar, experto en reingresos de desechos espaciales y director ejecutivo de Kayhan Space, dijo de manera similar a The Debrief que, si bien es poco común que el reingreso de desechos espaciales alcance altitudes de vuelo, tales eventos no son desconocidos, aunque se requiere que los desechos sean bastante grandes.

“La composición del material también juega un papel crucial, ya que los objetos fabricados con materiales resistentes al calor tienen una probabilidad mucho mayor de sobrevivir parcialmente a la reentrada”, declaró Hesar a The Debrief. “Los fragmentos más pequeños o los componentes fabricados con materiales más ligeros suelen desintegrarse por completo en la atmósfera superior antes de alcanzar altitudes de tráfico aéreo”.

Hesar añadió que las probabilidades de que ocurran tales incidentes “están aumentando gradualmente debido al creciente número de satélites y naves espaciales que se lanzan a la órbita”.

“Tanto operadores comerciales como gubernamentales están aumentando esta población, y la mayoría de estos objetos eventualmente reingresarán a la atmósfera terrestre”, declaró Hesar a The Debrief. “Como resultado, podemos esperar ver un aumento en el número de eventos de reingreso en los próximos años”.

Si bien no se conoce ningún evento de reentrada que se crea que haya coincidido con el preocupante incidente de la semana pasada, esto no descarta la posibilidad de que un meteorito haya causado los daños a la aeronave. Sin embargo, los investigadores no han revelado ninguna evidencia que respalde esta posible fuente, ni ninguna otra posible conexión con objetos que caen del espacio en este momento.

Tras el incidente, circularon en internet imágenes que aparentemente mostraban el brazo de uno de los pilotos en la cabina poco después de la colisión con el objeto, revelando varias laceraciones provocadas por los cristales del parabrisas roto.

Según un comunicado emitido por United Airlines, el avión aterrizó de manera segura “sin que se reportaran lesiones mayores entre los pasajeros o la tripulación”, lo que aparentemente confirmó la posibilidad de que se hubieran producido lesiones menores durante el incidente.

La información disponible en un informe de incidente en el sitio web de Aviation Safety Network reveló que la “estructura laminada del parabrisas del avión quedó severamente destrozada” y que el panel de instrumentos y las superficies de control dentro de la cabina “estaban contaminadas con finas partículas de vidrio”.

“Se observaron daños visibles por el impacto en la superficie externa de la nariz del avión”, agregó el informe.

Afortunadamente, el parabrisas multicapa del avión está diseñado para seguir funcionando incluso en caso de que se produzcan daños en una o más de sus capas.

Actualmente, mientras la investigación sigue en curso, la situación se ha complicado aún más por el cierre continuo del gobierno de Estados Unidos, que ha dejado a muchos empleados de la NTSB, así como a aquellos empleados por la Administración Federal de Aviación, suspendidos.

La NTSB dice que está “recopilando datos de radar, meteorológicos [y] de registradores de vuelo” en su investigación en curso, pero no se han proporcionado detalles adicionales sobre el incidente en este momento.