lunes, 28 de septiembre de 2009

Moscú mantiene su posición sobre las sanciones a Irán

Asia Times Online

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Tras un encuentro de una hora celebrado el pasado miércoles en Nueva York con el Presidente ruso Dmitry Medvedev, el Presidente de EEUU Barack Obama declaró que ambos dirigentes “habían pasado la mayor parte del tiempo hablando sobre Irán”. En efecto, eso fue exactamente lo que había anticipado el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs.

Por su parte, Medvedev manifestó que ambos dirigentes “habían estado discutiendo sobre toda una serie de cuestiones” y que “habían dedicado mucho tiempo al problema iraní”. Este fue también el avance que dio la secretaria de prensa del Kremlin Natalia Timakova, quien dijo que la parte rusa consideraba la reunión de Nueva York como “un ‘punto de control’ importante después de la cumbre de Moscú de julio” y que las conversaciones “muy probablemente llevarían al logro de acuerdos sobre las cuestiones en conflicto”, en relación a un nuevo acuerdo para la reducción de armamento.

El cambio en el énfasis ya dice mucho. Está claro que el objetivo estadounidense, cuando su administración inició la solicitud de la reunión del miércoles, se dirigía a que Obama hiciera un intento desesperado para persuadir a su homólogo ruso de que aceptara una línea más dura hacia Irán. El Grupo 5+1 entablará conversaciones el próximo 1 de octubre en Ginebra con el negociador principal iraní para asuntos nucleares. El Grupo está compuesto por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas –EEUU, Rusia, China, Francia, Reino Unido- más Alemania.

La parte rusa vio venir la gestión de Obama pero consideró que era una oportunidad útil para promover su agenda y redactar un nuevo tratado de reducción de armas para la fecha límite del 5 de diciembre. Como señaló un comentarista de Moscú: “Es una fórmula de política exterior compleja con un gran número de variables”. Moscú picó alto al proponer que Rusia y EEUU deberían acordar reducir sus armas nucleares a 1.500-1.675 cargas y 500 vehículos de entrega. Pero el Pentágono se ha estado resistiendo a los planes de Obama de reducción de armas nucleares. Se estima que EEUU tiene en estos momentos 2.600 ojivas nucleares de guerra desplegadas para el combate, otras 2.500 en reserva y 4.000 más en espera de ser desmanteladas.

Para los rusos, la cuestión se centraba en cómo Medvedev podría ayudar al presidente estadounidense a avanzar con su agenda de desarme y no proliferación nuclear. Del mismo modo, las presiones para la parte rusa se referían a que tenía que corresponder a la reciente decisión de Obama de abandonar el despliegue de sistemas anti-misiles en Europa Central.

Los creadores de opinión rusos mantienen por lo general los dedos cruzados y cierto escepticismo en cuanto a si Mevdeved se comprometería con cualquier movimiento de EEUU para intensificar las sanciones contra Irán en esta coyuntura. Una voz influyente en la comunidad estratégica rusa, Sergei Karaganov, director del Consejo de Política Exterior y de Defensa, advirtió que no se debía esperar demasiado. “Por supuesto, EEUU tiene derecho a confiar en lograr varios compromisos sobre la cuestión, pero no creo que Rusia acabe aceptándolos. No estamos interesados en echar a perder las relaciones con la potencia emergente de la región [Irán]. No se deben esperar aún grandes avances”, dijo.

En todo caso, tras las conversaciones del miércoles, Medvedev dijo: “Las sanciones apenas llevan a resultados productivos. Pero, en algunos casos, las sanciones son inevitables”. Conviene indicar que añadió: “Finalmente, es cuestión de elegir. Estamos preparados para continuar y trabajar junto a la administración estadounidense tanto sobre un programa nuclear para usos pacíficos iraní como en otras cuestiones”. (Énfasis añadido).

Medvedev subrayó su satisfacción al ver “cambios muy positivos en nuestras relaciones, a través del establecimiento de relaciones de trabajo amistosas y constructivas” que permitan que Rusia y EEUU enfrenten las complicadas cuestiones globales. Las expectativas rusas son por tanto muy altas. Por otra parte, Obama se quedó en la cuestión del problema iraní

Medvedev cede un tanto…

Las conversaciones lograron acordar una fecha tope para un nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas que “reduzca sustancialmente” los misiles y lanzadores nucleares para finales de año. Esa es una ganancia neta para Medvedev en su regreso a Moscú. Pero Moscú necesita sopesar cuidadosamente que Obama es un presidente acosado. Según se informó, Obama tenía que devolver el primer borrador elaborado por el Pentágono sobre la Revisión de la Posición Nuclear por ser demasiado tímido y exigir en cambio una gama de opciones de mayor alcance que le permitiera avanzar con Moscú en su agenda de reducción de armas nucleares, en el régimen de no proliferación y de normalización de relaciones con Rusia.

Para Rusia, el resultado final es que el proceso de reducción de armas es un “elemento esencial de un ‘nuevo comienzo’ en nuestras relaciones con los Estados Unidos”, como dijo Medvedev. Hay un vínculo con el problema iraní en la medida en que el viaje implica avanzar desde un desarme radical por parte de las dos superpotencias nucleares hacia esfuerzos globales más amplios que impidan una mayor proliferación nuclear. (Se ha fijado, para las fechas del 4 al 15 de mayo de 2010, la celebración de una conferencia de revisión del Tratado de No Proliferación nuclear y el tiempo vuela).

Teniendo en cuenta las crecientes dificultades de Obama con su estrategia global, Moscú se inclinará por ayudar al presidente estadounidense, cada vez más arrinconado en política interior, a emprender la política de desarme. También eso favorece los intereses de Moscú. Está muy claro que, a pesar de todas las reservas acerca de las propuestas de Obama sobre el sistema europeo de misiles antibalísticos que ya pusieron de manifiesto los comentaristas rusos la pasada semana, Moscú no sólo no los ha rechazado sino que Medvedev, acogió positivamente la decisión de Obama.

Tras la reunión de Nueva York, Obama subrayó que, en relación a Irán, compartía con Medvedev los siguientes elementos:

  • No puede cuestionarse el derecho de Irán a buscar fuentes energéticas pacíficas pero no debe perseguir armas nucleares.
  • El problema de Irán debe resolverse diplomáticamente.
  • EEUU se compromete a negociar con Irán “de forma seria”.
  • Si Irán no respondiera en esas negociaciones serias a nivel de comprometerse a no desarrollar armas nucleares, cabe la posibilidad de imponer nuevas sanciones.

Medvedev consideró la cuestión desde un ángulo distinto, aunque estaba de acuerdo con lo que el presidente estadounidense subrayó:

  • Se deben centrar los esfuerzos en crear un sistema de “incentivos” que permita que Irán resuelva su programa de fisión nuclear e impida que Irán construya armas nucleares.
  • Por tanto, Rusia y EEUU, como son dos superpotencias nucleares, deberían enviar “grandes señales” (en el sentido de establecer un ejemplo en el frente por el desarme).
  • El enfoque debe tratar de “ayudar a Irán a adoptar una decisión justa”.
  • En principio, las sanciones no tienen por qué producir resultado pero, en algunos casos, pueden resultar inevitables.
  • Rusia confía en trabajar con EEUU en el tema iraní dentro de un marco global de relaciones bilaterales.

… y Pekín les tranquiliza

Sería útil recordar que hace diez días, durante una entrevista con la CNN, Medvedev expuso con detalle el pensamiento ruso. Dijo: Primero, “Irán necesita una serie de motivos para comportarse de forma adecuada” acerca del programa nuclear. Segundo, el objetivo debería ser asegurarnos que Irán coopera con la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) a la hora de desarrollar su programa de energía nuclear. Tercero, la comunidad internacional debería crear un “sistema de elementos positivos” para que Irán coopere con la AIEA, y “debe presionarse a Irán para que coopere”. Cuarto, en contra de lo que Washington pueda sentir, el 9 de septiembre, Irán ofreció un paquete que representaba una base para negociar. Quinto, el establecimiento de nuevas sanciones debería ser el último recurso. “Sí, desde luego, deberíamos alentar a Irán, pero antes de emprender cualquier acción deberíamos estar absolutamente seguros de que no hay otras opciones y de que nuestros colegas iraníes, por alguna razón, no nos escuchan”, dijo Medvedev.

De forma significativa, Medvedev también defendió enérgicamente las ventas de armamento rusas a Irán, incluido el acuerdo para suministrarle misiles S-300, y afirmó que incluso aunque Rusia no tuviera ningún acuerdo con Irán que le obligue a acudir en su ayuda en el caso de un ataque militar “eso no significa que nos gustara o que vayamos a mantenernos impasibles antes esos posibles desarrollos”.

Por tanto, la gran pregunta, es si el comentario de Medvedev de que “en algunos casos las sanciones son inevitables” representa un cambio político en Moscú. ¿Le “ha arrancado Obama alguna concesión” a Medvedev para considerar nuevas y duras sanciones contra Irán, por utilizar las palabras de Helene Cooper, del New York Times? ¿Se anotó Obama una “victoria clave”, como escribió el Washington Times?

Un encantado Michael McFaul, alto asesor de la Casa Blanca sobre Rusia, presumió: “Estamos en un lugar diferente en las relaciones entre EEUU y Rusia”. En un sombrío escenario político, con la administración estadounidense buscando a tientas una vía en el problema iraní, cualquier indicio parece suficiente para agarrarse a algo y es posible que los rusos no hayan animado a la parte estadounidense en ese sentido. La historia de la diplomacia soviético-estadounidense está llena de momentos de ese cariz.

Seguramente que no hay un cambio tectónico en la posición de Rusia sobre Irán. Podría decirse que no hay nada nuevo en lo que Medvedev dijo en Nueva York. Dijo más de lo mismo en una reunión con los expertos occidentales en Rusia hace un mes; lo explicó después, de forma detallada en la entrevista de la CNN. Pero nadie puede negar que, no obstante, aparecieron en ella elementos suficientes para que la Casa Blanca proclamara –sin que se haya producido respuesta- que Rusia finalmente se inclinaba un poco por imponer sanciones más duras a Irán.

Sin embargo, incluso mientras la Casa Blanca empezaba a saborear el éxito con las seis escasas palabras de Medvedev en su suite del Waldorf Astoria la tarde del miércoles, Jiang Yu, el portavoz del Ministerio chino de Asuntos Exteriores, le amargó la fiesta a los estadounidenses diciendo: “Siempre creemos que las sanciones y las presiones no son la vía adecuada. En el momento actual, eso no propicia los esfuerzos diplomáticos”, dijo Jiang en una reunión informativa en Pekín el pasado jueves.

El Ministro chino de Asuntos Exteriores Yang Jiechi, repitió también la posición de Pekín de que la cuestión del programa nuclear iraní se revuelve mejor por medios pacíficos y mediante el diálogo. Teniendo en cuenta la estrecha coordinación entre Moscú y Pekín en las cuestiones importantes internacionales, China no hablaba sin conocimiento de causa.

En el análisis final, en la nueva resolución aprobada el jueves por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que pedía poner fin a la proliferación nuclear no se nombró a Irán –a pesar de la intensa campaña de EEUU y el Reino Unido- y eso fue porque Rusia y China no permitieron que sucediera. Asimismo, la resolución no consiguió que se autorizaran las inspecciones forzosas de los países de los que se sospechara que estaban desarrollando armas.

M K Bhadrakumar fue diplomático de carrera del Servicio Exterior de la India. Ejerció funciones en la extinta Unión Soviética, Corea del Sur, Sri Lanza, Alemania, Afganistán, Pakistán, Uzbekistán, Kuwait y Turquía

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