Tiene
44 años y nació en las islas. Su padre fue el único kelper que peleó en
la guerra. Vive hoy en Buenos Aires con su pareja argentina.
James
Peck es un artista que acaba de publicar su primer libro, Malvinas, una
guerra privada. Peck es hijo de un héroe kelper, es el primer hombre
nacido en Malvinas, que se nacionalizó argentino y que obtuvo su DNI en
junio pasado de manos de la presidenta Cristina Fernández.
Nació en 1968 en las islas, vino a la Argentina por amor, cuando
después de la guerra, la vida de una pareja "mixta" en el archipiélago
se hizo difícil, según publica hoy una nota de diario Clarín cuyo autor es Julián López.
"Quise abrazar la historia de mis propios hijos que nacieron acá
—cuenta en un español de erres casi mudas y acento australiano—, yo
vivía con la cabeza en medio de esa guerra, sentía que tenía que
defender a mi padre, a las islas”.
“Yo tenía sólo trece años cuando estalló el conflicto y aquí nadie me
atacó, pero muchos en las islas me llamaron traidor cuando me
nacionalicé argentino”, dice.
Como una especie de Hamlet que se despoja del mandato de defender y
vengar el honor de su padre, Peck describe en el libro cómo fue crecer
en un ambiente que era hostil aún antes de la guerra. Una población de
alrededor de 1800 personas, en tiempos en que no había televisión, en un
paisaje gris y plano y, cuesta creerlo, sin árboles: “la primera vez
que estuve en un lugar con muchos árboles fue en la Patagonia y no pude
tolerarlo, necesitaba ver el horizonte, me pareció demasiado hermoso
para soportarlo”. En el atelier de Peck están colgados algunos de sus
cuadros, llama la atención que sean paisajes pero, para este isleño, los
paisajes son una medida del mundo, por eso pinta los picos de la
cordillera mendocina, por eso se empeña en describir los accidentes de
una geografía que de chata no tiene nada.
Sobre los soldados argentinos que el 2 de abril de 1982 alteraron
para siempre la vida de las islas recuerda el hambre, los robos de
comida, la ropa miserable. Uno de sus recuerdos aterradores de la guerra
no es el estruendo de las bombas, ni el vuelo rasante de los Exocets,
ni siquiera de la vez que sacando fotos desde el techo de su casa su
objetivo se encontró con el caño de un fusil que le apuntaba de frente:
“estábamos en casa y escuchamos que los vidrios de la habitación de
arriba explotaban, un ruido horrible, vi debajo de la puerta las sombras
de unos pies, por las rendijas de las ventanas tapiadas con frazadas,
vi las siluetas de los soldados. Habían tirado una piedra para romper la
ventana y entrar a robar comida” —desgrana en un relato que siempre
parece al borde de todo—, pero sigue y se aventura a lo que sucede hoy:
“lo que pasa en las islas no es genuino, no es inocente y con el
referéndum hay mucha manipulación.
Aunque suene muy fuerte lo que digo, por más que algunos isleños
digan que quieren tener el control, un tipo de independencia, yo creo
que no tienen el coraje de hacerlo y les dejan todo a los británicos. La
guerra también se llevó la poca identidad que teníamos”, sentencia.
-¿Había una identidad kelper antes de la guerra?
-Sí, no era muy compleja, una combinación de cosas argentinas e
inglesas, galesas, irlandesas, es triste pero eso no existe más. Y me
parece que eso es lo que está en mi libro, eso es lo que tenía para
decir.
-¿Por eso lo escribiste?
-Sí, para ser el mejor padre para mis hijos y dejar de defender cosas
que no quiero defender, no quiero cargar siempre con una guerra
privada.
-Tu padre fue el único malvinense que peleó para los británicos...
-Sí, él tenía 43 años y es raro: es la misma edad que tenía yo cuando
tramité mi documento acá. El murió en las islas en 2006 pero en esa
actitud de tomar posición me parezco a él, yo creo que no se puede
permanecer sin hacer nada, creo que hay que actuar según las
convicciones y soportar el peso de las consecuencias.
James Peck escribió su propio testimonio sobre Malvinas, ese trauma
que se pensó para salvar la dictadura más sangrienta de nuestra historia
y se cobró la vida de 649 jóvenes argentinos. Una guerra también entre
paisajes: el insular, malvinense y británico, y el continental
argentino, una guerra que merece ser revisada una y otra vez para honrar
a los muertos y a sus familiares, para resarcir a los heridos y para
que el reclamo de soberanía argentina sea tan potente como íntegro.
Fuente: MDZ Online
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