Todo el globo es un campo de batalla para el Pentágono
ICH/RT
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens |
Ni
lo pienses; la Guerra Global contra el Terror (GWOT, por sus siglas en
inglés) no se vuelve más “democrática” ni más transparente.
El
presidente Barack Obama de EE.UU. se compromete ahora a transferir la
responsabilidad de las “Guerras de drones” [aviones no tripulados, N. d.
T.] de la CIA al Pentágono para que el Congreso de EE.UU. pueda
controlarlas.
Prácticamente
hasta ayer el gobierno de Obama ni siquiera reconocía en público la
existencia de las clandestinas “Guerras de drones”.
El
Comando Conjunto de Operaciones Especiales (JSOC) del Pentágono, que
entonces estaría a cargo de las “Guerras de drones”, seguro que se
seguirá manteniendo en secreto.
Y
el Pentágono no ansía realmente retocar su definición de un
“militante”, un candidato elegido como objetivo de un “asesinato
selectivo” “cualquier hombre en edad militar en una zona de ataque”.
Sobra decir que un hombre “musulmán”.
La retórica de Obama es una cosa. Las “Guerras de drones” de su gobierno son un asunto totalmente distinto.
El presidente insiste ahora que la GWOT ya no es una “guerra global ilimitada”.
Eso es retórica. Para el Pentágono “todo el globo es un campo de batalla”.
Ese
es el concepto operativo desde el comienzo de la GWOT, e incorporado en
la doctrina de Dominación de Espectro Completo del Pentágono.
Y si todo el globo es un campo de batalla, todas las causas y consecuencias están interconectadas.
Las reglas del juego
¿Cuál
es la diferencia entre un soldado británico (el Reino Unido está
vinculado a la GWOT a través de la “relación especial”) destinado en un
cuartel militar horriblemente despedazado con un hacha de carnicero en
una calle de Londres y un soldado sirio decapitado, destripado y
devorado en un territorio en manos “rebeldes” por un mercenario
yihadista suní?
La
diferencia es que el asesino nigeriano-británico en Londres es un
terrorista y el yihadista en Siria es un combatiente por la libertad.
¿Cuál
es la diferencia entre un checheno-estadounidense presunto –nunca
demostrado de forma concluyente- responsable principal del atentado de
Boston y una niña pequeña pastuna asesinada por un drone estadounidense
en Waziristán?
La
diferencia es que el checheno-estadounidense es un terrorista y la niña
pastuna ni siquiera es reconocida por el Pentágono (y si lo fuera la
presentarían como “daño colateral”).
¿Y
si el “daño colateral” es un ciudadano estadounidense, como en el caso
de Abdulrahman al-Awlaki, el hijo de 16 años del clérigo musulmán Anwar
al-Awlaki, víctima de un “asesinato selectivo” por un drone
estadounidense en Yemen en octubre de 2011?
El gobierno tardará 19 meses en admitir que lo “liquidaron”, pero sin presentar ninguna justificación.
Las reglas del juego de la GWOT no cambiarán por muy sonora que sea la retórica de Obama.
Cuando EE.UU. u “Occidente” matan o “asesinan selectivamente” a civiles musulmanes, nunca es terrorismo.
Cuando
los musulmanes apoyados en “Occidente” matan a otros civiles musulmanes
–como en Siria– no son terroristas, son “combatientes por la libertad”
al estilo de Reagan.
Cuando los musulmanes matan a soldados occidentales –como en Londres– son terroristas.
Cuando
los musulmanes provienen de los regímenes, que hay que cambiar, de Irán
o Siria –por no mencionar a Hizbulá-, por definición son terroristas.
Y
cuando los musulmanes se pudren lentamente en Guantánamo solo porque
estaban en el sitio equivocado en el momento equivocado cuando EE.UU.
invadió un país musulmán, siguen siendo terroristas, a pesar de la
enésima promesa de Obama de cerrar Guantánamo.
Elige tu efecto negativo favorito.
Echa una mirada a la sinopsis de Dirty Wars
que muestra la investigación de Jeremy Scahill de la guerra clandestina
de Washington. Presta atención a lo que dice un campesino pastún: “Si
los estadounidenses vuelven a hacer algo semejante, estamos dispuestos a
derramar nuestra sangre combatiendo contra ellos”.
Eso
es un efecto negativo. Y no solo los pastunes están dispuestos, sino
también los árabes y musulmanes nacidos y criados en “Occidente”.
La
nueva expresión favorita e histérica del “lobo solitario” apenas
identifica la futura proliferación de individuos musulmanes cuya cólera
acabará estallando.
Puede
que no estén afiliados a ninguna franquicia o copión al estilo de al
Qaida. Lo que encarnan es la noción de que si “Occidente” puede salirse
con la suya matando civiles musulmanes, tendrá que pagar un precio por
hacerlo.
Son uno, dos, tres, mil efectos negativos.
Y las razones para mil efectos negativos se están acumulando.
La
operación “Conmoción y pavor” del gobierno de Bush sobre Bagdad hace 10
años fue terrorismo occidental infligido a la población civil de Irak.
Las
“Guerras de drones” son terrorismo occidental infligido a las
poblaciones civiles desde Yemen a las áreas tribales de Pakistán.
Los
paquetes de sanciones impuestos durante años a Irák y después a Irán
son terrorismo occidental a cámara lenta infligido a las poblaciones
civiles para “prepararlas” para el cambio de régimen.
Mientras tanto “Occidente” simplemente no abandonará su capacidad de fabricar más efectos negativos.
La
guerra de la OTAN “liberó” Libia y la convirtió en un Estado fallido.
El resultado es “Sahelistán” África del norte y occidental bajo el
fuego.
Unos atacantes
suicidas en Níger acaban de atacar un campo militar y una mina de uranio
explotada por la compañía francesa Areva.
La
responsabilidad fue reivindicada por Mokhtar Belmokhtar, exlíder de al
Qaida en el Magreb Islámico (AQIM) que a fines del año pasado formó la
facción disidente Signatarios en Sangre y luego dirigió un ataque contra
una planta de gas natural en Ain Amenas, en Argelia, el pasado mes de
enero y puede que esté muerto –o no-.
El resultado final es que todo el globo seguirá siendo un campo de batalla, una profecía del Pentágono que se realiza sola.
Tantos
Belmokhtar que combatir, tantos yihadistas sirios que apoyar, tantos
“al Qaida” que asesinar selectivamente, tantos lobos solitarios
musulmanes que rastrear.
La
retórica de Obama no es más que un show. La GWOT seguirá siendo una
serpiente que se muerde la cola alimentándose ansiosamente hasta el
final de los tiempos.
Pepe Escobar es el corresponsal itinerante de Asia Times y autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007) y de Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge. Su libro más reciente esObama does Globalistan (Nimble Books, 2009). Contacto: pepeasia@yahoo.com
Fuente: Rebelion.org
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