Diego Hurtado, profesor e investigador del Conicet: “Este proyecto no necesita ciencia”
Hurtado describe “el panorama de devastación” que atraviesa el sistema científico. “Las ciencias sociales son las más castigadas”, dice.
Por Adriana Meyer
“Hoy el Conicet es un barco a la deriva”, sostiene Diego Hurtado. Imagen: Rafael Yohai
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“Esta gente trae un proyecto de país que no necesita ciencia ni técnica, nos quieren llevar a ser Mozambique”. En diálogo con PáginaI12 Diego Hurtado –doctor en Física, profesor de la Universidad de San Martín e investigador del Conicet– manifestó que el ingreso al Conicet de solo el 17 por ciento de los postulantes, lo que implica la exclusión de dos mil doctores, “es una cifra escandalosa. Entre ellos hay jóvenes doctores y doctoras algunos con evaluaciones excelentes, lo que significa que en condiciones normales deberían haber entrado. Le costó mucho al Estado argentino formarlos”.
Hurtado recordó que desde el colectivo Ciencia y Técnica Argentina (CyTA) vienen advirtiendo sobre el impacto de políticas del macrismo. “En 2016, viendo que se venían los recortes, jamás imaginamos que en 2019 íbamos a llegar con un panorama de devastación como el actual, hoy miramos al Conicet porque ingresó esta cifra ridícula de los y las que se presentaron, pero ese dato hay que complementarlo con los recortes presupuestarios en la Comisión de Energía Atómica, el INTI, el INTA”. A su criterio, “es un tremendo panorama que nos hizo volver a los años ‘90”.
–¿Son dos mil doctores y doctoras desocupados?
–Así es. Es el nivel de mayor formación que tiene una sociedad, que además fue financiada por el Estado, en la mejor edad de productividad, que es entre los 30 y los 40 años, es el capital más valioso como sucede en las economías centrales, y acá los estamos dejando en la calle para que se vayan a trabajar a otro país, se los llevan con gran facilidad para generar riqueza en Europa o Estados Unidos.
–¿Los doctores en Ciencias Sociales son los más afectados?
–Sí. Al mirar las áreas de conocimiento las ciencias sociales son las más castigadas. Dentro del pequeñísimo porcentaje del 17 por ciento (de ingresantes al Conicet), en ciencias sociales se reduce a un dígito. Hay demasiadas desprolijidades, guardaron un porcentaje para áreas estratégicas cuando se trata de un Gobierno que no tiene áreas estratégicas, es una ficción porque desde 2016 esos sectores no están siendo financiados, son ignorados. A todo esto hay que agregar un desbarajuste institucional con un presidente del Conicet que sigue de licencia por problemas de salud. En los pasillos se dice que no quiere renunciar porque está encaprichado: lo presionaron tanto para que renuncie que ahora no renuncia. Es decir, están en cuestiones de palacio mientras la gente joven se queda desocupada. Hoy el Conicet está a cargo de una persona que no debería estar ahí, es un barco a la deriva.
–El secretario de Ciencia y Tecnología ni siquiera puede precisar cuál es el porcentaje del PBI dedicado a su área, ¿es así?
–Tal cual. Lo critiqué por decir al voleo que se trata del 0,6 por ciento. Ayer le hicieron otra nota y dijo que era aproximadamente el 0,5. Esto es, la persona que está a cargo de Ciencia y Tecnología dice una cosa, luego otra. Ese 0,1 por ciento serviría para financiar, entre otras cosas, los dos mil ingresantes del Conicet. Se puede decir cualquier cosa, porque tienen un blindaje muy potente. Tira cifras falsas y sin precisión. Es muy difícil discutir así, porque del otro lado no hay interlocutor. Debería renunciar, para dejar en claro que es un inútil, junto con otros, porque el ministro de la Producción está haciendo algo parecido con las pymes.
–¿Cómo afecta la vida cotidiana semejante recorte?
–Muchísimo. Es enorme la influencia, se habla de Ciencia y Tecnología cuando ocurre algún logro como poner un satélite en órbita, se inaugura una central nuclear o algún científico argentino descubre la soja resistente a la sequía. Pero no suele estar presente en los medios, que el INTI certifica calidad y seguridad, por ejemplo, del caucho con que se fabrica el chupete de un bebé o que el surtidor de nafta marque correctamente. En Argentina hay gente que hace ecología sobre los roedores, entonces aparece el hantavirus y un equipo del Conicet rápidamente desarrolla la vacuna. Hoy todo eso está siendo desfinanciado, no hay luz en los institutos, cuando se venga una epidemia o haya un problema en una central de potencia...
–¿Hubo una época dorada?
–La mejor etapa de la ciencia argentina ocurrió entre 2003 y 2015, habrá cosas que se dejaron de hacer, o que se hicieron sin profundidad, pero con una evaluación global fue lo mejor que nos pasó desde 1810. Y no sólo por la inversión, hubo políticas de infraestructura, recuperaron la autonomía tecnológica en el sector nuclear, se desarrolló la agricultura familiar, pusieron dos satélites en órbita, tenemos la agencia nacional de laboratorios. Desde la asunción del macrismo lo primero que sucedió es el ataque a esos núcleos que nos costó tanto construir. La empresa Arsat fue destruida, poniendo a tres abogados y ni un ingeniero o especialista. Entregaron el cielo argentino a grandes empresas extranjeras que están haciendo negocios con ellos. Los CEO del Gobierno intermedian, usan el privilegio que les da el manejo del Estado y hacen negocios financieros con el mundo de la tecnología. Hicieron lo mismo con la energía renovable.
–¿Cómo se revierte esto?
–Es muy sencillo, hay que ganar las elecciones en octubre y dar vuelta 180 grados las políticas de ciencia, tecnología, industria, defensa, salud y agro. Es la única solución, porque esta gente trae un proyecto de país que no necesita ciencia y tecnología. Es un proyecto financiero y extractivo, es la megaminería y el agro intensivo. Aún se puede seguir cayendo, tenemos un PBI per capita apenas mayor al de un país africano, sin que eso implique algo peyorativo para esas poblaciones.
Fuente: pagina12.com.ar
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