La polémica por el riesgo de colisión entre un satélite Starlink y el satélite Aeolus europeo
por Daniel Marín
¿Qué cosas pueden dar más juego que la combinación de las palabras ‘Elon Musk’, ‘SpaceX’ y ‘colisión en órbita’? Pocas, sobre todo si añadimos a la ecuación las siglas de la ESA, o sea, la Agencia Espacial Europea. Y es que el 2 de septiembre de 2019 el satélite Aeolus de la ESA tuvo que llevar a cabo una serie de maniobras para evitar una posible —es importante el adjetivo— colisión con un satélite de la nueva constelación de satélites de comunicaciones Starlink de SpaceX. En principio, la historia se podría haber quedado aquí. Los satélites en órbita baja cambian de vez en cuando su órbita para evitar la posibilidad de una colisión y este parecía ser un caso rutinario más. Pero el 3 de septiembre todo cambió cuando la ESA decidió publicar una nota de prensa sobre el incidente.
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Satélite Aeolus de la ESA (ESA).
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Punto de encuentro del satélite Starlink 44 y el Aeolus (ESA).
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Según la ESA, SpaceX les comunicó que no iban a hacer nada porque la situación no era peligrosa. Básicamente, SpaceX respondió con una versión espacial del ‘juego del gallina’. Ellos no pensaban moverse. Como resultado, la ESA optó por elevar unos 300 metros la órbita de su costoso satélite Aeolus para el estudio de los vientos en la atmósfera y que había sido lanzado el 22 de agosto de 2018. Eso sí, el asunto provocó un cabreo considerable en la ESA por lo que consideraban una actitud muy poco respetuosa —y ciertamente muy irresponsable— por parte de SpaceX. Tras el comunicado de la ESA, la empresa de Elon Musk publicó una nota de prensa donde daban su versión de los hechos. Según ellos, lo que ocurrió fue que un ‘error informático’ provocó que los controladores a cargo de la posición de los satélites Starlink no pudieron comunicarse con la ESA mediante correo electrónico, un silencio que la ESA interpretó como una confirmación de la negativa a mover su satélite. SpaceX ha declarado que ‘tomará medidas’ para que este asunto no se vuelva a repetir. La empresa estadounidense también recordó que el sistema que gestiona los satélites Starlink es capaz de efectuar maniobras automáticas si detecta un posible riesgo de colisión sin necesidad de intervención humana (hasta la fecha se han realizado 16 maniobras de este tipo), pero el grado de fiabilidad de dicho sistema es una incógnita.
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Los primeros sesenta satélites Starlink Block 0.9 en órbita antes de separarse del la segunda etapa (SpaceX).
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El comunicado de la ESA es una forma de llamar la atención sobre el problema que supone el desarrollo de las megaconstelaciones de satélites —no solo la de SpaceX— cuando la legislación y los acuerdos internacionales no están claramente a la altura del desafío, por no hablar de que los protocolos de comunicaciones entre organismos son claramente mejorables (¿intercambio de correos? ¿En 2019? ¿de verdad?). Nadie cree que SpaceX haya actuado de mala fe, pero dentro de unos años un error así puede salir muy caro. En cualquier caso, lo que no es de recibo es que una empresa privada esté al mismo nivel de decisión y responsabilidad que una agencia espacial que representa a cientos de millones de ciudadanos. Y, para aquellos a los que esto les parezca algo normal, como siempre digo, ¿qué pensarían si en vez de SpaceX hubiese sido China?
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Satélites Starlink (SpaceX).
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Fuente: danielmarin.naukas.com
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