jueves, 12 de septiembre de 2019

La polémica por el riesgo de colisión entre un satélite Starlink y el satélite Aeolus europeo
por Daniel Marín 



¿Qué cosas pueden dar más juego que la combinación de las palabras ‘Elon Musk’, ‘SpaceX’ y ‘colisión en órbita’? Pocas, sobre todo si añadimos a la ecuación las siglas de la ESA, o sea, la Agencia Espacial Europea. Y es que el 2 de septiembre de 2019 el satélite Aeolus de la ESA tuvo que llevar a cabo una serie de maniobras para evitar una posible —es importante el adjetivo— colisión con un satélite de la nueva constelación de satélites de comunicaciones Starlink de SpaceX. En principio, la historia se podría haber quedado aquí. Los satélites en órbita baja cambian de vez en cuando su órbita para evitar la posibilidad de una colisión y este parecía ser un caso rutinario más. Pero el 3 de septiembre todo cambió cuando la ESA decidió publicar una nota de prensa sobre el incidente.


Satélite Aeolus de la ESA (ESA).

Las agencias espaciales suelen ser muy diplomáticas y normalmente evitan a toda costa entrar en polémicas, sobre todo si se trata de involucrar a empresas u organizaciones de otros países. El hecho de que autoridades de la ESA considerasen que la maniobra del satélite Aeolus merecía un comunicado es ciertamente significativo. Además, la nota de prensa empleaba un tono muy duro contra SpaceX. De acuerdo con la ESA, varias actualizaciones de las efemérides orbitales de los satélites por parte del USSTRATCOM de Estados Unidos provocaron el 28 de agosto una alarma en el sistema de monitorización de la ESA. La probabilidad de una colisión entre Aeolus y el satélite Starlink 44 para el 2 de septiembre a las 11:02 UTC a 320 kilómetros de altura aumentó súbitamente de 0,000022 a 0,00169, una cifra muy baja, sí, pero que, de acuerdo con los protocolos de la ESA, requería una acción evasiva.


Punto de encuentro del satélite Starlink 44 y el Aeolus (ESA).

En este punto vale la pena recordar que, por lo general, la posición de los satélites no se puede seguir en tiempo real. Los operadores de satélites, sean agencias espaciales o empresas, usan los datos proporcionados por los militares estadounidenses, obtenidos a través de varias estaciones terrestres ópticas y de radar (huelga decir que otros países como Rusia y China disponen de sistemas de seguimiento independientes). El software específico de cada organización se encarga luego de proyectar la posición de los satélites en las órbitas calculadas con estos datos para detectar alguna posible colisión. Cuando las efemérides se actualizan, el riesgo de colisión entre satélites puede aumentar o disminuir rápidamente. De acuerdo con la ESA, la agencia europea y SpaceX habían mantenido un intercambio de correos electrónicos antes del 28 de agosto sobre la posible colisión del Aeolus con el Starlink 44. Puesto que la probabilidad de colisión era muy baja, el asunto no era una prioridad. Pero, como hemos visto, esta probabilidad aumentó súbitamente ese mismo día.

Según la ESA, SpaceX les comunicó que no iban a hacer nada porque la situación no era peligrosa. Básicamente, SpaceX respondió con una versión espacial del ‘juego del gallina’. Ellos no pensaban moverse. Como resultado, la ESA optó por elevar unos 300 metros la órbita de su costoso satélite Aeolus para el estudio de los vientos en la atmósfera y que había sido lanzado el 22 de agosto de 2018. Eso sí, el asunto provocó un cabreo considerable en la ESA por lo que consideraban una actitud muy poco respetuosa —y ciertamente muy irresponsable— por parte de SpaceX. Tras el comunicado de la ESA, la empresa de Elon Musk publicó una nota de prensa donde daban su versión de los hechos. Según ellos, lo que ocurrió fue que un ‘error informático’ provocó que los controladores a cargo de la posición de los satélites Starlink no pudieron comunicarse con la ESA mediante correo electrónico, un silencio que la ESA interpretó como una confirmación de la negativa a mover su satélite. SpaceX ha declarado que ‘tomará medidas’ para que este asunto no se vuelva a repetir. La empresa estadounidense también recordó que el sistema que gestiona los satélites Starlink es capaz de efectuar maniobras automáticas si detecta un posible riesgo de colisión sin necesidad de intervención humana (hasta la fecha se han realizado 16 maniobras de este tipo), pero el grado de fiabilidad de dicho sistema es una incógnita.


Los primeros sesenta satélites Starlink Block 0.9 en órbita antes de separarse del la segunda etapa (SpaceX).

Como no podía ser de otra forma, la polémica estaba servida. Los fanboys de SpaceX acusaron a la ESA de alarmismo y sensacionalismo. Los —muy, muy pocos— partidarios de la ESA comenzaron a criticar a SpaceX por su falta de profesionalismo e irresponsabilidad. Evidentemente, el debate no es una simple cuestión de buenos y malos. Aquí el problema de fondo es la falta de legislación internacional sobre los satélites en órbita baja. Hasta ahora se ha lidiado con el asunto de forma chapucera porque tampoco era un tema muy acuciante —dejando a un lado algún susto como la colisión entre el Iridium 33 y el satélite Kosmos 2251 en 2008—, pero en el futuro vamos a ver varias megaconstelaciones de satélites con miles de ejemplares cada una. Starlink, sin ir más lejos, estará formada por cerca de doce mil unidades una vez completada. Este incidente ha ocurrido cuando solo hay sesenta unidades de Starlink en órbita y, para más inri, el satélite en cuestión está completamente operativo (los satélites Starlink usan propulsión eléctrica y, por tanto, en principio es más fácil mover un satélite como el Aeolus, a base de propulsión química, más potente, pero estas consideraciones técnicas no se tuvieron en cuenta en ningún momento).

El comunicado de la ESA es una forma de llamar la atención sobre el problema que supone el desarrollo de las megaconstelaciones de satélites —no solo la de SpaceX— cuando la legislación y los acuerdos internacionales no están claramente a la altura del desafío, por no hablar de que los protocolos de comunicaciones entre organismos son claramente mejorables (¿intercambio de correos? ¿En 2019? ¿de verdad?). Nadie cree que SpaceX haya actuado de mala fe, pero dentro de unos años un error así puede salir muy caro. En cualquier caso, lo que no es de recibo es que una empresa privada esté al mismo nivel de decisión y responsabilidad que una agencia espacial que representa a cientos de millones de ciudadanos. Y, para aquellos a los que esto les parezca algo normal, como siempre digo, ¿qué pensarían si en vez de SpaceX hubiese sido China?


Satélites Starlink (SpaceX).



No hay comentarios:

Publicar un comentario