Trump, el satélite espía Crystal y el cohete Safir iraní
A principios de agosto la autoridades iraníes anunciaron el próximo lanzamiento de un cohete Safir 1B con el pequeño satélite Tahid 1 («Venus» en persa) desde el Centro Espacial Imam Jomeini. Los días pasaron y no se supo más de la misión, pero el 24 de agosto una imagen de un satélite comercial de la empresa Planet Labs desveló que los preparativos para el lanzamiento habían comenzado. La rampa del centro espacial había recibido una nueva mano de pintura que tapaba las cicatrices de un fallo anterior que había tenido lugar en febrero. El despegue parecía ser inminente. Sin embargo, el 29 de agosto el lanzador explotó en la rampa, aparentemente durante los preparativos para el lanzamiento.
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Imagen filtrada por Donald Trump de la rampa del Centro Espacial Imam Jomeini tras la explosión de un cohete Safir tomada probablemente por el satélite USA-224, un KH-11 Block 4 (Donald Trump).
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Las noticias del fracaso del Safir se pudieron confirmar, una vez más, gracias a las imágenes de satélites comerciales de las empresas Maxar y Planet Labs. En las imágenes se podían apreciar claramente el humo y las marcas de la explosión. Pero, en un giro inesperado de guion, el presidente estadounidense Donald Trump se sumó a la historia el 30 de agosto desvelando por sorpresa en Twitter una imagen de la rampa destrozada en alta resolución. El detalle era tan alto que solo había dos posibilidades: la imagen se había obtenido desde un avión —o un dron— o mediante un satélite espía.
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Imagen de la rampa y un cohete Safir durante un lanzamiento anterior (https://twitter.com/DutchSpace). |
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Imagen de un satélite comercial de Planet Labs en la que se aprecia los preparativos en la rampa para el lanzamiento de finales de agosto (https://www.npr.org/2019/08/26/754503778/iran-seen-preparing-for-space-launch).
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La imagen de la rampa tras el accidente del 29 de agosto tomada por un satélite comercial de Maxar (https://apnews.com/66edcdd9d8634a06b51073af45be12b8).
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La primera opción es factible, pero el Centro Espacial Imam Jomeini está situado en el corazón del país y cualquier aeronave debe atravesar un formidable muro de sistemas de defensa aérea para llegar hasta él. Irán derribó en 2011 un drone stealth Lockheed Martin RQ-170 y, este mismo año, un Northrop Grumman RQ-4 Global Hawk. Naturalmente, eso no significa que sea imposible que un dron se acerque hasta el centro de lanzamiento, pero poco después de la publicación de la imagen de Trump numerosos aficionados a la observación de satélites —como
Cees Bassa o
Marco Longbroek— se dieron cuenta de que el satélite espía USA-224 había sobrevolado la zona el 29 de agosto. Un rápido análisis reveló que el ángulo de visión de la rampa desde el satélite y las condiciones de iluminación coincidían perfectamente con la posición del USA-224 en el momento del sobrevuelo. Efectivamente, y por absurdo que parezca, Trump había publicado en Twitter la imagen clasificada de un satélite espía (técnicamente, y desde un punto de vista legal, desde el momento que la publicó dejó de estar clasificada, ya que los presidentes estadounidenses tienen esa potestad).
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Posible aspecto de un KH-11 Kennen (Giuseppe de Chiara).
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Pero, ¿qué tipo de satélite es? El USA-224 (NROL-49) es un satélite de la NRO (National Reconnaissance Office) que fue lanzado el 20 de enero de 2011 desde Vandenberg mediante un cohete Delta IV Heavy. Los detalles de la misión son alto secreto, pero todos los expertos coinciden en que se trata de un satélite de reconocimiento óptico de la serie KH-11 Advanced Crystal. Estos satélites son básicamente telescopios espaciales apuntando ‘en la dirección equivocada’ y, de hecho, la óptica del telescopio Hubble deriva de los satélites espías electroópticos de primera generación KH-11 Kennen. Gracias al propio Hubble sabemos positivamente que estos satélites KH-11 Kennen de primera generación tenían un espejo primario de 2,4 metros de diámetro (por cierto, las imágenes de los KH-11 son retransmitidas a las estaciones terrestres situadas en EEUU y países aliados gracias a la red de satélites militares Quasar o SDS).
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Posible distribución interior (Giuseppe de Chiara).
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Los satélites KH-11 de última generación —la denominación KH-12 es incorrecta— reciben en la literatura desclasificada el nombre de Crystal o Advanced Crystal, aunque en los documentos filtrados por Edward Snowden en 2013 se habla de los sistemas Enhanced Crystal y EECS (Evolved Enhanced Crystal System). Se desconoce a qué generación precisa pertenece el USA-224, aunque los expertos creen que es un KH-11 Block 4, es decir, forma parte de la cuarta generación de KH-11, introducida en 2001 (huelga decir que la clasificación Block no es oficial). Tras lanzar cuatro KH-11 Block 4 entre 2001 y 2013, la NRO puso en órbita en enero de este año el USA-290, un satélite que se cree es el primer ejemplar de la serie KH-11 Block 5. Por declaraciones del propio Departamento de Defensa se sabe desde hace años que el diámetro del espejo principal de estos telescopios también es de 2,4 metros, aunque por motivos obvios carecemos de una confirmación oficial de este dato. Debido a limitaciones de masa y volumen de los cohetes lanzadores, los expertos dudan de que el tamaño de la óptica pudiera ser mucho mayor. Además, los dos telescopios espía que la NRO donó a la NASA en 2012 tenían un diámetro de 2,4 metros, y eso a pesar de proceder de un programa de satélites distinto, ya que probablemente eran ópticas de satélites FIA-O (Future Imagery Architecture – Optical), un programa ya cancelado. Por tanto, parece ser que el diámetro de 2,4 metros se ha convertido en una especie de estándar para la NRO.
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Posible aspecto de un KH-11 basado en una imagen del Hubble (Wikipedia).
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Lo interesante de la foto publicada por Trump es que podemos calcular la distancia del satélite a la rampa y, por consiguiente, el tamaño del espejo. La imagen tiene una resolución de unos 10 centímetros por píxel como mínimo (la imagen original podría tener una resolución más alta, pero se desconoce si este es el caso). Ahora bien, la foto fue tomada de forma oblicua cuando el USA-224 estaba a 382 kilómetros de distancia. Puesto que la órbita del USA-224 puede alcanzar unos 260 kilómetros durante su perigeo, eso implica que la resolución máxima de este satélite es de unos 6 o 7 centímetros (suponiendo que la imagen de Trump no haya sido degradada, en cuyo caso la resolución máxima sería mayor). Estos datos son compatibles con un espejo primario de unos 2,7 metros aproximadamente, pero si tenemos en cuenta los errores en las cifras y la incertidumbre en el rango de longitudes de onda en el que trabaja la cámara no se puede descartar que el espejo tenga un tamaño de 2,4 metros. Es decir, un dato que encaja con lo que ya sabíamos.
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Posición del satélite en el momento de captar la imagen (Marco Langbroek / https://twitter.com/Marco_Langbroek/status/1167811923607506946?s=20).
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Muchos medios se han apresurado a destacar la alta resolución del satélite y la novedad que ello supone. Como vemos, no es ninguna novedad. La resolución máxima de un satélite óptico no obedece a criterios mágicos, sino que viene limitada por solo dos factores principales: el tamaño del espejo primario y la distancia mínima al objetivo, o sea, el perigeo de la órbita (la distorsión atmosférica es otro factor que afecta a la calidad de imagen). Con un espejo de 2,4 metros la resolución máxima de un KH-11 en una órbita con un perigeo de unos 250 kilómetros es de 7 centímetros aproximadamente, justo lo que se desprende del análisis de las imágenes filtradas por Trump. Por otra parte, aunque es la primera vez que vemos unas imágenes tomadas casi con total seguridad por un satélite Advanced Crystal/KH-11 Block 4, no es la primera vez que contemplamos imágenes de un KH-11. Ya en una fecha tan temprana como 1984 las imágenes filtradas a la revista Jane’s por el analista Samuel Morison confirmaron que la resolución de los KH-11 de primera generación era de unos 13 centímetros (en ese momento el satélite estaba en una órbita un poco más alta) y que estos satélites eran capaces de tomar imágenes con un ángulo bastante pronunciado. En todo caso, la imagen de Trump sirve para confirmar las prestaciones de estos satélites.
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Imagen del portaaviones soviético ‘Almirante Gorshkov’ tomada por un KH-11 y filtrada en 1984 (Wikipedia).
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Tema aparte es el tono sarcástico del tweet de Trump, ya que parece jactarse de que el accidente del Safir 1B haya sido un acto de sabotaje o algo parecido. Evidentemente, no hay prueba alguna que apoye esta suposición y bien podría ser una simple ‘broma’ del presidente. Pero lo cierto es que Irán ya ha sufrido tres intentos de lanzamiento fallidos en lo que va de año. Al incidente del 29 de agosto hay que sumar el lanzamiento fallido de otro Safir 1B que tuvo lugar 5 de febrero, así como el fallo en la primera misión de un cohete Simorgh el 15 de enero. Ciertamente, no hace falta invocar una mano negra para explicar esta racha de mala suerte: la tasa de fracasos espaciales de Irán es más o menos comparable a la de Corea del Norte, país con el que Irán ha compartido tecnología relacionada con lanzadores espaciales y misiles balísticos, pero resulta llamativo que Irán no levante cabeza en el terreno espacial.
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