sábado, 31 de julio de 2021

Crean un dispositivo que transforma materia orgánica en biogás y produce un potente fertilizante
Un proyecto de la UTN impulsa el desarrollo de biodigestores que generan metano, un gas con alto poder calorífico. Además, promueve la generación de luz en zonas rurales.
Por Facundo Chahin

Foto: Gentileza UTN


Un grupo de docentes y alumnos de la carrera de Ingeniería Mecánica de la Universidad Tecnológica Nacional (Facultad Regional Buenos Aires) comenzó a desarrollar un prototipo de biodigestor para generar energía renovable a partir de la transformación de materia orgánica en biogás con un elevado porcentaje de metano, un fluido de alto poder calorífico, y cuyo producto secundario es un potente fertilizante para los cultivos.

El proyecto impulsado por la cátedra de Ingeniería Mecánica 2, con la participación de alumnos, tuvo como propósito inicial el desarrollo de un modesto primer prototipo de biodigestor, fabricado en 2012, que contó con los parámetros adecuados. El resultado final fue la obtención de un biogás de alta calidad, que tras ser enviado al Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) arrojó la presencia de un 60 por ciento de metano.

Según explicó al Suplemento Universidad Néstor Ferré, director del Departamento de Mecánica de la UTN-Buenos Aires y una de las cabezas del proyecto, “a partir de ese porcentaje se habla de un biogás de buena calidad, ya que el metano es el gas que se busca a raíz de su elevado poder calorífico, similar al de una nafta súper”.

A partir de ese resultado positivo, y tras ser homologado por el rectorado de la casa de estudios superiores como proyecto de investigación oficial, el equipo se abocó a la creación de dispositivos cada vez más sofisticados. En la actualidad, está en marcha el diseño de un cuarto prototipo de biodigestor.

“El objetivo es desarrollar mediante mecanismos tecnológicos digestores con el fin de que sea tentador el tratamiento del residuo orgánico en descomposición, ya que hoy no es del todo rentable, aunque se obtenga un fruto como el biogás, que tiene un cierto valor comercial”, detalló Ferré y explicó que la instalación final está vinculada a la cantidad de materia orgánica a tratar, así como a la frecuencia con que es generada.

El proceso consiste en propiciar todos los parámetros para que las bacterias metanogénicas –grupo especializado de bacterias anaeróbicas que descomponen la materia orgánica– crezcan en número y logren transformar el sustrato vertido dentro del dispositivo –desechos de animales vacunos– en biogás.
A su vez, otro de los productos secundarios del biodigestor es lo que queda una vez que se produjo el gas: un potente fertilizante para el cultivo, rico en elementos como el NPK (nitrógeno, fósforo y potasio). “El fertilizante se compone de una parte liquida, denominada biol, y otra sólida, llamada biosol, que se utiliza para abono”, especificó el docente.

Si bien los biodigestores pueden trabajar en forma autónoma, es necesario algún aporte de energía para su funcionamiento. En ese sentido, Ferré afirmó que la meta es poder instalarlos en áreas rurales donde no hay corriente eléctrica, para generar luz a partir del biogás, que no posee efectos nocivos en materia ecológica.

Y subrayó: “Nuestro país fue tocado con la varita mágica respecto a la posibilidad de generar energía a partir de las renovables; tenemos de los mejores vientos del mundo, una de las radiaciones solares más interesantes, mareas y hasta energía geotérmica. Además de los recursos, tenemos la cabeza desde lo técnico, de modo que con buenas políticas a largo plazo podemos desarrollar un modelo sustentable y sin producir daños ambientales”.



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