China, EE UU y Rusia: espionaje a tres bandas en la órbita geoestacionaria
Por Daniel Marín
En agosto de 2020 el satélite militar estadounidense GSSAP 4 (USA-271) comenzó a acercarse al satélite chino de comunicaciones Shijian 20. El satélite de EE UU llegó a estar a unos veinte kilómetros de su objetivo, una distancia que puede parecer importante, pero no olvidemos que estamos hablando de dos objetos situados a 36000 kilómetros de la Tierra en la órbita geoestacionaria (GEO). Pocos días después, el satélite Shijian 20 se alejó de su posición previa, sin duda debido a que sus controladores se habían dado cuenta del intruso y decidieron poner vacío de por medio. El GSSAP 4 no lo siguió. Pero, ¿qué hacía este satélite estadounidense cerca de un satélite chino? Obviamente, no lo sabemos, aunque todo indica que estaba realizando labores de espionaje electrónico y, quizá, óptico (es decir, tomando imágenes del satélite chino).
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El GSSAP 4 se acerca al Shijian 20 (COMSPOC). |
El GSSAP 4 o USA-271 es el cuarto satélite del programa GSSAP (Geosynchronous Space Situational Awareness Program), destinado a espiar a otros satélites en órbita geoestacionaria. Entre 2014 y 2016 EE UU lanzó cuatro de estos satélites de 700 kg. Sus características precisas son secretas y no se sabe si su misión se limita a interceptar comunicaciones de otros satélites —inteligencia electrónica (SIGINT)— o también son capaces de obtener imágenes de sus blancos. El Shijian 20 (SJ-20) es un satélite de ocho toneladas lanzado en diciembre de 2019 y se considera uno de los satélites de comunicaciones chinos más avanzados. Es el segundo satélite chino que usa la plataforma DFH-5, la más moderna desarrollada por el país asiático hasta el momento y que cuenta con un nuevo sistema de propulsión iónica (los satélites geoestacionarios suelen tener motores de este tipo para controlar su posición).
Previamente a este encuentro, el GSSAP 4 desapareció de la lista de seguimiento de Celestrak, indicando la dificultad para seguir su rastro (obviamente, el Pentágono no publica los parámetros orbitales —TLEs— de sus satélites). De hecho, la «cita» entre el GSSAP 4 y el Shijian 20 solo ha trascendido este año gracias a un reciente vídeo de COMSPOC (Commercial Space Operations Center), una iniciativa desarrollada por Analytical Graphics Inc. (AGI) que se dedica a seguir la posición de satélites empleando sensores comerciales. Obviamente, no hay confirmación oficial de la cita espacial por parte de EE UU ni de China. El incidente entre el Shijian 20 y el GSSAP 4 no es algo habitual, pero ni mucho menos se trata de un caso aislado. En los últimos años hemos asistido a varios casos de espionaje entre satélites. En este sentido, es importante señalar que aproximarse a un satélite de otro país o espiar sus comunicaciones no está estrictamente prohibido. Atacarlo o interferir en su funcionamiento es harina de otro costal y se considera un acto de guerra.
El suceso de este tipo más famoso ha sido probablemente la «persecución» del satélite espía estadounidense USA-245 (NROL-65) en órbita baja por parte de los satélites rusos Kosmos 2542 y Kosmos 2543. El USA-245 es un satélite de tipo KH-11, es decir, una especie de telescopio Hubble que apunta hacia «el lado equivocado». Las maniobras de los Kosmos 2542 y Kosmos 2543 dieron bastante que hablar en su momento porque el gobierno de EE UU denunció públicamente la actitud hostil de los satélites rusos, ya que el Kosmos 2543 eyectó un objeto en órbita que fue considerado un proyectil antisatélite por parte del Pentágono (aunque, lógicamente, el proyectil no se dirigió hacia el KH-11). Los satélites rusos, que habían sido lanzados juntos en 2019 (el Kosmos 2543 se separó a su vez del Kosmos 2542 en órbita) se alejaron de su presa tras haber llegado a pasar a tan solo diez kilómetros, pero el pasado verano volvieron a ajustar su órbita para efectuar nuevamente encuentros con distancias mínimas de unos cincuenta kilómetros del satélite espía de EE UU (efectivamente, estamos ante un satélite espía siendo espiado por satélites diseñados para espiar otros satélites, todo un caso de metaespionaje espacial recursivo).
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Plataforma Karat 200 de NPO Lávochkin y su subsatélite. Se cree que los misteriosos Kosmos 2519/2521 y el Kosmos 2542/2543 están relacionados con este proyecto (NPO Lávochkin). |
Además de la cacería del KH-11, recordemos el extraño incidente en el que el satélite militar estadounidense NROL-76 (USA-276) pasó a unos seis kilómetros de la ISS para llevar a cabo una misión clasificada. De nuevo en órbita geoestacionaria, el satélite que ha acaparado más titulares es el ruso Olymp-K, también conocido como Luch. Lanzado en septiembre de 2014, este satélite de la empresa ISS Reshetniov se ha dedicado a situarse cerca de los satélites Intelsat 8, Intelsat 901, Intelsat 905, Athena-Fidus, Intelsat 17, Intelsat 20, Intelsat 36, Turksat 4A, Turksat 4B, Intelsat 906, Eutelsat 70B, Eutelsat 21B, Eutelsat 5W B y, ya en marzo de este año, Eutelsat 8W B, probablemente con el objetivo de interceptar sus comunicaciones. La actividad clandestina del Olymp-K ha sido objeto, una vez más, de duras críticas desde Estados Unidos, lo que no deja de ser curioso teniendo en cuenta que este país lanzó los satélites Pan y Clio en 2009 y 2014, respectivamente, dos satélites de tipo Némesis que se han dedicado a espiar satélites de otros países en órbita geoestacionaria. Pan dejó de moverse por GEO en 2013, pero este año ha resucitado y se ha vuelto a desplazar otra vez. Actualmente está cerca del satélite ruso de comunicaciones ruso Yamal 402, aunque no se sabe si esta posición es simple «casualidad». Además de Némesis, EE UU también ha usado los satélites Orión para esta tarea, lo que no deja de ser un ejemplo de doble espionaje. Efectivamente, los Orión son satélites SIGINT dedicados a espiar directamente las comunicaciones de países enemigos desde GEO, para lo cual están dotados de enormes antenas. No obstante, sabemos que, al menos el Orión 4, se empleó para espiar las comunicaciones del Thuraya 2, un satélite de construcción estadounidense propiedad de Emiratos Árabes Unidos. Estas acciones de espionaje en GEO por parte de EE UU se remontan a hace unas décadas, cuando en 1990 se lanzó el mítico y misterioso satélite Prowler (y, antes de eso, con experimentos como el de los satélites LES 8 y 9 en 1976).
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Proyectos de satélites de ISS Reshetniov. Algunos quizá podrían estar relacionados con el Olymp-K (ISS Reshetniov). |
Por tanto, sabemos que para EE UU y Rusia la órbita geoestacionaria no es más que otro campo de batalla de esta Guerra Fría 2.0, pero, ¿y China? Por el momento, China no ha espiado activamente, que sepamos, satélites de otros países en GEO, aunque sí que ha realizado maniobras «sospechosas». Como ejemplo, el Shijian 17 —a pesar de su nombre, no tiene nada que ver con el Shijian 20 de más arriba: la serie Shijian se usa en China como «tapadera» para muchos satélites experimentales civiles y militares— se acercó a finales de 2016 a otro satélite chino situado en GEO, el Chinasat 5A (o Zhongxing 5A), para luego hacer lo mismo con el Chinasat 6A en 2017 y el Chinasat 1C en 2018. Como era de esperar, EE UU denunció las actividades del Shijian 17, a pesar de que no se acercó a ningún satélite extranjero, y sugirió que este vehículo dispondría de un «brazo robot» para capturar o dañar satélites enemigos. Según algunas fuentes del Pentágono, el Shijian 21, lanzado en octubre de este año, sería un satélite similar dotado de otro brazo robot. En todo caso, China no ha desvelado el diseño de estos satélites, pero el 1 de noviembre el Shijian 21 liberó un subsatélite con el que en estos momentos está practicando maniobras de aproximación.
Esta no es la primera vez que un satélite chino geoestacionario sorprende con un subsatélite, pues en diciembre de 2018 el TJS-3 (Tongxin Jishu Shiyan 3) fue lanzado con un misterioso compañero con el que, aparentemente, según EE UU se ensayaron técnicas de interferencia y espionaje de comunicaciones. Lo que es evidente es que, como antes decíamos, las potencias espaciales llevan unos años buscándose las cosquillas en el espacio. ¿Dónde está el límite? Pues esperemos que no lo encuentren por las malas.
Fuente: danielmarin.naukas.com
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